"Bondad, he descubierto, lo es todo en la vida" —Isaac Bashevis Singer
La tradición norteamericana de dar discursos en las ceremonias de graduación ha dado origen a verdadera joyas llenas de sabiduría. Quizás el más conocido es el de Steve Jobs en Stanford. Sin embargo, son muchos más.
En la Universidad de Siracusa (2013), el escritor George Saunders dió un discurso cuyo tema central fue la bondad. El discurso fue luego publicado por varios medios y de inmediato se hizo viral. Aquí os dejo un extracto: Bien, una cosa útil que puedes pedir a una persona mayor, además de dinero; o de decirle que haga uno de esos viejos bailes de su época, para que ustedes puedan verlos y burlarse de ellos; es preguntar: "Mirando hacia atrás ¿de qué te arrepientes?" Y ellos te lo dirán. A veces, como ya sabes, te lo dirán aún sin pedírselo. Otras, incluso cuando has solicitado específicamente que no te lo digan, ellos lo dirán.
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La forma en que trabajamos está cambiando. Emprender permite adaptar el trabajo a nuestra vida y no la vida al trabajo.
“Usted puede obtener todo en la vida si ayuda a suficientes personas a obtener lo que ellas quieren”
—Zig Ziglar
Tres tendencias están afectando el mercado laboral de manera dramática:
La crisis ha traído como consecuencia el aumento de los trabajadores temporales, lo que ha obligado a muchas personas a convertirse en emprendedores. A crear ellos su propio empleo. Pero esto, que a muchos asusta y que hacen porque no tienen otra alternativa, podría también ser una bendición para ese 87% que no soporta a su jefe, o que están sub-empleados, o que se sienten frustrados en su actual cargo. Un estudio publicado por Peter Butterworth y otros colegas de la Universidad Nacional Australiana, señala que estar en un trabajo que no encontramos satisfactorio tiene consecuencias sobre la salud mental aún peores que el desempleo. Esto escribe Butterworth en su informe: Quienes encontraron trabajos óptimos mostraron una mejoría significativa en su salud mental, en comparación con los que permanecieron sin empleo. Aquellos encuestados que se encontraban en puestos de trabajo de baja calidad, mostraron un empeoramiento significativo en su salud mental en comparación con los que seguían sin empleo.
Ahora bien, emprender no es un paseo por el Jardín del Edén. Los emprendedores deben soportar largas horas de trabajo, sobrellevar clientes infieles y cada vez más exigentes. También tienen que lidiar con bancos, altos impuestos y una competencia sin cuartel.
Sin embargo, a pesar de todo ello, los emprendedores son más felices que sus pares asalariados. Alex Coad y Martin Binder después de revisar una base de datos de 10 años en el Reino Unido, encontraron que los emprendedores mostraron una evidente mayor satisfacción con la vida. En nuestro análisis encontramos que las personas que pasan de un empleo regular al auto empleo... experimentan un incremento positivo y significativo en la satisfacción con la vida. Ese aumento es aún más pronunciado en el segundo año de trabajo por cuenta propia.
Un gran empleo es aquel que ofrece significado, libertad y permite ‘fluir’. Los emprendedores están en mejores condiciones de alcanzar todo ello que los asalariados, pues tienen mayor capacidad para redefinir su trabajo.
Hoy existen oportunidades para emprender como nunca antes habían existido. No solo hay oportunidades para quienes desean cambiar el mundo y sueñan en grande. También las hay para quienes quienes quieren cambiarlo a una escala más modesta. Para los profesores particulares de yoga, para los marketeros que ayudan a pequeños comercios a establecer su presencia en la red, diseñadores gráficos, redactores freelance… Las posibilidades son casi ilimitadas. Para concluir, escuchemos lo que Charles Handy, el autodenominado científico social y experto en management afirma: Por primera vez en la experiencia humana, tenemos la oportunidad de adaptar nuestro trabajo a la manera como vivimos, en lugar de adaptar nuestra vida al trabajo… Estaríamos locos si desperdiciamos esta oportunidad.
"De lejos, el mejor premio que la vida ofrece, es la posibilidad de trabajar duro en un trabajo que vale la pena hacerlo" —Theodore Roosevelt
Según Gallup, sólo el 13% de los empleados está comprometido en el trabajo. Del 87% restante, el 63% no se siente comprometido y el 24% lo detesta. Estas cifras son una tragedia tanto para las empresas como para los empleados.
Tener un 87% de las personas que trabajan desinteresadas en su labor, significa una enorme pérdida de productividad (y dinero) para las empresas. También para los empleados es un infortunio. Las matemáticas son claras y no juegan a nuestro favor: intercambiamos cinco días de sufrimiento por dos de alegría. Gran parte de la insatisfacción se origina porque los salarios permanecen bajos y también por el alto nivel de subempleo (empleados ocupando cargos para los cuales están sobrecualificados). Pero no son las únicas razones. Hoy en día deseamos de nuestros empleos mucho más que poder llegar a fin de mes. Si, el dinero es importante. Hasta el Dalai Lama, ese hombre que es pura espiritualidad, reconoce que para ser felices es necesario tener las necesidades básicas cubiertas (vivienda, alimentación, ropa, educación… ). Sin embargo, más allá de cierta cantidad, más dinero no significa mayor felicidad. Un estudio de la Universidad de Princeton, dirigido por el Premio Nobel de economía Daniel Kahneman, encontró que el número mágico es $75.000 dólares al año. A partir de esa cifra cifra, ingresar más no se traduce en mayor dicha. Existen otros aspectos, más allá del dinero, que hacen que un empleo sea gratificante: Significado Todos queremos sentir que nuestra vida cuenta, que contribuimos con una causa más grande que la sola supervivencia. Queremos hacer la diferencia. Que cuando a un edad avanzada, miremos hacia atrás, sentir que dejamos una marca. Aliviar la pobreza, proteger a los animales, luchar contra la degradación del medio ambiente, son actividades que seguramente nos harían sentir que nuestro trabajo significa algo, pero no son las únicas. Un trabajo con significado es un trabajo que está alineado con nuestros valores y con nuestras pasiones. Muchas personas estarían dispuestas a sacrificar una parte de los ingresos por poder dedicarse a algo en donde causen un impacto positivo en la gente. Fluir El concepto ‘fluir’, desarrollado en 1970 por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, es hoy en día ampliamente reconocido como uno de los indicadores de una vida satisfactoria o feliz. Cuanto más ‘fluyamos’ más felices somos. ‘Fluimos’ cuando estamos tan absorbidos por una tarea que encontramos placentera que nada más importa; no somos conscientes del paso del tiempo ni del cansancio acumulado. El estado de flujo se puede alcanzar en casi cualquier actividad, ya sea pintando, escribiendo, dando una charla, reparando algún aparato... (aunque dudo que en un call center, lidiando con clientes coléricos, se alcance). Entrar en este estado tiene que ver con nuestros talentos, con realizar tareas que encontramos amenas y que son ligeramente desafiantes. Libertad Charlie Munger desde muy joven quiso ser millonario, pero no para tener el último Ferrari en la cochera, sino para ser libre, para poder dedicarse a lo que él quisiera, que como es sabido, básicamente es leer todo el día. Todos nosotros anhelamos libertad, deseamos sentir que controlamos nuestra vida. No queremos ser micro gerenciados ni obedecer reglas absurdas de jefes incompetentes. Queremos ser tratados como adultos, no como críos a los que hay que controlar con mano severa. Tristemente esa es la forma como muchas empresas tratan a sus empleos. ************** Afortunadamente hay esperanza. Aunque no son la mayoría (más bien una ilustre mayoría) un puñado de empresas ha empezado a entender que para poder retener y atraer el talento, es necesario crear condiciones de trabajo que inspiren y alienten a las personas a dar lo mejor de sí. Hoy más que nunca, el talento es el elemento clave para sobrevivir y prosperar en el mercado. Las empresas que no sean capaces de obtener lo mejor de los individuos, estarán condenadas a operar en niveles muy por debajo de su potencial.
"Sólo ponga un día de trabajo tras otro. Esa es la forma en que aparece. Y esa es la única forma en que funciona" —John Steinbeck
Cuando el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi escribió al padre del management, Peter Drucker, invitándolo a participar en su monumental estudio sobre la creatividad, este último amablemente declinó la invitación argumentando que él no creía que existiera tal cosa. Dijo, además, que lo único que él hacía era trabajar todos los días, y si alguien lo consideraba creativo, era debido a su disciplina de trabajo.
La creatividad ha sido cubierta por un manto metafísico que ha originado confusión a su alrededor. Cuando hablamos de ella, es común encontrarla junto a términos como musas, inspiración, genio, don… Lo anterior ha hecho que pensemos que los creativos son seres con dones que no están disponibles para el resto de los mortales. Sin embargo, cuando las personas creativas son preguntadas por el origen de su talento, la inmensa mayoría ofrece una respuesta más terrenal: la creatividad es hija del trabajo. Del trabajo duro. (aunque algunos de ellos, pocos, realmente creen en las hadas). Producir ideas originales requiere un enorme esfuerzo, no son chispazos que aparecen de la nada, como a menudo sugieren las historias sobre manzanas que caen y eurekas en la bañera. Si, los chispazos ocurren, pero surgen después de haber trabajado sobre una idea durante algún tiempo. Para producir buenas ideas debemos dedicar tiempo y esfuerzo a crearlas. El problema es que nuestro cerebro es perezoso y tiende a conformarse con la primeras ideas que produce, las cuales, por lo general, son las más comunes; en las primeras que todos pensamos. Llegar a ideas originales exige reprimir la tentación de conformarnos con las primeras que aparecen. Es necesario continuar explorando, cavar con mayor profundidad. Darle tiempo a nuestra mente para que establezca conexiones entre conceptos aparentemente desconectados. David Ogilvy, uno de los más grandes publicistas de todos los tiempos, describió el arduo proceso que tenía que llevar a cabo para crear sus exitosos anuncios. En el, hay poco de ayuda divina y mucho de transpiración (aunque en casos de sequía, el ron echaba una mano): Voy a casa y me siento en mi escritorio. Encuentro que estoy completamente sin ideas. Me pongo de mal humor. Si mi mujer entra en la habitación, le gruño. (Esto ha empeorado desde que dejé de fumar).
Otro tanto ocurre a el cantautor, poeta y novelista canadiense, Leonard Cohen, quien describe así su lucha por crear:
Estoy escribiendo todo el tiempo. Y cuando las canciones comienzan a ensamblarse, no hago otra cosa que escribir. Me gustaría ser una de esas personas que escriben canciones rápidamente. Pero no soy así. Me toma mucho tiempo descubrir cuál es la canción. Así que estoy trabajando la mayor parte del tiempo.
Crear es una opción que está al alcance de todos. Aunque eso no significa que todos vamos a ser creativos; no todas las personas están dispuestas a realizar el esfuerzo que ello exige. Pero ya lo sabes, solo depende de ti.
"Si todo el mundo está pensando lo mismo, entonces alguien no está pensando" George S. Patton
Gracias al estupendo blog Farnam Street, me encontré con un muy buen ensayo --Soledad y Liderazgo (en inglés)— escrito por el ensayista, escritor y crítico literario William Deresiewicz.
Aquí comparto un extracto del mismo sobre cómo NO pensar, y porqué es tan importante evitar la multitarea: Vamos a empezar con cómo no se aprende a pensar. Hace un par de meses salió un estudio realizado por un equipo de investigadores de Stanford. Los investigadores querían averiguar cómo los estudiantes universitarios de hoy en día eran capaces de realizar varias tareas a la vez, de manera mucho más eficaz que los adultos. Los investigadores se preguntaban ¿cómo se las arreglaban para hacerlo? La respuesta que descubrieron —y no era de ninguna manera lo que esperaban—, es que no lo hacen. Las mejoras cognitivas que los investigadores esperaban encontrar, las facultades mentales que permiten a las personas realizar varias tareas de manera efectiva, simplemente no estaban allí. En otras palabras, las personas no pueden realizar múltiples tareas de manera eficaz. El resultado realmente sorprendente es este: mientras más practican las personas la multitarea, peor se encuentran, no sólo en otras capacidades mentales, también en la multitarea en sí.
Por favor ¡menos multitarea y más concentración!
"Leyendo acerca de la vida de grandes hombres, encontré que la primera victoria que ganaron fue sobre ellos mismos... en todos la auto disciplina vino primero" —Harry S. Truman
Todos queremos más: estar más en forma, ser más inteligentes, más productivos, que nos quieran más… Sin embargo, conquistar todas esas cosas requiere un gran esfuerzo. Para llegar ahí, debemos desprendernos de los hábitos que impiden nuestro progreso y adoptar unos nuevos y mejores. Significa cambiar, y cambiar es duro.
Lo difícil que resulta cambiar es la razón por la cual nos pasamos la vida buscando fórmulas mágicas, atajos, píldoras milagrosas que mitiguen algo el padecimiento de mejorar. Desearíamos ser mágicamente tele-transportados desde nuestra condición actual, hasta una mejor versión de nosotros mismos, nuestra versión más triunfadora. De esa manera no tendríamos que andar por el árido camino que es necesario recorrer para crecer. No obstante, cuando hablamos de crecimiento personal, es MÁS importante el camino que recorremos que el destino al cual llegamos. Porque es en el camino donde nos transformamos. Donde fortalecemos nuestro carácter. Es el camino el que nos cambia, no la meta. La diferencia entre perder 10 u 11 kilos no es significativa, kilo más kilo menos, que mas da. O si ahorramos 100 o 110 euros más al año, tampoco hace una gran diferencia. Lo más importante es lo que hemos hecho para llegar hasta ahí, las cosas a las que hemos renunciado, las tentaciones que hemos vencido. El verdadero premio es en lo que nos convertimos: en un ahorrador, alguien que es capaz de reinar sobre sus impulsos, no la cantidad ahorrada. En el camino es donde encontramos las dificultades que luego superamos. Es en el donde tropezamos y nos levantamos. Es en el donde, progresivamente, nos vamos haciendo más sabios, y empezamos a fallar menos, a tardar más en tropezar de nuevo y levantarnos más rápido. A la meta llegamos ya convertidos en personas distintas. Más seguros de nosotros mismos, con mayor vocación a afrontar nuevos y más exigentes retos. Dispuestos a arriesgarnos más. Conscientes de que en nuestro interior yace la fortaleza necesaria para hacer de nosotros personas distintas. Que todo lo que necesitamos para desprendernos de los lastres que nos impiden avanzar ligeros hacia nuestras metas, ya lo tenemos dentro. El progreso no es lineal. Tu no escoges cambiar y cambias de manera continua y ascendente. Cuando decides cambiar, lo que en realidad ocurre es que tropiezas una y otra vez, que te apartas de tu nueva ruta y vuelves a la antigua y más cómoda. Pero es la lucha por retomar el rumbo la que nos transforma, es esa lucha la que hace de nosotros personas distintas. Si eludimos transitar el camino hacia un nuevo Yo mediante atajos, estamos eludiendo el verdadero premio que significa cambiar. Premio que no es otro que la certidumbre de que no sólo hemos conquistado un objetivo, también conquistamos nuestra alma, fortalecimos nuestro carácter. “Quien conquista su alma es más grande que quien conquista una ciudad”, dice un viejo proverbio. Con lo anterior no quiero decir que debemos hacer las cosas innecesariamente más difíciles. No existe mérito en sufrir más de lo necesario. Lo que sostengo es que hay atajos que no deberíamos tomar. Por ejemplo, si lo que deseamos es transformar nuestro cuerpo, y en vez de ejercitarnos más y cuidar nuestra alimentación, recurrimos a la cirugía, lo que (no tan) implícitamente estamos reconociendo es que no somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos, y que debemos recurrir a ‘personal externo’ para que venga y arregle el problema por nosotros. Pocas cosas se me ocurren que minen más nuestra confianza que renunciar a controlar nuestra vida. Transformar nuestra realidad pasa por transformarnos a nosotros mismos. La sabiduría, la felicidad, los buenos hábitos, no son cosas con la cuales tropezamos. Las construimos. Paso a paso. Despacito. Y es el camino que recorremos, no el destino, lo que da significado a nuestra vida. Así que ¿píldoras mágicas? Te lo agradezco, pero no.
"Yo no presto atención a lo que está en mi contra. Me concentro en mis metas y trato de ignorar el resto" —Venus Williams
Los cementerios son lugares tristes. Lo son, no sólo porque ahí se encuentran nuestros seres queridos. Son tristes también porque junto a ellos se encuentran los libros que no se escribieron, las empresas que no se emprendieron, las vocaciones que no se atendieron…
Todos tenemos anhelos secretos o no tan secretos que nos gustaría llevar a cabo: escribir un libro, perder peso, tomar clases de baile, programar... pero por diversas razones no lo hacemos. Las justificaciones que utilizamos para no realizar las cosas que deseamos son variadas: no tengo tiempo, no tengo dinero, a mi ya se me pasó el arroz, mi familia no me apoya, etcétera, etcétera. Sin embargo, si hay algo que de verdad queremos hacer, a menudo la solución es tan simple como el eslogan de Nike: “Just do it” (simplemente hazlo). Por ejemplo, hoy, gracias a Internet, podemos aprender casi cualquier cosa gratis. Los científicos de datos son los profesionales más demandados actualmente en el mercado laboral, y una de las profesiones mejor pagadas. Pues bien, existen cursos de Big Data en internet, impartidos por algunas de las mejores universidades del mundo, totalmente gratuitos. Si los datos no son lo tuyo, no te preocupes, lo mío tampoco; existen muchas más posibilidades. También podemos aprender a bailar bachata, cocina vegana, submarinismo, yoga… en fin, yo me atrevería a decir que cualquier cosa que deseemos, lo podemos aprender de manera gratuita en la web. El dinero, en muchos casos, no es una verdadera barrera. La falta de tiempo es otro de los sospechosos favoritos. En este si que me he refugiado yo. Cuando empecé con el blog, mi meta era escribir al menos dos artículos a la semana. Luego pasé a tres. Desde hace un tiempo quiero escribir cinco, pero ¿adivinen que? ¡Exacto! No me queda tiempo. Con decepción tengo que reconocer que bastó con registrar durante un par de días todo lo que hacía, para darme cuenta que la excusa del tiempo, como diría el gringo, era ‘bullshit’. El escritor japonés Haruki Murakami, escribió en un ensayo en 2008 porque él no tenía mucha vida social: “las personas se ofenden cuando uno repetidamente rechaza sus invitaciones”. Sin embargo, para el escritor, su relación más importante es la que tiene con sus lectores y por esa razón dice no a las cosas que se interponen entre su oficio y su público: “mis lectores darían la bienvenida a cualquier estilo de vida que yo escoja. Siempre y cuando, este me asegure que cada nuevo trabajo es mejor que los anteriores. ¿No debería ser esa mi obligación y mi prioridad número uno como novelista?". Cuando en realidad queremos hacer algo, debemos hacer de ello nuestra prioridad y decirle no a las otras cosas que nos alejan de nuestros objetivos. Entrar varias veces al día a Facebook, pasar el tiempo en WhatsApp con los colegas, o leernos las revistas de los chismes de las celebridades, no nos acerca a nuestras metas. Nos aleja. Lo que nos acerca a ellas es dedicar tiempo y esfuerzo trabajando para alcanzarlas. Si, por ejemplo, lo que deseas es escribir, no existe otra manera que poner tu trasero en el asiento, tus dedos en el teclado, y teclear. Todos los días. Sin excusas. Ese es el consejo de Nolan Bushnell, el pionero de los videjuegos y fundador de Atari: El ingrediente fundamental [para el éxito] es levantar el trasero y hacer algo. Es tan simple como eso. Mucha gente tiene ideas, pero pocos son los que deciden hacer algo al respecto ahora. No mañana. No la próxima semana. Sino hoy. El verdadero emprendedor es un hacedor, no un soñador.
En la (gran) mayoría de los casos, el éxito o el fracaso no ocurren debido a un evento único y extraordinario. Es la acumulación de pequeñas acciones u omisiones lo que nos lleva a uno u otro. No permitamos que falsas limitaciones impidan que alcancemos nuestras metas. No permitamos que nos entierren junto a nuestros sueños, hagamos que ellos sean nuestro legado.
"Tu actitud, no tu aptitud; determinará tu altitud" —Zig Ziglar
El estoico emperador Marco Aurelio afirmaba que nosotros no controlamos todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Nuestras acciones o deseos pueden ser impedidos por diversas personas o circunstancias (nuestros padres, nuestros jefes, los políticos, etc.). Sin embargo, aunque no siempre es posible hacer lo que queremos, siempre podemos controlar nuestra actitud y nuestra disposición.
Jon Acuff en su libro, Do Over (Rehacerse), el cual ha sido calificado por Seth Godin como el mejor libro escrito sobre cómo desarrollar una exitosa carrera profesional, reitera lo dicho por el sabio emperador hace ya más de 18 siglos: Permitirme recordarte algunas cosas: Cerciorarse de que disfrutas tu trabajo no es deber de tu empresa; es tu deber. Rescartar el lunes no es el deber de tu empresa; es tu deber. Tener una carrera significativa no es el deber de tu empresa; es tu deber. Nosotros, no nuestra empresa, somos los responsables de nuestras actitudes. Lo que ocurre cada día en el trabajo no determina mi actitud, yo lo hago. La actitud es una decisión.
Para demostrar una gran actitud, Acuff nos aconseja dominar estas nueve competencias:
1. Competencia = Exceda las expectativas.
Yo definitivamente hubiese querido que alguien me hubiera dado los anteriores consejos al principio de mi carrera, cuando andaba perdido y más concentrado en lo que podía obtener de la empresa que en aportar valor y mostrar una gran actitud. Espero no sea tarde para enmendarme ;)
“No ruegues por una vida fácil, ruega por la fuerza para soportar una difícil” —Bruce Lee
A menudo los grandes fracasos son la antesala de un extraordinario crecimiento.
En 1997 Apple sufría pérdidas millonarias y Steve Jobs, después de haber sido despedido 12 años atrás, fue llamado por el consejo directivo para ser de nuevo el CEO de la empresa. El regreso de Jobs es quizás el más impresionante segundo acto de la historia de los negocios. De perder millones Apple pasó a ser la empresa más valiosa del mundo tras el regreso del célebre emprendedor. Era el hombre correcto para la tarea que había por delante, posiblemente nadie más podría haber logrado lo que el logro. Jobs co-fundó Apple Computer cuando tenía 21. A los 23 ya era millonario. Pero a los 30, cuando era enormemente exitoso, insanamente rico y una celebridad mundial, la suerte le cambió. John Sculley, quien había sido traído a Apple por el propio Jobs, lo despidió de la empresa que el mismo había fundado. Jobs lo recordó así en el famoso discurso de Stanford: Me echaron, y de una manera muy pública. Lo que había sido el centro de toda mi vida adulta se había ido. Yo estaba devastado. Fue un fracaso bastante público.
Pero no crucifiquemos a Sculley, muy probablemente Steve Jobs merecía ser despedido. La opinión generalizada para ese entonces era que él era un gran visionario, pero no un buen hombre de negocios. Estaba enfocado de manera obsesiva en crear el mejor ordenador posible y poco le importaban otras áreas de la empresa que se preocupan por ganar dinero.
También es legendario su estilo brutal de liderazgo. Si bien es cierto que uno de sus mayores atributos fue sacar lo máximo de cada persona, también es cierto que esta obsesión por la perfección lo llevaba, en muchas oportunidades, a ser desmedidamente cruel con su equipo. Después de su público despido vino un periodo de incertidumbre y dolor. [Yo] realmente no supe qué hacer durante unos meses. Sentía que había decepcionado a la generación anterior de emprendedores, que había dejado caer el testigo que ellos me había entregado.
Sin embargo, después de esos meses de desconcierto empezó su gran reinvención. Poco a poco, paso a paso y éxito tras éxito, Steve Jobs se convirtió en un sagaz hombre de negocios, capaz de realizar la hazaña de salvar Apple y convertirla en la admirada empresa que es hoy.
Los duros momentos que vivió tras su estrepitoso fracaso se convirtieron en los mejores maestros. Yo no lo vi así entonces, pero resultó que ser despedido de Apple fue lo mejor que me pudo haber pasado. El lastre de ser exitoso fue reemplazado por la ligereza de ser un principiante otra vez, menos seguro de todo. Esa libertad me ayudó a entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida.
El crecimiento que experimentó Steve Jobs después de su tropiezo no es desconocido para la ciencia. La psicología le ha llamado a este fenómeno “crecimiento post-traumático”. Muchas personas, después de afrontar experiencias dolorosas o grandes fracasos, son capaces de rehacerse y convertirse en una mejor versión de lo que antes eran.
Los científicos han identificado cinco áreas que se fortalecen después de vivir infortunios: 1) Relaciones interpersonales. 2) Identificación de nuevas posibilidades en la vida. 3) Fortaleza personal. 4) Espiritualidad. 5) Aprecio de la vida. Como Steve Jobs reconoció, la creatividad es otra área que se ve estimulada. Un estudio llevado a cabo por el departamento de psicología de la Universidad de Pensilvania, encontró que el número de eventos adversos reportados por los participantes, predecía la dimensión del aumento que ellos percibían de su propia creatividad. ********** Las frustraciones que sufrió la cantante Rachel Platten durante 12 años, estimularon su creatividad de manera extraordinaria. Hoy se encuentra en la cima de su carrera gracias a que supo encausar hacia su arte el dolor que experimentó. Su canción, Fight Song, ha sido vista casi 23 millones de veces en YouTube y fue número uno en iTunes, desbancando de la primera posición a la consagrada Taylor Swift. Después de más de una década de perseguir su sueño sin éxito alguno. Después de ver como algunos críticos calificaban su música como ligera e insignificante. Rachel, abatida y exhausta tras tantos años de infructuosa lucha se sentó y escribió esto:
Tristemente no todos reaccionamos como Steve Jobs y Rachel Platten. El mundo sería un lugar muy distinto si todos respondieramos de la misma manera que lo hicieron ellos. Sin embargo, lo que ellos, y muchos otros han demostrado, es que es posible reinventarse después de afrontar severas adversidades.
Si es humanamente posible, significa que está a nuestro alcance. Cuando todo sea oscuridad, cuando todo se ponga cuesta arriba, recuerda lo que dijo Steve Jobs: “No pierdas la fe” y sigue luchando. Ahora disfruta de Fight Song
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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