"Nunca demasiado viejo, nunca demasiado mal, nunca demasiado tarde, nunca demasiado enfermo para empezar, una vez más, desde el principio " —Bikram Choudhury
Poco a poco, casi sin darnos cuenta, el paso de los años nos transforma. No me refiero sólo al envejecimiento, ese cambio es evidente. Existe otro, más sutil, que no alcanzamos a notar.
Imagina que eres dueño de un auto clásico fabricado hace 50 años, que aún funciona y luce de maravilla. No obstante, aunque parece igual, es un coche totalmente distinto al que salió de fábrica. Durante ese tiempo las piezas sufrieron el desgaste del uso y todas tuvieron que ser reemplazadas. Hoy no queda ninguna de las originales, aunque conserva la misma matrícula, es un coche diferente. Eso mismo ocurre con nuestro cuerpo, las células que lo componen van muriendo y naciendo de forma constante. Según algunas investigaciones, cada 10 años nuestras células han sido reemplazadas por completo, es decir, estrenamos cuerpo. Con nuestras células pasa igual que con la población de un país: unos van naciendo, otros muriendo; unos duran más, otros menos, y al cabo de unas décadas, la población es otra distinta a la que existía antes. Sin embargo, el país se sigue llamando igual. Nuestro cambio no es sólo físico, también cambia nuestra manera de ser. Cuando recuerdo las conversaciones que sostenía con mis amigos hace 5, 10 o 15 años, se hace evidente que mi forma de ser y de pensar ha cambiado. Incluso a veces siento un poco (o mucha) vergüenza por mis opiniones de años atrás. Estoy seguro que contigo pasa igual. Estos cambios van ocurriendo poco a poco sin que nos demos cuenta. En nuestro día a día parece que nada es diferente, pero cuando miramos hacia atrás, observamos con asombro que todo es distinto. Tus hábitos, tus gustos, tu sentido del humor, tu temperamento... nada se salva de esta inevitable ola transformadora. Y eso es bueno. Es bueno saber que no somos como monumentos condenados a deteriorarse por el paso del tiempo. Todo lo contrario, somos seres vibrantes con la capacidad de reinventarnos una y otra vez. Esa es una estupenda noticia: liberadora. Dado que el cambio es inevitable ¿por qué no tomar la iniciativa, diseñar el cambio que queremos que ocurra y convertirnos en la persona que deseamos ser? Te consideras un poco perezoso ¡cámbialo! Irascible y de paciencia corta ¡cámbialo! (tu familia te lo agradecerá). ¿Insatisfecho con tu nivel de inteligencia? Siéntate a leer y ¡cámbialo! ¿Te da un poco de envidia los éxitos de los demás? Pff... si descubriste como cambiarlo, avísame, yo todavía no he podido. No importa si somos jóvenes o viejos, la ciencia ha demostrado que cambiar siempre es posible, incluso a edades avanzadas, lo llaman neuroplasticidad. Convertirnos en mejores personas depende solo de nosotros, lo único que hace falta es empezar. Un pequeño cambio es todo lo que necesitamos.
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"De las dificultades nacen los milagros" —Jean de la Bruyere
Hace pocas semanas una investigación canadiense comprobó que venimos programados de fábrica para ser perezosos. Ya son varios los estudios que llegan a la misma conclusión.
El objetivo de la investigación era estudiar la forma de caminar de las personas cuando usaban una cinta de ejercicios. Para ello, todos los participantes vistieron un exoesqueleto que registraba cada uno de sus movimientos. La investigación encontró que después de unos pocos minutos, nuestro cerebro empieza ajustar los movimientos del cuerpo para reducir el consumo de calorías. Es decir, existen mecanismos biológicos que nos conducen por la vía del menor esfuerzo. Visto a la luz de la evolución esto resulta razonable. Para nuestros antepasados, obtener las calorías necesarias para vivir era difícil. No todos los días podíamos comer, porque no todos los días había éxito cazando. Así que consumir el mínimo de calorías era cuestión de supervivencia. Ahora ya sabemos porque de manera natural no nos levantamos del sofá y nos vamos para el gimnasio. Pero hay más, las malas noticias no paran ahí. Nuestro cuerpo no sólo viene predispuesto para evitar el trabajo físico innecesario, también venimos predispuestos para evitar el agobio psicológico: huimos de todo aquello que nos causa malestar emocional. Por ejemplo, cuando en la oficina tenemos que hacer un trabajo que nos desagrada (el reciente invento de nuestro jefe, ese nuevo e inútil informe creado con el único objetivo de fastidiar la tarde del jueves), nuestro cerebro trata de escabullirse y nos “sugiere” que lo dejemos para después (procrastinamos) y en su lugar, hagamos algo más divertido, como darle un vistazo a Facebook. Así es la vida. Es lo que hay: somos unos vagos tanto en lo físico como en lo mental. Pero eso no significa que ya estamos condenados. Hay esperanza. La buena noticia es que si nuestro cerebro nos conduce de manera natural por la vía del menor esfuerzo, podemos usar esa señal para ir en dirección contraria: por la vía que conduce a una vida más satisfactoria y feliz. Resulta que gusto y disgusto son las dos caras de una misma moneda. Para poder disfrutar de una gran satisfacción es necesario realizar grandes sacrificios. Al contrario, ningún o pequeños sacrificios producen solo satisfacciones efímeras. Disfrutar el gran privilegio de tener un cuerpo saludable, enérgico y atractivo, significa que en el pasado nos privamos de muchas cosas: evitamos comer (a menudo) la siempre tentadora comida chatarra, con dificultad abandonamos el mando y el sofá y nos fuimos a padecer al gimnasio... Pero valió la pena, cada uno de esos sacrificios fue una victoria más en el camino que nos llevó a ser el tipo de persona que somos hoy, un individuo saludable con el carácter suficiente para decirle no a las tentaciones cotidianas. Esto no sólo es cierto en el campo de la salud, es aplicable a casi todos los asuntos humanos. No existe ninguna gran satisfacción en la vida que no provenga de él sacrificio y la lucha. Criar a nuestros hijos, escribir un libro, montar nuestro propio negocio, son cosas que pueden darnos una inmensa felicidad, pero que no se obtienen sin mediar esfuerzos monumentales. Los filósofos Friedrich Nietzsche y Alain de Botton coinciden con lo anterior: son las dificultades las que conducen a las grandes satisfacciones. Parece que los proyectos humanos más satisfactorios son inseparables de cierto grado de tormento, las fuentes de nuestras mayores alegrías se encuentran desagradablemente cerca de nuestros más grandes dolores ...
Nietzsche estaba tan convencido del valor de las contrariedades que no dudaba en desearlas a sus seres más queridos:
Para aquellos seres humanos por los cuales siento afecto, yo deseo sufrimiento, desolación, enfermedad, maltrato, humillaciones. Ojalá que no les sea desconocido el despreciarse profundamente así mismos, la tortura de la auto-desconfianza, la miseria de la derrota. No siento ninguna lástima por ellos, porque les deseo la única cosa que puede probar hoy si uno es digno o no de cualquier cosa que perdura.
Las grandes satisfacciones de la vida, aquellas que causan el mayor impacto y hacen que valga la pena vivirla no son gratis, vienen como consecuencia de amargas luchas. Si en realidad queremos disfrutar de una vida llena de logros, tenemos que sobreponernos a nuestra tendencia a recorrer el camino más fácil.
Por fortuna, cada batalla que luchamos nos hace más fuertes y nos deja mejor preparados para la siguiente, cada vez resistimos mejor el dolor y las frustraciones. Lo que hoy parece insoportable, mañana lo encontraremos apenas molesto. Si hacemos lo que es fácil, tendremos una vida difícil. Si hacemos las cosas difíciles, nuestra vida será fácil. Sólo nosotros podemos decidir cuál camino recorrer.
"Este mundo no es sino un lienzo para tu imaginación" —Henry David Thoreau
Arte, según la Real Academia de la Lengua es “virtud, disposición y habilidad para hacer algo”. Otra definición: “manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal…”
Todos podemos decidir hacer arte. Si tu pequeño bar o restaurante no es otro más con todo lo que se supone debe tener todo bar y restaurante. Si por el contrario expresa tu visión personal de lo que entiendes debe ser la hospitalidad. Si el servicio refleja tu “virtud, disposición y habilidad” para cautivar a tus clientes: llámalo arte. Si de tu peluquería las personas salen con una sonrisa en la cara y con más confianza en la humanidad, pues conocieron a un ser humano dispuesto a servir con generosidad y cariño: llámalo arte. Si diseñas tu página/blog con la atención que el jardinero dedica a su jardín. Si con el contenido que produces buscas aportar valor a las personas y no sólo obtener clics y 'me gusta'. Si usas tu plataforma para promover una causa en la cual crees, aunque todavía no sabes cómo la vas a monetizar: llámalo arte. No importa cuál es nuestro trabajo u ocupación, podemos convertirlo en arte. Esto dice Seth Godin: El arte es no sólo una pintura. Arte es todo lo que es creativo, apasionado y personal. El gran arte conmueve también a el espectador, no sólo a el creador.
El arte es tan necesario para el que lo hace como para quien lo admira. Hacer un trabajo en donde dejemos lo mejor de nuestro esfuerzo y sabiduría, comprometernos con el de manera que estemos orgullosos de firmarlo, es uno de los pilares de una vida significativa.
"No importa en qué, la gente crece. Si optaste por no crecer, te vas a quedar en una caja pequeña con una mentalidad pequeña. Las personas que ganan abandonan esa caja. Es muy simple cuando lo miras de esa manera" —Kevin Hart
Al final todos queremos lo mismo, queremos ser la mejor versión de nosotros, alcanzar nuestra máxima expresión.
No deseamos a duras penas sobrevivir, queremos ganar. Ganar una y otra vez. Si de todas formas vamos a vivir esta vida ¿porque no vivirla triunfando de manera consistente? Tenemos sueños. Queremos destacar como profesionales, crear empresas que cambien el mundo, contribuir con soluciones a la sociedad. Ser felices... Sin embargo, no todos vemos cumplidos esos sueños. La diferencia entre quien triunfa y quien no, yace en la mentalidad de uno y otro. Hace unos años, alrededor de 15, en el sector financiero había una gran demanda de profesionales para el área de riesgo, que era una disciplina relativamente nueva y no había suficientes personas capacitadas para cubrir los puestos vacantes, tal y como pasa hoy con los científicos de datos. Dada mi formación como economista, pensé que esa era una gran oportunidad para mi carrera. Después de realizar una breve investigación, me di cuenta que casi toda la literatura sobre riesgo, necesaria para aprender la disciplina estaba en inglés, además, se necesitaba una fuerte formación matemática. Debido a que por ese entonces mi inglés era de pena y que las matemáticas las tenía casi olvidadas por falta de uso, abandoné el proyecto de carrera. Esa es precisamente el tipo de mentalidad que posee quien no ve cumplidos sus sueños. Cuando una persona desea lograr algo que está fuera de su alcance en ese momento, por lo general se encuentra con tres tipos de limitaciones: o no sabe cómo hacerlo, o no cuenta con los recursos para hacerlo, o no tiene las habilidades necesarias. Los no triunfadores, al darse cuenta de todo lo que les hace falta, desisten. Esta es la mentalidad que la doctora en psicología Carol Dweck denomino ‘mentalidad fija’. Quien la posee, considera que la inteligencia, el talento, el carácter vienen dados y que son inmodificables. Por el contrario, la ‘mentalidad de crecimiento’ es la que tienen los triunfadores, aquellos que piensan que mejorar es posible, y que con el tiempo y la dedicación necesaria, se puede ser muy bueno en cualquier cosa que se desee. Cuando alguien con la mentalidad de crecimiento se da cuenta de que no sabe algo necesario para avanzar hacia sus metas, entiende que su deber es aprenderlo, no saber no es el final del camino, así que lo anota en su agenda como una tarea por cumplir. No abandona su sueño. Con los recursos ocurre igual. Si no se tienen, se deben conseguir. Hace un tiempo escuché la charla de una exitosa emprendedora quien contó que para reunir el capital necesario para empezar su proyecto, tuvo que reunirse con 300 inversionistas. Finalmente 27 dijeron que sí y pudo comenzar. Pero lo admirable es que tuvo que escuchar 273 ‘No’ antes de reunir el dinero suficiente ¡Esa es una mentalidad triunfadora! A eso se refería William Churchill cuando dijo que “éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. ‘Yo no soy como ellos’ es el otro pensamiento limitador que encontramos. Por fortuna los años pasan y nos enseñan cosas. Cuando tomé la decisión de dedicarme a la consultoría y poner al servicio de los empresarios y emprendedores mi experiencia y formación, no cometí el mismo error que años atrás. Esta vez investigué cuáles eran los atributos con los que debía contar un buen consultor, hice una lista con ellos y la pegué en el tablero al frente de mi escritorio. A partir de ahí comenzó un minucioso proceso de aprendizaje que ya lleva varios años y espero que no se detenga nunca. “Saber que es posible es el 86% del proyecto” afirma Seth Godin. Yo estoy convencido de lo mismo. Nuestros sueños nos están esperando, solo tenemos que creer que es posible alcanzarlos y empezar a andar. ¿Será fácil? No. Pero es nuestro deber.
"Si hablas a un hombre en un lenguaje que entienda, eso va a su cabeza. Pero si hablas su mismo lenguaje, eso va a su corazón" —Nelson Mandela
Ser un buen comunicador es una cualidad que te hará distinguirte del resto. La capacidad de expresar ideas de manera clara y convincente es una habilidad que poseen los mejores líderes, aquellos capaces de producir cambios, abanderar causas o cambiar el destino de empresas al borde del abismo.
Las siguientes 10 reglas para una comunicación eficaz fueron desarrolladas por el Dr. Frank Luntz, quien ha sido asesor de comunicación de distinguidos políticos, especialmente del Partido Republicano norteamericano, como también de un gran grupo de empresas sobresalientes (Coca Cola, GE, McDonald’s, Pepsi y un largo etcétera).
El poder trae consigo responsabilidad. Ahora que tienes el poder de influir con tu mensaje, úsalo con responsabilidad. Que no me entere que andas abusando, eh.
“El buen marketing hace que la empresa luzca inteligente. El gran marketing hace sentir a los clientes inteligentes” —Joe Chernov
Hoy estamos presenciando el amanecer de una nueva era dorada para el marketing, su papel es más relevante que nunca.
Peter Drucker, el padre del management, solía decir (anticipándose varias décadas a lo que ocurre hoy) que “las dos funciones más importantes dentro de la empresa eran innovación y marketing”. Pero mirando con detenimiento el actual panorama, podemos afirmar sin duda alguna que Drucker se quedó corto. En las empresas más inteligentes de hoy, ni siquiera existe esa división entre marketing e innovación, marketing hace parte del proceso de innovación (Growth Hacking). Ninguna otra división de la empresa tiene un mejor conocimiento del cliente que marketing, lo cual hace que su participación en el proceso de innovación sea crucial para poder diseñar productos o servicios que se ajusten a las necesidades del cliente (ajuste producto/mercado). Hoy quien dirige la orquesta es marketing, el empresario, emprendedor o directivo que no se haya enterado, o no se quiera enterar, se está condenando así mismo. Sin embargo, aunque marketing es más importante que nunca, eso no quiere decir que las viejas prácticas continúan siendo válidas. El arte del marketing ha cambiado, lo que ayer fue exitoso, hoy no lo es más. Aquí están tres de los principales cambios: Marketing no es lo mismo que publicidad. Un anuncio de página completa en el periódico del domingo no es marketing. Un tuit pagado no es marketing. Un comercial que interrumpe un vídeo de música para meditar en YouTube no es marketing (grrrr). Entonces ¿qué es marketing? Marketing es algo que todo el mundo hace en la empresa (lo sepan o no). Como se contesta el teléfono es marketing. Como y cuando se responden los correos electrónicos es marketing. Un personal atento y servicial es marketing. Cumplir lo que se promete es marketing. La obsesión por los detalles es marketing. La más valiosa forma de marketing es consumida voluntariamente Todo el mundo tiene una fuerza de ventas, contratar anuncios lo puede hacer cualquiera, esas son las viejas prácticas. Sin embargo, pocos se toman el tiempo de enseñar algo a sus clientes. Cuando educa a sus clientes, cuando crea contenido valioso para ellos, se forma una conexión muy distinta a la que ocurre con un anuncio en una revista, confían más en usted, le son más leales. Incluso, pueden llegar a ser sus seguidores y ayudar a propagar su mensaje, aún sin ser clientes. [Espero que mis amigos de las agencias de marketing de contenidos sepan apreciar este empujón ;)] El ‘boca a boca’ (todavía) manda Si las características son similares, incluyendo el precio, ¿a quién preferimos comprar? a un amigo ¿Y si son distintas, a quien compraríamos? También a un amigo. No hay nada que ejerza una influencia más poderosa en la decisión de comprar que la recomendación de alguien en quien confiamos. Así que cada cliente cuenta, cada cliente bien atendido es vendedor (sin cobro de comisión) en potencia. Al contrario, todo cliente maltratado, por el efecto red, puede convertirse en un arma de destrucción masiva.
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- No sea demasiado tímido y delicado con sus actos. Toda vida es un experimento. Los que más experimentan son los que lo hacen mejor. ―Ralph Waldo Emerson
- Si no te atreves a nada, entonces, cuando el día ha terminado, nada es lo que has ganado. —Neil Gaiman
- Aprendí hace mucho tiempo que una vida vivida sin riesgos, prácticamente no valía la pena ser vivida. La vida recompensa el coraje, incluso cuando ese primer paso se dio temblando de miedo. ―Tamera Alexander
- Allí donde hay peligro, se esconde una oportunidad; siempre que haya una oportunidad, el peligro acecha. Los dos son inseparables. ―Earl Nightingale
- Siempre hice algo para lo cual no estaba del todo preparada. Creo que esa es la forma como uno crece. Cuando llega el momento en que dices ‘guau, no estoy muy segura de que pueda hacerlo’, persistiendo a través de esos momentos, es cuando se produce un gran avance. —Marissa Mayer
- La vida es inherentemente riesgosa. Sólo hay un gran riesgo que se debe evitar a toda costa, y es el riesgo de no hacer nada. —Denis Waitley
- Haz todos los días una cosa que te asuste. —Eleanor Roosevelt
- Para poder triunfar, el deseo de tener éxito debe ser mayor que su miedo al fracaso. —Bill Cosby
- Sólo hay una manera de evitar la crítica: no haga nada, no diga nada, y no sea nadie. —Aristóteles
- He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces me han confiado hacer el último tiro para ganar el partido y lo perdí. He fallado una y otra vez en mi vida. Y por eso es que tengo éxito. —Michael Jordan
- Sólo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos, pueden descubrir que tan lejos pueden llegar. —T. S. Eliot
- Todo hombre muere, pero no todos los hombres han realmente vivido. —Braveheart
- No te preocupes por los fracasos, preocúpate por las oportunidades que perdiste por ni siquiera intentarlo. —Jack Canfield
- La vamos a cagar... ¡hagámoslo! —Richard Branson
- Sólo los que juegan, ganan. Sólo aquellos que se arriesgan, ganan. La historia favorece a los que asumen riesgos. Olvida a los tímidos. Todo lo demás son comentarios. —Iveta Cherneva
- Y llegó el día cuando el riesgo de permanecer atrapado dentro del brote era más doloroso que arriesgarse a florecer. —Anais Nin
- La pregunta no es quién me lo va a permitir; sino quien me va a detener. —Ayn Rand
- El más grande riesgo es no tomar ningún riesgo... En un mundo donde las cosas cambian realmente rápido, la única estrategia que está garantizada a fallar es no arriesgarse. —Mark Zuckerberg
- Las personas optimistas tienen un papel desproporcionado en la forma en que vivimos. Sus decisiones marcan la diferencia; ellos son los inventores, los emprendedores, los políticos y militares; no son personas promedio. Llegaron a donde están afrontando retos y tomando riesgos. —Daniel Kahneman
- Lo que tiene que hacer y la forma como lo tiene que hacer, es increíblemente simple. Si está dispuesto a hacerlo eso es otra cosa. —Peter Drucker
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"Uno de los grandes errores que se cometen, es tratar de interesarse en algo de manera forzada. Uno no elige sus pasiones; tus pasiones te eligen a ti" —Jeff Bezos
Walker fue invitado a ocupar el cargo de Emprendedor en Residencia. El Emprendedor en Residencia es generalmente un ejecutivo exitoso el cual la empresa está dispuesta a respaldar con recursos financieros. Su objetivo es crear la próxima compañía que la firma de riesgo va a financiar.
Gracias al apoyo financiero con el que contaba, Tristan tenía la oportunidad de soñar en grande. Así que quería desarrollar un proyecto que fuera de veras ambicioso. No obstante, durante los primeros siete meses en Andreessen Horowitz, no encontró aquella idea de emprendimiento que lo sedujera.
Entre las primeras ideas que contempló, estuvo crear un banco; en Estados Unidos un 25% de la población no está bancarizada o cuenta con pocos servicios. Otra de las ideas fue realizar algo entorno a la obesidad infantil, un problema grave en casi todo el mundo.
Finalmente, la idea que lo sedujó fue crear productos de salud y cuidado personal para la comunidad negra.
Para Tristan (que es afro-americano), afeitarse fue durante la mayor parte de su vida una experiencia desagradable; los cortes, el acné y las irritaciones hacían que esta tarea resultara fastidiosa.
Debido a ello, el primer producto que lanzó su compañía, Walker & Company, fue un estuche de afeitado para hombres de raza negra que prometía una experiencia similar a la de una barbería, pero en la comodidad del hogar.
Tristan estaba en posición de aventurarse casi con cualquier idea que se le ocurriera. Sin embargo, la que lo cautivó, y también a sus inversores (su empresa ha conseguido más de 9 millones de dólares en financiación), fue aquella que ayudaría a solucionar un problema que él había padecido en primera persona y el cual deseaba ayudar a solucionar.
Cuando en ocasiones algunas personas me preguntan por ideas de negocio, siempre viene a mi mente el insuperable consejo de Aristóteles: “donde las necesidades del mundo y tus talentos se cruzan, ahí, yace tu vocación”.
Existen sectores que ofrecen oportunidades muy atractivas para el emprendimiento: educación online, servicios para mayores, tratamiento de la obesidad... Sin embargo, yo estoy convencido que las mejores ideas nacen desde dentro de nosotros, son personales.
Escoger en qué empezar un negocio es una oportunidad única de crear un impacto positivo haciendo algo en lo que en realidad creemos. Es muy distinto emprender sobre una idea ajena que sobre una propia. “Las mejores ideas provienen de la autenticidad” es la conclusión a la que llegó Tristan Walker.
Nuestro trabajo diario es la búsqueda del pan de cada día, pero también es la búsqueda de realizar una contribución, de sentir que con nuestro esfuerzo hacemos del mundo un mejor lugar.
Trabajar en una causa con la cual nos sentimos comprometidos a nivel emocional, nos aproxima a ese viejo anhelo de vivir una vida plena y satisfactoria. Pues es muy difícil vivir una buena vida, si algo que ocupa un lugar tan importante como nuestro trabajo no lo hallamos grato.
Lo mejor de todo, salvar al mundo no solo es reconfortante para el alma, también lo es para el bolsillo. En una investigación realizada por Deloitte, cuando los encuestados creían que su empresa tenía un fuerte sentido de propósito, el 90% de esas empresas exhibía sólidos resultados financieros. Al contrario, cuando los empleados no creían que su empresa tuviera una cultura de propósito, sólo el 65% de esas empresas mostraba buenos resultados.
"La mayor fuente de motivación sin aprovechar, es la necesidad de servir a los demás", afirma la experta Susan Dominus.
Tener una misión que cumplir es tarea de superhéroes. Ese sentido de heroicidad es el que inspira a las personas a poner un poco más de esfuerzo sobre la mesa, a recorrer la milla extra que distingue a las empresas triunfadoras, de las que fracasan o apenas sobreviven.
Cuando busques ideas para emprender, primero busca en tu interior.
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"Leer es bueno, la acción es mejor" —Eric Ries
Cuando le pregunté cuál era la razón, me contestó que emprender era muy complicado, había que saber muchas cosas y no sentía que su preparación fuera suficiente.
Su respuesta fue para mi una desilusión. Yo había diseñado el curso para darle a los participantes los conceptos básicos (innovación, marketing, diseño) del emprendimiento, para que con esas herramientas a su disposición, se sintieran con la suficiente confianza para lanzarse al agua.
La realidad es que emprender intimida. Si uno se pone a pensar en todas las cosas que un emprendedor debe hacer (finanzas, marketing, atención al cliente, redes sociales, etcétera, etcétera); la tarea se revela abrumadora.
Los emprendedores deben ser aprendices insaciables. Un emprendedor, especialmente al principio de su aventura, debe realizar múltiples roles (ventas, marketing, finanzas…) pues, como norma general, no cuenta con los suficientes recursos para contratar quien haga todas esas cosas. Debido a ello, debe estar aprendiendo nuevas cosas en todo momento.
Sin embargo, no es necesario saber todo antes de empezar. La mayoría de las cosas se van aprendiendo por el camino. “Usted no necesita ser grande para empezar, pero necesita empezar para ser grande” es el consejo que nos dejó el inmenso Zig Ziglar.
Es normal querer saber todo antes de empezar. Prepararse lo mejor posible. Cuando empezamos algo nuevo, nos enfrentamos a un montón de incertidumbre. Saber es una forma de minimizar el riesgo.
¿Pero adivina que? Es imposible conocer por anticipado qué ocurrirá en realidad. Así que también es imposible prepararse para todas las eventualidades que puedan ocurrir. Esa es la razón por la cual ningún plan de negocios se ha cumplido como estaba establecido. Siempre hay imprevistos que no se pueden anticipar.
Hurgando más a fondo en la historia de los grandes (y no tan grandes) emprendedores, es común descubrir que muchos de ellos no tenían muy claro en lo que se estaban metiendo. Este es el caso de Jeff Sheldon, fundador de la popular tienda de ropa Ugmonk. En una entrevista para el portal 99U afirmó lo siguiente:
No tengo ni idea de porque esto funcionó. Yo nunca había impreso una camisa... nunca había fabricado camisetas. Tampoco sabía cómo crear un sitio web.
De hecho, recibo correos electrónicos cada semana de gente que está comenzando, pidiéndome consejo. Mi respuesta es que nosotros lo único que hicimos fue dedicar un montón de tiempo a aprender esas cosas. Las cosas que nos desafían son las que hacen que sea divertido. Aprender cada aspecto del negocio ha sido un proceso continuo, y todavía le digo a la gente que la mitad del tiempo no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Todos aparentamos saberlo hasta que lo conseguimos, esa es la verdad.
Creo que la diferencia entre lo que la gente ve desde afuera, y lo que en realidad hago, es que ellos no me ven pasar la noche del viernes sentado con Google, tratando de averiguar cómo poner a funcionar el carro de compras para un artículo específico en nuestro sitio web, o intentando encontrar el proveedor adecuado para nuestro siguiente producto. Es literalmente trabajo duro, no ingeniería de cohetes. Es más cuestión de dedicar el tiempo suficiente.
Emprender es como andar a oscuras en un bosque acompañado por una pequeña antorcha. No puedes vislumbrar en el horizonte el final de tu camino, sólo puedes ver unos pocos pasos a la vez. Pero eso basta. Los emprendedores son solucionadores de problemas, los van afrontando a medida que se presentan. Su pequeña antorcha les permite ver lo que es necesario solucionar para seguir avanzando. Despacio. Un paso a la vez.
No necesitamos saber si algo va a funcionar antes de empezar, lo que necesitamos es lanzarnos y encontrar la respuesta por el camino. Caminante no hay camino, se hace...
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pablo a. arango
Lector. Escritor. Coach. Emprendedor.
Las Notas del Aprendiz está dedicado a ayudarte a comprender que significa vivir una gran vida y como puedes conseguirlo.
Mi misión: Inspirar y guiar la transformación de las personas. Contribuir para que sean su mejor versión y puedan vivir con mayor felicidad y satisfacción.
Espero disfrutes la conversación
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