"Los miedos que no enfrentamos se convierten en nuestros límites" —Robin Sharma
La feria de atracciones mecánicas estaba a punto de cerrar y mi hija quería jugar, una vez más, en una de las máquinas.
Como no tenía monedas de un euro, que es lo que costaba poner la máquina en funcionamiento, le dí una de dos y le dije que pidiera cambio a la chica de la caja. Mi hija se dirigió hacia la caja un tanto indecisa y cuando estaba a unos pocos metros, se detuvo. Permaneció así durante un par de minutos y luego se dio la vuelta, me entregó de nuevo la moneda y dijo que le daba vergüenza pedir el cambio. Justo en ese momento la cajera cerró la persiana y ya no fue posible cambiar la moneda. La vergüenza, el miedo de ser rechazada, impidió a mi hija hacer algo que quería. Ya se que (al igual que conmigo mismo) tengo trabajo que realizar con ella. Lo que le ocurrió a mi princesita, por desgracia, es un mal harto común entre los seres humanos. Eleanor Roosevelt, la activista, diplomática y Primera Dama de Estados Unidos que más tiempo ha ocupado el cargo, afirmaba que el miedo es nuestro principal enemigo. Yo pienso igual. Cada vez que permitimos que este nos impida hacer algo que de verdad deseamos, o que es importante para avanzar hacia nuestros objetivos más significativos, terminamos viviendo una vida más pequeña de lo que debería ser. No invitar a esa persona que nos gusta tanto a salir, evitar dar esa presentación en nuestra empresa, no pedir el aumento que nos merecemos, no iniciar el negocio con el que soñamos… son derrotas que nos causamos a nosotros mismos y que menoscaban nuestras posibilidades de vivir una vida más plena y satisfactoria. Muchas —¡la gran mayoría!— de las cosas por las que vale la pena luchar se encuentran al otro lado del miedo, más allá de nuestra zona de confort. (“Zona de confort” es un término que no me gusta, dicho así suena como a un rinconcito precioso y acogedor, como el sofá donde me siento a leer. La “zona de confort” es en realidad una cárcel, una zona de tiempo y oportunidades perdidas, de potenciales desperdiciados.) Por eso, cada vez que damos un paso por fuera de la mal llamada “zona confortable”, crecemos, nos hacemos más fuertes y ampliamos nuestras posibilidades. Ganas fuerza, coraje y confianza en cada experiencia en la que te detienes realmente a mirar el miedo a la cara. Eres capaz de decirte a tí mismo: 'Ya he pasado por este horror. También puedo afrontar la siguiente cosa que se presente’, afirmó la sabia Eleanor Roosevelt.
Ahora bien, el miedo jamás lo dejaremos de sentir. Es parte de nuestra naturaleza. La selección natural lo ha incorporado en nuestro repertorio de sentimientos para que nos ayude a mantenernos a salvo.
El problema es que nuestro cerebro es muy inmaduro valorando el riesgo. Todo aquello que percibe como extraño, desconocido o incoherente lo cataloga como inseguro y causa temor. Es decir, para nuestro cerebro es lo mismo pedir un aumento que pararnos al borde de un precipicio. Aunque no podemos eliminar el miedo, lo que sí podemos hacer es habituarnos a actuar a pesar de su presencia. Los líderes extraordinarios, las personas de grandes éxitos, lo fueron no porque no tuvieran miedo, sino porque actuaron aun sintiéndolo. Actuar en presencia del miedo es algo a lo que nos podemos acostumbrar, e incluso, llegar a sentirnos cómodos con el. Es igual a lo que ocurre cuando entrenamos con pesos. Al principio las pesas nos dejan los músculos doloridos por varios días, y esto es muy incómodo. Después de un tiempo (si se entrena duro) nos habituamos al dolor y este deja de molestar. No obstante, el deportista veterano incluso ha aprendido a disfrutar de ese pequeño dolor muscular que queda después de una práctica intensa. El sabe que ahí es donde nace el crecimiento: se está haciendo más fuerte. Enfrentarse al miedo también significa crecimiento. Cuando lo miramos a la cara y actuamos; crecemos y nos hacemos más fuertes. Poco a poco, paso a paso, nos iremos acostumbrando a ello e iremos siendo capaces de afrontar retos cada vez más desafiantes. El truco consiste en avanzar de forma progresiva. Así que ahora coge el teléfono; pregúntale (tú sabes a quien me refiero) qué va a hacer el próximo viernes. Luego me cuentas como te fue ;)
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2 Comentarios
"No es más vacación lo que necesitamos. Es más vocación" -Eleanor Roosevelt¿Que tal aprendiz?
Durante un par de semanas en agosto voy a estar de vacaciones, dedicado a disfrutar de tiempo en familia y con amigos. Aunque mi intención es escribir un par de artículos durante este tiempo, por favor no me tomes muy en serio. No obstante, mi holgazanería no será total, en medio de este periodo de descanso seguiré trabajando en un par de proyectos que confío compartir contigo en septiembre. Quiero agradecerte de manera muy especial tu compañía durante el último año y espero seguir contando con ella durante mucho tiempo. Con cariño y humildad Pablo "¿Éxito?... No sé lo que significa esa palabra. Yo, soy feliz. Ahora bien, el éxito depende de lo que representa ante los ojos de cada persona. Para mí éxito es paz interior. Eso es un buen día para mí" —Denzel Washington
El éxito es un concepto que sólo está en tu mente. Nadie más sabe en realidad qué significa para ti.
Es cierto que la mayoría de las personas cuando hablan de ser “exitosos” piensan en cosas como dinero, reconocimiento, fama, poder. No obstante, que para muchas personas triunfar signifique alcanzar ese tipo de cosas, no quiere decir que para tí deba ser igual. Resulta que a nuestros egoístas genes (así los llamó el biólogo evolutivo Richard Dawkins), lo único que les importa es que te reproduzcas, y así poder ser transmitidos a la siguiente generación. A estos egocentristas bichos les tiene sin cuidado si eres feliz o no. Y, ¿esto qué tiene que ver con el éxito?... Me alegra que lo preguntes. La razón por la que con tanto empeño nos preocupamos por el reconocimiento, el poder, la fama y el dinero, es porque quien los tienen gozan de mayores probabilidades de reproducirse y criar a su descendencia. Así que nuestra genética nos impulsa a buscarlos y poder transmitir nuestros genes una generación más. Ahora bien, disfrutar de ese tipo de cosas para nada asegura que tengamos una vida satisfactoria y feliz; que es de lo que se trata todo este asunto de vivir. Reproducirnos (por muy agradable que sea su práctica), no nos es suficiente para alcanzar una dicha duradera. Todos hemos visto por la televisión como personas de gran “éxito” a menudo se sienten vacías y terminan deprimiendose y/o volviéndose adictas a las drogas y el alcohol, en algunos casos incluso llegan al suicidio. Si el éxito, como lo concibe la mayoría, bastase, esos casos no existirían. Las personas tenemos valores, fortalezas, intereses y circunstancias distintas; por ello, lo que es bueno para unos, no tiene que ser lo mejor para otros. Esa es la razón por la cual el éxito es un concepto personal. La única forma de encontrar tu camino es dejarte guiar por tu brújula interior, clarificar que es lo importante para ti y evitar que factores externos, aquello que en realidad no significa nada, te confundan. Una de las peores cosas en la vida es luchar formidablemente por obtener algo y, una vez alcanzado, darte cuenta que eso no era lo que de verdad querías. Algunas de las personas que han logrado llegar hasta lo más alto de la escalera corporativa pagaron un precio injustificable por ello. Familias desatendidas, amistades perdidas y salud estropeada. En mi caso (y de nuevo, gracias por preguntar), tener éxito significa hacer lo que me gusta y ser capaz de vivir de ello. Aprender un poco cada día y poder compartirlo, para que así ese aprendizaje beneficie a otros es lo que me motiva cada mañana. Disponer de tiempo para estar con mi familia y poder participar de manera amplia y activa en la educación de mi hija es otra de mis prioridades. Acumular abundantes riquezas, los coches lujosos, las casas como palacios no son una prioridad para mi, y mucho menos, si su obtención significa renunciar a aquello que sí me hace feliz. Tu y solo tú puedes definir aquello por lo que es valioso luchar. Lo que a otros hace feliz no tiene porque hacerte feliz a ti. El camino al éxito empieza por definir el lugar al cual quieres llegar.
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"No realizar juicios es el camino hacia una mente serena" —Thomas Sterner
Una de las mejores cosas de cultivar la atención (mindfulness) es que puede convertir cualquier tarea, por aburrida que sea, en una actividad entretenida.
No, no estoy de broma. Es en serio. Cualquier actividad. Ocurre que aburrimiento y atención no pueden estar presentes en nuestra mente al mismo tiempo. Recuerdo muy bien que antes de empezar a meditar y a fortalecer mi atención, realizar las tareas del hogar significaba estar con el ceño fruncido, de muy mal humor, durante todo el tiempo que me tomara terminarlas. En mi cabeza no paraba la cháchara de lo aburrido que era hacer esas cosas y que podía estar haciendo algo más entretenido o más productivo con mi tiempo. Y es justo eso, engancharse en la cháchara, lo que hace aburrida la tarea. Si mientras lavamos los platos, prestamos atención a lo que está diciendo nuestra mente: “¡cómo es posible que tres gatos ensucien tantos platos!”; “¿De verdad necesitan utilizar un vaso limpio cada que beben algo?”; “¡Esta maldita salsa no se quita!”. Seguro que la tarea se hace casi insoportable. Por el contrario, si nos implicamos en la tarea que tenemos a mano no hay tedio posible. Se trata de estar concentrados en lo que estamos haciendo evitando ser arrastrados por nuestros pensamientos. Cuando surjan (siempre lo van a hacer), no nos enganchamos a ellos sino que volvemos a centrar nuestra atención en lo que hacemos. Como lo dije antes, donde hay atención no hay aburrimiento. Realizar las tareas que tenemos enfrente con plena atención no sólo las hace más entretenidas, también nos vuelve a nosotros más eficientes en ellas y quedan mejor hechas que cuando las hacemos en piloto automático. Como lo dije antes: toda actividad realizada con atención se hace más amena, y esto aplica no solo para las tediosas labores del hogar o los reportes insufribles de la oficina; también lo podemos utilizar para la adquisición de nuevas habilidades. Aprender algo nuevo a menudo resulta frustrante. Debido a que nadie nace aprendido, es normal que seamos muy torpes cuando intentamos realizar cosas por primera vez. Sin embargo, la frustración no nace de la actividad en sí, se origina en la narrativa que surge en nuestra mente: “esto es muy difícil”, “esto no se me da bien”, “siempre he sido muy torpe para este tipo de cosas” y bla, bla, bla… Lo que ocurre es que empezamos a juzgar que tan bien lo estamos haciendo y ahí es cuando se producen sentimientos de impaciencia y aburrimiento. Ahora bien, la mejor forma de evitar que se produzca esa narrativa es… exacto: concentrándose en lo que se está haciendo. Si dejamos de juzgarnos y nos dedicamos a practicar estando presentes, enfocados, no solo nuestro aprendizaje será más ameno, aprenderemos más rápido. Ahora bien, no es necesario que me creas; lo puedes comprobar tu mismos. Prueba realizar esa tarea que tanto te aburre con plena atención y notarás la diferencia. Luego, si me cuentas tu experiencia estaré encantado.
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“Las personas que reportaron leer libros tan solo media hora al día tienen una ventaja significativa en cuanto a longevidad sobre quienes no leen nada”
Esta semana el New York Times publicó un artículo que hace eco de una investigación que encontró que las personas que leen libros tienen vidas más largas que quienes no los leen.
“Las personas que reportaron leer libros tan solo media hora al día tienen una ventaja significativa en cuanto a longevidad sobre quienes no leen nada” afirmó Becca Levy, profesora de epidemiología en la Universidad de Yale y directora del estudio. Se ha demostrado que la lectura reduce la ansiedad en las personas; leer relaja. Dado que el estrés crónico tiene efectos severos sobre nuestra salud, causa inflamación y deteriora el sistema inmunológico; leer es una forma de revertir sus efectos. Otra de las maneras como la lectura nos ayuda a vivir más tiempo es debido a la información que proporciona. Esta semana terminé de leer el magnífico e indispensable libro de Michael Pollan, El detective en el supermercado y estoy convencido que quien ponga en práctica las recomendaciones del autor, reducirá de forma drástica las probabilidades de adquirir graves enfermedades y, por lo tanto, tendrá muchas posibilidades de tener una vida más longeva. Resulta que muchas de las enfermedades más graves y mortales (cáncer, diabetes, hipertensión, síndrome metabólico) que son comunes entre nosotros, no lo son en otras culturas. Y no se debe a factores genéticos, es a causa de nuestra dieta. Cuando las personas de origen oriental se trasladan a vivir a occidente y adoptan nuestra dieta, en sólo una generación se vuelven tan propensos como nosotros a dichas enfermedades. No solo es Michael Pollan quien advierte de los peligros de nuestra dieta, dentro de la comunidad médica y científica hay pleno acuerdo sobre el daño que causa. El consumo de alimentos ultra procesados, cargados de compuestos químicos que la industria alimenticia les adiciona para potenciar su sabor y alargar su conservación, además de hidratos de carbono refinados y azúcares, son los principales causantes de un gran número de enfermedades que desde hace apenas unas décadas nos azotan. No es que dichas enfermedades no existieran antes, lo que ocurre es que después de la industrialización de los alimentos se presentan con mucha mayor frecuencia. Ahora bien, esta información está disponible para cualquier persona interesada; basta con leer uno de los muchos libros que existen sobre el tema para descubrirlo. Sin embargo, como lo sabemos todos, son más las personas que ven televisión que aquellas que leen. El ver televisión no solo te aleja de los libros con información valiosa, también te hace más vulnerable (debido a la exposición a los comerciales) a consumir el tipo de producto que está afectando nuestra salud. Los libros no sólo te ayudarán con la dieta y la salud; cualquier dificultad que estés afrontando seguro que hay alguien que ya la vivió y que tuvo la gentileza de dejar por escrito sus experiencias y la manera como lo resolvió. Problemas de pareja, baja autoestima, insatisfacción laboral, falta de habilidades, hijos insoportables, mascotas desobedientes… para cualquier cosa que se te ocurra, hay un libro dispuesto a ayudarte. Si todavía te faltaban razones para hacer de la lectura un hábito, ya puedes agregar una más: vivirás más años.
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"El artista que aspira a la perfección en todo la alcanza en nada" —Eugene Delacroix
En el libro Art & Fear hay una estupenda parábola:
El maestro cerámica anunció el primer día que iba a dividir la clase en dos grupos. Todos los que estaban en el lado izquierdo del estudio, dijo, serían calificados únicamente sobre la cantidad de trabajo que produjeran, todos los de la derecha únicamente por su calidad.
Si tu estás deseando perfeccionar algo en tu vida, prueba la hipótesis de la cantidad. Esa ha sido el arma (no tan) secreta de personajes de gran éxito como Picasso, Dalí, Bill Gates, Asimov...
En cuestiones de maestría, cantidad triunfa sobre calidad.
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"Las personas no son perezosas, simplemente tienen objetivos impotentes... es decir... metas que no inspiran" —Tony Robbins
A menudo cambiar es muy difícil. Desterrar de nuestra vida hábitos que nos han acompañado durante mucho tiempo, y que tienen profundas raíces en nosotros, puede llegar a ser una labor colosal.
Si el deseo bastara para cambiar, todos tendríamos una buena postura, cinturas estrechas, seríamos tan productivos como Superman (que es periodista y en los ratos libres salva el mundo) y devoraríamos libros como pipas. Pero no es así. Y aunque, sí, cambiar en ocasiones resulta complicado, otras veces no lo es, ocurre de forma natural y sin dramas. Durante mucho tiempo fui un gran aficionado al cine y al fútbol. Cada semana veía una cantidad descomunal de películas, partidos y programas que hablaban sobre los partidos que acababa de ver. Hoy, por fortuna, ya no es así. Aunque todavía me gusta el fútbol y me veo un (¡solo un!) partido cada semana; hace mucho tiempo que no me veo una película (salvo aquellas infantiles que acompaño a ver a mi hija). Reducir el tiempo que dedicaba a estas actividades, qué tan arraigadas estaban en mi vida, ocurrió de manera natural y sin esfuerzo. Las Notas del Aprendiz es un proyecto que me emociona, en él convergen dos de mis grandes intereses: mi pasión por aprender y mi deseo de contribuir, de poner al servicio de quien esté interesado aquello que voy aprendiendo. Este gran entusiasmo simplemente no es compatible con pasarme horas y horas frente al televisor. Si quiero producir contenido valioso, no puedo alimentar mi mente con las últimas novedades de Hollywood. Así que mi deseo por hacer de este blog algo valioso, me alejó sin drama ni esfuerzo de cosas que antaño me gustaban mucho. Cuando uno tiene un gran ‘Porque’ todo ocurre más fácil. Muchas veces, cuando deseamos mejorar, iniciamos nuestro viaje desde una perspectiva puramente racional. Identificamos cuales son los comportamientos que queremos adoptar, y nos lanzamos a cambiar como un ejercicio de pura fuerza de voluntad. No obstante, lo seres humanos somos criaturas, por encima de todo, emocionales. La parte de nuestro cerebro donde se produce el pensamiento racional es bastante más nueva y pequeña que la emocional e instintiva. De esta manera, cuando el objetivo que esperamos alcanzar satisface y entusiasma a nuestra mente, esta facilita el proceso de cambio con agrado y sin esfuerzo. En otras palabras, lo que tenemos que hacer es venderle a nuestro cerebro el futuro próspero y feliz al cual nos va a conducir el cambio que queremos realizar. La parte instintiva del cerebro (más grande y más antigua) no entiende de calorías, hidratos de carbono, productividad, habilidades, desempeño… entiende de emociones: ‘me gusta’, ‘no me gusta’. Si le gusta compra, si no le gusta se aleja. Si el objetivo que aspiramos conseguir con nuestro cambio es de su agrado, se involucra y lo facilita. Si no lo entiende, si le resulta demasiado abstracto, lo rechaza. Debido a ello, cuando deseamos adoptar un nuevo hábito o nos involucramos en un gran proyecto que demanda mucho de nosotros, debemos crear, visualizar en nuestra mente una imagen nítida y atractiva de lo que esperamos conseguir, de esta manera convertiremos a nuestro cerebro en un aliado. Todo intento por mejorar no tiene porque ser una agonía, a veces también puede ser fácil y divertido.
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"En unas pocas semanas y meses ... serás un adicto al increíble sabor de la comida sana ... y empezarás a preguntarte ¡¿por qué no lo había hecho antes?!"
La información nutricional que nos bombardea por todas partes a menudo nos hacen sentir como unos pecadores incorregibles.
Se nos dice que si deseamos gozar de una salud sólida y un cuerpo en forma lleno de energía, debemos renunciar a muchos de los alimentos que deleitan nuestro paladar. Así que cuando pensamos en que para estar más sanos debemos renunciar a todas aquellas comidas que tanto nos apetecen, un silencioso escalofrío recorre nuestro cuerpo. Esto da como resultado que terminemos asociando ‘alimentación saludable’ con ‘privaciones’. Sin embargo, todos podemos tener una aproximación más amable hacia la correcta nutrición, y podemos utilizar la biología a nuestro favor para dejar de pensar en restricciones y pensar mejor en adicionar. La industria alimenticia sabe muy bien que su crecimiento se encuentra limitado por una barrera biológica: el tamaño de nuestro estómago. Todos tenemos una capacidad limitada para consumir alimentos. Si, hay algunos han logrado realizar expansiones formidables de su estómago, pero aún no existe ninguna tripa con capacidad infinita. Hasta el más glotón tiene su límite. Así que nosotros podemos hacer uso de esa capacidad limitada para mejorar nuestra nutrición, en lugar de pensar en privarnos de lo que nos gusta, podemos decidir incluir más de lo que nos alimenta y necesitamos. Nuestra alimentación es un juego de suma cero: agregar algo significa renunciar a otra cosa. Así que por cada fruta y cada verdura que incluimos en nuestro plato, estamos desplazando otra de las opciones menos saludables. Existen literalmente un montón de estudios que señalan que una alimentación rica en frutas y verduras, reduce el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con lo que la comunidad científica ha llamado 'La dieta occidental'. Hipertensión, diabetes tipo II, obesidad, muchos tipos de cánceres y hasta las caries, tan comunes en occidente, son muy raros en culturas que tienen una alimentación más tradicional, alejada de los productos ultra procesados industrialmente, las harinas refinadas, almidones, azúcares y tantas otras cosas inventadas por los ingenieros alimentarios. De esta manera, si nos empeñamos en incrementar el consumo de alimentos saludables, sin pensar en aquello que vamos a renunciar, por cuestiones de capacidad terminaremos comiendo mucho menos de los alimentos que menoscaban nuestra salud. Esta estrategia la he usado con mucho éxito en varias ocasiones. Cuando voy a ir a algún sitio donde se que va a haber abundante comida tentadora y poco saludable, me como antes una buena porción de ensalada, así que como llego con capacidad mermada, por mucho que quiera, no puedo pecar de manera excesiva. En nuestra alimentación diaria podemos hacer lo mismo, si nos aseguramos de consumir alimentos saludables, poco a poco (sin necesidad de hacerlo de forma abrupta) iremos desplazando las comidas perjudiciales. Alimentarnos de forma saludable no solo es una necesidad, es un verdadero placer. Cuando nuestro cuerpo está siendo nutrido de forma adecuada de inmediato nos lo hace saber: gozamos de mayor energía, mejor estado de ánimo, nos sentimos más livianos y energizados. Tu éxito y la maravillosa vida que deseas vivir, es trabajo arduo y exige lo mejor de ti; por eso debes asegurarte que vas con el combustible adecuado para tan apasionante viaje.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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