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Domina esta habilidad y todos te querrán

31/5/2016

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"Cuando las personas hablen, escucha completamente. La mayoría de la gente nunca escucha" —Ernest Hemingway

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Imagen: Leo Hidalgo (clic sobre la foto para más info.)
Estábamos mi esposa y yo cenando con una amiga que pronto iba a cambiar su lugar de residencia, en un par de días se iba a vivir a otro país. Cosas de la crisis.

Como era de esperar, nuestra amiga estaba muy nerviosa por el vuelco que estaba a punto de dar su vida. Entonces... habló. Y mucho.

Nos contó cuales eran sus mayores temores, que era lo que más iba a extrañar, sus dudas sobre si sería capaz de adaptarse... Mi mujer y yo poco hablamos, esa noche nuestra participación se limitó a ser la de complacientes oyentes.

Al despedirnos, mucho más tranquila y con una sonrisa en su rostro nos dijo: “¡Cómo voy a echar de menos nuestras conversaciones!” (¡hum?) No, eso no fue una conversación, había sido casi tres horas de monólogo.

Pero nuestra amiga estaba mucho más tranquila y optimista así que ‘no problem’.

La mejor entrevista de trabajo que he dado en mi vida fue una en la que apenas si habré dicho 100 palabras. Mi entrevistadora, deseosa de contar sus experiencias, su estilo de liderazgo, las estrategias que utilizaba, acaparó la (casi) totalidad de la entrevista.

No paraba. Cuando empezaba a quedarse sin gas, una pregunta insignificante, un superfluo ‘ajá’ e incluso un levantar de cejas en señal de asombro, le restituían su empuje y continuaba soltando su chorro sin vacilaciones.

¿Conseguí el empleo? No. La empresa cerró en las siguientes semanas.

Los seres humanos adoramos hablar. Con algunas excepciones, somos felices cuando nos escuchan.

Hablar en muchas ocasiones constituye una forma de darle sentido a nuestro mundo interior, es una manera de ordenar nuestros pensamientos. “¿Cómo voy a saber lo que pienso hasta que no vea lo que he dicho?” declaró con gracia el escritor Edward M. Foster.

Cuando nos ocurre algo significativo en la vida, por ejemplo, es habitual que empecemos a crear conversaciones mentales con nuestra pareja, padres o amigos; de manera anticipada imaginamos cómo se los vamos a contar y cuáles serán sus reacciones. Nuestro afán por comunicarnos nos lleva a fabricar conversaciones imaginarias.

El único problema que esto tiene es que, claro, todos queremos hablar, y pocos estamos dispuestos a escuchar.

En reuniones y conversaciones las personas están más apuradas por ir y soltar su carga, que por recibir la de los demás. Incluso, aunque parezca que están escuchando, no lo están. Ponen cara de que si, pero en su cerebro están preparando su próxima descarga, mientras su interlocutor habla ellos piensan lo que van a decir enseguida.

Así que, dado la urgencia que tenemos todos por hablar, si quieres causar una buena impresión, aumentar tus competencias sociales y “ganar amigos e influir sobre las personas”, no intentes parecer interesante con tu perorata; muéstrate interesado. Escucha.

Prestar sincera atención a las personas es uno de los caminos más directos hacia su corazón. "He aprendido —dijo Maya Angelou— que la gente olvidará lo que has dicho, la gente olvidará lo que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo los hiciste sentir". Cuando alguien nos escucha con genuina atención nos hace sentir condenadamente bien. Sentimos que importamos, que nuestra existencia cuenta, un anhelo básico en todos los seres humanos.

Escuchar con esmero es uno de los mejores obsequios que podemos hacer a alguien.

Prestar imperturbable atención cuando nos hablan no es fácil, no sólo interfiere nuestro natural deseo de hablar; también ocurre que pensamos mucho más rápido de lo que hablamos, así que mientras escuchamos es normal que nuestra mente se disperse, pues le sobra tiempo para ello.

Por eso escuchar requiere esfuerzo, concentración y buena disposición. Pero vale la pena.
Escuchar es una cosa extraña y magnética, una fuerza creativa. Los amigos que nos escuchan son a los que nos acercamos. Cuando se nos escucha, somos creados, hace que nos despleguemos y nos expandamos. —Karl A. Menniger
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Yo era así

30/5/2016

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"Debemos atrevernos a ser extraordinarios, y darnos cuenta que la grandeza es el fruto del esfuerzo, el sacrificios y un gran coraje" —Theodore Roosevelt

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Imagen: Stephanie McCabe (clic sobre la foto para más info.)
Recuerdo con total claridad aquellos días. No están tan lejanos como para pretender que los he olvidado.

Cuando veía a  alguien que tenía alguna cualidad o capacidad de la cual yo adolecía; por ejemplo, alguien mesurado que comía y bebía  con prudencia; o a alguien responsable que cumplía primero con su deber y luego se divertía; quizá alguien con atrevimiento que no se dejaba vencer por la timidez; me limitaba a suspirar, lamentar mi mala suerte y decía: “lástima que yo no soy así”.

La principal transformación que ha ocurrido en mi vida durante los últimos años se halla en mi mentalidad.

Hoy entiendo que cualquier rasgo de mi personalidad que interfiere con mis objetivos, puedo trabajar sobre él y modificarlo, para que así deje de ser un obstáculo.

Lo mismo ocurre con las cualidades que me gustaría tener: con paciencia y dedicación las puedo cultivar y hacerlas mías también.

Si, toma tiempo y es difícil. Las mejoras no ocurren con solo desearlas. Exigen de nosotros constancia y determinación. Debemos trabajar en ellas mucho tiempo antes de que establezcan raíces sólidas en nuestro comportamiento.

Pero no existe esfuerzo más noble y que mejores frutos provea que aquellos que empleamos en hacer de nosotros mejores personas.

Así que bien valen la pena pagar el alto precio que demandan. La espléndida recompensa lo justifica.

Las cualidades, conocimientos y habilidades que permitieron a otros alcanzar sus metas y llevar a cabo magníficos proyectos, también pueden ser mías. Y tuyas. Nada de lo que hace el hombre me es ajeno.

Podemos ser tan productivos, disciplinados, valientes, mesurados, amables... como los mejores. Nada, excepto nosotros mismos, impide que desarrollemos las cualidades que nos gustaría adicionar a nuestro repertorio actual.

Hoy por ejemplo mi empeño está puesto en multiplicar mi productividad. Quiero rendir tanto como rinden los superclase a nivel mundial.

Deseo ser capaz de crear una cantidad abundante de buen contenido que, ojalá, resulte provechosa para los lectores de Las Notas del Aprendiz.

Para ello, leo, investigo, experimento. Guardo lo que funciona, descarto lo que no. Así espero hallar un sistema o rutinas que se adapten a mi manera de ser y a mi estilo de vida, y que me permita crear al nivel que me gustaría hacerlo. Pero aún estoy lejos. El camino es largo. No importa, bajo la cabeza y continúo trabajando.

También estoy trabajando para vencer el miedo que me impide echar a andar nuevos proyectos. El temor a que fracasen evita los ponga en marcha.

Mi intención es dejar de pensar tanto en el fracaso y aventurarme más.  En esas ando también.

¿Cómo se produce el cambio? ¿Cómo se abandona una mentalidad que limita y se abraza una que posibilita?

Pensando y actuando.

No basta con pensar que es posible mejorar, es necesario actuar. Si creo que puedo y, además, doy pequeños pasos en la dirección que quiero avanzar, pensamiento y acción se nutren mutuamente.

Cuando mis acciones concuerdan con mi manera de pensar, el cambio empieza a ser parte de mi identidad.

Y una vez que eres exitoso adquiriendo una nueva cualidad o abandonando un defecto, ya sabes como funciona el proceso. Lo puedes aplicar una y otra vez hasta que te conviertas en la persona que deseas ser. En el tipo de individuo que cuenta con el equipamiento conveniente para alcanzar sus metas.

Coraje y productividad son mis dos campos de batalla actuales, ¿cuáles son los tuyos? Comparte en los comentarios. Un saludo afectuoso.
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Disciplina es libertad

29/5/2016

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"El indisciplinado es esclavo de estados de ánimo, apetitos y pasiones" —Stephen R. Covey

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Ser libres es un imperativo biológico de los seres humanos. La sensación de control sobre nuestras vidas tiene una estrecha relación con nuestro bienestar emocional.

No nos gustan las ataduras ni las restricciones. Deseamos hacer lo que nos dé la gana.

Más libertad. Mayor felicidad

Esa es la razón por la cual vemos a la disciplina como algo negativo: la disciplina nos limita, le pone freno a nuestra adorada libertad.

Sin embargo es todo lo contrario: disciplina = libertad. No, no estoy loco. Eso fue lo que escribí: cuanto más disciplinados somos, de mayor libertad disponemos.

Permíteme explicarme.

Si, deseamos libertad; sin embargo, es imposible vivir una vida sin ningún tipo de obligaciones, restricciones ni responsabilidades.

No podemos, por ejemplo, comer lo que queramos y cuanto queramos sin poner en riesgo nuestra salud. Con el sueño ocurre lo mismo: si dormimos muy poco o mucho, afectamos nuestro bienestar. Debemos dormir lo necesario.

No podemos tampoco rehusar un mínimo de educación, y pretender tener una vida profesional exitosa y una economía desahogada.

Así que nuestra autonomía tienen límites. ¿Qué tan limitada está? Depende de nuestra disciplina.

La persona cuya disciplina le permite tener un cuerpo ágil y en forma, tiene mucha más libertad que aquella que se agita subiendo un par de escalones. Puede participar en un número mayor de actividades que su contraparte sedentaria.

La persona que es disciplinada en sus gastos, que no es derrochadora, goza de mayor libertad financiera que quien calma sus nervios pasando la tarjeta de crédito dondequiera que la reciban.

El moderado en gastos tiene libre una mayor parte de su ingreso que aquel que lo tiene comprometido para responder a préstamos, pagos de tarjeta y otras cosas por el estilo.

También está en libertad para aprovechar oportunidades de inversión cuando se le presentan. El que tiene sus ingresos comprometidos tendrá que  verlas pasar.

El estudiante disciplinado disfrutará con total libertad del verano. El otro tendrá que comprometer una parte de él a recuperar las asignaturas que reprobó.

Disciplina = Libertad.

Nuestros hábitos son una poderosa fuerza capaz de moldear nuestro destino. “Su valor neto hacia el mundo —afirmó Benjamin Franklin— usualmente está determinado por lo que queda después de restar a sus buenos hábitos los malos”.

Es a través de los buenos hábitos cómo podemos convertirnos en personas más fuertes, más ágiles, flexibles, inteligentes, creativos, con mayor seguridad económica.

Y es la disciplina la que nos permite controlar nuestros hábitos, fomentar los buenos y romper las cadenas que nos atan a los perjudiciales.

La disciplina nos confiere poder, capacidad de decidir sobre nuestras vidas. Una persona poco disciplinada tiene difícil decir no a tentaciones, caprichos y antojos; está a su merced. Por el contrario, quien tiene disciplina les dice si y o no según le convenga o estime apropiado; no es su esclavo.

Si luchas por ser más disciplinado, enhorabuena, estás junto a numerosa compañía. Todos luchamos contra la indisciplina en mayor o menor medida. Para mi es una feroz batalla día tras día.

Resistir la tentación de navegar por la red sin motivo alguno, evitar ver videos en YouTube, romper la dieta, correr cuando no apetece, son, entre otras muchas, mis batallas diarias.

Por fortuna, la disciplina es un comportamiento aprendido: mediante práctica y repetición diaria la vamos haciendo nuestra. Sí, quizá no tienes disciplina (ahora), pero nada impide que empieces a trabajar sobre ella y a fortalecerla. Solo recuerda que:
El precio que pagamos por la disciplina es menor que el precio del arrepentimiento.
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Control y significado, la claves de la motivación 

26/5/2016

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"Cuando algo es lo suficientemente importante, lo haces. Incluso si las probabilidades no están a tu favor" —Elon Musk

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Imagen: David Marcu (clic sobre la foto para más info.)
Cuando empezamos una nueva iniciativa, proyecto, dieta, rutina de ejercicios, capacitación... las cosas son fáciles, la promesa de una gran recompensa, de una transformación profunda nos emociona y nos insta a actuar.

Sin embargo, pasados algunos días/semanas/meses, cuando la espuma de la novedad baja, las cosas se ponen duras. La convicción desfallece. Ya no es divertido, es una faena.

Es cuando las cosas se ponen difíciles cuando necesitamos mantener la motivación y continuar luchando por alcanzar nuestro objetivo.

Charles Duhigg, en el libro Más agudo, más rápido y mejor desvela cuáles son los factores detrás de la automotivación. Pero antes de ver esos factores, veamos los beneficios que trae consigo la capacidad de motivarse uno mismo. Escribe Duhigg: ​
Los trabajadores que tienen éxito en esta nueva economía son los que saben decidir por sí mismos cómo utilizar su tiempo y optimizar su energía. Saben cómo establecer metas, priorizar tareas y tomar decisiones sobre los proyectos que conviene ejecutar. Las personas que saben cómo auto-motivarse, según las investigaciones, ganan más dinero que sus compañeros, reportan niveles más altos de felicidad y afirman sentirse más satisfechos con sus familias, trabajos y vidas.
Por fortuna, la automotivación, como casi todo lo demás, es una cualidad que se puede cultivar:
La motivación se parece más a una habilidad (similar a la lectura o la escritura) que puede ser aprendida y perfeccionada. Los científicos han encontrado que las personas pueden mejorar su auto-motivación si la practican de la manera correcta. El truco, según los investigadores, es darse cuenta de que un requisito previo para la motivación es creer que tenemos autoridad sobre nuestras acciones y nuestro entorno. Para motivarnos a nosotros mismos, debemos sentir que estamos en control.

"La necesidad de control es un imperativo biológico", escribió un grupo de psicólogos de la Universidad de Columbia en la revista Trends in Cognitive Sciences en 2010. Cuando la gente cree que ellos tienen el control, tiende a trabajar más duro y esforzarse más. Ellos tienen, en promedio, más confianza y superan los reveses más rápido. Las personas que creen que tienen autoridad sobre sí mismos a menudo viven más que sus compañeros. Este instinto de control juega un papel muy importante en el desarrollo de nuestros cerebros en la infancia, una vez que los bebés aprenden a alimentarse por sí mismos, se resisten a que los adultos intenten controlarlos, incluso cuando siendo sumisos aumenta la probabilidad de poner comida en su boca.
Perfecto, ya sabemos que nos gusta mandar y que mandar nos motiva, ahora, ¿como hacemos para sentir que somos los jefes, los capos, los pu**s amos?
Una manera de demostrar a nosotros mismos que estamos en control es mediante la toma de decisiones. "Cada decisión, sin importar cuán pequeña sea, refuerza la percepción de control y autoeficacia", afirmaron investigadores de Columbia. Incluso si tomar una decisión no proporciona ningún beneficio, las personas aún prefieren la libertad de elegir. "Los animales y los seres humanos demuestran que prefieren decidir que ‘no decidir’, incluso cuando esa elección no otorga ningún beneficio adicional", señaló Delgado en un artículo publicado en la revista Psychological Science en 2011.

A partir de estos descubrimientos, una teoría de la motivación ha surgido: El primer paso para fomentar la iniciativa es dar oportunidades a la gente para que tome decisiones que les fortalezca su sentido de autonomía y autodeterminación. Durante los experimentos, las personas estaban más motivadas a completar tareas difíciles cuando esas tareas se presentaban como decisiones en lugar de órdenes.

Si le das a la gente la oportunidad de sentir la sensación de control, y dejas que ellos se habitúen a tomar decisiones, aprenderán a ejercer la fuerza de voluntad. Una vez que la gente hace de tomar decisiones autodirigidas un hábito, la motivación se vuelve más automática.
De acuerdo, controlar nos motiva, pero a veces no es suficiente, necesitamos un impulso extra: su nombre es significado.
Por otra parte, para enseñarnos  a auto-motivarnos a nosotros mismos con mayor facilidad, tenemos que aprender a ver nuestras decisiones no sólo como expresiones de control, sino también como proclamaciones de nuestros valores y objetivos.

Además de controlar, tenemos que demostrarnos a nosotros mismos que nuestras decisiones tienen significado. Cuando comenzamos una nueva tarea, o nos enfrentamos a una labor desagradable, debemos parar un momento para preguntarnos "¿por qué?" ¿Por qué estamos esforzándonos por subir esta cuesta? ¿Por qué estamos obligándonos a apagar la televisión? ¿Por qué es tan importante devolver ese correo electrónico?

Una vez que empezamos preguntando por qué, esas pequeñas tareas se convierten en piezas de una constelación mayor de proyectos significativos, objetivos y valores.
Cuando nuestro padecimiento tiene una razón de peso detrás, se hace más llevadero, la motivación florece. “El que tiene un porqué puede soportar cualquier cómo” afirmó Friedrich Nietzsche.

Todas las mañanas, antes de empezar, para motivarme le doy un vistazo a las fotos de mi familia junto a mi ordenador y recuerdo que ellos son la razón por la cual debo dar lo máximo cada día.

¿Funciona? Casi siempre. Aunque hoy no, mi productividad ha sido de pena. No obstante, aunque es tarde, terminé el artículo.  Al final, quizá sí funcionó hoy también. Nos leemos pronto.

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¿Tienes una filosofía de vida?

25/5/2016

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"No temas tanto a la muerte como a una vida inadecuada" —Bertolt Brecht

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Imagen: Fredrik Rubensson (clic sobre la foto para más info.)
Esta mañana el título de un artículo (“¿Cuál es tu filosofía de vida? ¿Qué es sagrado para ti?”) capturó mi atención y lo leí.

Para mi, una filosofía de vida es un conjunto de valores y principios que hemos decidido son nuestra guías, los instrumentos de los cuales nos servimos para avanzar hacia nuestro objetivo vital más importante.

A su vez, nuestro objetivo vital es aquello que hemos decidido es lo más importante que queremos lograr en la vida. Nuestra meta definitiva.

Yo estoy convencido que todos deberíamos tener un objetivo primordial y una filosofía de vida que nos conduzca hacia el.

Cuando tienes eso, ya sabes hacia dónde debes dirigir tus esfuerzos de mejora para vivir de acuerdo con esos principios. Tomar decisiones es más fácil, ¿se ajusta a mis principios, o no?

Para el escritor, emprendedor y creador de un exitoso podcast, James Altucher, el autor del artículo, su filosofía de vida es escribir. Eso es lo más sagrado para el:
La escritura es la filosofía que guía mi  vida. No es una pasión o un propósito. Es la manera en que vivo.

Soy feliz cuando escribo bien. Vivo para escribir bien. Soy un adicto. Si no puedo escribir bien durante dos días, entonces algo va mal en mi vida. Si no puedo escribir bien durante tres días, entonces cancelo todo hasta que lo pueda hacer.

Me hace feliz. Hay muchas cosas más que me hacen feliz. Pero cada momento del día para mí se trata de escribir. Nada más. No es el dinero. No es mi carrera. No son mis relaciones. Ni siquiera mis hijos. Todo lo demás queda en segundo lugar.

Se que suena como a enfermedad mental. Tal vez lo es. Amo a mis hijos. Haría cualquier cosa por ellos. Pero primero... deben permanecer en silencio hasta termine de escribir.
Yo no sé si el deseo de escribir bien alcanza para ser llamado una filosofía de vida. No es un objetivo que yo escogería. En mi opinión, se queda corto.

Dicho lo anterior también digo (¡más alto y con más vehemencia!) que no soy quien para decir a nadie cómo tiene que vivir y qué cosas deberían ser las más importantes en su vida, ¡faltaría más!

Para mi lo más importante, mi objetivo primordial, es mi desarrollo personal. Sentir que todos los días crezco y soy mejor persona. Cuando no percibo progreso saltan las alarmas. Y al contrario, cuando avanzo soy feliz.

El crecimiento personal, como yo lo concibo, es la lucha por prosperar mental, espiritual, emocional y físicamente (aunque en esta última área tarde o temprano dejaré de avanzar y comenzará el inevitable declive. Llegado ese momento continuaré esforzándome para que el descenso sea lento y benévolo).

Yo quiero sentir, día tras día, que mi mente evoluciona y se expande. Por ello me alimento a diario con buenos libros, con la esperanza de, quizá, ser un poco más sabio y así vivir mejor. El conocimiento no debe ser algo con lo cual nos adornamos, algo para alardear. Debe servirnos para tener un corazón más sano y bondadoso.

También quiero que mi estado emocional y espiritual cada día estén más saludables. Quiero disfrutar de una mente alegre y serena que no se deje perturbar por preocupaciones imaginarias, enojos intrascendentes ni sentimientos corrosivos. Meditar, llevar un diario, practicar gratitud, hacer ejercicio (que ayuda a mejorar el estado de ánimo) y contribuir con el bienestar de otros (este blog es mi esfuerzo por ayudar), son las prácticas que me ayudan a ello.

Cuidar de mi cuerpo también es muy importante para mi. Al igual que pasa con  Altucher cuando no escribe; si no hago ejercicio durante varios días una mala sensación empieza a crecer dentro de mi, empiezo a sentirme flojo y sin brío. Dormir bien y una alimentación saludable también hacen parte de mis rutinas.

Como lo dije atrás, tener claridad sobre lo que es importante para mi, una filosofía de vida, me ayuda a mantenerme centrado. Cuando me salgo del camino —cosa que ocurre con frecuencia— intento maniobrar con rapidez y retomar el rumbo.

Tu turno, ¿crees que es importante desarrollar una filosofía de vida? ¿Tienes algo que consideras sagrado y por lo cual vives? Me encantaría conocer tu opinión, puedes compartirla en los comentarios.
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Las 8 reglas sobre escribir de Neil Gaiman

24/5/2016

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"Escribe. Termina las cosas. Sal a caminar. Lee mucho y fuera de tu zona de confort. Mantente interesado. Sueña despierto. Escribe" —Neil Gaiman

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Imagen: Stanislav Lvovsky (clic sobre la foto para más info.)
La creatividad nace cuando dos ideas, en apariencia sin relación, son conectadas y crean un nuevo concepto.

Por eso, para ser creativo es necesario tener una curiosidad amplia. No basta con conocer una cosa en profundidad, es necesario aprender de temas variados para poder extraer ideas de aquí y de allá, y combinarlas de manera novedosa.  

El exitoso escritor inglés Neil Gaiman, que algo sabrá de creatividad,  aconseja a los escritores precisamente eso: cultivar una variada curiosidad: ​
Si te gusta la fantasía y quieres ser el próximo Tolkien, no leas grandes fantasías tolkienenses. Tolkien no leyó grandes fantasías tolkienenses, leyó libros sobre filología finlandesa. Ve y lee fuera de tu zona de confort, ve y aprender cosas.
Al igual que muchos otros grandes creativos, Gaiman considera que el verdadero secreto del éxito es una implacable disciplina: el escritor se hace escribiendo, no nace.
Si sólo vas a escribir cuando estás inspirado, es posible que logres ser un poeta bastante decente, pero nunca serás un novelista. Porque vas a tener que crear palabras hoy, y esas palabras no van a esperar por ti, no importa si estás inspirado o no. Así que hay que escribir aun cuando no se está "inspirado"... Y lo más extraño es que seis meses más tarde, o un año más tarde, vas a mirar atrás, y no vas a recordar qué escenas escribiste cuando estabas inspirado y que escenas escribiste porque tenían que ser escritas.
Para finalizar, las ocho reglas de Gaiman sobre el oficio de escribir:
  1. ​Escribe
  2. Pon una palabra tras otra. Encuentra la palabra adecuada, escríbela.
  3. Termina lo que estás escribiendo. Cualquier cosa que tengas que hacer para terminarlo, hazla.
  4. Déjalo a un lado. Leelo pretendiendo que nunca lo has leído antes. Muestraselo a tus amigos cuya opinión respetes y que les gusta el tipo de cosas de que se trata.
  5. Recuerda: cuando la gente te dice que algo está mal o que no funciona para ellos, casi siempre tienen la razón. Cuando te dicen exactamente lo que piensan que está mal y cómo solucionarlo, casi siempre están equivocados.
  6. Arreglalo. Recuerda que, tarde o temprano, antes de que llegue a la perfección, tendrás que dejarlo ir y seguir adelante; y empezar a escribir la siguiente cosa. La perfección es como perseguir el horizonte. Sigue moviéndote.
  7. Ríete de tus propios chistes.
  8. La regla principal de la escritura es que si lo haces con suficiente seguridad y confianza, se te permite hacer lo que quieras. (Esta puede ser una regla para la vida, así como para la escritura. Pero sin duda es cierto para la escritura.) Así que escribe tu historia de la manera que necesita ser escrita. Escribe con honestidad y dilo lo mejor que puedas. No estoy seguro de que hay otras reglas. No una que importen.
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Metas vs. Procesos

23/5/2016

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"Cómo escalas una montaña es más importante que alcanzar la cima" —Yvon Chouinard

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Imagen: zfredrik (clic sobre la foto para más info.)
Tener metas es importante. Estas te permiten enfocar tu atención y esfuerzo en algo concreto y de esta manera aumentas las probabilidades de éxito.

Supongamos que quieres perder equis cantidad de peso para una fecha determinada.

Ya sea que quieres estar a punto para el verano o te vas a casar y quieres lucir genial ese día. Conseguir el objetivo es importante para ti, te motiva.

Así que decides que harás lo que sea necesario para cumplir con tu propósito.

Existen diferentes maneras de perder bastante peso en poco tiempo, no todas ellas saludables ni mucho menos sostenibles en el tiempo. Es probable que tu determinación te lleve a escoger un método de adelgazamiento que, aunque efectivo, puede tener consecuencias negativas en el largo plazo.

Llegado el día, la báscula señala el peso indicado ¡objetivo cumplido! Sin embargo, la forma como fue conseguido no es sostenible, no creaste un sistema que te permitiera ganar una y otra vez.

Lo más probable es que pasado el gran evento, los kilos perdidos (¡tal vez unos cuantos más!) regresen de forma acelerada y, vuelta a empezar, estás otra vez como al principio.

Para ganar de manera consistente no sólo basta con crear las metas adecuadas, también debemos crear sistemas que aumenten nuestras probabilidades de éxito continuo.

En lugar de someterte a una dieta milagro para cumplir con el objetivo, es mejor alternativa establecer un sistemas/procesos/rutinas que hagan más probable alcanzar tu meta y que sean sostenibles.

Así que decides hacer ejercicio cuatro veces por semana, eliminas el azúcar y los alimentos industriales altamente procesados y basas tu alimentación en productos más naturales, duermes ocho horas cada noche.

Un sistema como el anterior te ayudará a conseguir tu objetivo y también es sostenible. En lugar de amenazar tu salud, la fortalece.

Veamos otro ejemplo. Supongamos que eres un trabajador independiente y decides que necesitas conseguir 10 nuevos clientes cada semana. Esa es tu meta.

Sin embargo, esa es una meta que no está bajo tu completo dominio, diferentes circunstancias pueden impedir que la cumplas.

La alternativa es establecer un sistema que permita que la mayoría de las veces cumplas la meta. En lugar de declarar la meta basada en un resultado: “10 nuevos clientes a la semana” es mejor proponerse una meta de proceso: hacer 20 llamadas diarias a los prospectos de tu lista de contactos.

Mientras que no controlas si los prospectos en realidad se convertirán en clientes, lo que sí controlas es la cantidad de llamadas que haces.

Establecer procesos es la razón del éxito de muchos grandes artistas: Pablo Picasso, Woody Allen, Isaac Asimov, Stephen King. Todos ellos tienen en común la regularidad de sus rutinas, el proceso que realizan. Lo que hacen es simplemente practicar su arte todos los días, eso es lo que les ha permitido producir su monumental y masiva obra.

Así que cuando quieras alcanzar un gran objetivo, primero establece cuales son los procesos que con mayor probabilidad te conducirán hasta el.
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Sobre la importancia de escribir un diario

22/5/2016

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"Si usted es serio en su intención de convertirse en un individuo rico, poderoso, sofisticado, saludable, influyente, culto y único, lleve un diario" —Jim Rohn

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Imagen: Thomas Martinsen
Hace unos días, mientras escribía en mi diario ( práctica que vengo realizando con puntualidad rigurosa desde hace un año), estaba reflexionando sobre las razones por las cuales no estaba avanzando en unos proyectos que deseo realizar.

Es que todavía no tengo el equipo apropiado, es que me falta aprender un poco más de aquello, el próximo mes es más propicio para empezar… en fin, razones no me faltaban para justificar el porqué no he puesto en marcha los proyectos.

En esas estaba cuando de la nada, y de forma tan violenta e inesperada como el rayo que resplandece en medio de las noches de tormenta, apareció con total y dolorosa claridad la verdad. ¡Qué cabrón! —me dije— lo que tenés es miedo.

Todas las cosas que supuestamente me hacían falta para dar marcha a los proyectos no eran sino excusas en las cuales me estaba refugiando.

Nunca va a haber un momento perfecto. Nunca va a haber conocimiento suficiente. Nunca van a estar disponibles todos los recursos necesarios.

Si esperamos a que los astros se alineen y las circunstancias perfectas confluyan, lo que estamos haciendo es  escondiendonos. Queremos que todo sea perfecto para así estar seguros de que funcionará y no fracasar.

Esperar por las condiciones idóneas no es otra cosas que miedo a fallar.

Así que una vez tuve el verdadero y doloroso diagnóstico en mis manos, me puse a trabajar en las soluciones. En lugar de seguir esperando, esa misma mañana tracé un plan e hice llamadas para comprometerme con fechas.

“¿Que estás asustado? Pues te jodes, ya no hay vuelta atrás”.

Dedicar un rato en las mañanas a pensar y plasmar esos pensamientos en papel es una práctica que me ha traído enormes beneficios. La claridad que aporta a mi vida es difícil de sobrevalorar.

El primer paso para mejorar es conocerse uno mismo. Todos tenemos puntos ciegos, debilidades o defectos que no sabemos que están con nosotros. Si no somos conscientes de las cosas que nos están frenando no podremos trabajar para superarlas.

El autoconocimiento no solo nos permite conocer nuestros puntos débiles, también nuestras fortalezas. Así podemos apoyarnos en lo bueno y trabajar sobre lo que necesitamos mejorar.

No es casualidad que grandes líderes, empresarios, artistas, innovadores tuvieran como hábito escribir un diario. Benjamin Franklin, Thomas Edison, John D. Rockefeller, por nombrar solo algunos eran adeptos a la práctica.

Un estudio de la Universidad de Cornell encontró que el conocimiento de sí mismo era el mayor predictor del éxito de un líder.
En la búsqueda de liderazgo se da poca importancia a la "auto-conciencia", algo que en realidad debería ser imperativo. Curiosamente, una alta puntuación en conciencia de sí mismo era el más fuerte predictor de éxito global. Esto no es del todo sorprendente, ya que los ejecutivos que son conscientes de sus debilidades están a menudo en mejores condiciones para contratar a subordinados que se desempeñan bien en las categorías en las que el líder carece de perspicacia. Estos líderes son también más capaces de darse cuenta de que alguien en su equipo puede tener una idea que es incluso mejor que la suya.
Conocernos a nosotros mismos, con todo lo bueno que ello conlleva, es esencial para disfrutar de una vida más satisfactoria, bien vale la pena el esfuerzo.
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Quien eres es tu elección

19/5/2016

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"El mundo, como lo hemos creado, es producto de nuestro pensamiento. Este no puede ser cambiado sin cambiar nuestra manera de pensar" —Albert Einstein

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Imagen: Anders Jildén (clic sobre la foto para más info.)
Ya había escrito sobre esto, pero como considero que es lo más importante para lograr nuestras metas, alcanzar nuestros sueños y vivir la vida que deseamos vivir, creo que es oportuno hacerlo de nuevo.

Tu puedes ser lo que quieras ser; tu identidad, tu personalidad es tu elección.

Mientras que existen factores genéticos que te pueden impedir sobresalir en ciertas actividades; por ejemplo, con mi 1,78 era casi imposible, por mucho que lo hubiera deseado,  tener una brillante carrera en la NBA.

Tampoco me hubiera servido mi altura para destacar en la natación; entre más largos piernas y brazos, mayor tracción e impulso se obtiene bajo el agua.

Factores anatómicos aparte, sobre lo que si tenemos absoluto control es sobre nuestra personalidad.

Es cierto que la mayoría de los rasgos de nuestra personalidad vienen dados de fábrica. En nuestra información genética viene grabada nuestra manera de ser.

Sin embargo, eso no quiere decir que estamos condenados, que nuestro destino es inalterable. De nuestra personalidad podemos cambiar lo que queramos. Obvio, no es fácil, es muy difícil, pues estaremos intentando alterar una querencia natural. Pero es del todo posible.

Si creemos que podemos o que no podemos, en los dos casos estaremos en lo cierto. Este mensaje es tan importante que por eso pienso que vale la pena que se repita una y otra vez hasta que lo grabemos a fuego en nuestra mente.

Si tu piensas que es imposible cambiar, que eres como eres y ya está, ni siquiera intentas mejorar. Antes de empezar ya estás vencido.

Por el contrario, si estás crees que mediante el esfuerzo, la disciplina y la paciencia puedes moldear tu personalidad, entenderás que solo depende de ti realizar ese cambio. No hay excusas.

Esta es una lección que tarde mucho en aprender y que hizo que viviera muchos años por debajo de mis posibilidades, sin convicción alguna para luchar por metas audaces y gestas extraordinarias. Estaba convencido que, de no mediar un golpe de suerte, no tenía posibilidades de vivir la vida que había soñado vivir.

Ahora entiendo que lo único que nos detiene somos nosotros mismos. Tenemos el enorme privilegio de darle forma a nuestra identidad, para que así se convierta en la gran fuerza que nos impulsa hacia el progreso y no en la loza que nos detiene.

¿Cómo se produce el cambio? Despacito. Paso a paso.

Durante nuestra vida nos hemos condicionado a que ante un estímulo reaccionamos de una manera determinada. Existe una conexión estímulo-respuesta que, debido a las muchas repeticiones, es muy fuerte en nuestro cerebro.

Imaginemos un surco que une dos puntos. Cuando reaccionamos al estímulo de la manera acostumbrada ese surco se va haciendo más hondo. El tránsito continuo lo profundiza y cada vez es más difícil alterar su curso.

Sin embargo, cuando decidimos cambiar y responder de otra manera, empezamos a construir un nuevo surco en nuestro cerebro, cada vez que reaccionamos de forma diferente ante el mismo estímulo vamos afianzando la respuesta alternativa.

Mediante la práctica continuada la nueva respuesta se va haciendo cada vez más fácil, hasta que un día se convierte en nuestra manera de ser; la hemos incorporado a nuestra personalidad.

La mayoría de intentos fracasan porque pensamos que una vez tomada la decisión de cambiar el cambio se produce de manera inmediata. Como no ocurre así, y es normal que en ocasiones caigamos de nuevo en los viejos hábitos, pensamos que cambiar es imposible y abandonamos.

Piensas que no tienes fuerza de voluntad y que ‘no puedes’ prescindir de comer algo dulce después de cada comida. Sin embargo, cada vez que logras saltarte el postre, estarás creando una nueva respuesta alternativa en tu mente. Si repites esto muchas veces, esa conexión será la que luego ocupe el lugar predominante.

Si, muchas veces fallarás y te zampas el postre. "Cualquier cambio —afirmó Arnold Bennett—, incluso un cambio a mejor, siempre va acompañado de dificultades y tropiezos". La cuestión es no abandonar cuando eso ocurra y al siguiente día volver a intentarlo.

​Quizá al principio sólo eres capaz de resistir la tentación un día de la semana. Pero puede que la siguiente semana sean dos, y la siguiente tres; poco a poco, centímetro a centímetro, empezarás a crear la nueva respuesta y haciendo más fácil que ocurra el cambio que quieres.


Cuando comprendí esto en mi vida se abrieron puertas que pensé que estaban cerradas de forma definitiva. Ahora veo un horizonte lleno de posibilidades y oportunidades. Tengo confianza en mí y en mi capacidad para crecer y progresar.

Cuando miro hacia atrás y veo el cambio que se ha producido, no puedo más que sorprenderme y alegrarme por su dimensión.

Tu también puedes, todos podemos hacerlo. Piensa en cuáles son los hábitos, respuestas, condicionamientos que te están deteniendo, que se interponen en tu camino y decídete a cambiar. No, el camino no es fácil. Pero no emprender el viaje, ni siquiera intentarlo, es peor alternativa.

Ahora tu turno. Me encantaría saber si en el pasado has tenido éxito cambiando, si has logrado dejar atrás viejos comportamientos que no contribuían con tus metas. O quizá todavía estás  en plena batalla. Puedes escribir en los comentarios y compartir tu experiencia.
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¿Existe la buena televisión?

18/5/2016

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Nuevos estudios destacan el potencial de películas y otros medios de comunicación para sembrar bondad a gran escala

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(clic sobre la imagen para más info.)
Una de los hábitos que abandoné en los últimos años, y que estoy convencido que es una de las mejores cosas que he hecho, es dejar de ver televisión.

Con excepción de un par de partidos de fútbol a la semana, no veo nada. Nada de noticias, nada de series, nada de reality shows. Nada. Cero. El tiempo que antes dedicaba a la ‘caja tonta’ hoy lo dedico a un tipo de ocio más constructivo.

Pasar tiempo en familia y con amigos, leer y hacer ejercicio es en lo que ocupo mi tiempo libre.

La manera cómo organizamos nuestro ocio tiene un gran impacto sobre la calidad de nuestra vida. Si lo utilizamos con sabiduría, nuestros ratos de descanso se convertirán en un poderoso factor que contribuye al progreso de nuestras metas profesionales, espirituales y físicas.

Ahora bien, soy consciente del poderoso magnetismo que ejercen los medios de comunicación, lo cual hace muy difícil prescindir de ellos por completo. Por fortuna, hay buenas noticias para aquellos que deseen seguir viendo tele.

Investigaciones recientes han encontrado que si escogemos con cuidado los programas que vemos, estos pueden tener un impacto positivo en nuestras vidas.

Un estudio realizado en 2012 por la Universidad de Penn State reveló el poder que tienen algunas películas para crear positivas e inspiradoras emociones en nosotros. Las cintas donde observamos a personas realizando acciones virtuosas como expresando amabilidad, lealtad, generosidad, nos crean sentimientos de exaltación que a su vez nos motivan a querer realizarlos nosotros también.

No solo es que nos motiven a querer ser mejores, también nos ayudan a ver el mundo de otra manera. Un estudio de 2011 dirigido por Karl Aquino de la Universidad de la Columbia Británica, encontró que las personas que son expuestas a historias de extraordinaria bondad eran más propensas a creer que el mundo era un lugar lleno de cordialidad y compasión.

Estoy convencido que es muy difícil que una persona que con frecuencia se ve expuesta a ideas hermosas de amistad, generosidad, paciencia, respeto… no se vea siquiera un poco manchada por ellas.

Así como debemos ser cuidadosos con lo que alimentamos nuestro cuerpo, también debemos serlo con lo que nutrimos nuestra alma. Si permitimos que en ella entre (tele) basura, basura saldrá. Al contrario, si la abastecemos con bondad, gentileza y compasión, esa exposición constante a cosas virtuosas terminará por influir en nosotros de manera positiva.

En mi vida esta exposición a cosas buenas me ha servido mucho. Cuando estaba luchando por perder peso me inspiraba mucho leer historias de personas que había pasado por lo mismo que yo.

Cuando decidí emprender, lo mismo. Las historias de emprendedores que superaron situaciones adversas me inspiran para superar los obstáculos a los que yo me enfrento.

Estos hallazgos de los investigadores son muy útiles para quienes somos padres. Seleccionar con cuidado que ven nuestros hijos es una forma de crearles una visión más positiva del mundo e inspirarlos a querer ser mejores personas.

Yo por mi parte, aunque celebro que haya una televisión buena, no pienso volverla a ver. Libros, deporte y familia, son mi elección.
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