"Los hombres son codiciosos para hacer público el éxito de sus esfuerzos, pero mezquinamente tímidos para publicar sus fallos. Los hombres están arruinados por esta práctica imperfecta de encubrimiento de errores y fracasos" Abraham Lincoln
Esta semana unos amigos me contaron como les había ido preparando unas galletas. Era la primera vez que las hacían y las equivocaciones no faltaron: quedaron duras y deformes. Algunas se quemaron. Según sus propias palabras, “el experimento resultó un completo fracaso”.
El ‘fracaso’ de mis amigos con las galletas no es que los haya hundido en la desolación y los haya hecho miserables. Todo lo contrario, se la pasaron muy bien y se divierten contando la anécdota. Sin embargo, su 'fracaso' me dejó pensando. Jamás deberíamos llamar fracaso a aprender, en todo proceso de aprendizaje estarán presentes pequeños (o grandes) fallos. Son inevitables. Es como si llamáramos fracaso a las caídas de los niños cuando empiezan a caminar. O a sus errores a la hora de hablar. Todos, cuando estamos aprendiendo algo nuevo, andamos vacilantes y muchas veces caemos. Los niños asumen este proceso con naturalidad y no se preocupan de los inevitables “fracasos” que ocurren mientras aprenden, no sólo al caminar, lo hacen igual con todo lo demás. A medida que crecemos, nuestra relación con los errores cambia. Ya no los asumimos con la misma naturalidad y nos avergonzamos de ellos. Esa es quizás la principal razón por la cual dejamos de aprender y de evolucionar. Permitimos que nuestro ego se convierta en el muro que detiene nuestro crecimiento. Algunos experimentos señalan que bajo las condiciones y con la metodología apropiada, los adultos pueden aprender otro idioma más rápido que los niños. Sin embargo, el principal obstáculo en su aprendizaje es la vergüenza que sienten al cometer errores. La posibilidad de sentirnos ridículos nos petrifica. Lo sé por experiencia propia, a pesar usar el inglés a diario (casi todo lo que leo y veo es en ese idioma), cada vez que tengo que hablarlo siento como se me sube la sangre a la cara y empiezo a balbucear ¡como sufro! Con los niños no ocurre lo mismo, ellos no se abochornan cuando se equivocan, simplemente toman nota de su equivocación, aprenden, corrigen y siguen adelante. Ahora bien, si nuestro ego se interpone en algo tan trivial como aprender otro idioma, imaginemos el obstáculo que puede significar dentro de una empresa. Los directivos sienten escalofríos ante la posibilidad de que un proyecto que previamente respaldaron fracase y los haga parecer incompetentes. Como diría el murciélago de los cuentos de mi hija —Bat Pat— “miedo, remiedo”. Cuanto más grande la empresa, más difícil innovar. Basta que alguien en la cadena de mando burocrático no pueda tolerar el riesgo, para atajar el desarrollo de un proyecto prometedor aunque arriesgado. Personas y organizaciones debemos aprender a convivir con los errores, abrazarlos, anhelarlos, porque no hay progreso sin ellos. Edison lo sabía muy bien, decía que sus experimentos fallidos con la bombilla no eran fracasos, “simplemente descubrió 10.000 manera diferentes de como no hacer las cosas”. Sara Blakely, la exitosa emprendedora, fundadora de Spanx, cuenta que su padre todos los días, durante la cena, le preguntaba a ella y a su hermano: “¿en que han fallado hoy?” Después de oír la lista de ‘fracasos’ de sus hijos, su padre los felicitaba como si de medallas olímpicas se tratara. ¿Alguien duda de que esa comodidad ante el fracaso ha sido un factor crítico en la creación del imperio que Blakely creo? Así como el hosco invierno precede a la luminosa primavera, los errores son la antesala de la maestría y la innovación. Evitarlos, evitará también nuestra evolución.
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"Yo creo que el mayor problema de la humanidad es la sensibilidad de su ego. Eso impide que hallemos lo que es cierto o lo que es equivocado e impide que identifiquemos cuales son nuestras fortalezas y nuestras debilidades"
Ray Dalio es el fundador de Bridgewater, el Hedge Fund más grande del mundo. En 2012 apareció en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo elaborada por la Revista Time. Es, según Forbes, la fortuna número 30 de Norteamérica y la 69 del mundo.
Desde muy joven empezó en el mundo de las inversiones financieras. Mientras trabajaba como caddy, oyó a algunos de sus clientes hablar sobre el éxito de sus inversiones en la bolsa y pensó que esa era una buena forma de ganar dinero, a los 12 años compró sus primeras acciones. Su éxito personal y el de su firma de inversión se deben, en gran medida, a su anhelo por aprender y hallar lo que es cierto. En el libro Learn or Die escrito por el estupendo Edward Hess, encontramos un extracto de sus principios: Aquí están algunas declaraciones representativas realizadas por Ray, tomadas de sus Principios, sus escritos, charlas y mis entrevistas.
El implacable compromiso de Ray Dalio con el aprendizaje y la mejora continua ha permitido que Bridgewater obtenga resultados sobresalientes por más de cuatro décadas y se convierta en el Hedge Fund más grande del mundo.
"Supongo que en un tiempo liderazgo significaba músculo, pero hoy en día significa llevarse bien con las personas" Mahatma Gandhi
Durante los últimos treinta años se han realizado al menos ocho bien documentadas investigaciones sobre las características que comparten las empresas que consistentemente tienen un rendimiento excelente. Aunque la metodología varía de un estudio a otro, existen cuatro características que aparecen en cada una de ellos:
Hoy, cuando gracias a las redes sociales encontramos una desbordante cantidad de expertos, gurús, ninjas y cosas por el estilo, parece ingenuo hablar de liderazgo humilde y servicial. Pero estudio tras estudio se sigue confirmando que quizás es el factor más importante que conduce a las organizaciones hacia la excelencia. Cuenta Jim Collins la siguiente anécdota: al comienzo de la investigación que pretendía revelar los factores que conducen a las empresas hacia la excelencia, le dijo a su equipo que excluyeran de antemano el liderazgo, debido a que compañías que eran buenas (mas no sobresalientes) contaban también con grandes líderes, así que si otras empresas no sobresalientes, tenían también grandes líderes al mando, el liderazgo no podía ser una de las razones que conducen a la excelencia. Sin embargo, un día, sus colaboradores lo citaron a una reunión y sin más preámbulos le dijeron que él estaba equivocado, que no era posible sustraer el efecto que ejercía el liderazgo. Lo que los colaboradores descubrieron, y que Collins no sabía aún, era que la diferencia yacía en el liderazgo de Nivel 5. Otras empresas contaban también con grandes líderes, pero las excelentes tenían líderes de Nivel 5. El liderazgo de Nivel 5, lo definió el célebre académico como “la mezcla de genuina humildad personal con una intensa voluntad profesional”. Es decir, los líderes N5 son ambiciosos para su organización, para su causa, pero son humildes para ellos mismos. Un personaje que ejemplifica, según Collins, este tipo de líderes es Abraham Lincoln, quien era tímido y reservado, pero que, a pesar de ello, no le tembló el pulso a la hora de conducir a su país a una sangrienta guerra (que él consideraba necesaria) que costó la vida de un cuarto de la población masculina de EE.UU. Los líderes de Nivel 5 son los más altos de la jerarquía propuesta por el autor y su equipo: Nivel 5. Máxima autoridad. Construyen organizaciones duraderas a través de la paradójica combinación de humildad personal y voluntad profesional.
En un artículo publicado por la Revista Harvard, Jim Collins relata la historia de Darwin E. Smith, el tímido y de apariencia ordinaria, CEO de Kimberly-Clark durante 20 años (1971-1991). Smith fue el responsable del espectacular cambio realizado por la compañía. Durante su dirección, la empresa generó retornos 4,1 veces superiores a los del resto del mercado.
“Comparado con otros CEO’s, Darwin Smith parecía venir de Marte. Tímido, nada pretencioso, incluso torpe, Smith esquivaba la atención… Su vestimenta era pasada de moda, parecía un chico granjero que viste su primer traje comprado en el supermercado.
Algunas de las características de los Líderes de Nivel 5: rehuyen la adulación pública, no son jactanciosos; actúan basados en principios, no en lo que es popular; asumen la responsabilidad cuando se presentan resultados pobres, no culpan a otros, ni a factores externos, ni a la suerte. Lo contrario ocurre cuando llega el éxito: lo atribuyen a otras personas, a factores externos o a la suerte.
El ex-presidente de Estados Unidos Harry Truman afirmaba que “es asombroso lo que uno puede lograr en la vida si no le importa quien se lleve el mérito”. Esa frase captura la esencia de los líderes de nivel 5: no les preocupa quien obtiene el reconocimiento, sólo les preocupa alcanzar los objetivos.
"Para algunos de nosotros, los libros son tan importantes como cualquier otra cosa en la tierra. Qué milagro es que de estos pequeños cuadrados de papel, planos y rígidos, nazcan mundo tras mundo tras mundo; mundos que cantan a ti, que te reconfortan y te tranquilizan; o te emocionan. Los libros ayudan a entender quiénes somos y cómo debemos comportarnos. Nos muestran lo que es vivir en comunidad y lo que significa la amistad; nos muestran cómo vivir y morir"
Desde que empecé con este blog me interesé por entender un poco sobre el oficio de escribir, con la intención de aprender e ir progresivamente mejorando. Cuando buscas en Google cuáles son los mejores libros sobre escribir, siempre aparecen cuatro en los primeros lugares: La Guerra del Arte de Steven Pressfield, Sobre Escribir de Stephen King, Pájaro a Pájaro de Anne Lamott y Los Elementos del Estilo de William Strunk Jr.
Como todos los anteriores, Pájaro a Pájaro es una joya que recomiendo leer a todo aquel que quiera escribir de manera regular. No obstante, la sabiduría depositada ahí trasciende el ámbito de la escritura y es aplicable a nuestra vida en general. Sobre por qué escribir: Lo primero que les digo a mis alumnos nuevos es... que la buena escritura es acerca de decir la verdad. Somos una especie que necesita y quiere entender lo que somos. Los piojos de las ovejas no parecen compartir este anhelo, esa una de las razones por las que escriben tan poco. Pero nosotros si lo hacemos. Tenemos mucho que queremos decir y entender. Año tras año, mis alumnos están llenos de historias para contar y empiezan sus proyectos de escritura con entusiasmo y, tal vez, incluso, alegría (¡finalmente su voz será escuchada y podrán dedicarse a lo que han deseado hacer desde la infancia!). Pero después de unos días sobre el escritorio, decir la verdad de una manera interesante resulta tan fácil y tan agradable como bañar a un gato.
Muchas personas que anhelan escribir lo hacen pensando en lo maravilloso que será ver su obra publicada. Lamott advierte sobre esto:
Pero yo, sin embargo, animo a cualquier persona que se siente absolutamente obligado a escribir a hacerlo. Sólo trato de advertir a las personas que esperan ser publicados que la publicación no es todo lo buena que parece. Pero escribir si lo es. La escritura tiene mucho que dar, mucho que enseñar. Tantas sorpresas. Aquello que tuviste que obligarte a hacer —el acto de escribir— resulta ser la mejor parte. Es como darte cuenta de que lo que necesitabas no era la cafeína que obtienes después de realizar la ceremonia del té, lo que realmente necesitabas era la ceremonia del té.
Ser publicado no es la recompensa, la recompensa es escribir:
Pero Yo también les digo a mis estudiantes que a veces, cuando mis amigos escritores están trabajando, se sienten mejor y más vivos que en cualquier otro momento. Y, a veces, cuando están escribiendo bien, sienten que están viviendo por algo. Es como si las palabras correctas, la palabra verdaderas estuvieran ya dentro de ellos y ellos solo quieren ayudarles a salir. Escribir de esta manera es un poco como ordeñar una vaca: la leche es tan rica y deliciosa y la vaca es feliz de que tu la ordeñes.
Cuando empiezas, sientes temor. Temor de equivocarte, de escribir alguna bestialidad, de ser ridiculizado, de que a nadie le importe… Lo que me ayudó a mi a la hora de darle clic a 'publicar', fue pensar, después de revisar muchas veces los borradores, que eso era lo mejor que yo podía escribir en ese momento.
Aunque sabes que tus manuscritos no son perfectos y hubieras esperado mucho más, también sabes que simplemente no hay más vapor en la olla y que esto es lo mejor que puedes hacer por ahora… Bueno, Yo pienso que eso significa que has terminado.
Uno de los momentos más especiales que puedes vivir mientras lees, ocurre cuando encuentras que el escritor ha dicho exactamente lo que tu sientes, pero no sabías cómo decirlo. Eso sentí yo al leer los siguientes párrafos:
Para ser un buen escritor, no solo tienes que escribir bastante, tambien te tiene que importar. No tienes que tener una filosofía moral complicada. Pero un escritor siempre intenta, creo, ser parte de la solución, entender un poco acerca de la vida y comunicarlo.
Escribir te hace mejor lector:
Uno lee con una apreciación y concentración más profunda, ahora sabes cuán difícil es escribir, sobre todo, lo difícil que es que se vea fácil. Empiezas a leer con los ojos de un escritor. Te concentras de una nueva manera. Estudias cómo alguien retrata su versión de las cosas de una forma que es nueva, audaz y original. Te das cuenta de cómo un escritor pinta un personaje o una época fascinante para ti, sin tener la sensación de haber recibido una gran cantidad de información, y cuando te das cuenta de cuán artísticamente esto ha ocurrido, en realidad podrías dejar el libro por un momento y saborearlo, simplemente saborearlo.
Escribir y leer nos brindan compañía:
Escribir y leer disminuyen nuestra sensación de aislamiento. Profundizan, amplían y expanden nuestro sentido de la vida: ellos alimentan nuestra alma. Cuando un autor sacude nuestra cabeza con la exactitud de su prosa y sus verdades, e incluso, nos hacen reir de nosotros mismos o de la vida, nuestra ilusión es restablecida. Nos es dada la oportunidad de bailar con, o al menos, aplaudir junto a lo absurdo de la vida, en vez de ser aplastados por ella una y otra vez. Es como cantar en un bote durante una terrible tormenta en el mar. No puedes detener la tormenta, pero cantando puedes cambiar los corazones y los espíritus de las personas que están juntas en esa nave.
Pájaro a Pájaro es un libro para ser leído y releído.
"Al ser el CEO de una startup, duermo como un bebe. Me despierto cada dos horas y lloro"
En el libro The Hard Thing About The Hard Things, Ben Horowitz expone el concepto, La deuda de gestión, y para explicarla usa un ejemplo proveniente del mundo de la informática: la deuda técnica. La deuda técnica ocurre cuando intentas ahorrar tiempo programando de mala manera, haciendo chapuzas. En ocasiones se justifica tomar un poco de deuda técnica; por ejemplo, durante un fallo que necesitas restablecer lo más pronto. Pero siempre debes tener en cuenta la deuda contraída, porque eventualmente tendrás que pagarla y programar de manera correcta.
La deuda de gestión se crea cuando te enfrentas ante situaciones en donde la decisión correcta es impopular o difícil de tomar, así que para evitarte el disgusto tomas una menos adecuada intentando comprar tiempo. La deuda de gestión, como todas las deudas, tarde o temprano debe ser pagada (con intereses). Horowitz refiere tres ejemplos de deuda de gestión: 1. Poner a dos en el cargo. ¿Qué hacer cuando se tiene dos empleados sobresalientes que lógicamente encajan el mismo lugar del organigrama? Tal vez tienes un arquitecto de clase mundial que está dirigiendo ingeniería, pero no tiene la experiencia para conducir la organización al siguiente nivel. También tienes una persona excepcional en operaciones que no es muy buena técnicamente. Quieres mantener a ambos en la empresa, pero sólo tienes una posición. Así que se te ocurre la 'brillante' idea de poner a "dos en el cuadro" y tomar un poco de deuda de gestión. Los beneficios a corto plazo son claros: mantienes a los dos empleados, además, no tienes que formar a ninguno, porque, teóricamente, se forman el uno al otro. De un plumazo acabas con el asunto de la falta de formación. Por desgracia, tendrás que pagar por esos beneficios con intereses y a una tasa muy alta.
Los problemas, explica Horowitz, no tardarán en aparecer. Por ejemplo, si todo el departamento baja su rendimiento ¿quien es el responsable? Cuando existe una decisión difícil de tomar ¿a cual de los dos se recurre? Cuando se cita a una reunión ¿deben los dos estar presentes? Tarde o temprano tendrás que corregir esa situación quitando a uno de los dos del cargo, o el departamento de ingeniería será un desastre siempre.
2. Pagar demasiado a un empleado porque le hicieron una oferta desde otra empresa. Un excelente ingeniero decide dejar la empresa porque recibe una oferta mejor. Por diversas razones, estabas pagándole poco, pero la oferta de la otra empresa es superior a la de cualquier ingeniero de tu empresa y el ingeniero en cuestión no es tu mejor ingeniero. Sin embargo, está trabajando en un proyecto crítico y no puedes permitirte el lujo de perderle. Así que igualas la oferta. Salvas el proyecto, pero acumulas la deuda.
3. No gestionar el rendimiento ni realizar evaluaciones a los empleados.
Tu empresa ahora emplea a veinticinco personas y sabes que debes formalizar el proceso de evaluación, pero no quieres pagar el precio. Te preocupa que, de hacerlo, la hará parecer como una "gran empresa". Además, no quieres que tus empleados se sientan ofendidos por los comentarios, porque no te puedes dar el lujo de perder a nadie en este momento. La gente es feliz, ¿por qué sacudir el bote? ¿Por qué no tomar un poco de gestión de la deuda?
El consejo final.
Cada realmente bueno, realmente experimentado CEO que conozco, comparte una importante característica: tienden a optar por la respuesta difícil en los asuntos de la organización. Ante la decisión de pagar a todos el mismo bono para hacer las cosas más fáciles o recompensar con precisión el rendimiento y hacer cosquillas, van a hacer cosquillas. Si tienen que escoger entre de cortar un proyecto popular hoy, debido a que no encaja en los planes de largo plazo o conservarlo por no afectar la moral y parecer coherente, lo van a cortar hoy. ¿Por qué? debido a que prefieren pagar el precio de gestionar hoy y no tener que hacerlo de nuevo.
"Porque es en el dar que recibimos" Francisco de Asís
En el libro Pajaro a Pajaro de Anne Lamott me encontré esta maravillosa historia de amor y generosidad
Aquí está la mejor historia verdadera de entrega que conozco, me la contó Jack Kornfield de Spirit Rock Meditation Center en Woodacre. Un chico de ocho años tenía una hermana menor que estaba muriendo de leucemia y le dijeron que sin una transfusión de sangre ella moriría. Sus padres le explicaron que su sangre probablemente era compatible con la de ella y, de ser así, el podría ser el donante. Sus padres le preguntaron si podrían realizarle una prueba de sangre. El respondió, seguro. Así que lo hicieron y resultó compatible. A continuación le preguntaron si le podría dar a su hermana medio litro de sangre. Respondió que tendría que pensárselo durante la noche.
No te preocupes que sólo yo te he visto y no lo voy a contar. Sécate la lágrima, pero conserva la sonrisa. Te deseo un gran día :-)
"No importa lo que la gente te diga. Las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo"
Robin Williams
Existe una fórmula probada para ser más felices: capturar y agradecer los instantes de felicidad que disfrutamos durante el día.
La cosa funciona así: nuestro cerebro tiene una fuerte inclinación a notar lo malo que nos ocurre o que ocurre a nuestro alrededor. Es un mecanismo natural de supervivencia. Nuestros antepasados vivían expuestos a muchos peligros: depredadores, falta de alimentos, condiciones climáticas adversas… Dado lo hostil del entorno en el cual vivíamos, desarrollamos un agudo sentido para captar indicios de cosas que podrían resultar potencialmente mortales para nuestra vida. De ahí proviene nuestra inclinación a fijarnos en lo malo y pasar por alto lo bueno que nos pasa. Mientras que ser capaces de notar indicios de cosas negativas que nos podrían afectar, sigue siendo importante en nuestras vidas (observar que no somos del total agrado de nuestro jefe y, dado que la empresa piensa realizar un recorte de plantilla, significa ¡espabila!), también es necesario advertir y agradecer las cosas buenas. De esta manera podemos darle un mayor balance a la información que captura nuestro cerebro. Ser conscientes de las pequeñas (o grandes) alegrías que gozamos en nuestra vida cotidiana tiene efectos positivos y duraderos sobre nuestros niveles de felicidad. ¿Como podemos entrenar la mente para capturar felicidad? Al final del día haz una lista de tres cosas buenas que te hayan ocurrido o por las cuales sientas que debes agradecer. Por ejemplo; por tus hijos, o por tus padres; por la comida que disfrutaste, o por la que decidiste no disfrutar para llegar en forma al verano. Seguro que todos tenemos al menos tres cosas por las cuales sentirnos agradecidos en nuestra vida. Lo mejor de este ejercicio es que no solo te ayuda a reflexionar diariamente sobre las cosas buenas que te ocurren, también entrena tu mente para que capture los momentos de felicidad en 'real time'. Ya no pasarán desapercibidos. De la misma manera que entrenamos el cerebro para capturar momentos de dicha y ser más felices, podemos entrenarlo también para generar y capturar ideas, y de esta manera ser más creativos. El ejercicio es el siguiente, todos los días debes escribir 10 nuevas ideas. ¿Sobre que? Sobre cualquier cosa, una idea de negocio, como mejorar tu salud, alguna actividad que puede resultar divertida para tu familia, cualquier cosas que consideres como una nueva idea puede ser anotada. “La mejor manera de tener una buena idea es tener muchas ideas” afirmó el premio Nobel de química Linus Pauling. Este ejercicio te garantiza abundantes ideas, si lo llevas a cabo durante un año, tendrás 3600 nuevas ideas, con seguridad que al menos una (quizás dos, tres; ¡tal vez diez!) tendrá la capacidad de tener un enorme impacto positivo en tu vida. Más importante aún que el número de ideas que vas atesorando, es en lo que TÚ te conviertes. Serás 'La Máquina Definitiva de las Ideas'. Tu mismo te sorprenderás por la cantidad y la calidad de las ideas que empezarán a llegar a tu cerebro después de un tiempo realizando el ejercicio. A tu cabeza llegarán todo tipo de ideas: cómo ser mejor profesional o emprendedor, sorprender a tu pareja, comentarios graciosos, ideas para blogs... La gente pronto lo notará. Poco a poco te convertirás en LA FUENTE de las genialidades. Continuamente se presentarán ante ti amigos y familiares para que les eches una mano y les des un par de buenas ideas. Dos recomendaciones para que este ejercicio sea un éxito. La primera; no permitas que tus ideas se pierdan. A mi se me han perdido muchas, por eso ahora siempre llevo conmigo algo que me permita capturarlas al instante, un trozo de un papel y un lápiz, aunque también puedes grabarlas en el móvil, ya sea de manera escrita u oral. Las segunda. Como con cualquier cuenta, para evitar que se te agoten los fondos tienes que ingresar. Debes darle a tu cerebro una buena dosis de alimento de calidad, que no es otra cosa distinta que la lectura de ideas que previamente se le han ocurrido a gente más lista que nosotros y que han tenido el amable detalle de dejarlas registradas en los maravillosos artefactos que llamamos libros. Leer sigue siendo el mejor mecanismo para mantener una mente vigorosa. El cerebro funciona como un músculo, en la medida en que lo ejercitas en determinadas tareas, se va volviendo más eficiente en ellas, los científicos le llaman a esto neuroplasticidad. Con el paso del tiempo serán muchas y muy buenas las ideas de las que dispondrás. Luego habrá que ejecutarlas, pero eso es otra historia y será otro post. Por ahora, chao.
"Para los más ambiciosos jóvenes, la escalera corporativa está obsoleta"
Paul Graham es emprendedor, escritor e inversor. En 2004 publicó un libro donde recopila algunos de sus ensayos, Hackers and Painters, el cual fue muy bien recomendado por la crítica —todavía no lo he leído, pero espero hacerlo pronto—; en 2005 fundó Y Combinator, firma de capital semilla que fue nombrada por la Revista Forbes como la mejor incubadora y aceleradora del mundo. Mejor dicho, éxito no le falta.
Hace poco descubrí uno de sus ensayos, Como hacer lo que amas, cuya lectura recomiendo en su totalidad. En el ensayo Graham aborda tres temas: trabajo no necesariamente debe significar dolor; porque es tan difícil hacer lo que amas y que hacer para dedicarte a aquello que amas. Desde muy pequeños nos han dicho que trabajar es un castigo, el castigo que todos debemos soportar debido a la imprudencia de Adán cuando probó la manzana: Hacer lo que amas es complicado. La idea misma es ajena a lo que la mayoría de nosotros aprendimos cuando niños. Cuando yo era niño, parecía como si el trabajo y la diversión fueran opuestos por definición.
A que dedicar nuestra vida es una decisión difícil que debe ser tomada por un adolescente con información incompleta y que está expuesto a dos influencias que pueden perjudicar su buen juicio: el prestigio y el dinero.
PRESTIGIO Lo que no debes hacer, creo yo, es preocuparte por la opinión de nadie, más allá de tus amigos. No deberías preocuparte por el prestigio. El prestigio es la opinión del resto del mundo. En tanto puedas pedir las opiniones de la gente cuyo juicio respetas, ¿qué añade considerar opiniones de gente que ni siquiera conoces?
DINERO
El consejo de los padres tiende a errar por el lado del dinero. Creo que es seguro decir que hay más estudiantes universitarios que quieren ser novelistas y cuyos padres desean que sean médicos, que los que quieren ser médicos y cuyos padres desean que sean novelistas. Los niños piensan que sus padres son "materialistas." No necesariamente. Todos los padres tienden a ser más conservadores para con sus hijos de lo que serían para sí mismos, simplemente porque, como padres, comparten más los riesgos que las recompensas. Si tu hijo de ocho años decide subirse a un árbol alto, o tu hija adolescente decide salir con el chico malo del barrio, no participas de la emoción, pero si tu hijo se cae, o tu hija queda embarazada, tendrás que lidiar con las consecuencias.
Ante estas dos poderosas influencias ¿como saber si algo realmente te gusta o te encuentras bajo el hechizo del dinero y el prestigio?
Con fuerzas tan poderosas desviándonos del camino, no es sorprendente que nos resulte tan difícil descubrir en qué nos gustaría trabajar. La mayoría de las personas son condenadas desde la infancia, al aceptar el axioma de que trabajo = dolor. Los que escapan a esto son casi todos tentados a confundirse por el prestigio o el dinero. ¿Cuántos descubren en lo que aman trabajar? Unos cientos de miles, tal vez, de miles de millones.
Descubrir lo que amas hacer es el primer paso. Muchas personas encallan aquí, descubren lo que aman, pero desisten de seguir adelante debido a que encuentran abrumador el esfuerzo requerido para vivir su vocación.
Por supuesto, averiguar en qué te gusta trabajar no quiere decir que te pondrás a trabajar en ello. Esa es una cuestión aparte. Y si eres ambicioso tienes que mantenerlas separadas: tienes que hacer un esfuerzo consciente por evitar que lo que ‘parece posible’ contamine lo que 'quieres ser'.
Graham argumenta que el principal obstáculo que nos impide dedicarnos a lo que nos gusta es la necesidad de ganarnos la vida, pagar las facturas del mes. Para sortear esta dificultad nos presenta dos rutas:
Hay otra razón por la cual "no todos pueden hacer el trabajo que aman" que es muy cierta. Uno tiene que ganarse la vida, y es difícil que se te pague por hacer el trabajo que amas. [Sin embargo] Hay dos rutas hacia ese destino:
¿Qué ruta escoger?
Eso depende de que tan seguro estas acerca de lo que quieres hacer, que tan bueno eres recibiendo ordenes, cuanto riesgo puedes soportar y las probabilidades de que alguien pagaría (en tu vida) por lo que quieres hacer. Si estás seguro del área en que deseas trabajar y es algo por lo que la gente estaría dispuesta a pagarte, entonces probablemente debas tomar la ruta orgánica. Pero si no sabes en lo que quieres trabajar, o no te gusta recibir órdenes, es posible que desees tomar la ruta de los dos trabajos, si puedes sobrellevar el riesgo.
Como lo dije antes Como hacer lo que amas merece ser leído en su totalidad, no obstante espero hayas disfrutado de este (no tan) pequeño extracto.
Austin Kleon escribió un magnífico libro sobre creatividad, Roba como un artista: las 10 cosas que nadie te ha dicho acerca de ser creativo. Está convencido (como lo estoy yo) de que la creatividad no es un don abstracto que fue otorgado a unos pocos, sino, más bien, una elección deliberada que todos podemos hacer.
Sus 10 recomendaciones para quien quiera inyectar algo de creatividad a su vida (¿y quien no?) están llenas de inteligencia. 1. Nada es original. El escritor Jonathan Lethem ha dicho que cuando la gente llama a algo 'original', nueve de cada diez veces lo que ocurre es que simplemente no saben las referencias o las fuentes originales involucradas.
2. No esperes hasta saber quien eres para empezar.
Si yo hubiera esperado a saber quién o qué era yo antes de empezar a "ser creativo", bueno, todavía estaría sentado ahí tratando de averiguarlo, en vez de haciendo cosas. En mi experiencia, es en el acto de hacer cosas y hacer nuestro trabajo donde descubrimos lo que somos.
3. Escribe el libro que te gustaría leer.
La pregunta que todo joven escritor en algún momento se hace es: "¿Sobre qué debo escribir?" Y la respuesta estándar es, “escribe sobre lo que sabes”. Ese consejo siempre lleva a historias terribles en las que no sucede nada interesante.
4. Usa tus manos.
Mi caricaturista favorito, Lynda Barry, tiene este dicho: "¡en la era digital, no te olvides de utilizar tus dígitos!" Tus manos son los dispositivos digitales originales. Úsalas.
5. Proyectos paralelos y hobbys son importantes.
Una cosa que he aprendido en mi breve carrera: son los proyectos paralelos los que realmente despegan. Por proyectos paralelos quiero decir las cosas que pensaste que eran sólo para pasar un rato. Cosas para divertirte. Esas en realidad son las cosas buenas. Ahí es cuando ocurre la magia.
6. El secreto: haz un buen trabajo y compártelo con la gente.
Si hubiera una fórmula secreta para darte a conocer, te la daría. Pero sólo hay una fórmula no-tan-secreta que yo sé: hacer un buen trabajo y compartirlo con la gente.
7. La geografía ya no es nuestro maestro.
Ahora vivo en Austin, Texas. Un lugar bastante de moda. Toneladas de artistas y personas creativas de todo el mundo. ¿Y sabes qué? Yo diría que el 90 por ciento de mis mentores y compañeros no viven en Austin, Texas. Viven en todas partes. Los conozco a través de Internet... tengo amigos de Twitter y lectores de Google.
8. Sea amable (el mundo es un pueblo pequeño)
La regla de oro es aún más de oro en nuestro mundo hiperconectado. Una importante lección que aprender: si hablas de alguien en Internet, te van a pillar. Todo el mundo tiene una alerta de Google con su nombre. ¿La mejor manera de vencer a tus enemigos en Internet? Ignóralos ¿La mejor manera de hacer amigos? Di cosas amables.
9. Se aburrido (es la única manera de dejar el trabajo hecho)
Soy un tipo aburrido con un trabajo de 9 a 5 pm que vive en un barrio tranquilo, con su mujer y su perro. Esa imagen completamente romántica del genio creador que consume drogas y que se acuesta con todos está agotada. Eso es para los superhumanos y las personas que quieren morir jóvenes. La cosa es así: se necesita mucha energía para ser creativo. Usted no tiene esa energía si la desperdicia en otras cosas.
10. Escoja a que renunciar.
En la era de la abundancia y la sobrecarga de información, los que saldrán adelante serán aquellos que descubran a qué renunciar, para poder concentrarse en lo que es realmente importante para ellos. Nada es más paralizante que la idea de posibilidades ilimitadas. La idea de que se puede hacer cualquier cosa es absolutamente aterradora.
"El consumidor no es un idiota, es tu esposa"
"Si no vende, no es creativo"
David Ogilvy pertenece al selecto grupo de pensadores (junto con Raymond Rubicam, Leo Burnett, William Bernbach, Ted Bates) que le dieron forma al negocio de la publicidad a partir de 1920.
Bautizado con el nombre de David Mackenzie Ogilvy, nació en West Horsley, Inglaterra, el 23 de junio de 1911. Estudió en la Universidad de Oxford, aunque no se graduó. Durante su juventud trabajó en la cocina del Hotel Majestic en París, luego regresó a Inglaterra para convertirse en vendedor de estufas puerta a puerta para Aga Cookers. Antes de dejar su empleo como vendedor, en 1935, escribió un manual de ventas que la revista Fortune llamó como “probablemente el mejor manual de ventas jamás escrito”. Su tardío (y glorioso) ingreso a la industria de la publicidad desafía dos creencias ampliamente aceptadas por muchísimas personas dentro y fuera del mundo de los negocios. La primera es que el genio es innato y por lo tanto debe manifestarse desde edades tempranas. La otra creencia es la de los años de experiencia como prueba de idoneidad a la hora de ser contratado. Al respecto, Ogilvy escribió en 1951 a sus socios, tres años después de fundar su agencia, un elocuente mensaje: ¿Contratará alguna agencia a este hombre?
Su libro Confesiones de un Publicitario es uno de los mejores libros de marketing que he leído, aunque escrito hace más de 50 años, continúa siendo relevante, no solo para marketeros y creativos, también para todo aquel que quiera establecerse como freelance.
El éxito de su agencia se debió a la combinación, en altas dosis, de ingenio y esfuerzo. Ogilvy estableció desde el comienzo estándares superlativos de servicio con respecto a los clientes. Esa obsesión por brindar un excelente servicio y cumlir sus compromisos, reconoció haberla aprendido en sus años como cocinero en el Majestic bajo las órdenes del gran chef Monsieur Pitard: M. Pitard me enseñó lo que debe ser un buen servicio. Por ejemplo, me oyó como le decía una vez a un camarero que habíamos agotado el plato del día. Casi me fulminó por ello. En una gran cocina — me dijo — ha de hacerse siempre honor a lo que se haya prometido en el menú.
Customer Centricity (centrarse en el cliente) y Content Marketing (marketing de contenido) son dos expresiones de vehemente actualidad en el marketing de hoy. David Ogilvy, hace más de 50 años, sabia de su valor. Con respecto a poner al cliente en el centro de toda acción afirmó:
Siempre he tratado de ponerme en el lugar de mis clientes para ver los problemas a través de sus ojos. Compro acciones de sus compañías, de forma que pueda pensar como un miembro más de su familia. Cuando tengo una visión total de su negocio, estoy mejor preparado para darles un consejo razonable. Si me eligiesen miembro de su Consejo de Administración me resultaría aún más fácil identificarme con sus intereses.
Y sobre el Marketing de contenido:
Otro ventajoso truco consiste en facilitar al lector consejos útiles o servicios. Consigue un 75 por ciento más de lectores que el texto que trata enteramente del producto.
La disciplina y el trabajo duro hicieron posible su éxito. Al respecto, un empleado suyo, al abandonar la empresa le escribió: «Usted nos marcaba la pauta, llevándose trabajo a su casa. Era una experiencia desconcertante la de pasar toda la tarde de un sábado sin hacer nada, sentados en un jardín contiguo al suyo, mientras le estábamos viendo en su mesa, inmóvil junto a la ventana, haciendo su trabajo extraordinario».
El consejo de Ogilvy para los jóvenes aspirantes a destacar en el negocio de la publicidad no podía ser otro que el trabajo duro: Si, por ejemplo, se trata de una marca de gasolina, hay que leer libros de texto sobre química, geología y distribución de los productos petrolíferos. Hay que estar al día leyendo todos los artículos de revistas técnicas que tratan de esta especialidad. También hay que repasar todos los resultados de investigaciones y planes de márketing que se hayan escrito en su agencia sobre el producto. Conviene pasarse los sábados sirviendo gasolina y conversando con los automovilistas. Es interesante visitar las refinerías y laboratorios de investigación de la empresa cliente. Debe estudiar la publicidad de la competencia. Al finalizar el segundo año, conocerá sobre la gasolina más que su superior. A partir de ese momento, estará ya en condiciones de sustituirlo. Casi todos los jóvenes de las agencias son demasiado perezosos para realizar este tipo de trabajo a deshoras. Y continúan siendo superficiales a perpetuidad. Por eso no ascienden.
Sin embargo, el trabajo duro es más llevadero si amas lo que hacer, entonces deja de ser trabajo y se convierte en pasión:
Admiro a las gentes para las que el trabajo es un placer. Si no disfrutan ustedes con lo que hacen, les aconsejo que busquen otro empleo. Recuerdo el proverbio escocés: «Sé feliz mientras vivas, pues muerto lo estarás largo tiempo»
La vocación del artista no riñe con el deseo de prosperar financieramente:
Muchas de las más grandes creaciones del hombre han sido inspiradas por el deseo de hacer dinero.
En el libro La Vaca Púrpura el genial Seth Godin nos habla sobre la necesidad de diferenciarnos para tener éxito en los negocios. El también genial Ogilvy lo sabia desde mucho antes:
La mayoría de fabricantes son reacios a aceptar cualquier limitación de la imagen de su marca. Quieren que sea apta para todo el mundo. Necesitan que sea, a la vez, una marca-macho y una marca-hembra. Una marca de alto copete y una marca plebeya. Acaban, finalmente, con una marca sin ninguna personalidad, algo neutro y diluido. Ningún capón se hace jamás el amo del gallinero.
El libro Confesiones de un publicitario, es una obra estupenda que debería ser leída por todo aquel con intereses en el mundo del marketing.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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