"Nunca tendrá un gobierno mayor o menor que el gobierno de sí mismo ... la altura del éxito de un hombre se mide por su dominio de sí mismo; la profundidad de su fracaso por su propio abandono. ... Y esta ley es la expresión de la justicia eterna. El que no puede establecer el dominio sobre sí mismo no tendrá dominio sobre los demás" —Leonardo da Vinci
No tengo ninguna duda que en un futuro tendremos a nuestra disposición soluciones fáciles e indoloras para muchos de nuestros problemas de hoy.
¿Sobrepeso? No problem, toma esta pastilla que fundirá toda la grasa mientras continuas zampando sin privarte. ¿Te distraes mucho con Facebook y Candy Crush? Tranqui, esta otra píldora hará que los puedas abandonar un ratito para que puedas hacer algo productivo. ¿Te apetecen unos bíceps y pectorales enormes? ¡Hecho! Esta pequeña cirugía (que no deja marcas) te los dejará como los de Stallone. Sin embargo, la facilidad con que podremos alcanzar muchas de las cosas que hoy exigen un gran esfuerzo, quizá puede privarnos de una satisfacción más importante: la conquista de nosotros mismos. “Más grande en la batalla que el hombre que conquista a miles y miles de hombres, es el que domina a sólo uno: el mismo. Es mejor dominarse a uno mismo que a otros”. Afirmó Buda. Pocas cosas en la vida producen mayor felicidad que aquello que conseguimos mediante el control de nosotros mismos. Educación, salud, relaciones afectivas, son ámbitos muy importantes en los cuales para tener éxito debemos controlarnos a nosotros mismo. Muchos de nuestros problemas de hoy son causados por nuestra falta de gobierno sobre nosotros mismos, por nuestra incapacidad de controlar nuestros actos cuando nos enfrentamos a impulsos y tentaciones. El experto en auto control y profesor de la Universidad de Florida, Roy Baumeister, opina lo siguiente: “la falta de dominio de sí mismo es la mayor patología social de nuestro tiempo”. En muchas ocasiones escucho a personas decir resignadas: “yo no tengo fuerza de voluntad”. No obstante, aunque eso puede ser cierto en ese momento, no significa que ese es el fin de la historia. Para todos hay esperanza. La fuerza de voluntad, el autocontrol, es como un músculo que podemos fortalecer y desarrollar mediante la práctica. Esa es la razón del éxito de algunas personas que empiezan realizando pequeños cambios y luego terminan llevando a cabo verdaderas revoluciones en su vida. El continuo ejercicio de auto control lo fortalece y nos pone en mejor situación para afrontar más y más exigentes retos. Baumeister reclutó para una de sus investigaciones a un grupo de estudiantes, estos debían anotar lo que comían, ejercitarse con regularidad, manejar el mouse con su mano menos hábil o hablar sin decir palabrotas. Después de varias semanas los estudiantes mostraron un mayor control sobre sí mismos: bebían, fumaban y picoteaban menos entre comidas; también estudiaban más, veían menos televisión y lavaban más platos. La investigaciones de Baumeister demostraron que tenemos mayor control sobre nuestra fuerza de voluntad del que creemos. Así que podemos controlar el ritmo al cual crecemos y nos desarrollamos. No tenemos que aceptar nuestra actual condición como inalterable, en su lugar, podemos empezar a ejercitar nuestro autocontrol y de manera proactiva crear a la persona en la cual queremos convertirnos, y crear el tipo de éxito que queremos experimentar en nuestras vidas. Algunas recomendaciones para fortalecer nuestra fuerza de voluntad son: empezar por pequeños hábitos (mejorar la postura o utilizar el hilo dental), no intentar muchos cambios de una sola vez (ir avanzando progresivamente), evitar la exposición a tentaciones (por ejemplo, no tener en el refrigerados comida no saludable). Existen muchas cosas que no podemos controlar, la duración de la vida, las condiciones económicas generales, a los políticos… Pero hay otras, quizá las más importantes, que si. Todos podemos (y debemos) mantener con mano firme la dirección de nuestro comportamiento y actitudes. La calidad de nuestra vida depende en gran parte de ello.
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3 Comentarios
"De la vida es escasa la parte que vivimos" —Anónimo
Sobre la brevedad de la vida de Séneca es un texto sublime. Su mensaje está más vigente que nunca. Os comparto algunos de los pasajes que más resonaron en mi.
No tenemos un tiempo escaso, sino que perdemos mucho. Si se emplea bien toda ella, la vida es lo bastante larga. Para realizar las cosas más importantes se nos ha otorgado con generosidad. Pero si se desparrama en la ostentación y la dejadez, si no se gasta en nada bueno, cuando al fin nos acosa la muerte, nos damos cuenta de que ha pasado una vida que no supimos que estaba pasando.
No basta con ser escrupulosos con el uso del tiempo, es necesario también aprender a utilizarlo. Para ello Séneca nos recomienda dedicar tiempo a aprender como vivir. Es bajo la tutela de los hombres más sabios que ha dado la humanidad como aprenderemos a lidiar de mejor manera con las circunstancias que la vida nos presenta. Toda la sabiduría necesaria para vivir una gran vida ya está escrita.
Vivir es la actividad menos importante del hombre preocupado; sin embargo, no hay nada que sea más difícil de aprender ... Aprender a vivir lleva toda una vida, y, lo que puede sorprender más, se necesita toda una vida para aprender a morir.
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"La realidad es que todo el mundo te va a herir. Sólo tienes que encontrar por quien vale la pena sufrir" —Bob Marley
Investigaciones recientes (una tras otra) han venido a confirmar lo que Epicuro, el filósofo griego padre del epicureísmo, descubrió hace casi 2.300 años: el factor más importante en nuestro bienestar (léase felicidad) son las relaciones sociales (léase amistad).
Epicuro lo declaró así: «La amistad va recorriendo el universo como un heraldo que nos invita a la felicidad (...) De todos los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida completa, el mayor, con mucho, es la adquisición de la amistad». Las personas más felices son aquellas que cuentan con relaciones afectivas saludables (amigos y familia), por el contrario, la soledad, la falta de relaciones, lastima. Y mucho. Los beneficios de contar con una saludable red de amigos se extienden más allá del plano psicológico. La amistad tiene importantes beneficios sobre la salud. Y, de nuevo, lo contrario es cierto: la falta de amigos está vinculado a un deterioro físico más pronto. Un meta-análisis que revisó 148 investigaciones llevadas a cabo sobre más de 300.000 personas encontró que la falta de conexión social era tan dañina como el alcoholismo y dos veces peor que ser obeso. Julianne Holt-Lunstad, co-autora del estudio afirmó: "La falta de relaciones sociales es tan dañina como fumar 15 cigarrillos al día". Un estudio que viene desarrollando la Universidad de Harvard desde hace 75 años, el cual lleva siguiendo a 724 hombres llegó a la misma conclusión sobre las relaciones sociales. Robert Waldinger, el 4º director del estudio declaró: “El mensaje más claro que obtenemos de este estudio de 75 años es la siguiente: Las buenas relaciones nos mantienen más felices y saludables. Punto. […] Las personas socialmente desconectados son, menos felices, su salud declina más pronto a partir de la mediana edad, su funcionamiento cerebral declina antes, y viven vidas más cortas que las personas que no están solas”. Otro estudio encontró que tener tres buenos amigos en el trabajo significa, con una probabilidad del 96%, que vives una vida feliz. Uno más pudo cuantificar que contar con un amigo trae más felicidad que un aumento de 100.000 dólares al año. Y la lista continúa... Sin embargo, a pesar de los enormes beneficios que la amistad brinda a nuestra vida, solemos descuidarla. La mayoría de las amistades se enfrían debido a la falta de tiempo compartido. Un jardín que no se cuida se llena de maleza. Así que ya lo sabes, si quieres ser más feliz, saludable y exitoso, mejor ten a tus amigos cerca. Agarra el teléfono y haz planes, pues la buena vida es la vida que compartimos con otros.
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"Solo los locos están seguros y decididos" —Michel de Montaigne
Amamos opinar y expresar nuestros puntos de vista. Opinamos sobre todo: lo divino y lo humano, lo bueno y lo malo, lo ancho y lo angosto, lo alto y lo bajo...
El problema de nuestro afán opinador es que en muchas ocasiones opinamos sobre cosas que no tenemos la más mínima idea o tenemos sólo información superficial. En política, por ejemplo, opinamos sobre tal o cual candidato no basados en un estudio juicioso de su trayectoria o programa de gobierno, no; opinamos con base en información fragmentaria que obtenemos de los colegas en el bar y al leer unos cuantos titulares de prensa. Luego nos enredamos en fogosas discusiones defendiendo nuestros frívolos veredictos. Y no importa cuales son los argumentos de la contraparte, no importa si son mejores que los nuestros: no damos nunca nuestro brazo a torcer. Está en la naturaleza humana detestar contradecirse (eso maltrata nuestro frágil ego), así que defendemos con bravura lo que en muchas ocasiones es indefendible. Sin embargo, si lo que buscamos es expandir nuestro conocimiento y adquirir sabiduría, en lugar de andar opinando por deporte, podemos reconocer nuestra ignorancia y habituarnos a usar el humilde y a la vez maravilloso y liberador: ‘no lo se’. El premio Nobel de Física Richard Feynman (1918-1988), quizá el físico con el currículum más importante del siglo XX, durante su segundo año en la Universidad de Princeton desarrolló el hábito de llevar un cuaderno en cuya portada escribía: “Cuaderno de las cosas que no se”. Con el paso de lo años, ese cuaderno se convirtió en uno de sus orgullos, pues en él estaba registrado todo aquello que había sido capaz de comprender. Es un rasgo común en las mentes mejor cultivadas aceptar con humildad que desconocen algo. "Un verdadero genio es el que admite que no sabe nada" afirmó Albert Einstein. Reconocer las limitaciones de nuestro conocimiento es el primer paso para empezar a adquirir sabiduría. El economista Russ Robert escribió un estupendo párrafo en su libro How Adam Smith Can Change Your Life sobre la necesidad de reconocer las limitaciones de nuestro conocimiento: A medida que me he ido haciendo mayor, me he vuelto menos confiado y quizás más honesto. La economía es demasiado compleja; no podemos medir con precisión todas las interacciones de sus diferentes piezas. No tenemos datos suficientes, y no entendemos cómo encajan las cosas. Somos como borrachos que buscan bajo una farola sus llaves perdidas, no porque ahí es donde las hemos perdido, sino porque ahí es donde hay luz. Debemos ser humildes y más honestos. Nuestros estudios empíricos son muy imperfectos. A menudo sostenemos las opiniones que sostenemos debido a nuestra ideología y principios. Luego encontramos alguna evidencia que apoya ese punto de vista. Ignoramos el resto... Ser conscientes de las limitaciones de la razón es una señal de advertencia que nos recuerda que no somos tan inteligentes como pensamos; no somos buscadores perfectos de la verdad. Estamos llenos de errores. Reconocer nuestras deficiencias es el principio de la sabiduría.
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"La paz está adentro. No la busque afuera" —Buda
La conciencia es una prestación maravillosa del cerebro, gracias a ella somos creativos, disponemos de pensamiento abstracto, hacemos arte, elaboramos planes y muchas otras cosas estupendas.
La conciencia es, de manera simplificada, el conocimiento que tiene un ser de sí mismo y de su entorno. Es decir, yo soy consciente de que existo y de mis actos (pienso, leo, río, me alimento, etc.). También es considerada el control ejecutivo de la mente. Somos capaces a nuestra voluntad de fijar la atención en algo, pensar sobre una cosa en concreto. Incluso podemos viajar en el tiempo: imaginamos el futuro y recordamos el pasado. Sin embargo, esa conciencia, responsable de tantas cosas extraordinarias, es también culpable de muchas de nuestras desgracias. Cuando somos infelices lo somos por su culpa. Porque es ahí donde se alojan nuestros miedos, frustraciones, rabia, envidia, apegos, etcétera, etcétera. Ocurre que cuando dejamos la mente suelta, cuando no estamos inmersos en una actividad que capture nuestra atención, surge en ella el diálogo interno que llevamos a cabo con nosotros mismos, que en muchas ocasiones es una conversación bastante desagradable y destructiva. Cuestionamos lo malo que hay en nosotros, en nuestra pareja, imaginamos cosas horribles que nos pueden pasar en el futuro; nos avergonzamos y sentimos remordimiento por lo malo que hemos hecho en el pasado... Esa narrativa malsana atormenta nuestra tranquilidad e impide que vivamos más felices. Así que si queremos disfrutar de una mente serena y una vida más feliz, debemos aprender a controlarla. Es cierto que todos nuestros males no residen en la mente, en la vida ocurren cosas malas que son reales y no producto de la imaginación: muerte, enfermedad, pobreza, divorcios... Esas circunstancias afectan nuestro estado mental, pero no tienen porque controlarlo. De igual manera es cierto que los seres humanos somos asombrosamente resistentes, cuando nos enfrentamos a las experiencias más traumáticas de la vida la mayoría respondemos de la misma manera: nos recuperamos. Más aún, en muchas ocasiones no solo nos recuperamos, sino que florecemos. El crecimiento postraumático es un fenómeno documentado en psicología, se refiere a los cambios positivos que ocurren en las personas después de enfrentarse a situaciones adversas. «El sufrimiento profundo, indecible, bien puede ser llamado bautismo, regeneración, iniciación a una nueva condición» afirmó George Eliot. No obstante, muchas de nuestras preocupaciones, muchas de las cosas que nos roban la tranquilidad son producto de la mente. «Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron» dijo con su característico humor el imprescindible Michel de Montaigne. La mente siempre está “on”, siempre pensando y pensando, dándole vueltas a todo, si no es una cosa es la otra. Pero ¿cuántos de esos pensamientos son inútiles y negativos? Muchos. Demasiados. ¿Cuántas veces nos ha pasado que al discutir con alguien quedamos atrapados mentalmente en esa discusión por horas e incluso días? La ira es un sentimiento natural en los seres humanos, cuando discutimos con alguien es normal que la experimentemos. Sin embargo, lo que hace que permanezcamos en un estado alterado después de la discusión es estar pensando en ello una y otra vez. Cada vez que recordamos el episodio retorna la rabia. Si aprendemos a controlar nuestros pensamientos, podríamos evitar pasar más tiempo del necesario enfadados. Unos minutos después de la discusión volveríamos a estar en calma y podríamos operar con efectividad de nuevo. Controlar lo que pasa por nuestra mente no sólo nos ayuda a controlar la ira, también podemos eliminar ansiedades, preocupaciones, inseguridades. El resultado es que podremos gozar de mayor tranquilidad y paz interior. Una mente tranquila es una mente poderosa. Cuando estamos en calma somos más eficientes en cualquier cosa que hagamos, tomamos mejores decisiones, gozamos de mayor confianza y fortaleza interior. La forma más fácil para aprender a controlar nuestra mente es realizar ejercicios concentrándonos en la respiración. No es necesario hacer nada complicado ni enrrollarnos con técnicas raras. Basta con sentarnos en un lugar tranquilo y enfocarnos en nuestra respiración. Fijarnos en cómo pasa el aire a través de las fosas nasales, como se expande el pecho y el abdomen. Cuando nos sorprendamos distraídos pensando, volvemos con gentileza a enfocar nuestra mente en la respiración. Los pensamientos siempre van a aparecer, son inevitables, lo que buscamos con el ejercicio es aprender a no ser arrastrados por ellos y fijar nuestra atención en lo que nosotros decidamos. Los beneficios de entrenar la mente no son inmediatos, pero las investigaciones han encontrado que con sólo ocho semanas aparecen cambios positivos. Desarrollar una mente en calma es un gran activo, vale la pena el esfuerzo. Controlar lo que ocurre en nuestra cabeza es fuente de paz, armonía y felicidad. Controlar nuestra mente es controlar nuestra vida.
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"El supremo arte del maestro es despertar el entusiasmo por la expresión creativa y el conocimiento" —Albert Einstein
La creatividad es una habilidad importante. Siempre lo ha sido. Pero con el avance de las cada vez más sofisticadas máquinas, algoritmos y robots, que amenazan el 47% de los empleos, ser creativo es una cuestión de supervivencia.
La creatividad es un seguro contra el desempleo, la capacidad de innovar hoy está muy demandada. Las empresas no andan cortas de desafíos (tampoco la sociedad en general), siempre hay problemas por solucionar que exigen que las personas aporten soluciones creativas. Un futuro muy distinto es el que empieza a desplegarse para los empleos que implican tareas rutinarias: pueden ser realizados con facilidad por robots y software. La buena noticia es que la creatividad no es un don, es una habilidad, y, por lo tanto, se puede cultivar y mejorar con entrenamiento. Hoy en día hay una amplia oferta de cursos y talleres que se ofrecen para aumentar la creatividad. Estos buscan mejorar algunos aspectos del pensamiento relacionados con la tarea de crear: fluidez, flexibilidad y originalidad. Fluidez es la capacidad de generar una gran cantidad de ideas. Flexibilidad es poder ver las cosas desde varias perspectivas, y originalidad es poder asociar varias ideas de manera inusual. Sin embargo, mejorar estos tres aspectos del pensamiento no te garantiza que te conviertas en un genio creativo. La materia prima más importante del pensamiento creativo es el conocimiento, algo que un curso de fin de semana no puede mejorar. El conocimiento requiere tiempo. Todas las ideas que se cruzan por tu mente, las nuevas y las antiguas, surgen de conocimientos almacenados en el cerebro con anterioridad. Ninguna idea nace de la nada. «La creatividad es simplemente conectar cosas» afirmó Steve Jobs, ¿qué cosas? Ideas. Las ideas originales nacen de conectar dos (o más) ideas ya existentes que antes no habían sido conectadas. «Una idea nueva surge de repente y de un modo bastante intuitivo —dijo Einstein una vez—, pero la intuición no es más que el resultado de una experiencia intelectual anterior». Lo que quiso decir Einstein es que las nuevas ideas surgen de algo que ya habíamos almacenado en nuestra mente. Para entender mejor conviene usar la analogía del corredor de autos. La flexibilidad, la fluidez y la originalidad son el equivalente a la habilidad del piloto para conducir el coche. El conocimiento es el motor del coche, lo que produce la potencia. Cuando se mejoran flexibilidad, fluidez y originalidad estamos mejorando la capacidad de sacarle partido a nuestro cerebro. Aprendemos así a utilizar mejor los recursos que ya disponemos. Sin embargo, el conocimiento que cultivamos es lo que va a permitir que se expanda nuestra capacidad de pensamiento, con el, potenciamos nuestro motor. Un piloto habilidoso tiene mejores resultados si conduce un coche potente en vez de uno con menor capacidad. Así que si realmente quieres mejorar tu creatividad, empieza por hacer del aprendizaje un hábito. Ahora bien, cuando digo cultivar el conocimiento me refiero a cultivar un conocimiento amplio, no basta con especializarse en una sóla área. Muchos de los grandes innovadores de la informática son (o han sido) personajes de amplia cultura. Así como dominaban circuitos, programación y microprocesadores, también tenían amplios conocimientos en arte, psicología, historia y muchas otras áreas. Según Jerome Wiesner (1915-1994) quien fue presidente del prestigioso MIT, “Ningún estadounidense ha tenido una influencia mayor en el desarrollo de la ciencia y la tecnología que Vannevar Bush”. En el (muy recomendable) libro Los Innovadores de Walter Isaacson, aparece la siguiente descripción de Bush: [Vannevar Bush], como muchos otros líderes tecnológicos, creció amando tanto las humanidades como las ciencias. Era capaz de citar «de corrido» a Kipling y a Omar Jayam, tocaba la flauta, adoraba las sinfonías y leía filosofía por placer.
Steve Jobs, cuya influencia en la tecnología ha sido extraordinaria, también fue otro ejemplo de innovador con amplio conocimiento, se consideraba así mismo un humanista antes que un tecnólogo:
Desde niño siempre me he considerado una persona de humanidades, pero me gustaba la electrónica. Luego leí algo que uno de mis héroes, Edwin Land de Polaroid, dijo acerca de la importancia de las personas que se podían situar en la intersección de las ciencias y las humanidades, y decidí que eso es lo que quería hacer.
La convicción de Jobs sobre los beneficios de combinar tecnología y humanidades quedó grabada en la genética de Apple. Esto fue lo que dijo en la presentación del iPad II en 2011:
Está en el ADN de Apple que la tecnología por sí sola no es suficiente; aquí mezclamos la tecnología con las artes liberales y las humanidades, esto es lo que hace que nuestro corazón cante.
Para cualquier persona es importante aprender a utilizar con eficiencia los recursos que dispone. Por ello resulta útil la formación que busca mejorar nuestro pensamiento creativo. Sin embargo, no debemos olvidar que esa es sólo una parte de la ecuación. Los grandes creativos son también grandes aprendices, pues en la raíz de su genialidad se encuentra su gran y variado conocimiento.
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"El misterio de la existencia humana no solo radica en mantenerse con vida, sino en encontrar una razón para vivir" --Fyodor Dostoyevsky
Tener un propósito, una misión que debemos cumplir, hace que vivamos vidas más largas y felices.
Una investigación realizada con 136.000 personas en Japón y Estados Unidos, encontró que quienes no tenían un propósito por el cual vivir tenían una probabilidad 20% mayor de morir más pronto que aquellos que lo tenían. “¡Ay del que no le encontró más sentido a su vida! Sin un objetivo, sin un propósito, y por lo tanto, sin razón alguna para continuar. Pronto lo perdíamos”, escribió Viktor Frankl, el psiquiatra austriaco que sobrevivió tres años en los campos de concentración Nazi, quien pudo observar de primera mano cómo tener una misión que cumplir, ayudaba a las personas a sobrevivir las condiciones más duras que uno pueda imaginar. El impacto del propósito también es poderoso en las empresas. Un análisis de la consultora de recursos humanos Towers Watson llevado a cabo en 50 empresas globales, encontró que las organizaciones que mostraron bajas puntuaciones en el nivel de compromiso de sus empleados hacia la organización, tenían un margen operativo 10 por ciento inferior al promedio del estudio. Las compañías donde el compromiso era mayor gozaban de un margen operativo 27% superior a la media. Y ¿Cuál es el factor que mejor predice el compromiso de los empleados dentro de la empresa? El propósito. Otra investigación realizada en 2013 con 12.000 empleados encontró que quienes sentían que su trabajo tenía un propósito, eran más comprometidos con su empresa y registraban casi el doble de satisfacción laboral. COMO HALLAR TU PROPÓSITO Perfecto, ya sabemos que darle un propósito a nuestra vida es importante, ahora ¿cómo podemos hallarlo? Antes de comenzar, si no sabes aún cuál es tu misión en la vida, no te preocupes, estás en buena compañía. La mayoría de las personas no lo saben. Otra cosa que me gustaría aclarar es que NO existe nada como un propósito metafísico que el universo ha conspirado para darnos. Es decir, cuando nacemos no venimos con una misión determinada de antemano. Siento desilusionarte, pero en ninguna parte está escrito que naciste con la misión de salvar el mundo de los extraterrestres ni de los ordenadores asesinos ni tampoco de la tele-basura. Los seres humanos somos animales que hemos evolucionado hasta alcanzar el desarrollo que hoy tenemos. Pero seguimos siendo animales, nuestro código genético es en un 98% igual al de los chimpancés. Los animales no tienen un destino que cumplir impuesto por el universo. Jamás te encontrarás a un mono con el codo en la pierna y la mano en la quijada pensando angustiado ‘¿cuál es mi misión en la vida?’ Tampoco se angustian por ello ni los perros ni las pulgas. A ellos les basta con sobrevivir. Pero a nosotros no, o por lo menos, no debería. Dado que gozamos de el enorme beneficio de la inteligencia, y que tenemos la capacidad de hacer grandes cosas en beneficio de otros, tenemos la obligación moral de intentar hacer algo productivo con nuestra vida. Y, de paso, hacerla más duradera y feliz. Nuestro propósito no es algo que encontramos, es algo que creamos. Para ello nos basamos en nuestras pasiones, habilidades, valores y las necesidades de la sociedad. Pongamos un ejemplo. Digamos que desde pequeño te ha apasionado la cocina, gracias a esa predilección has desarrollado una gran habilidad entre fogones. Cuando te empieces a preguntar qué hacer con tu vida, lo razonable sería empezar por ahí, por lo que tanto te gusta: la cocina. Tus pasión y habilidades te han señalado que la cocina podría ser tu destino, ahora bien, aquello en lo que crees, tus valores, pueden determinar que tipo de cocina harás o la clase de restaurante que tendrás. Si no soportas el sufrimiento de los animales es probable que te decidas por un restaurante vegetariano. O quizá lo tuyo es ayudar a que personas de escasos recursos puedan acceder a comida de calidad, así que te inclinas por un restaurante low cost. Si tu preocupación es la salud, quizá un restaurante de comida orgánica se tu mejor opción. Y así sucesivamente. Otro ejemplo, a los lectores compulsivos es razonable que terminen convirtiéndose en escritores. El tipo de escritura dependerá en gran parte de sus valores. León Tolstoi, el gran novelista ruso, creía que las novelas debían educar a las personas, es por eso que sus obras se refieren a los grandes dilemas morales que afronta la humanidad. Otros escritores consideran que sus obras deben, por encima de todo, entretener, y escriben novelas más ligeras y con menos pretensiones. Para darle propósito a nuestra vida existe un ejercicio que a mi me dio grandes resultados. Durante unos días, quizá una semana, todos las mañanas cuando me levantaba cogía lápiz y papel y me hacía estas tres preguntas: ¿quién soy?, ¿qué quiero?, ¿en que creo? La razón de hacerlo durante varios días es porque la repetición permite que cavemos más profundo y lleguemos a mejores respuestas. Por lo general, las primeras respuestas que llegan a nuestra mente no son las mejores. Pensar una y otra vez sobre lo mismo nos ayuda a tener mayor claridad. La primera pregunta, ¿quién soy? (padre, esposo, hijo, arquitecto, economista… ) determina en gran parte la segunda, ¿que quiero? No desea lo mismo un cuarentón casado y con hijos que un veinteañero. La tercera pregunta te ayuda a descubrir tus valores, aquello en lo que tu crees y que te gustaría promover. Después de hacerte las tres preguntas lo más natural es que surjan varias opciones de las cuales puedes escoger a qué dedicar tu vida. Escoge una y empieza andar, ya verás como la acción trae claridad. Darle dirección a nuestra vida es una de las grandes cosas que podemos hacer, porque no basta con estar vivo, como dijo Fyodor Dostoyevsky: “debemos hallar algo por lo cual vivir”.
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"Actúa de la manera como te gustaría ser y pronto será la manera como te gustaría actuar."
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No debemos confundir inteligencia y sabiduría, a mi entender son dos cosas distintas. Alguien puede ser muy inteligente, ser capaz de dominar conceptos matemáticos complejos, o ser un genio del ajedrez y ser también una persona horrenda. Por el contrario, no existe una persona sabia que a su vez sea mala persona.
Sabiduría es la capacidad de actuar con buen juicio, con sensatez y prudencia. Ser capaz de distinguir entre lo bueno, lo malo y lo verdadero.
Otra cosa de la cual también estoy convencido es que si uno quiere vivir una buena vida, debe cultivar la bondad. Intentar ser amoroso con todos los seres vivos debe ser un ejercicio diario.
Si quieres ser feliz, sé amoroso. Con todos.
El ser humano es un animal social, si no lo fuéramos nos habríamos extinguido. El altruismo y la cooperación nos han permitido no sólo sobrevivir como especie, sino prosperar. Así que los comportamientos amorosos, aunque a veces parece que somos lo contrario, son la base de nuestro éxito evolutivo.
Si quieres ser exitoso profesionalmente, sé amoroso. Con todos.
Existe evidencia abrumadora que señala que los chicos buenos terminan primero.
La vida es una maratón, no un sprint. En ocasiones puede resultar tentador priorizar nuestro bienestar en detrimento del de otras personas. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Es probable que anteponiendo nuestros intereses obtengamos alguna ventaja de corto plazo, pero eso nos perjudica en el largo plazo.
Nadie triunfa solo, es necesario contar con la ayuda de otros, entre más gente tengamos en nuestra esquina, dispuesta a echarnos una mano cuando haga falta, mayores probabilidades tendremos de lograr nuestros objetivos.
¿Y cómo podemos reclutar más incondicionales a nuestra causa? De nuevo, es el amor el que obra el milagro.
Aquí comparto frases que te inspirarán a querer ser más bondadoso.
¿Qué sabiduría puedes hallar que sea mayor que la bondad?
—Jean-Jacques Rousseau
La bondad humana nunca ha debilitado la resistencia o ablandado la fibra de un pueblo libre. Una nación no tiene que ser cruel para ser dura
—Franklin D. Roosevelt
Cuida bien este tesoro dentro de ti mismo: la bondad. Saber cómo dar sin dudarlo, cómo perder sin arrepentimiento, cómo ganar sin mezquindad.
—George Sand
La bondad constante puede lograr muchas cosas. Cuando el sol sale, hace que el hielo se derrita, la bondad provoca que la incomprensión, la desconfianza y la hostilidad se evaporen.
—Albert Schweitzer
El amor y la bondad nunca son desperdiciados. Siempre hacen diferencia. Bendicen al que los recibe, y te bendicen a ti, el que los da.
—Barbara de Angelis
Quien es bondadoso es simpático y amable con los demás. Es considerado con los sentimientos de los otros y cortés en su comportamiento. Está en su naturaleza brindar ayuda. La bondad perdona las debilidades de los demás y sus fallas. La bondad se extiende a todos: al viejo y al joven; a los animales; a los que están abajo y también a los que están arriba.
—Ezra Taft Benson
Hay evidencias abrumadoras de que cuanto mayor es el nivel de autoestima, es mayor la probabilidad de que uno trate a los demás con respeto, amabilidad y generosidad.
—Nathaniel Branden
Dondequiera que haya un ser humano, hay una oportunidad para realizar un acto de bondad.
—Séneca
Usted puede lograr por medio de la bondad lo que no puede obtener por la fuerza
—Publilio Siro
La transparencia, la honestidad, la bondad, la buena gestión, incluso el humor, siempre dan buenos resultados en las empresas.
—John Gerzema
No hay necesidad de templos, no hay necesidad de filosofías complicadas. Mi cerebro y corazón son mis templos; mi filosofía es la bondad.
—Dalai Lama
Comienza desde hoy, trata a todos los que conoces como si fueran a morir antes de la medianoche. Extiende a ellos todo el cuidado, la bondad y la comprensión que puedas reunir, y hazlo sin pensar en ninguna recompensa. Tu vida nunca volverá a ser igual.
—Og Mandino
Un árbol se conoce por su fruto; un hombre por sus obras. Una buena acción nunca se pierde; el que siembra cortesía recoge la amistad, y el que siembra bondad cosecha amor.
—San Basilio
No es nuestro trabajo ser juez y parte, y determinar quién es digno de nuestra bondad y quién no. Sólo tenemos que ser amables, incondicionalmente y sin segundas intenciones, incluso, o mejor dicho, sobre todo cuando preferimos no serlo.
—Josh Radnor
Uno de mis grandes remordimientos, y no tengo muchos, es que he pasado demasiado tiempo poniendo el estatus y la reputación de las personas por delante de sus cualidades más importantes. Aprendí demasiado tarde en la vida que una larga lista de letras después del nombre de alguien no son garantía de compasión, bondad, humor, todas ellas cosas mucho más importantes.
—Bill Nighy
Yo diría que a medida que me hago mayor, más calmado y tranquilo, la única cualidad en una mujer que me parece más y más atractiva es la bondad. Un sentido de la aventura y el humor también son importantes, pero realmente encontrar bondad y consideración hacia los demás es la cosa más atractiva en cualquier persona.
—Colin Farrell
Nunca nadie se ha vuelto pobre por dar.
—Anne Frank
Es una de las recompensas más bellas de esta vida: ningún hombre puede sinceramente tratar de ayudar a otro sin ayudarse a sí mismo.
—Ralph Waldo Emerson
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pablo a. arango
Lector. Escritor. Coach. Emprendedor.
Las Notas del Aprendiz está dedicado a ayudarte a comprender que significa vivir una gran vida y como puedes conseguirlo.
Mi misión: Inspirar y guiar la transformación de las personas. Contribuir para que sean su mejor versión y puedan vivir con mayor felicidad y satisfacción.
Espero disfrutes la conversación
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