Cuando las personas a una edad avanzada miran hacia atrás en su vida, se arrepienten en mayor proporción (2 a 1) de lo que no hicieron que de los errores que cometieron[1]. En general, lamentamos más la inacción que la acción. Nos afligimos por haber dispuesto de oportunidades y no haberlas aprovechado. Entre los principales arrepentimientos están no haberse educado más, no haber sido más decidido y no aprovechar los momentos.
¿Qué es lo que nos frena y evita que nos decidamos a capturar las oportunidades que se nos presentan a lo largo de nuestra vida? Son principalmente dos las causas de la inmovilidad: Sesgo hacia el status quo[2]: Los investigadores denominan así al instinto que tenemos de ir con la manada, asumimos por defecto la posición de la mayoría, ahí nos sentimos seguros. Preferimos que las cosas permanezcan como están y no nos arriesgamos a salir fuera de nuestra zona cómoda. Veamos un ejemplo, muchos países tienen serios problemas con la donación de órganos debido a que es insuficiente. En Reino Unido, cuando las personas solicitan la licencia de conducción, la opción que viene marcada por defecto es la de donar, si la persona decide no hacerlo debe marcar la casilla indicándolo. Este simple truco ha hecho que en Reino Unido sólo haya un 10% de déficit en donación de órganos, mientra en los otros países, donde la opción por defecto es no donar, el déficit ronda el 100%. Miedo a fallar: Nuestro cerebro tiene una fuerte predisposición a evitar el riesgo. Salvo algunas excepciones, los humanos no somos amantes a el. En nuestra mente, riesgo lo asociamos con pérdidas, las pérdidas nos asustan, y cuando nos asustamos el cerebro envía señales que salgamos cuanto antes de esa situación. Así que preferimos no actuar. El miedo a fallar es paralizante, sin embargo, hay otra condición que lo hace aún peor: somos muy malos valorando las consecuencias de los errores, tendemos a sobrestimar el impacto que tienen en nuestra vida. Pensamos que será más doloroso de lo que en realidad es y por lo tanto, nos asustamos más de lo que deberíamos. Los psicólogos Daniel Gilbert y Timothy Wilson llaman a esto el sesgo del impacto[3]. ¿Qué podemos hacer para evitar que el miedo a tomar riesgos nos paralice? Lo primero que tenemos que saber es que así como venimos equipados de fábrica con un sistema inmunológico que lucha contra aquello que amenaza nuestro cuerpo, también tenemos un sistema inmunológico que cuida de nuestra salud mental. Lo que ocurre es que no nos damos cuenta de su existencia porque actúa principalmente por debajo de nuestro nivel de conciencia[4]. Cuando fracasamos o cometemos errores duele, y creemos que ese dolor durará mucho tiempo o por siempre. Al pensar de esa manera lo que hacemos es subestimar nuestra propia resistencia. La mayoría de nosotros lidiamos con esas situaciones mejor de lo que creemos. Enfrentarnos a situaciones dolorosas (como el fracaso) hace que el sistema inmunológico de nuestra mente se active y nos ayude a salir de esa situación. Rápidamente le damos sentido a lo que pasó y almacenamos ese episodio como una experiencia que nos prepara mejor de cara al futuro. Lo otro, y quizás más importante, es que ante situaciones de incertidumbre o riesgosas, como emprender, no somos meros espectadores. Cuando tomamos la decisión y nos lanzamos tras una oportunidad, tenemos la habilidad y el privilegio de aumentar las probabilidades de éxito. Nuestras acciones influyen de manera trascendental en el resultado final. Ejercemos una influencia decisiva en nuestro destino. Trabajo duro, perseverancia e ingenio hacen parte de una receta poderosa para sobreponernos a las dificultades que inevitables aparecen cuando intentamos hacer algo innovador. Si ante la decisión de actuar o no, recordamos que en nuestras manos está gran parte del resultado, que incluso un mal comienzo lo podemos convertir en algo positivo, podremos decidirnos con una mayor confianza. De esta manera, al final, nos haremos menos veces la pregunta ¿y si lo hubiera intentado? Notas 1 Roese, NJ. "What We Regret Most … and Why." 2005. <http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2394712/> 2 Samuelson, William, and Richard Zeckhauser. "Status quo bias in decision making." Journal of risk and uncertainty 1.1 (1988): 7-59. 3 Gilbert, Daniel T, Erin Driver-Linn, and Timothy D Wilson. "The trouble with Vronsky: Impact bias in the forecasting of future affective states." (2002). 4 Gilbert, Daniel T et al. "Immune neglect: a source of durability bias in affective forecasting." Journal of personality and social psychology 75.3 (1998): 617.
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“Alguien está sentado en tu escritorio. Hay algo familiar en esa persona. Desde la distancia, esa persona tiene un parecido sorprendente contigo: tiene el mismo aspecto, la misma cara, las mismas características que tienes tu. Pero a medida que te acercas, empiezas a notar diferencias sutiles entre esa persona y tu. Parece que come más saludable y se ejercita con un poco más de regularidad. Su postura es ligeramente mejor y su ropa tiene menos arrugas. Esa persona es El Mejor Tu” El libro Maximize Your Potential reúne a 21 distinguidos creativos emprendedores, quienes nos regalan un paquete de sabiduría práctica sobre cómo cultivar el talento, desarrollar relaciones que te ayuden a avanzar y sobreponerse al miedo a fallar. El artículo final, escrito por el autor, diseñador y emprendedor Jack Cheng, es para mi la pieza más inspiradora y hermosa del libro, aunque no la única, a mi me gustó todo. ‘El Mejor Tú’ trata sobre como mediante esfuerzo y constancia vamos mejorando, poco a poco. Cada día avanzamos un poco más. El cambio no se produce de inmediato, no dejamos de ser perezosos y nos convertimos en hiper-productivos de la noche a la mañana, ni abandonamos la comida basura de golpe. El Mejor Tú conoce lo mismo que tú. Tiene el mismo éxito que tú y ha cometido los mismo errores tuyos. Lucha por las mismas virtudes y desfallece ante los mismos vicios. El Mejor Tu también deja las cosas para después. El mejor tu no es perfecto. Pero la diferencia entre tú y él, es que él reacciona un poco más rápido, con un poco más de fuerza de voluntad. Práctica sus virtudes un poco más a menudo y sucumbe a sus vicios un poco menos. El reprime la postergación un poco más rápido. El sabe cuando tomar un descanso más pronto. El Mejor Tu no es una versión distante y definitiva de ti, o un ideal lejano e inalcanzable. Todo lo contrario, está solo un poco más allá del alcance de tu mano, fuera de tu zona de confort. Es el escalón próximo de una escalera sin fin que se llama evolución. El Mejor Tú es tu posibilidad creíble. Tu posibilidad creíble es el potencial que tienes en cualquier momento dado, la persona que en tu interior sabes que eres capaz de ser en ese instante. Tu posibilidad creíble existe en la frontera de tu habilidad percibida. Es intimidante e incómodo, pero no hasta el punto de parálisis. Tu posibilidad creíble es solo suficientemente incómoda. Todos tenemos diferentes posibles creíbles [...] Pero solo tu sabes cual es el tuyo. Alcanzar a El Mejor Tu no es posible, es como el espejismo en la carretera, cuando llegas hasta el desaparece y se instala más adelante. El Mejor Tu no es un ser inamovible y singular. El Mejor Tu emerge nuevo en cada momento; nace y muere con cada acción que tomas. Cada acción crea un nuevo conjunto de posibilidades. El Mejor Tu es la Estrella Polar que te guía. El Mejor Tu quiere que conozcas donde él se encuentra. El Mejor Tú es la hormiga que se desvió de la colonia y encontró alimento. El Mejor Tú conoce el camino. Dice: sígueme. Y aun cuando no hay comida a la vista, ya sabes donde el camino te llevará al final. El Mejor Tú nunca te conducirá por la dirección equivocada. Así que sigues el camino. Te sientas en tu escritorio y agarras tus herramientas (tu teclado, tu cuaderno y tu lápiz, tu paleta y pincel) y empiezas a andar. Hay algunos momentos cuando tu y El Mejor Tu se encuentran en el mismo espacio, alineados uno detrás de otro, marchando acompasadamente; tu avanzas y el avanza contigo, siempre mostrándote el camino. Esa alineamiento se produce cuando estas enfrente de tus herramientas haciendo el trabajo que debes hacer, completamente consagrado a tu oficio. Y cuando esa entrega se produce eres feliz y quieres más. En tanto el alineamiento se hace más frecuente, algo interesante pasa: tu empiezas a ver a una persona diferente, El mejor Mejor Tu. El nuevo Mejor Tu está ligeramente fuera de alcance, justo donde estaba el anterior, porque no hay límite para mejorar. El Mejor Tu es el conejo mecanizado en la pista de una carrera de galgos. El Mejor Tu es propulsado por motores, microprocesadores y magia, y cosas que nuestro cerebro perruno no puede comprender, nuestro cuerpo perruno no puede adelantarle. ¿Quieres ser bueno o quieres ser mejor? Todos queremos mejorar. Gastamos una cantidad enorme de esfuerzo, tiempo y dinero tratando de hacerlo. Deseamos adquirir o mejorar nuestras habilidades, bajar de peso, aprender más, ser más atléticos… En muchas ocasiones fallamos, entonces encogemos los hombros y pensamos “es que así soy yo” o “eso no se me da bien” o “que le vamos a hacer, no nací para eso” o cualquier otra. Con respecto a creatividad, habilidades, inteligencia, atletismo tenemos dos aproximaciones: la mentalidad de ser buenos, donde el foco es probar que somos muy hábiles y que sabemos exactamente lo que hacemos. Y la mentalidad de mejorar, en donde el énfasis lo ponemos en ir poco a poco progresando, aprendiendo. “Puedes pensarlo como la diferencia entre querer demostrar que eres inteligente versus querer ser progresivamente más inteligente” explica la doctora en psicología Heidi Grant. Y añade: “El problema con la mentalidad Ser bueno es que nos deja vulnerables cuando las cosas se ponen difíciles, o cuando nos comparamos con las personas que están sobresaliendo. Rápidamente comenzamos a dudar de nuestra capacidad ("¡Oh, no, tal vez yo no soy bueno en esto!") y eso crea mucha ansiedad. Irónicamente, la preocupación por tu habilidad hace mucho más probable que falles en última instancia. Innumerables estudios han demostrado que nada interfiere más con el desempeño como la ansiedad; es la asesina de la creatividad. Para adquirir una mentalidad de mejorar podemos poner en práctica estas tres ideas, a mi me han ayudado mucho:
“Todo artista fue primero un aficionado” Ralph Waldo Emerson Objetivo: Es el propósito que guía nuestras acciones, aquello que queremos conseguir. El de Nike es “llevar inspiración e innovación a todos los atletas* del mundo” (el asterisco conduce a una nota aclaratoria “*Si tienes un cuerpo, eres un atleta”). También los hay personales, el de Oprah Winfrey, “Ser profesora. Y ser conocida por inspirar a mis estudiantes a ser más de lo que ellos piensan que pueden ser”.
Estrategia: Es la forma cómo decidimos llegar a nuestro objetivo. Generalmente no existe un solo camino, cada quien puede escoger el suyo según los recursos con los que cuente y el entorno en el que se desenvuelva. Táctica: Son las acciones específicas que se llevan a cabo, que en conjunto, soportan la estrategia. Veamos un ejemplo: A comienzos del año hemos decidido que nuestro objetivo es gozar de una excelente salud. La estrategia que hemos escogido para tal fin es alimentarnos de manera saludable y llevar una vida activa. Otros podría escoger una estrategia distinta; realizar visitas frecuentes al médico y cuando sea detectada una anomalía, tomar las acciones correspondientes de manera temprana. Alguno más puede decidir que la mejor estrategia para mejorar la salud es comprar los productos milagrosos que ofrecen en la teletienda (existen las malas estrategias). Otra podría ser, esperar a ver que pasa (la estrategia de no tener estrategia, más común de lo que creemos). Las tácticas son las acciones concretas que llevamos a cabo para ejecutar la estrategia y de esa manera conseguir nuestro objetivo. Para alimentarnos de manera saludable podemos escoger aumentar la ingesta de frutas y verduras, suprimir los alimentos procesados, eliminar o reducir el azúcar. En cuanto al ejercicio, la táctica es que ejercicio vamos a hacer (levantar pesas, correr, tenis, etc.) o a que hora vamos a hacerlo para que nos resulte más conveniente. Todas las tácticas realizadas en conjunto son el soporte de la estrategia. El problema es que muchas veces confundimos táctica con estrategia, las tácticas funcionan si hacen parte de una serie coherente de elecciones realizadas para llevar a cabo la estrategia. Cuando existen solo tácticas sin estrategias se corre el riesgo de andar saltando de un lado para el otro sin una dirección clara, en búsqueda de la siguiente dieta milagrosa o del siguiente bestseller de gestión. Igualmente la estrategia tiene que tener un objetivo claro y medible para saber si lo hemos cumplido o no, lo que queremos es ganar, no solo participar. Nike quiere inspirar y servir a todos, así que mientras sigan creciendo sus ventas sabrá que lo está haciendo bien. En nuestro ejemplo el objetivo puede ser: tener equis porcentaje de grasa o el colesterol en cifras saludables, etc. Si el objetivo no es medible no podremos saber si lo hemos conseguido o no. ![]() “Nunca olvides: en este momento, podemos cambiar nuestra vida. Nunca hubo un momento, ni nunca lo habrá, cuando estemos sin el poder de alterar nuestro destino. En este segundo, podemos devolverle el golpe a la Resistencia. En este segundo, podemos sentarnos y hacer nuestro trabajo” Desde que empecé con el blog me he interesado por los libros que tratan sobre el oficio de escribir, con la intención de encontrar el sabio consejo de quienes dominan el arte y de esa manera (esa es mi esperanza) mejorar la calidad de lo que escribo. El libro La Guerra del Arte de Steven Pressfield, consistentemente aparece en las listas de recomendaciones como uno de los imprescindibles. Y lo es. No defrauda. La Guerra del Arte no es un libro que te dirá dulcemente, como lo hacen los libros de autoayuda “busca dentro de ti y sigue tu pasión”. La Guerra del Arte es una patada en el culo que te grita ¡haz tu trabajo! Thomas Edison afirmó: “genio es 1% inspiración y 99% transpiración”, así que el 99% es tu responsabilidad, eso es lo que se encarga de recordarnos una y otra vez Steven Pressfield. El libro no sólo es útil para los ‘quiero-ser-escritor’ (o como en mi caso, los quiero-ser-bloguero), sus consejos son aplicables a todo aquel que quiera remover los obstáculos que se interponen en el camino para vivir la vida que realmente quiere vivir. “La mayoría de nosotros tenemos dos vidas. La vida que vivimos, y la vida no vivida dentro de nosotros. Entre las dos se encuentra la Resistencia. ¿Alguna vez has comprado una caminadora sólo para dejarla llenarse de polvo en la cochera? ¿Alguna vez has dejado una dieta, un curso de yoga, una práctica de meditación? ¿Alguna vez has renunciado a una llamada para dedicarte a una vida espiritual, dedicarte a ayudar a otros, dedicar tu vida al servicio de los demás? ¿Alguna vez quisiste convertirte en madre, doctor, abogado de los pobres; hacer una campaña para salvar un bosque, tratar de mejorar el mundo o el medio ambiente? ¿Has tenido, tarde en la noche, visiones de la persona que quisieras ser, el trabajo que podrías hacer, la persona que estás destinado a convertirte? ¿Eres un escritor que no escribe, un pintor que no pinta, un emprendedor que no empieza nada? Entonces sabes lo que es la Resistencia. La Resistencia es esa malvada voz que todos tenemos dentro, que intenta por todos los medios sabotearnos, atemorizarnos; evitar que sigamos nuestra verdadera vocación y dedicarnos a lo que nos hace felices. Sin embargo la resistencia también la podemos usar como nuestra guía. “¿Te paraliza el miedo? Eso es un buen signo. El miedo es bueno. Como dudar de si mismo, el miedo es un indicador. El miedo nos dice lo que tenemos que hacer. Recuerda la regla de oro: cuanto más nos asusta un trabajo o una vocación, más seguros podemos estar de que es lo que tenemos que hacer. ¿Como podemos vencer la Resistencia? Convirtiéndonos en profesionales. No nos convertimos en profesionales, declara Pressfield, cuando empezamos a vivir de nuestro arte, lo hacemos cuando nos sentamos a trabajar en nuestra vocación sin importar nada más. No permitimos que nada nos distraiga de hacer nuestro trabajo, ni la gripe, ni el clima, ni el miedo, ni siquiera el sexo puede apartarnos de cumplir con nuestro deber. ¿Por qué he expresado tan insistentemente el profesionalismo en los capítulos anteriores? Porque lo más importante acerca del arte es el trabajo. Nada importa más que sentarse día a día e intentar. La Guerra del Arte es una verdadera joya. Merece sobradamente estar situado entre los mejores libros sobre el oficio de escribir.
“Todos los seres humanos son emprendedores. Cuando estábamos en las cavernas, todos éramos autónomos… buscábamos nuestra comida y nos alimentábamos nosotros mismo. Ahí es donde la historia de la humanidad empezó. Cuando llegó la civilización, lo suprimimos. Nos convertimos en ‘mano de obra’ porque así nos etiquetaron: “¡tu eres mano de obra!”. Olvidamos que somos emprendedores” ¿Todos debemos ser emprendedores? No. Además, es imposible que lo seamos. Todos no podemos ser los propietarios.
¿Todos debemos tener mentalidad emprendedora? Si. Sin excepción. Es necesaria para encarar la vida con confianza y optimismo. ¿Que significa tener una mentalidad emprendedora? El diario Financial Times la define “como un estado mental específico que orienta la conducta humana hacia actividades y resultados emprendedores. Individuos con mentalidad emprendedora son a menudo atraídos por oportunidades, innovación y creación de valor. Sus características incluyen la habilidad de tomar riesgos calculados y aceptar la realidad del cambio y la incertidumbre”. Cambio e incertidumbre reinan en nuestra sociedad. Hoy es difícil pensar en permanecer toda la vida profesional en una sola empresa, los empleos temporales son una realidad que llegó para quedarse. El avance de la informática y la robótica amenaza con borrar definitivamente muchos puestos de trabajo. Sin embargo, las empresas se siguen peleando por contratar empleados con mentalidad emprendedora. Tener una mentalidad emprendedora es la mejor manera de hacer frente a esta nueva realidad. No se trata de que tengas que dejarlo todo y lanzarse a crear tu propia empresa, aunque si ese es tu sueño ¡adelante! Se trata de que te veas a ti mismo como el CEO de la startup ‘Yo S.A.’ ‘Yo S.A.’, como cualquier empresa, debe tener claro que quiere ser, qué rumbo profesional desea seguir. Tu, su CEO, tienes la responsabilidad de tomar la iniciativa y dirigirla. No esperar a que las circunstancias o otras personas decidan tu destino profesional. Cierto que en ocasiones la realidad del mercado laboral no nos permite muchos lujos a la hora de escoger. Pero eso no significa que renunciamos de manera definitiva a dirigir nuestra carrera. Significa que nos adaptamos para sobrevivir. La mentalidad emprendedora es la mentalidad del sobreviviente. Todos nacemos con el instinto y la habilidad para sobrevivir. Sobrevivir significa adaptarse al cambio, significa utilizar los recursos que disponemos lo mejor posible, jugar las cartas que nos han tocado de manera inteligente. Significa innovar. Pero no se trata sólo de sobrevivir, también de prosperar. Para prosperar no es posible acomodarse, es necesario estar en constante evolución: creciendo. Debemos vernos a nosotros mismo como una obra inacabada, un borrador. Nunca una versión definitiva. Lo que aprendimos ayer no basta, debemos continuar adquiriendo y cultivando las habilidades que nos permitan permanecer relevantes y delante de la competencia. El que se durmió perdió. Los filósofos griegos definían la felicidad como la alegría que experimentamos cuando nos esforzamos por alcanzar nuestro potencial. Por eso el emprendedor que no se acomoda es feliz, todos los días, cuando se acuesta, es un poco más hábil, un poco más sabio; una versión mejorada de aquel que ocupó esa misma cama la noche anterior. La mentalidad emprendedora busca y atrae oportunidades. Sin embargo, las oportunidades no se presentan solas, vienen de la mano de personas. Tu no vas por la calle y te encuentras una oportunidad, te encuentras una persona que te presenta una oportunidad. Por eso es necesario cultivar relaciones; ampliar y fortalecer tu círculo de amigos y conocidos. Finalmente. Si trabajas como un emprendedor afrontarás el futuro con tranquilidad y confianza. Pero esa confianza no proviene de pertenecer a una clase protegida (con contrato fijo) como los niños y los ancianos. Proviene de saber que has nacido con todo lo que necesitas para sobrevivir. Que eres un ser auto-dirigido que lleva las riendas de su carrera profesional, que no reacciona sino que prevé: tienes una estrategia. Que cuentas con el conocimiento, las aptitudes y, más importante, la actitud necesaria para afrontar los cambios que inexorables llegarán. En las noches, a menudo tenemos que enfrentar decisiones trascendentales, complicadas; escoger entre ver un capítulo más de Juego de Tronos, u otro video en YouTube, un tuit más… O irnos a dormir. Yo he perdido la batalla en repetidas ocasiones y al día siguiente mi sonambulismo me delata.
Mi razonamiento siempre es el mismo: “mañana estaré un poco cansado, pero nada que una buena dosis de cafeína líquida no pueda solucionar. Además, yo soy de los ‘duros’, de los de antes, no necesito andar durmiendo tanto”. Error. Engañarnos con las horas de sueño es como usar la tarjeta de crédito: disfrutamos en el instante y lo pagamos durante un buen tiempo. Una o dos horas de sueño menos no significa una hora menos de productividad al día siguiente. Significa ir toda la jornada con nuestras capacidades mermadas. La falta de sueño tiene consecuencias severas sobre nuestra salud, desde accidentes de tráfico hasta problemas cardio-vasculares, son muchos los estudios que lo confirman. Pero no solo son problemas físicos. Si tu trabajo depende de ser perspicaz y creativo (¿el de quien no?) debes saber que tu talento se ve seriamente mermado. Tenemos menos capacidad para recordar, aprender y ser creativos. También nos volvemos menos optimistas y sociables. Tomamos peores decisiones económicas. Por la salud de tus ahorros, es altamente conveniente preguntar al consejero financiero cuantas horas está durmiendo. La tecnología es uno de los grandes causantes de la pérdida de horas de descanso. Hoy es común que en la habitación se encuentren todo tipo de dispositivos móviles. Las pantallas de los teléfonos, tabletas y ordenadores emiten luz azul semejante a la luz solar; la exposición a ella altera nuestro reloj biológico, que se activa con la luz y la oscuridad lo prepara para el descanso. Todos sabemos que dormir es muy importante, pero con tantos factores jugando en nuestra contra ¿como lo logramos?. Existen algunas estrategias que recomiendan los especialistas, no es necesario seguirlas todas al pie de la letra, puedes escoger las que más se acomoden a ti. Compromiso Irse a la cama temprano es cuestión de fuerza de voluntad, así que debemos comprometernos a hacerlo. Para gozar de los beneficios de un buen descanso tendremos que hacer algún sacrificio: ver un episodio menos, un link menos o una página menos. Establecer una alarma que nos avise la hora de dormir puede resultar útil. Seguir una rutina Las rutinas antes de ir a la cama funcionan tanto en los niños como en los adultos. Realizar una serie de acciones de manera habitual antes de dormir, le avisa a nuestro cuerpo que ya se aproxima la hora del descanso. Existen actividades que favorecen el sueño y que son convenientes dentro de la rutina previa al descanso:
Lo más importante es crear un patrón y seguirlo diariamente. Afuera luces Ya sabemos que la luz azul de los teléfonos altera nuestro patrón de vigilia y sueño, pero ese no es el único problema. Los tuits, vídeos y artículos leídos envían información a nuestro cerebro que necesita ser procesada, esa sobrecarga de información evita que conciliemos el sueño pronto. Para prevenirlo las medidas son obvias:
La evidencia sobre la importancia de dormir bien es contundente. Debemos tomarnos seriamente el descanso, de esa manera seremos más productivos y eficientes. No veas a dormir como un capricho que te das sino como una actividad de auto-mejora. ![]() “el éxito no es la clave para la felicidad. La felicidad es la clave para el éxito” -Albert Schweitzar Shawn Achor es líder mundial en el estudio del vínculo que existe entre felicidad y éxito. Dos de sus libros, La ventaja de la felicidad y Antes felicidad, se han convertido en bestsellers del New York Time. Su charla en TED se ubica entre las 20 más vistas de todos los tiempos, con casi 10 millones de reproducciones. En enero del 2014 estuvo en las oficinas de Google para atender una sesión de preguntas y respuestas que se prolongó un poco más de una hora. La sesión no tiene desperdicio y me gustaría compartir algunas de las ideas expresadas por el autor. Felicidad y placer son dos cosas distintas. Tener experiencias placenteras aumenta nuestra sensación de bienestar, pero no alcanzan para ser felices; son necesarias, pero no suficientes. Placer sentimos cuando comemos chocolate, jugamos videojuegos, salimos de compras, etc., estas experiencias tiene poca relación con la felicidad como el estado de gozo que es experimentado por períodos prolongados. Felicidad y significado no pueden separarse. La felicidad sin significado es solamente placer. El significado es lo que nos permite afrontar momentos difíciles y a pesar de ello seguir siendo felices. Ser padre es algo que no siempre es placentero, a veces es angustiante y complicado, pero en términos generales somos más felices siéndolo, a pesar de los momentos difíciles. El significado es lo que diferencia el sexo casual de hacer el amor con la persona que realmente amamos. El significado es lo que permite que músicos y deportistas se someten a largas, tediosas; en ocasiones dolorosas horas de prácticas y sean felices; el amor a su profesión, a su arte le da significado a esas horas miserables. Pero entonces, si el placer no es felicidad ¿Que es la felicidad? Pregunta complicada. Existen casi tantas definiciones de felicidad como culturas en el mundo. Shawn Achor adoptó como suya la definición que tenían los antiguos griegos: felicidad es la alegría que experimentamos cuando nos esforzamos por alcanzar nuestro potencial. Lo contrario de felicidad no es infelicidad, es apatía. La infelicidad, bien encauzada, es una poderosa fuerza que nos impulsa a mejorar, a alcanzar nuestro verdadero potencial. Si estamos infelices con nuestro cuerpo, podemos ejercitarnos, comer saludable y cambiarlo. Si no nos gusta nuestro trabajo, está en nuestras manos capacitarnos y buscar uno mejor. Que algo no nos guste lo podemos convertir en un aliciente para crecer, para mejorar, y de paso, ser felices. Mientras que la infelicidad nos puede movilizar a crecer, la apatía nos hunde en la desesperanza. Si permitimos que la apatía se apodere de nosotros, renunciamos a conducir nuestra vida, nos convertimos en esa hoja seca que está a merced del viento, incapaz de conducir su destino. Cuando caemos en la apatía renunciamos a liderar nuestra vida. El estrés es malo ¿o no? El estrés es la reacción del cuerpo ante una cambio que requiere una respuesta o un ajuste. El cuerpo reacciona a esos cambios con respuestas físicas, mentales o emocionales. El estrés es parte de nuestra vida y nuestro cuerpo está diseñado para soportarlo y reaccionar ante el. El estrés se vuelve negativo cuando una persona se enfrenta a desafíos continuos sin alivio o descanso entre ellos. Como resultado, la persona se siente exhausta y la tensión relacionada con el estrés se acumula. Sin embargo, el estrés también puede ser positivo, nos mantiene alerta y listos para reaccionar. Todo gran éxito ha sido conseguido bajo condiciones de estrés, el deportista que gana una medalla olímpica ha encarado el estrés de los entrenamientos y de la competición. El emprendedor que triunfa con su empresa ha soportado los estresantes momentos iniciales de su iniciativa. El escritor que ve publicada su novela ha sentido la angustia de enfrentarse a una página en blanco día tras día. La felicidad nos hace exitosos, en tanto el éxito no siempre trae felicidad. Cuando aumentamos nuestro optimismo empezamos a disfrutar de la ventaja de la felicidad, el cerebro trabaja mejor en un estado de ánimo positivo, gozamos de mayores niveles de energía, creatividad e inteligencia. Cuando nos sentimos optimistas y contentos segregamos dopamina, esta hormona tiene dos funciones: 1. hacernos más felices y 2. activar los mecanismos de aprendizaje que nos permiten adaptarnos mejor al mundo. Cinco actividades que la ciencia ha probado te convertirán en un optimista, practicarlas durante 21 días hará que tu cerebro empiece a fijarse en las cosas buenas.
Escoge una, varias, o mejor, todas las actividades arriba listadas y te garantizo que transformarán tu vida. Si tienes alguna sugerencia para añadir a la lista me encantaría conocerla, puedes dejarla abajo en los comentarios, o a través de Twitter, Facebook o Linkedin. Para obtener grandes victorias es necesario arriesgar. Nada significativo ha sido alcanzado jugando seguro. Bill Gates afirma: “para ganar en grande tienes que tomar riesgos grandes. Grandes apuestas significan grandes fracasos, pero también, grandes éxitos”. Al interior de Zappos (la tienda online que Amazon compró por $1.200 millones de dólares) convivían dos modelos de negocio: en el primero Zappos controlaba toda la logística; compraba grandes cantidades de producto (principalmente zapatos y accesorios) a los fabricantes, los almacenaba en sus bodegas y los enviaba a los clientes. En el segundo, eran los fabricantes quienes enviaban los productos; cuando Zappos recibía un pedido, este se lo comunicaba al fabricante para que lo despachara directamente al cliente sin tener que pasar por las bodegas de Zappos. Con la segunda opción, la tienda online evitaba tener que comprar inventarios de estas marcas y lidiar con la logística de los envíos. En palabras de Tony Hsieh, CEO de la empresa, “era dinero fácil”. Por el contrario, la primera opción significaba para Zappos tener que desembolsar fuertes cantidades de dinero para adquirir los zapatos y también tenía que contratar almacenaje y personal para que gestionara los envíos. Zappos había decidido que su negocio estaría basado en deleitar y sorprender al cliente con un extraordinario servicio. Sin embargo, los pedidos despachados directamente por los fabricantes tardaban más que los despachados por Zappos y esto producía continuas quejas por parte de los clientes insatisfechos con los retrasos. Ante los continuos reclamos (en abierta contradicción con su idea de entregar un servicio sobresaliente), los directivos de la empresa respiraron profundamente... cruzaron los dedos... y decidieron dejar de vender los productos que no almacenaban en sus bodegas. Por esa época, Zappos enfrentaba severos problemas de liquidez que la tenían al borde del cierre, prescindir del dinero de esas ventas parecía poco menos que un suicidio. Sin embargo, los directivos de la empresa sabían que si querían seducir a más clientes, tenían que eliminar por completo el origen de las quejas. El tiempo confirmó que esa era la decisión correcta, los riesgos asumidos rindieron los frutos esperados. El crecimiento rápido y continuo de sus ingresos fue lo que hizo que Amazon adquiriera la compañía por una suma millonaria. Zappos manifiestamente decidió rechazar la mediocridad. Esa es una lección que todos debemos tener muy presente. Hoy en el mercado existen múltiples opciones de donde escoger, para que tu producto/servicio pueda competir es necesario hacer las cosas realmente bien. Solo aquello que sea extraordinario merecerá la atención del consumidor. Ser normalito ya no basta: el promedio está acabado. Para ser extraordinarios debemos escoger en qué queremos serlo, es una ilusión pretender sobresalir en todo: no se puede ser el más lujoso y el más barato a la vez; como tampoco ser masivo y personalizado. Quien procura ser todo para todos, termina siendo nada para nadie. Zappos brinda un servicio espléndido, pero no es el más barato. Sus clientes lo saben y están dispuestos a pagar una cantidad extra por el tipo de servicio que reciben. Decidir en qué queremos ser realmente buenos, a qué tipo de cliente queremos complacer, significa también que decidimos a quién no vamos a deleitar. Y eso es lo que debemos hacer, aunque genera incertidumbre, se siente peligroso. Preferiríamos jugar seguro y conservar nuestras opciones lo más abiertas posibles. No renunciar a nada. Servir a todos. Jugar seguro y mantener todas las opciones abiertas es una fórmula infalible para ser como todos los demás, de esa manera renunciamos a ser distintos. El problema es que ser como todos ya no vende, si no eres único serás invisible. "El más grande riesgo es no tomar ninguno... En un mundo que cambia realmente rápido, la única estrategia que garantiza fallar es no arriesgase" -Mark Zuckerberg La economía, por definición, es el estudio de cómo la sociedad usa los recursos escasos. Teniendo esto en cuenta, es acertado afirmar que no vivimos en la economía de la información, la información ya no es un recurso escaso: es ubicua, abundante y en muchas ocasiones agotadora. Vivimos en la economía de la atención y la competencia por captar la nuestra es feroz. El economista, sociólogo y psicólogo norteamericano Herbert Simon hace más de cuatro décadas (cuando no existía Google, Facebook, Twitter ni la World Wide Web) fue quizás quien primero articuló el término economía de la atención: “...en un mundo rico en información, la riqueza de información significa escasez de alguna otra cosa: una escasez de lo que sea que esa información consume. Lo que la información consume es bastante obvio: consume la atención de quien la recibe. Por lo tanto, la riqueza de información crea pobreza de atención y la necesidad de distribuir esa atención eficientemente entre las excesivas fuentes de información que la consumen” Las naciones o empresas que hacen un uso eficiente de sus recursos escasos prosperan y adquieren riqueza. Lo mismo se aplica a nosotros como individuos: distribuir inteligentemente nuestra atención se puede convertir en nuestra ventaja competitiva, en lo que nos permite distinguirnos del resto. Para distribuir eficientemente nuestra atención lo mejor es construir una rutina sólida que evite distracciones innecesarias y nos permita concentrarnos en el trabajo verdaderamente importante. No se trata de trabajar más, se trata de trabajar mejor, de manera más inteligente, optimizando nuestra mente y energía y sacar el máximo provecho a nuestros días. El libro Gestiones su día a día: construya su rutina, encuentre su foco y afile su mente creativa nos ofrece 6 oportunos consejos para hacer de nuestro día a día nuestra ventaja competitiva.
“Como utilizamos nuestros días es como utilizamos nuestra vida” afirma la escritora Annie Dillard, construir una rutina que optimice nuestra mente y energía, y de esa manera sacar el máximo provecho a nuestros días es la base para una carrera profesional exitosa. |
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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