"Cuando las personas van a trabajar, no deberían tener que dejar su corazón en casa"
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"Di me los hechos y aprenderé. Di me la verdad y creeré. Pero cuéntame una historia y esta vivirá por siempre en mi corazón" —Viejo Proverbio de los Nativos Americanos
No importa si son novelas, biografías, chismes, mitología; nuestro cerebro adora todo tipo de historias. Este es un rasgo único de los seres humanos, no conozco otra especie animal que tenga semejante gusto por las narraciones.
Es a través de ellas como hemos pasado el conocimiento de generación en generación. Mucho antes de la invención de la escritura, las historias contadas de forma oral eran cómo transmitíamos nuestra cultura de unos a otros.
Resulta que un relato que expresa emoción, valores, lucha, etc., activa más partes del cerebro que cuando escuchamos fríos datos. Investigaciones realizadas con escáneres cerebrales han demostrado que cuando leemos datos, sólo se activa la parte del cerebro encargada de dar significado a las palabras.
En cambio, cuando leemos historias, se encienden muchas otras regiones. Palabras como canela, chocolate, pan, también activan partes del cerebro que se ocupan de los olores. Lo mismo ocurre con aquellas que evocan sentimientos, señalando porque la experiencia de leer se siente tan real. Nuestro cerebro hace pocas distinciones entre realidad y ficción.
Las historias no sólo estimulan nuestro cerebro, también tienen el potencial de cambiar cómo actuamos. El doctor en psicología e investigador Uri Hasson explica así su poder:
Cuando la mujer habla… [y] los voluntarios entienden su historia, sus cerebros se sincronizan. Cuando tuvo actividad en su ínsula, una región emocional del cerebro, los oyentes también la tuvieron. Cuando su corteza frontal se activó, se activó la de ellos. Simplemente contando una historia, la mujer pudo sembrar ideas, pensamientos y emociones en los cerebros de los oyentes.
Ok, de acuerdo, ya sabemos que las historias son importantes. Pasemos entonces a elaborar la nuestra. Responde a las siguientes preguntas, y tendrás lista la tuya.
¿Por qué el mundo necesita tu producto o servicio?
Di por que tu idea es importante y cómo surgió.
¿Por qué tu? y ¿Por qué ahora?
Por qué quieres tú hacer que esto pase, en que crees, cuales son tus valores.
¿Cómo vas a hacer para que tu producto o servicio sea mejor que cualquier otro?
Piensa en todo lo que vas a hacer para mejorar lo que existe actualmente.
Empresas como Coca Cola, Etsy, Nike, desde hace tiempo conocen el impacto que las historias tienen sobre nosotros y las utilizan de forma habitual dentro de su publicidad. También tu puedes crear la tuya y conquistar el mundo.
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"El mundo no está limitado por la inteligencia. Estamos limitados por la valentía y la creatividad" —Astro Teller
Dirigidas por el científico, emprendedor y nieto de dos premios Nobel, Astro Teller, el objetivo de las instalaciones es emprender proyectos que sea de veras ambiciosos, como el coche sin conductor o las Google Glass.
Teller sostiene que es más facil (y potencialmente se obtienen mejores resultados) si desde un principio todo proyecto innovador apunta a metas extraordinarias; cuando disparas a la luna, si fallas, quizá terminas dándole a una estrella.
Esta ambición, afirma el director de Google X, no debe ser exclusiva de las grandes corporaciones, todo emprendedor debe atreverse a soñar en grande.
En un artículo aparecido en 2011, la Vicepresidenta de Publicidad de Google, Susan Wojcicki, resumió los ocho principios innovadores de la empresa. Steven Kotler, autor del indispensable libro Bold, sugiere lo siguiente en relación a dichos principios: “escríbelos y pégalos en tu muro, úsalos como filtro para tu próxima idea de emprendimiento, pero por encima de todo, no los ignores”.
Los ocho principios.
- Concéntrese en el usuario. El usuario debe ser el centro de todo negocio. Solucionar sus problemas, deleitarle, hacerlo sentir exitoso; esos deben ser los fundamentos de cualquier iniciativa emprendedora.
- Comparta todo. En un mundo hiperconectado como el de hoy, con abundancia de conocimiento disponible, es crítico permanecer abierto a la colaboración y construir sobre las ideas de otros.
- Búsque ideas en todas partes. Otras disciplinas, otros negocios o industrias pueden ser fuentes de magníficas ideas. Lo que funciona en otras partes puedes aplicarlo en tu proyecto.
- Piensa en grande, pero empieza pequeño. Puedes empezar sirviendo un grupo pequeño de personas, pero con el objetivo de servir millones en una década.
- Nunca dejes de fallar. Iterar pronto es crítico. Falle frecuente, falle pronto y falle avanzando.
- Imaginación y luego datos. Los proyectos pueden nacer gracias a un chispazo de imaginación, pero luego tiene que sobrevivir gracias a los datos. Las start-ups más exitosas son manejadas con base en datos, se mide todo y se toman decisiones con base en ello.
- Se una plataforma. Las empresas que están siendo exitosas, y que su valoración alcanza los 1.000 millones (Uber, AirBnb, Instagram… ) son todas plataformas.
- Ten una misión que cuente. Esta es quizá la más importante, la pasión es fundamental para el progreso, es ella la que te empuja cuando las cosas se ponen difíciles. Tener un propósito que busque crear impacto positivo masivo es un gran estímulo.
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"En el mundo moderno es inútil ser creativo, un pensador original, a menos que también pueda vender lo que ha creado" —David Ogilvy
Sin embargo, expresarse con claridad a veces no es suficiente. En ocasiones además tenemos que convencer, influir, seducir... Ocurre así cuando enviamos propuestas ofreciendo nuestros servicios, o cuando creamos perfiles en redes sociales como LinkedIn o Twitter.
Con ello en mente, viene bien conocer la rutina de uno de los personajes que más ha influido en la mente de los consumidores: David Ogilvy.
Cuando entró en el mundo de la publicidad, Ogilvy tenía una edad que muchos considerarían tardía para empezar una nueva carrera, 38 años; no obstante, solo tardó tres años en convertirse en un éxito rotundo.
En 1955, el publicista escribió una carta dirigida a Ray Calt en la cual detalla la rutina que llevaba a cabo cuando se disponía a crear su magia.
19 de abril 1955
Estimado Sr. Calt:
El 22 de marzo me escribió pidiendo algunas notas sobre mis hábitos de trabajo como redactor. Son espantosos, como está a punto de ver:
1. Nunca he escrito un anuncio en la oficina. Demasiadas interrupciones. Todo lo escribo en casa.
2. Paso mucho tiempo estudiando los precedentes. Miro a cada anuncio que ha aparecido de los productos competidores durante los últimos 20 años.
3. Sin material de investigación estoy indefenso y entre más "motivador", mejor.
4. Escribo la definición del problema y enuncio el objetivo que deseo lograr con la campaña. Luego no avanzo más hasta que la definición y sus objetivos han sido aceptados por el cliente.
5. Antes de escribir realmente el anuncio, anoto cada uno de los hechos e ideas de ventas. Luego los organizado de acuerdo con el material de la investigación.
6. A continuación, escribo el titular. Es un hecho que trato de escribir 20 titulares alternativos para cada anuncio. Y nunca selecciono el titular final sin pedir la opinión de otras personas en la agencia. En algunos casos, busco la ayuda del departamento de investigación y les pido que hagan pruebas con algunos de los titulares.
7. Llegado este punto, ya no puedo posponer más sentarme realmente a escribir el anuncio. Así que me voy a casa y me siento en mi escritorio. Me encuentro a mí mismo completamente sin ideas. Me pongo de mal humor. Si mi mujer entra en la habitación le gruño. (Esto ha empeorado desde que abandoné el cigarrillo.)
8. Me aterroriza producir un pésimo anuncio. Por eso tiro los primeros 20 intentos.
9. Si todo lo anterior falla, bebo media botella de ron y escucho un oratorio de Handel en el gramófono. En general, esto produce un chorro incontrolable de anuncios.
10. A la mañana siguiente me levanto temprano y edito el chorro.
11. Entonces tomo el tren a Nueva York y pido a mi secretaria que lo escriba a máquina. (No soy capaz de escribir, lo cual, es muy incómodo.)
12. Soy un pésimo redactor, pero soy un buen editor. Así que me pongo a editar mi propio proyecto. Después de cuatro o cinco ediciones, parece lo suficientemente bueno para ser mostrado al cliente. Si el cliente cambia algo, me enfado porque me tomé un montón de molestias para escribir, y lo que escribí, lo escribí con algún propósito.
En total se trata de un negocio lento y laborioso. Entiendo que algunos redactores tienen mucha mayor facilidad que yo.
Suyo sinceramente,
D.O.
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"Cuando es obvio que las metas no van a ser alcanzadas, no ajuste las metas, ajuste sus acciones" —Confucio
No es que siempre haya sido así, también he vivido momentos felices. En los últimos cinco años he perdido una cantidad significativa de peso (25 kilos) y, con pequeñas variaciones, me las he arreglado para evitar que regresen.
Pero el 2015 no ha sido mi año, ni un gramo, cero, nada de nada. Cansado de intentar, fracasar, intentar, fracasar… decidí poner en práctica una nueva estrategia: utilizar la presión social.
Así que le pedía ayuda a una amiga, entre los dos acordamos establecer un desafío: debía bajar cinco kilos antes de terminar julio, y si no lograba la meta, mi castigo sería depilarme las piernas con cera, en la fiesta de cumpleaños de mi hija delante de todos los invitados.
La decisión de comprometerme de manera pública (y potencialmente vergonzosa y muy dolorosa) la tomé después de leer sobre una investigación conducida por el Dr. Gail Matthews que encontró que las personas que escriben sus metas y las comparten con familiares y amigos son en promedio 33% más exitosas.
Resulta que al hacer públicas tus metas, la presión social, es decir, el temor a fallar en público, ejerce una enorme fuerza sobre nosotros. Una cosa es fallar en la intimidad sin que nadie más se de cuenta, y otra cosa es hacerlo de manera épica en frente de otros.
Cuando solo nosotros sabemos que tenemos un objetivo por cumplir, es fácil caer en la auto-complacencia, inventamos (y nos creemos) todo tipo de excusas para justificarnos ante nosotros mismos.
Pero justificarse ante la peña es otra cosa, no todos están dispuestos a tragarse nuestras insólitas excusas. Aquí solo hay dos opciones: se cumplió o no el objetivo. Lo demás no cuenta.
Después de un comienzo dubitativo, puedo contar con alegría que no solo bajé los cinco kilos propuestos sino que seguí de largo y bajé un kilo y medio más. Mi hija al fin pudo respirar tranquila, no iba a tener que ver a su padre lloriquear y andar con las piernas lampiñas y enrojecidas en su fiesta.
Para sacar el máximo partido de la presión social en favor de tus metas, los expertos recomiendan centrarse en unas pocas, nunca más de tres. Cuando se desea abarcar mucho de una sola vez, es fácil perder enfoque y terminar fallando en todo.
También es recomendable establecer objetivos intermedios. Empezar a trabajar sobre un objetivo, nos hace sentir inspirados y energizados, pero al pasar las semanas es fácil ir perdiendo empuje. Las victorias intermedias nos ayudan a confirmar que vamos en la dirección correcta y también nos dan nueva motivación y entusiasmo. El éxito crea más éxito.
Reinventarnos no es algo que ocurre de la noche a la mañana, es fruto del trabajo paciente y constante que ejercemos sobre nosotros mismo. Pulimos un poco aquí, otro poco allá, y poco a poco va emergiendo la persona que deseamos ser. La presión social es una herramienta más para ayudarnos en ese camino.
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"Ser emprendedor no se trata realmente de cómo iniciar un negocio. Es una forma de ver el mundo: ver oportunidades donde otros ven obstáculos, tomar riesgos cuando otros buscan donde refugiarse"
La historia de Bloomber es una historia de determinación y una ética insuperable de trabajo:
Me gusta una vieja frase de Woody Allen: "El ochenta por ciento del éxito es simplemente presentarse". Usted crea su propia suerte en la vida, y para tener éxito en los negocios hay que trabajar duro. Cuanto más trabajas, mejor lo haces. Es así de simple. Algunas personas dicen: "Hoy no puedo ir a trabajar" ¡Yo nunca me he perdido un sólo día de trabajo en mi vida! Después de que me comunicaron el despido de Salomon, tuve que permanecer ahí unos dos meses más antes de abandonar definitivamente la empresa, tampoco durante ese tiempo falté un día. De hecho, me aseguré de que trabajaba seis días a la semana desde muy temprano en la mañana hasta tan tarde como podía. Durante ese período estuve buscando una nueva oficina para mí, llamé al agente y le dije que sólo podía verlas los fines de semana, no quería tomar tiempo libre durante la semana. No quería que nadie dijera nunca que yo no trabajé al 110%. Tengo un problema de ego con eso.
Sé el primero en llegar y el último en salir. Si usted llega temprano y se queda hasta tarde, tiene la oportunidad de hablar con personas que de otro modo no contestarían su llamada. Construí muchas relaciones por estar temprano. Puede llamar al presidente de la junta de casi cualquier empresa a primera hora de la mañana. Si es un buen presidente, estará ahí. La secretaria no está, así que él va a contestar el teléfono...
Con los años, algunas personas han venido y me han dicho: "no puedes hacerlo todo". Eso es pura mierda. Por supuesto que puede hacerlo todo. Las personas que hacen cosas pueden hacer más. Si necesita que algo difícil se haga, encárgaselo a la persona más ocupada en su organización. Existe una razón por la que está hasta arriba de trabajo: consigue hacer las cosas. Tengo una empleada llamada Patti Harris; en lugar de escribir sobre mi, ella debería estar escribiendo esto sobre ella. Patti dirige mi fundación, dirige la ciudad, tiene un marido y tienen un gran matrimonio, ambos tienen una gran familia (los niños resultaron espectaculares), van de vacaciones, esquían, bucean. Si se presenta ante ella dudando si va a poder lograr algo debido a este u otro obstáculo, ella te mirará, sonreirá y dirá: "eso está muy bien, ahora, ¡hazlo!", y se marchará.
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"Toda vida es un experimento. Cuantos más experimentos lleve a cabo, mejor"
—Ralph Waldo Emerson
En YouTube hay unos canales a los cuales estoy suscrito. Cuando recibo notificaciones sobre nuevo contenido, los guardo para verlos la próxima vez que tenga 10 o 15 minutos disponibles. La tontería es la siguiente: cuando finalmente me dispongo a verlos, tardo tanto tiempo decidiendo cual será el vídeo perfecto, que se pasan los 15 minutos y termino viendo nada.
Mi empeño por realizar la mejor elección, por no equivocarme escogiendo algo que no sea lo óptimo, me impide muchas veces disfrutar de buen contenido.
Lo más triste del asunto es que no es un problema exclusivo con YouTube, esta actitud solemos tenerla con muchas otras cosas en nuestra vida.
El miedo a elegir la opción equivocada, a que la consecuencia de nuestra decisión no sea la optima, o peor aún, resulte desagradable, es algo que con frecuencia impide que vivamos una vida plena, llena de aventuras y satisfacciones.
Nos preocupa que si las cosas no salen como pensamos, terminaremos sintiéndonos estúpidos, avergonzados, heridos, aislados, o rechazados. Entonces, ante esta posibilidad, preferimos no arriesgar y escoger lo más seguro, que en muchas oportunidades significa no hacer nada.
No hablamos en público porque si fallamos estaremos avergonzados. No invitamos a salir a esa persona que nos gusta tanto por miedo a ser rechazados. No organizamos la cena en nuestra casa con los vecinos que nos encantaría conocer, por miedo a que digan que no y sentirnos aislados. Y así muchas más cosas.
El deseo de seguridad, la hostilidad hacia aquello que percibimos como arriesgado, hace que terminemos viviendo vidas más pequeñas de lo que deberían ser. Diferentes investigaciones han encontrado que cuando somos mayores, lamentamos más lo que no hicimos que los errores que cometimos. Es decir, nos duelen más los polvos que no pedimos que los que nos negaron.
Una forma más sana y divertida de encarar la vida es tomarla como si fuera un continuo experimento. Probar cosas nuevas cada día, y asumir con naturalidad que algunas saldrán bien y otras no tanto. La realidad es que muchas de las consecuencias a las que tememos, al final no resultan tan catastróficas como imaginamos. En cambio las gratificaciones pueden ser enormes.
Las investigaciones del psicólogo social Daniel Gilbert han demostrado que somos muy malos prediciendo cómo nos sentiremos al afrontar hechos desagradables. Los sobrellevamos mejor de lo que creemos, y el responsable de ello es nuestro cerebro.
El pedazo de carne que tenemos detrás de la frente, tiene una capacidad asombrosa para sacarnos del hoyo, y evitar que suframos de manera innecesaria. Si por ejemplo te armas de valor, e invitas a salir a la persona que te gusta tanto y dice que no, de inmediato empezamos a producir razones que justifican porqué es mejor no salir con semejante personaje, le encontramos defectos y terminamos agradeciendo que nos hubiera dicho que no, ¡Uff, de la que me salvé!
Esta prestación es tan poderosa que es capaz de convertir verdaderas tragedias en bendiciones. Christopher Reeve, el actor que interpretaba a Superman, comentó en una entrevista que gracias al accidente que lo dejó inválido, ahora valoraba mucho más la vida y las personas. Moreese Bickam, quien pasó 36 años en la cárcel por defenderse de unos integrantes del Ku Klux Klan que le dispararon, cuando por fin recuperó la libertad calificó su experiencia como “gloriosa”.
Si nuestro cerebro es capaz de transformar verdaderos desastres en algo positivo, ayudarnos después de un pequeño tartamudeo en una presentación pública, no es ningún desafío para un ninja como el.
Tener más aventuras, intentar más cosas, no atemorizarnos por tonterías, es ahí donde reside la diferencia entre existir y vivir. Para finalizar, me despido con la pregunta que nos hace el periodista y escritor Hunter S. Thompson
Parece poco adecuado escribir de la vida sin mencionar una sola vez la felicidad; así que vamos a dejar que el lector responda a esta pregunta por sí mismo: ¿quién es el hombre más feliz, el que ha desafiado la tormenta de la vida y vivió, o el que se ha mantenido de forma segura en la costa y simplemente existió?
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Resulta que cuando nos involucramos en actividades que tienen un propósito noble, soportamos con mayor decisión las adversidades, el cerebro se encarga de darnos un extra de coraje. En el magnífico libro Tropezar con la Felicidad, su autor, Daniel Gilbert, hace referencia a la siguiente investigación:
Los voluntarios de un estudio eran estudiantes a los que se invitó a entrar a un club fuera del entorno académico, cuyo rito de iniciación exigía que se sometieran a descargas eléctricas. Algunos de los voluntarios vivieron una experiencia muy desagradable, las descargas que recibieron fueron muy intensas (grupo iniciación intensa) y otros, una experiencia ligeramente desagradable porque las descargas fueron más bien leves (grupo de iniciación leve). Aunque puede que crea que a las personas no les gusta nada relacionado con el dolor físico, a los voluntarios del grupo de iniciación intensa les gustó más el club… De hecho, las investigaciones demuestran que cuando las personas reciben descargas eléctricas, sienten menos dolor si creen que están sufriendo por una causa elevada y muy importante.
Así como tenemos un sistema inmunológico que protege a nuestro cuerpo de bichos externos, también tenemos un sistema inmunopsicológico que ayuda a nuestra mente a darle sentido, y a hacer menos intenso, el sufrimiento que padece.
Poner nuestro corazón al servicio de una causa noble, significa contar con un extra de resistencia que marca una gran diferencia. Las adversidades parecen menores, soportamos estoicos absurdas de horas de trabajo, persistimos hasta encontrar las soluciones.
Si fracasamos, estaría fracasando un proyecto que estamos convencidos es beneficioso para otras personas. Y no estamos dispuestos a permitir que eso ocurra sin antes dejarnos la piel.
Servir, ayudar a nuestros clientes a convertirse en la persona que desean, o solucionar los problemas que afrontan, es un motivador más poderoso que el deseo de conducir un Ferrari. Por supuesto que hacemos negocios para ganar dinero, pero el dinero es una agradable consecuencia, un efecto secundario de llevar a cabo la misión que nos hemos impuesto cumplir.
Viktor Frankl expreso el deseo de servir de los seres humanos de manera hermosa:
Sufrir deja de ser sufrimiento una vez le hallamos significado. El ser humano siempre apunta y se dirige hacia algo o alguien que no sea él mismo; ya sea un misión por cumplir o otro ser humano a quien encontrar. Cuanto más se olvida de sí mismo por entregarse a una causa a la cual servir o a otra persona a quien amar: más humano es.
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"Si un gran hombre viene a comer a mi casa, no deseo agradarle; deseo que el quiera agradarme"
Para Emerson, la confianza en uno mismo es indispensable en el desarrollo personal. Nadie, según él, puede llegar a alcanzar su máxima expresión si no aprende a pensar por sí mismo, y evita que las opiniones y los límites impuestos por la sociedad condicionen su crecimiento.
Hay un momento en la formación de todos los hombres cuando se llega a la convicción de que la envidia es ignorancia; y la imitación un suicidio. Que tiene que aceptarse a sí mismo, bueno o malo, como es. Que aunque el ancho mundo esté lleno de oro, no le llegará ni un gramo de trigo por otro conducto que no sea el del trabajo que dedique al trozo de terreno que le ha tocado en suerte cultivar. El poder que reside en él es nuevo en la naturaleza, y nadie, más que él, sabe cómo usarlo. El mismo no lo sabrá hasta que lo ponga a prueba.
[...]
Creed en vuestro propio pensamiento; creed que lo que es verdadero para uno en la intimidad del corazón, es verdadero para todos los hombres: eso es el genio. Expresad aquello de lo que estás convencido en tu interior y se convertirá, a su tiempo, en opinión universal; ya que lo más íntimo llega a ser lo más externo.
[...]
Ahora nosotros también somos hombres y debemos aceptar con él espíritu más alto el mismo destino trascendente [de los grandes hombres]; no somos menores de edad ni inválidos metidos en un refugio, ni cobardes que huyen ante una revolución, sino guías, redentores y benefactores, obedientes al todopoderoso esfuerzo; ¡avancemos, pues, entre el caos y la oscuridad!
[...]
Quien aspire a ser hombre no puede ser un conformista. Quien desee ganar las palmas inmortales, no debe detenerse por lo que otros llaman el bien; debe preguntarse si en efecto ese es el verdadero bien. Nada es sagrado, excepto la integridad de nuestra alma.
Absuélvete tú mismo y tendrás el favor del mundo… El bien y el mal no son sino nombres que pueden fácilmente transferirse de una cosa a otra; para mi lo único recto es lo que está en armonía con mi ser; lo único ilícito, lo contrario a él... Estoy avergonzado de ver con cuánta facilidad nos rendimos a símbolos y nombres; a grandes sociedades y a instituciones muertas. Cualquier hombre bien portado y bien hablado me impresiona más de lo debido. Necesito marchar erguido, mostrar vitalidad y hablar siempre el rudo lenguaje de la verdad.
[...]
Por escasas y humildes que sean mis facultades, soy tal como soy, no necesito de la opinión de otros para convencerme o convencer a los demás.
Lo que tengo que hacer es lo que es acorde a mi personalidad, no lo que la gente cree que debo hacer. Esta regla, tan difícil en la vida práctica como en la intelectual, puede servir para establecer una distinción completa entre la grandeza y la mediocridad. Es muy difícil de seguir, porque siempre hallarás personas que creen saber cual es tu deber mejor que tu mismo. Es fácil vivir en el mundo según la opinión del mundo. Es fácil vivir en soledad según nuestra propia opinión. Pero el hombre grande es aquel que en medio de muchedumbre conserva con perfecta dulzura la independencia de su soledad.
[...]
Otro temor, que nos aleja de la confianza en nosotros mismos, es nuestra necesidad de consecuencia: la repugnancia a contradecirnos. Profesamos una especie de veneración por nuestros actos o nuestras palabras pasadas. Pero ¿por qué hemos de tener la cabeza vuelta hacia atrás? ¿Por qué arrastrar el cadáver de la memoria, para no contradecir algo que hemos dicho en este o en aquel lugar publico? Supongamos que tuviéramos que contradecirnos, ¿y qué? Abandona tu teoría, como José abandonó su capa en manos de la adúltera, y huye. La perseverancia necia en pensamientos anteriores es propiedad de las mentes mediocres, adorada por los estadistas, filósofos y teólogos de poca monta. A un alma grande contradecirse le trae sin cuidado. Le preocupa lo mismo que la sombra que proyecta en la pared.
Decid con energía lo que pensáis ahora, y mañana, con la misma energía, decid lo que pensáis entonces. «¡Pero si cambiamos de opinión constantemente, nunca llegaremos a ser comprendidos!» ¿Y qué? ¿Es tan malo ser mal interpretado? Pitágoras fue mal interpretado, y también lo fueron Sócrates, Jesús, Lutero y Galileo, y lo fueron todos los espíritus puros y graves que han honrado a la humanidad. Ser grande es ser mal comprendido.
[...]
Afirmad vuestra personalidad; no imitéis jamás… Nadie sabe lo que eres, ni qué puedes hacer, hasta que lo hayas mostrado. ¿Dónde está el maestro que enseñó a Shakespeare? ¿Dónde el que enseñó a Franklin, a Washington, a Bacon, a Newton? Todo gran hombre es único. No se hará nunca otro Shakespeare mediante el estudio de Shakespeare.
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"Si llega a mi edad y nadie piensa bien de usted, no me importa que tan grande es su cuenta bancaria, su vida es un desastre"
El ensayo de Warren Buffet, como no podía ser de otra manera, está lleno de buenos consejos. Uno de ellos es sobre los enormes beneficios que trae consigo enfrentarnos a las cosas que nos atemorizan. Buffett era incapaz de hablar en público, le aterrorizaba, pero sabía que sería de gran provecho para su carrera si lograba vencer ese miedo.
Hasta la edad de veinte años yo era absolutamente incapaz de hablar en público. Sólo el hecho de pensar en ello me ponía enfermo. Literalmente, vomitaba. En la universidad escogí cursos en los cuales no tenía que pararme en frente de la clase, y organicé mi vida para que nunca tuviera que verme delante de una multitud. Si por alguna razón me tocaba, ni siquiera era capaz de decir mi propio nombre. No estoy seguro de lo que me causó ese problema, pero ahí estaba, enorme.
[...]
Después de graduarme volví a Omaha y conseguí un trabajo como vendedor de acciones. Yo sabía que tenía que ser capaz de hablar delante de la gente… Vi un anuncio [sobre un curso para aprender a hablar en público] en el periódico y fui a inscribirme... le pagué en efectivo al instructor los cien dólares que costaba. Sabía que si pagaba de esa manera me presentaría. Y lo hice.
Había cerca de otras treinta personas en la clase, todos tuvimos problemas para decir nuestros propios nombres. Nos reunimos una vez a la semana durante las doce que duró el curso. Los instructores nos dieron diferentes tipos de discursos para practicar, y nos enseñaron trucos psicológicos para superar nuestros miedos. Había una gran sensación de comunidad ahí, estábamos en el mismo barco y eso realmente ayudó a todos a terminar la formación. Tan pronto el curso terminó, me presenté en la Universidad de Omaha y les dije: "quiero empezar a enseñar". Sabía que si no continuaba hablando delante de la gente el miedo regresaría pronto. Continué haciéndolo y ahora ¡no me pueden parar de hablar!
El impacto que tuvo esa clase en mi vida fue enorme. De hecho, no tengo mi diploma de la Universidad de Nebraska colgado en la pared de mi oficina, y tampoco tengo mi diploma de Columbia, pero tengo el certificado de graduación Dale Carnegie exhibido con orgullo. Ese curso de 100 dólares me dio el más importante grado que tengo.
Una de las mejores cosas que puedes hacer en la vida es rodearse de personas que son mejores que tú. Personas de gran categoría. Terminarás comportándote como uno más de ellos, y ellos, a su vez, aprenderán de ti. Es como un sistema planetario, si giras alrededor de personas que se comportan peor que tú, muy pronto empezarás a ser llevado en esa dirección. Así es como parece que funciona: con quién decides asociarse importa.
[...]
También es imprescindible seleccionar los héroes correctos ... Mi primer héroe fue mi padre. Crecí sintiendo un increíble amor y admiración por él. Quería ser como él. Me dio buenos consejos más que ninguna otra persona, y fue de enorme utilidad e importancia para mí en todo sentido. Él me enseñó que lo que está en tu tarjeta de puntuación interior es más importante que como puntues en el exterior. Mucha gente está más preocupada por lo que el mundo va a pensar acerca de esto o aquello, que por lo que ellos mismos piensan. Si te sientes cómodo con tu marcador interno, vas a tener una vida muy gratificante. Las personas que se esfuerzan demasiado por la calificación exterior se encuentran a veces que esto es un poco vacío.
Mi padre murió hace cuarenta y seis años. Tengo un gran retrato de él en la pared de mi oficina, y todavía me pregunto cómo se sentiría acerca de todas las cosas que hago.
[...]
Benjamin Graham, mi antiguo jefe y mentor, fue otro de mis héroes. Era un genio ... Cuando Ben tenía unos doce años de edad, decidió que sería mejor ir por la vida si le gustaba a la gente y le admiraban. Llegó a esta conclusión no sólo por cómo se sentiría, sino también porque así la gente aceptaría sus ideas más fácil. Así que se sentó y escribió una lista de las cualidades positivas que buscaba en la gente. Luego escribió una lista de las cualidades negativas en las personas que le disgustaban. Cuando Ben examinó estas dos listas, se dio cuenta que ninguna de las características atractivas era imposible de obtener y ninguna de las negativas era imposible de evitar. Eran cualidades de comportamiento y carácter, no cosas como patear una pelota de fútbol sesenta metros o romper el récord de salto. Así que Ben conscientemente decidió convertirse en el tipo de persona que admiraba.
Cualidades como un buen carácter e integridad hacen una enorme diferencia en la búsqueda del éxito. Animo a los estudiantes para que realicen el mismo ejercicio que Ben. Son los hábitos los que rigen la mayoría del comportamiento. Se dice que ‘las cadenas de los hábitos son demasiado ligeras para notarse hasta que son demasiado pesadas para romperse’. No hay duda al respecto. Todo el tiempo veo a personas de edad atrapadas en patrones de comportamiento autodestructivo. Los malos hábitos son difíciles de abandonar, pero también lo son los buenos. ¿Por qué no decidir tener buenos hábitos? Y formarlos tan pronto como sea posible. Cuando llegas a mi edad, eso es mucho más difícil de hacer.
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pablo a. arango
Lector. Escritor. Coach. Emprendedor.
Las Notas del Aprendiz está dedicado a ayudarte a comprender que significa vivir una gran vida y como puedes conseguirlo.
Mi misión: Inspirar y guiar la transformación de las personas. Contribuir para que sean su mejor versión y puedan vivir con mayor felicidad y satisfacción.
Espero disfrutes la conversación
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