“Las personas exitosas tienen bibliotecas. El resto, tienen televisores de pantalla grande”
Jim Rohn
Charlie Munger (91 años) es el vicepresidente del consejo de la Corporación Berkshire Hathaway; es decir, es la mano derecha de Warren Buffett. Su patrimonio, según la revista Forbes, asciende a 1.300 millones de dólares. Munger y Buffett son quizás una de las parejas de socios de negocios más ricas y mejor leídas de la historia.
Ambos pasan una gran parte de sus horas laborables dedicados a la lectura. Cuando llegan a sus respectivas oficinas se sientan, y leen. Si se cansan, cambian la pierna que tienen cruzada, se apoyan en el otro lado del trasero; y siguen leyendo. Más tarde, paran y se dedican a pensar en lo que acabaron de leer. Mucho podríamos pensar que este par de bichos raros pueden dedicar tanto tiempo a la lectura porque son ricos. En realidad, la razón es la inversa: son ricos porque leen. Leen mucho. Aqui dejo 10 frases que me encontré del genial Munger:
1 Comentario
“El que conquista su propia alma es más grande que aquel que conquista una ciudad”
Más importante que cultivar las habilidades que te harán destacar como profesional, es cultivar las virtudes que te harán destacar como persona.
Hoy en día existe una gigantesca industria dedicada a aconsejarnos cómo triunfar profesionalmente. Se cuentan por decenas de miles los libros, blogs, podcast, youtubers; consagrados al tema. Esta obsesión con el éxito ha dado origen a una especialidad que haría a nuestros abuelos fruncir el ceño y mirar con recelo: El Auto-bombo. Esta es la disciplina que se encarga de enseñarnos a promocionarnos a nosotros mismos, pero cómo decirlo así suena indecoroso, nos inventamos una expresión más elegante: Marca Personal. El columnista del New York Times, David Brooks, en su excepcional y lúcido libro The Road to Character (El Camino Hacia el Carácter) nos advierte sobre el excesivo énfasis que ponemos en el éxito exterior y lo poco que trabajamos hacia nuestro interior. Vivimos en una sociedad que nos anima a pensar en cómo tener una gran carrera, pero deja a muchos de nosotros sin medios para cultivar nuestra vida interior.
El carácter es el conjunto de cualidades morales que posee (o carece) un individuo. Alguien que tiene un gran carácter es alguien que ha desarrollado una amplia variedad de virtudes: fortaleza, lealtad, humildad, bondad… El comportamiento y los hábitos (buenos o malos) también hacen parte del carácter de cada individuo.
Cuando una persona fallece, durante sus exequias no se habla de lo rápido que esa persona respondía a los correos, o que tantos seguidores tenía en las redes sociales; se habla de las virtudes morales del individuo. Brooks hace un llamado de atención para no sólo desarrollar las virtudes que hacen que nuestro currículum destaque, también debemos ocuparnos de las virtudes que elogiarían en nuestro funeral. He estado pensando sobre la diferencia entre las virtudes del currículum y los elogios del funeral. Las virtudes del curriculum son las habilidades que ofreces en el mercado laboral y que contribuyen con el éxito exterior. Los elogios del funeral son más profundos. Son las virtudes de las que hablarían en tus exequias, las que conforman el centro de tu ser; si fuiste amable, valiente, honesto, fiel; que tipo de relaciones creaste.
Esta falta de atención al desarrollo del carácter, advierte Brooks, nos conduce a la mediocridad moral. Poco a poco nos alejaos de la gran persona que un día quisimos ser.
Te justificas auto justificas. Sigues tus deseos dondequiera que te lleven, y te apruebas a ti mismo, siempre y cuando no estés, obviamente, haciendo daño a nadie más. Deduces que si parece que le gustas a las personas a tu alrededor, debes ser lo suficientemente bueno. En este proceso terminas lentamente convirtiéndote en algo un poco menos sensacional de lo que había esperado en un principio. Una humillante brecha se abre entre tu yo real y tu yo deseado.
El escritor Jack Cheng lo expuso de manera hermosa en el impresionante Tú y Tu Mejor Tú: el camino hacia una mejor versión de ti mismo no está libre de tropiezos. Todo lo contrario, los tropiezos son parte indispensable del viaje.
Todos tropezamos, y la belleza y el sentido de la vida se encuentran en los tropiezos; en reconocer los obstáculos e intentar ser mejores con el paso de los años.
Finalmente, el camino hacia el carácter y por consiguiente hacia una vida llena de satisfacciones, empieza por reconocer humildemente que somos criaturas defectuosas que se equivocan con frecuencia. A partir de ahí, comienza la descomunal lucha por ser cada día mejores.
Todos los seres humanos buscan llevar una vida no solo de placer sino de propósito, justicia y virtud. Como lo expuso John Stuart Mill, las personas tienen la responsabilidad de ser, con el tiempo, mejores moralmente. La mejor vida es la que está orientada hacia incrementar la excelencia del alma y es nutrida por el goce moral: la serena sensación de gratitud y tranquilidad que llega como consecuencia de enfrentar con éxito nuestra lucha moral.
The Road to Character me dio un espléndido baño de humildad, antes de su lectura, debo confesar estaba acomodado en la auto complacencia moral, pero el libro se encargó de enseñarme lo equivocado que estaba y la gigantesca lucha que aún me queda por librar. Mi camino hacia el carácter apenas acaba de comenzar.
"Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día que descubres por qué"
Mark Twain
Hoy en día, cuando hablamos de un profesional exitoso, pensamos inmediatamente en alguien que ha alcanzado riqueza, poder, estatus, fama… Sin embargo, el éxito es un concepto mucho más amplio, y para algunas personas, cosas como las enumeradas atrás no significan nada.
Trevor Dean es uno de ellos. El estupendo libro How to Find a Fulfilling Work (Cómo encontrar un trabajo satisfactorio) registra la historia de este ex asistente de tienda, quien realizó un giro profesional que muchos considerarían macabro, pero a él le brindó la oportunidad de encontrar la realización como profesional: Yo quería un trabajo que tuviera significado, que fuera desafiante y que fuera interesante. Así que cuando apareció un anuncio local solicitando un asistente para una funeraria, me lancé a por él. Fui el afortunado de los treinta que se presentaron. Tres años después realicé el curso para ser embalsamador. Ahora estoy plenamente calificado para el oficio y nunca me he arrepentido. El curso me hizo dar cuenta de lo increíble que es nuestro cuerpo humano.
La satisfacción que Trevor obtiene de su trabajo no proviene del prestigio que da ser embalsamador; él mismo reconoce que 9 de cada 10 personas ponen cara de espanto cuando les dice qué hace. Ser embalsamador tampoco es una profesión que lo vaya a hacer rico ni famoso, pero eso lo tiene sin cuidado, es la contribución que puede realizar lo que le hace feliz, el afecto que recibe por parte de los familiares de los difuntos que aprecian el resultado de su labor.
En Empresas que Caen: y por qué otras sobreviven, Jim Collins escribió: “es imposible tener una gran vida a menos que sea una vida con sentido. Y es muy difícil tener una vida con sentido sin realizar un trabajo que tenga significado”. Un estudio realizado por tres prominentes investigadores confirma lo expresado por Collins:
Un gran estudio sobre el trabajo ético realizado por Howard Gardner, Mihaly Csikszentmihalyi y William Damon mostró que aquellos que realizaban ‘una gran labor’ —definido como trabajo de nivel experto que beneficiaba a la sociedad— consistentemente exhiben altos niveles de satisfacción laboral. El filósofo moralista Peter Singer estaría de acuerdo. Este argumenta que nuestro más grande anhelo en cuanto a tener una vida satisfactoria es dedicar nuestra vida (y posiblemente nuestra vida de trabajo) a una causa trascendente más grande que nosotros, especialmente una de características éticas como los derechos de los animales, el alivio de la pobreza o el cuidado medioambiental. Dicho punto de vista está construido sobre profundas tradiciones religiosas que promueven la idea que beneficiar a otros a través de nuestro trabajo es espiritualmente edificante. Como dijo Martin Luther King, “todo el mundo puede ser grandioso porque todo el mundo puede servir”
Tener una gran carrera profesional significa mucho más que fama y dinero. Sentir que con nuestro trabajo creamos un impacto positivo en el mundo, es la antesala de vivir una gran vida, y como explica el sociólogo Richard Sennett, contribuir nos hace sentir como “un ser humano completo cuya existencia importa”.
How to Find a Fulfilling Work es una lectura exquisita cargada de buenos consejos.
"Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento"
Viktor Frankl fue un profesor y psiquiatra austriaco. Debido a su origen judío, fue capturado en 1942 y enviado por las fuerzas Nazi a diferentes campos de concentración donde permaneció hasta el final de la guerra, cuando fue rescatado por las fuerzas aliadas en 1945.
Durante su permanencia en los campos de exterminio, V. Frankl tuvo que soportar actos abominables y fue despojado de toda dignidad humana. Su esposa, su padre, su madre, su hermano y una gran cantidad de amigos, murieron bajo las despiadadas condiciones de cautiverio. En medio de su confinamiento, Frankl notó que quienes parecían hacerlo mejor bajo aquellas inhumanas condiciones, eran quienes le habían dado significado a su sufrimiento y habían creado para sí mismos un sentido de misión a realizar durante o después de su reclusión. Aquellos que habían construido una narrativa que explicaba porque era importante permanecer con vida, lo hicieron mejor que quienes no hallaron significado a su sufrimiento. En su libro El hombre en busca del sentido cita varias veces la frase de Nietzsche: “quien tiene un porqué vivir, puede soportar casi cualquier cómo”. ¡Ay del que no le encontró más sentido a su vida! Sin un objetivo, sin un propósito, y, por lo tanto, sin razón alguna para continuar, pronto lo perdíamos. La respuesta típica con la que un hombre rechazaba las palabras alentadores era: "No tengo nada más que esperar de la vida." ¿Qué clase de respuesta se puede dar a eso?
Para Frankl, no es la vida la que tiene que enseñarnos cual es el sentido que le podemos dar. Somos nosotros los que estamos obligados a encontrarlo, a construirlo; a hallar la respuesta correcta: “La vida en última instancia, significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a sus problemas y cumplir con las tareas que constantemente establece para cada individuo”. El sentido que podemos dar a nuestra vida, según su opinión, proviene de tres fuentes: un trabajo con significado, el amor y el coraje ante las dificultades.
En una de las páginas más conmovedoras que he leído, escribe esto sobre el amor a su esposa: Mi mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer… Por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre… la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad —aunque sea sólo momentáneamente— si contempla al ser querido.
Los filósofos estoicos sostienen que siempre está en nuestras manos practicar la virtud, incluso en las situaciones más adversas. V. Frankl hizo eco de esa filosofía y eligió comportarse de manera digna ante la barbarie y el sufrimiento, y no perder su sentido de humanidad.
Sí absolutamente existe un sentido de la vida, entonces el sufrimiento debe tener un significado. El sufrimiento es una parte indeleble de la vida, así como el destino y la muerte. Sin el sufrimiento y la muerte, la vida humana no puede ser completa.
Finalmente, sobre un trabajo con propósito recomienda:
No busque directamente el éxito —cuanto más lo busca y lo convierten en un objetivo, más se va a perder—. El éxito, como la felicidad, no puede ser perseguido; debe producirse, y sólo ocurre como el efecto secundario no deseado de la dedicación a una causa mayor que uno mismo, o como subproducto de la propia entrega a una persona que no sea uno mismo. La felicidad debe suceder, y lo mismo vale para el éxito: hay que dejar que suceda sin preocuparse por ello. Quiero que escuches lo que tu conciencia te ordena hacer, ve y llévalo a cabo con lo mejor de tu conocimiento. Entonces verás que en el largo plazo —¡y digo, en el largo plazo!—, el éxito te seguirá, precisamente porque te has olvidado de pensar en el.
El Hombre en Busca del Sentido es una lectura maravillosa e indispensable.
"Cuando innovas y construyes tu negocio desde la empatía y el deseo de crear diferencia para tus clientes, esos valores se reflejan en todo lo que haces"
Bernadette Jiwa, en su estupendo libro Marketing A Love Story nos ofrece una manera distinta y refrescante de entender el oficio.
Tradicionalmente la participación del marketing ocurre en una etapa tardía del lanzamiento de un producto. Lo primero que sucede es la ‘genialidad’: algún innovador/emprendedor se imagina un nuevo producto o servicio con el potencial de cambiar el mundo. Después de algún análisis, si la idea promete, se ejecuta; es decir, se fabrica el producto. Solo entonces es cuando entra en escena marketing. Una vez terminado el producto, son los encargados de marketing quienes deben convencer al público de las bondades del mismo. El mejor, el más barato, el más rápido, el más seguro… esa es la cantilena utilizada con frecuencia para convencernos de comprar. Jiwa y otros muchos marketeros modernos (y espabilados), piensan que la participación de marketing debe ocurrir desde el principio del proceso, no al final; pues son estos quienes mejor conocen al cliente, y, por lo tanto, su aporte resulta imprescindible a la hora de diseñar productos que tengan en cuenta sus necesidades. Si quieres ser el mejor del mundo, no empieces por tratar de crear el mejor producto o servicio. Empieza por descubrir cómo las personas se quieren sentir.
Interrumpir a las personas con molestos anuncios mientras ven la tele, escuchan la radio o ven videos en la web, es aún la manera más utilizada por los departamentos de marketing para promocionar productos.
El problema es que esa fórmula ya no funciona. El coste de la publicidad en los medios masivos ha aumentado de forma vertiginosa durante las últimas décadas, pero su influencia en los consumidores ha disminuido de manera aún más notable. Interrumpir cada vez es más caro y produce menos resultados. Bernadette Jiwa sugiere: ¿Que tal si en lugar de gastar todo ese tiempo y dinero diciendo a los clientes quienes somos, gastamos más tiempo y dinero en ser lo que realmente queremos ser?
Para ser los mejores y ganarse el corazón de los consumidores (y su billetera) es necesario entenderlos, comprender cuales son sus necesidades, como desean sentirse. Y, después de eso, con toda esa información, crear productos que mejoren sus vidas, que resuelvan los verdaderos problemas que enfrentan.
Crear un producto y luego anunciar a los cuatro vientos sus bondades de manera exagerada o engañosa ha hecho que los consumidores miren con recelo todo lo que tiene que ver con marketing. No es el "porqué" del marketing lo que ha conseguido una mala reputación, sino la forma en que lo hemos hecho y los atajos que hemos tomado en el pasado. Pero resulta que si trabajamos duro para mostrar a la gente que de veras nos importa, les importaremos de nuevo a ellos. Las investigaciones realizadas sobre cómo la gente es persuadida, demuestra que la forma en que somos tratados (la forma en que nos hacen sentir) afecta a nuestras opiniones y nuestro comportamiento. Damos propinas más grandes (hasta un 21% más) para camareros que nos ofrecen un chocolate al final de la comida, y compramos más boletos a alguien que previamente demostró empatía hacia nosotros. La gente no puede evitar querer devolver el tipo de comportamiento o servicio que reciben, y si podemos encontrar maneras de mostrar auténticamente a nuestros clientes que son importantes para nosotros, entonces tenemos una mejor oportunidad de importarles a ellos.
La recomendación de Bernadette Jiwa es clara, solo quien tiene una preocupación genuina por ayudar a los clientes, quien de verdad siente afecto por ellos y busca implacablemente entender cuáles son sus necesidades, será quien se vea recompensado con la fidelidad y admiración de esos a quienes tanto se preocupa por servir. Por servir bien. Y de corazón.
Gabriel García Marquez opinaba que uno solo debe leer libros que leerá de nuevo. Yo ya tengo muchas ganas de leer otra vez Marketing A Love Story.
“La creatividad proviene de un conflicto de ideas” – Donatella Versace
Creatividad: El fluir de la psicología y la invención de Mihaly Csikszentmihalyi es con diferencia el mejor libro sobre creatividad que me he leído. Es uno de esos textos que no pierde su relevancia a pesar de haberse escrito ya hace algún tiempo (casi 20 años).
El libro es el resultado de una investigación llevada a cabo por el autor con 91 de las personas mas creativas del mundo. En la ilustre lista se encuentran físicos, poetas, pintores… Muchos de ellos ganadores de premios distinguidos como el Nobel, algunos, incluso, poseen hasta dos Nobel. La investigación encontró que las personas creativas gozan de rasgos contradictorios de personalidad. Una de esas contradicciones es que son psicológicamente andróginos, es decir, poseen características propias de su género y también de las del género opuesto. En todas las culturas los hombres son criados para ser "masculinos" y hacer caso omiso y reprimir aquellos aspectos de su temperamento que la cultura considera como "femeninos", mientras que se espera que las mujeres hagan lo contrario. Los individuos creativos en cierta medida escapan a estos rígidos estereotipos de género. Cuando se hacen pruebas de masculinidad / feminidad a los jóvenes, una y otra vez uno encuentra que las chicas creativas y con talento son más dominantes y resistentes que otras niñas; los niños creativos son más sensibles y menos agresivos que sus pares masculinos.
Csikszentmihalyi advierte que esta tendencia psicológica hacia la androginia no debe confundirse con homosexualidad. No tiene que ver con las inclinaciones sexuales sino con capacidades emocionales:
La androginia psicológica es un concepto mucho más amplio, se refiere a la capacidad de una persona para ser a la vez agresivo y sensible, emotivo y apático, dominante y sumiso; sin importar el género. Una persona psicológicamente andrógina en efecto duplica su repertorio de respuestas y puede interactuar con el mundo en términos mucho más ricos y variados. No es de extrañar que las personas creativas sean más propensas a tener no sólo los puntos fuertes de su propio género sino los del otro también.
Las contradicciones no solo tienen que ver con cuestiones de género:
¿Existen rasgos que distinguen a las personas creativas? Si tuviera que expresar en una palabra lo que hace que sus personalidades sean diferentes a la de los demás, sería, complejidad. Muestran tendencias de pensamiento y acción que en la mayoría de las personas están segregados. Contienen extremos contradictorios, en lugar de ser un "individuo", cada una de ellas es una "multitud". Estas cualidades están presentes en todos nosotros, pero por lo general nos educan para desarrollar un sola en detrimento de la otra. Quizás crecimos cultivando el lado agresivo y competitivo de nuestra naturaleza y desdeñamos o reprimimos el lado sensible y cooperativo. Un individuo creativo es más probable que sea tanto agresivo como cooperativo, ya sea al mismo tiempo o en diferentes momentos , dependiendo de la situación. Tener una personalidad compleja significa ser capaz de expresar toda la gama de rasgos que están potencialmente presentes en el repertorio humano.
"El éxito no es el final, el fracaso no es fatal: es el coraje para continuar lo que cuenta"
Winston Churchill
Guillian Zoe Segal es la responsable del fenomenal libro Getting There (Llegar Ahí). Segal pidió a un grupo de personas de éxito abrumador, que escribieran un pequeño relato sobre como fue su camino hasta el distinguido lugar que ocupan dentro de sus profesiones.
En la lista encontramos personajes como el multimillonario inversor Warren Buffett, la también multimillonaria emprendedora, Sara Blakely (sobre quién se trata este artículo); Matthew Weiner, el creador de la exitosa serie Mad Men y muchos otros más. Cuando pensamos en personas con logros de esa magnitud, tendemos a creer que su camino hasta ahí ha sido de constante ascenso, que a través de los años fueron subiendo por la escalera del éxito hasta llegar a la cima. Aunque en algunos casos fue así, en muchísimos otros (quizás la mayoría) no. Es común encontrar que los protagonistas de estas historias, durante muchos momentos de su vida, no tenían ni idea que hacer ni hacia dónde dirigirse. Su trayectoria no fue recta. Todo lo contrario, hubo desviaciones, retrocesos, abandonos y, como no, fracasos. Una de las historias más inspiradoras es la de Sara Blakely, fundadora de Spanx. Sara es uno de esos casos donde el éxito ocurrió de una manera muy diferente de lo que ella esperaba: Desde que puedo recordar, yo quería ser un abogada litigante. Todas mis decisiones fueron tomadas con ese objetivo en mente. Era la profesión de mi padre y, siendo niña, solía suplicarle que me permitiera verlo en el tribunal. Durante los argumentos finales, él me permitía faltar a la escuela y me sentaba allí todo el día, tomando notas sobre los diferentes miembros del jurado. Amé cada minuto que pasé ahí.
Después del trauma de ver sus sueños de niña derrumbarse, Sara entró en un periodo de incertidumbre que la llevó a pasar por diferentes empleos. Audicionó en Disney para trabajar en uno de sus parques, haciendo el papel de Goofy, pero, como era muy pequeña, terminó interpretando a una ardilla. Luego tomó un empleo como vendedora de faxes puerta a puerta, empleo en el cual se destacó y donde se volvió inmune a la palabra ‘no’. También hizo stand-up comedy en las noches.
Tras siete años como vendedora de Faxes, Sara soñaba con poder vender algo producido por ella. Un día, mientras se vestía para salir, llegó la inspiración. Queriendo lucir bien en unos pantalones blancos, cortó las piernas de unas pantimedias y se las puso en lugar de la ropa interior. Cuando vio el efecto adelgazante de su invento, y lo bien que lucía su trasero, supo que esa era su oportunidad. Ese era el negocio que mi mente había estado creando durante todo ese tiempo.
Cuando finalmente Sara contó en que estaba trabajando, los comentarios de sus allegados fueron recelosos, dudaban de que su idea pudiera llegar a tener éxito. Durante los siguientes meses, Blakely se enfrentó a todos los contratiempos que normalmente enfrenta quien decide emprender, fue aquí cuando se benefició de la impermeabilidad que había adquirido contra el ‘no’.
La historia de Sara Blakely es completamente inspiradora. Después del trauma que significó para ella no entrar en la escuela de leyes, estuvo deambulando por varios empleos aparentemente sin rumbo fijo, pero luego, el tiempo demostró que todas esas habilidades que adquirió mientras buscaba su verdadero camino, resultarían invaluables para el éxito de su emprendimiento: La combinación de ser inmune a la palabra "no", haber coqueteado con la comedia, visualizar mi producto, y no tener miedo al fracaso, fueron los factores críticos para el éxito de Spanx. Yo estaba dispuesto a sudar por esta oportunidad.
Su consejo final:
He pasado por un montón de traumas en mi vida. La mayor parte de ellos se derivan de las inesperadas trágicas muertes de gente que quiero y del muy doloroso divorcio de mis padres cuando tenía dieciséis años. Justo antes de que mi padre se fuera de casa, me entregó una serie de diez cintas del Dr. Wayne Dyer, ‘Cómo ser una persona sin límites’ y dijo: "Me habría gustado que alguien me hubiera dado esto a mí cuando tenía tu edad."
"Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta las amarras. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa en tus velas los vientos alisios . Explorar. Sueña. Descubre " —Mark Twain
El programador y escritor inglés, Paul Graham, escribió un estupendo ensayo sobre ‘Cómo generar riqueza’. El ensayo, lleno de inteligencia, empieza por controvertir la equivocada idea de que existe una cantidad de riqueza fija, y que que no es posible crearla sin despojar a otro, como si de un juego de suma cero se tratara.
Para ilustrar su punto utiliza el siguiente ejemplo: Puedes crear más riqueza. La riqueza se ha estado creando y destruyendo (pero si la consideramos en conjunto, se ha estado creando) a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Ahora bien, para generar riqueza es necesario entender la diferencia que hay entre dinero y riqueza.
Si deseas generar riqueza, ayudará entender lo que realmente es. La riqueza no es lo mismo que el dinero. La riqueza es tan antigua como la historia de la humanidad... El dinero es una invención relativamente reciente.
La confusión entre dinero y riqueza se origina porque en la práctica son intercambiables, pero no son lo mismo: el dinero es el medio por el cual transferimos riqueza (bienes) de una persona a otra. Cuando produces un bien que otra persona necesita lo intercambias por dinero, con ese dinero puedes adquirir otros bienes que tu necesitas, pero que no produces. Antes de la invención del dinero estos intercambios era mucho más complicados, debías encontrar a alguien que necesitara lo que tú produces y que a su vez tuviera lo que necesitabas, el dinero simplificó las cosas.
A la hora de producir riqueza puedes escoger dos caminos, la creas por tu cuenta o junto a otras personas. Alguien que se gradúa de la universidad piensa (y se le dice) que necesita conseguir un trabajo, como si lo importante fuera convertirse en miembro de una institución. Una forma más clara de expresarlo sería: tienes que empezar a hacer algo que la gente quiera. No necesitas unirte a una empresa para hacer eso. Una empresa es sólo un grupo de personas trabajando juntos para hacer algo que la gente quiere. Hacer algo que la gente quiere es lo que importa, no unirse al grupo.
Como es normal, cada ruta tiene sus ventajas y sus desventajas; y no se ajustan a todos por igual. La principal ventaja del empleo es la seguridad que aporta gracias a la previsibilidad de los ingresos, pero la posibilidad de ser rico se esfuma.
En la empresa no serás rico porque no te pagan de acuerdo a tu esfuerzo, tu trabajo está mezclado con el de muchas personas y de esta manera es imposible pagar a cada uno en función de lo que produce y al esfuerzo que aplica. Esto resulta conveniente para aquellos que se esfuerzan poco, pero significa una tremenda pérdida para los trabajadores motivados. Una gran empresa es como una galera gigante impulsada por mil remeros. Hay dos cosas que mantienen baja la velocidad de la galera. Una de ellas es que los remeros individuales no ven ninguna ganancia en trabajar más duro. La otra es que, en un grupo de mil de personas, es muy probable que el remero promedio sea bastante promedio.
La opción de crear riqueza por tu cuenta implica mayor riesgo, riesgo de perder la inversión realizada o riesgo de no obtener ingresos regulares. Pero puedes hacerte rico.
Si quieres ir más rápido, es un problema que tu trabajo se mezcle el de un gran número de personas. En un grupo grande, tu rendimiento no es medible por separado, y el resto del grupo te ralentiza.
Un artesano ambicioso y dispuesto a trabajar realmente duro puede producir el doble o el triple de lo que produce otro mediocre dentro de una empresa, pero además, si decide ir por su cuenta, el fruto de su trabajo es todo para si, no tiene que pagar el sueldo del supervisor que no tiene idea de nada, ni de la secretaria del jefe (que se entera menos), ni las vacaciones del jefe; y, como ya lo dijimos antes, no tiene que compensar el trabajo de los poco productivos. Eso le permitiría capturar entre 5 y 10 veces más valor de lo que lo hace dentro de una empresa. Es decir sus ingresos podrían multiplicarse por esas cantidades.
La principal objeción en cuanto a trabajar por su cuenta, como ya lo dijimos antes, es el riesgo de la pérdida de los ingresos regulares, pero los beneficios de emprender pueden ser enormes. Ahora bien, si decides ir por tu cuenta o con un grupo reducido de personas no significa que vas a ser automáticamente rico, existe otro factor que determina la riqueza: la cantidad de clientes que puedes servir. El dueño de un bar, un restaurante o una peluquería encontrarán difícil hacer una fortuna masiva. El número de clientes que pueden atender está limitado por el espacio. Por otro lado, los negocios a través de internet pueden tener un alcance global. Esa es la razón por la cual los Bezos, Zuckerberg, Dorsey se han vuelto millonarios en poco tiempo. Resumiendo, para generar riqueza debes producir algo que la gente quiera, también es necesario que tus ingresos dependan de tu esfuerzo y no estén mezclados con personas menos productivas que te frenen. Por último, el número de clientes que puedes servir determinará si amasas una fortuna del estilo de los magnates de internet. 'Como generar riqueza' es digno de leerse en su totalidad.
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"No importa que tan rápido vayas mientras no te detengas" — Confucio
Dado que aprender es una de mis pasiones, el día que a mi correo llegó información sobre un curso online impartido por la Universidad de California sobre aprender a aprender, no lo dudé y me inscribí (como era gratis, mejor que mejor).
El curso resultó una delicia y lleno de información aplicable. Un consejo sobre el cual los formadores hicieron mucho énfasis fue en la necesidad de darle tiempo al cerebro para procesar y asentar la información. Es decir, no es lo mismo estudiar un contenido siete horas en un día, que estudiarlo una hora durante siete días. La última opción es mejor, permite al cerebro almacenar la información de manera más durable. Apurar el material de estudio durante el último día puede ayudar a pasar el examen, pero ese conocimiento probablemente no durará. Dado que aprendemos para liderar y no por una nota, embutirse el libro a última hora no es la mejor opción. Leer es para mi la forma más eficiente y divertida de aprender; aunque me mortifica que mi lista de libros por leer crece a velocidad supersónica mientras que la de libros leídos avanza a paso de carroza en carnaval. Debido a ello, siempre me ha seducido la idea de aprender a leer rápido. Sin embargo, cuando pienso en ello, y gracias al curso sobre como aprender, me entra la duda de si leer de esa forma permite comprender y retener lo que se está aprendiendo. La respuesta es: NO. Resulta que los más ilustres participantes en los concursos mundiales de lectura rápida comprenden entre el 40 y el 50 por ciento de lo que leen. Ese solo dato echó por tierra mis esperanzas de ponerme al día con mi lista de libros pendientes. Como tu y yo no leemos para ganar concursos ni para alardear, comprender solo el 50% de lo leído es casi un crimen. John Wanamaker, uno de los pioneros del marketing decía: “la mitad del dinero que invierto en marketing es un desperdicio, lo malo es que no sé cuál mitad”. Si recordamos sólo la mitad de lo que leemos, ¿cómo podemos estar seguros de que la parte que nos queda es la que vale? Profundizando un poco más encontré que las razones por las cuales la lectura rápida no funciona son principalmente dos, una física y otra mental. La física. El parte del ojo que permite captar detalles es una pequeña área (0,33 milímetros) llamada fóvea . La fóvea permite enfocar con detalle hasta 18 letras, esto no se puede mejorar con entrenamiento, razones físicas lo impiden. Muchas de las técnicas de lectura rápida basan sus argumentos en una supuesta ampliación del campo visual, como acabamos de ver, eso no es posible. La mental. La memoria de trabajo de las personas puede almacenar hasta 4 o 5 fragmentos de información a la vez (un dato: los monos pueden almacenar 3, así que la ventaja que les llevamos no es tan grande). Leer 1.000 o 2.000 palabras por minuto significa que tendríamos que lidiar con mucho más de cinco fragmentos de información a la vez para poder retener la información. Las investigaciones señalan que no es posible. Nadie es capaz de leer por encima de 400 palabras comprendiendo el 100% del texto, y aquellos que leen 600 palabras comprenden alrededor del 75%. Incluso los lectores más avezados se ven obligados por momentos a reducir su velocidad. Un estudio llevado a cabo con los profesores de la Universidad de Michigan encontró que cuando abordaban material difícil, los profesores leían en promedio a 300 palabras por minuto, una velocidad muy normalita. Lo mismo ocurre cuando el texto nos resulta interesante o placentero, si estamos disfrutando una novela disminuimos la velocidad de lectura. Mejor dicho, paramos a deleitarnos. Sin embargo, si existe una forma de leer realmente rápido. Cuando conoces muy bien el asunto sobre el que trata el texto (algo que le ocurre con frecuencia a los expertos) puedes saltar párrafos e incluso páginas enteras porque ya dominas muchos de los conceptos que van apareciendo, no es necesario aprenderlos de nuevo. Yo, por ejemplo, cada que me encuentro en un libro de innovación o creatividad la historia de los Post-it, me la salto, eso en muchas ocasiones significa tres o cuatro páginas ahorradas. En conclusión, si quieres leer verdaderamente rápido no queda otra que leer mucho y convertirte en un experto en el tema que estás leyendo. Warren Buffett, lector como pocos, comentó que el tardó casi 10 años en poder leer rápido información sobre inversiones. Leer es un placer y como tal hay que disfrutarlo. Ahora bien, yo me pregunto ¿Estaría alguien interesado en aprender a engullir la comida y dejar de saborearla? o ¿pagarías para que te enseñaran a hacer el amor más rápido?... ya lo pillaste. Nos leemos pronto. Despacito.
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"A menos que pueda concentrarse en lo que usted quiere hacer y suprimir las distracciones, es duro conseguir algo. Punto." — Winifred Gallagher
La primera vez que se vieron Warren Buffett y Bill Gates fue en 1991, durante una cena organizada por la madre de Gates; quien preguntó a los asistentes cuál creían ellos era el factor más importante de su éxito. Gates y Buffett tuvieron la misma respuesta: enfoque.
Paul Allen, cofundador de Microsoft, explicaba así la intransigente capacidad de enfoque de su compañero: Yo sentía curiosidad por estudiar todo lo que veía, Bill, en cambio, se centraba en una sola tarea con total disciplina. Lo podías ver cuando estaba programando, se sentaba con un marcador apretado en la boca, moviendo sus pies y balanceándose; impermeable a la distracción.
El intelectual Nassim Nicholas Taleb relata en su libro Antifrágil cómo se convirtió en uno de los mayores expertos mundiales en riesgo:
Me fui a la librería y pedí (en ese tiempo no había Web) casi todos los libros con las palabras ‘probabilidad’ o ‘estocástico’ en su título. No leí nada más durante un par de años, nada del material del curso, ningún periódico, nada de literatura, nada. Leía en la cama, saltaba de un libro a otro cuando no conseguía entender algo inmediatamente o me sentía ligeramente aburrido. Continue comprando ese tipo de libros. Tenía hambre de profundizar en el problema de las pequeñas probabilidades. No me costó ningún esfuerzo. Esa fue mi mejor inversión, riesgo resultó ser el tema que conozco mejor.
El esfuerzo de ese par de años de brutal enfoque pagó enormes dividendo: cinco años después ya había ganado dinero suficiente para el resto de su vida.
Concentrar nuestros esfuerzos en un puñado de actividades claves y eliminar las irrelevantes es la antesala de grandes éxitos. Ser capaz de realizar un gran trabajo no es producto de la suerte. Es producto del enfoque. La maestría no se consigue de la noche a la mañana, toma tiempo; afortunadamente, mucho menos de lo que pensamos. La práctica hace al maestro. El programador de software, Brad Isaac, una noche estaba realizando un stand-up comedy, al terminar su presentación se encontró con el ya famoso Jerry Seinfeld y le pidió algún consejo. Seinfeld le contó que todos los años, en enero, cuelga un enorme calendario en la pared, cada día que se sienta a escribir chistes, con gran deleite, marca una enorme X roja en el día correspondiente, a medida que pasan los días va formando una cadena de equis. Su consejo fue: “no rompas la cadena”. Es la práctica diaria y paciente de las habilidades relevantes para tu profesión lo que te lleva a destacar. No existen atajos ni sustitutos. Esta el la opinión de Warren Buffett: Ser un inversionista exitoso requiere tiempo, disciplina y paciencia. No importa cuán grande es tu talento o el esfuerzo que aplicamos, algunas cosas simplemente toman tiempo: no se puede producir un bebé en un mes embarazando a nueve mujeres
Realizar un gran trabajo toma tiempo en madurar, incluso podemos empezar a dudar si algún día veremos los resultados de nuestra dedicación. Muchos abandonan antes de tiempo. Pero esa paciencia y dedicación, luego es recompensada.
Todd Henry escribe esto en el estupendo libro Die Empty : 'El Retraso' es la brecha entre causa y efecto. Es el tiempo que transcurre entre plantar una semilla y cosechar. Es cuando todo el trabajo que has hecho parece haber producido poca o ninguna recompensa y hay poco en el horizonte que indique que las cosas van a mejorar. Cuando estás en 'El Retraso', lo único que te mantiene avanzando son: (a) la confianza en tu visión y en tu capacidad para llevarla a buen término, (b) la voluntad de decir no a otras cosas que te tientan para desviarte de tu curso y (c) el diario, diligente, urgente progreso.
No puedo garantizarte que si te aplicas a mejorar tus habilidades llegarás tan lejos como Buffett y Gates, pero si te puedo asegurar, que estarás muy por delante de millones de personas. Simplemente recuerda: “no rompas la cadena”.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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