"No estamos tan lejos, los dos vemos la misma luna"
Esta mañana iba yo corriendo y de repente pude escuchar la música que salía de un coche estacionado.
Lo que sonaba era algo semejante a un rap. Se oía una voz que parecía mas bien estar hablando en lugar de cantando, y había un poco de música de fondo. Como pasé rápido junto al coche, no porque esté muy en forma sino porque era una bajada, no pude enterarme sobre qué trataba la canción. Pero si alcancé a ver que dentro del auto una chica prestaba completa atención a su letra. Estaba absorta. Debo confesar, con vergüenza, que mi reacción inicial fue un poco desdeñosa. Claramente la chica estaba muy interesada en lo que estaba escuchando, y a mi me pareció difícil de creer que ese tipo de música tenga mensajes tan profundos que requieran ese grado de atención. Tontos prejuicios prejuicios los míos. Por fortuna, en fracciones de segundo surgió en mi mente otro pensamiento, uno más amable y fraternal. En lugar de pensar en las diferencias me fijé en las semejanzas. Ella, como yo hago con los libros, estaba buscando entendimiento, deseaba claridad. Como yo, buscaba respuestas donde cree que las puede encontrar. De inmediato surgió en mí un sentimiento de camaradería; estábamos unidos por nuestra incertidumbre. La realidad es que todos andamos un poco perdidos. Esto de vivir es a veces enredado y las respuestas a todas nuestras dudas no se hayan en el fondo de una caja de cereal. Así que buscamos por donde podemos. Pero no es sobre nuestras dudas existenciales sobre lo que me quiero detener, es sobre la bendita manía que tenemos los seres humanos de andar juzgándonos y comparándonos los unos a los otros. Como hice al principio con aquella entusiasta del rap. Miramos a un lado y decimos: “esa está más gorda que yo” y ahhh… una brisa tibia acaricia a nuestra alma. O, “a mi vecino lo acaban de nombrar en un puestazo”; mier*a. “Vaya novio más bueno y encantador se consiguió la tonta esa”, arrrgg.
Comparamos de todo: inteligencia, atractivo físico, riqueza, posesiones, logros, comportamiento de los hijos, éxito…
Este es un hábito mental perjudicial, y nos conduce a sentimientos malsanos: egoísmo, avaricia, celos, inseguridad, ansiedad o excesivo orgullo. Ahora bien, ¿cómo podemos abandonar ese mal hábito? Aplicando la fórmula contraria. Cuando te sorprendas fijandote en las diferencias, juzgándote a ti y a los demás, piensa en su lugar en las semejanzas. Las primeras producen sentimientos de alejamiento y las segundas de confraternidad, compasión y afinidad. Son muchas más las cosas que nos unen que nuestras diferencias. Todos los seres humanos compartimos las mismas necesidades: amor, conexión, seguridad, libertad, etc. Todos, aunque nos empeñemos en aparentar lo contrario, libramos dentro de nosotros tremendas luchas; estamos llenos de inseguridades, miedos, vergüenzas y muchas otras cosas más. Así que vernos los unos a los otros con ojos compasivos es más apropiado que vernos con ojos competitivos.
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"Muchos de nuestros sueños en un primer momento parecen imposibles, luego parecen improbables, y después, cuando convocamos a nuestra voluntad, pronto se vuelven inevitables" --Christopher Reeve
Muchos de nosotros tenemos sueños secretos aplazados o, peor aún, abandonados de forma definitiva.
Algunos desearíamos escribir un libro, o ser cantantes; o quizá tu sueño sea cambiar de profesión, viajar por el mundo, contribuir con el bienestar de muchas personas… Sin embargo cuando comparamos ese gran anhelo con nuestra situación actual, cuando comprendemos lo lejos que estamos; los recursos, los conocimientos y las habilidades que nos hacen falta; nos decimos: “es imposible”. Y no, no es imposible, o para suavizarlo un poco: casi nunca es imposible. Nuestro error radica en que evaluamos la situación con un marco temporal inadecuado. Observamos nuestro gran sueño con lentes de corto alcance. Cuando vemos todo lo que nos hace falta, y entendemos que no podemos eliminar esas carencias en cuestión de semanas, meses, o cuando mucho un año, es cuando nos parece inalcanzable. Pero si nos ponemos los lentes para ver de lejos. Si dejamos de pensar en semanas y meses, y consideramos plazos mucho más amplios: lustros, décadas; lo imposible se convierte en probable. Los límites desaparecen. La realidad es que si estamos dispuestos a trabajar durante años para adquirir las habilidades necesarias para llevar a cabo nuestro sueño, nuestras opciones de triunfo se multiplican de manera espectacular. Cada uno de nosotros podemos ser muy buenos en cualquier cosa que nos propongamos. No mañana. Ni pasado. Tampoco en seis meses. Pero quizá en cinco años sí, y en diez seguro que seras un mega crack. Yo me imagino que tu, al igual que yo, tienes planes de permanecer por el vecindario los próximos diez años. Entonces, ¿por qué no darle una oportunidad a ese gran sueño? ¿Por qué no empezar a trabajar desde ahora para que la próxima década sea una llena de satisfacciones y logros? La mejor de tu vida. Y no importa la edad que tengas. Si tienes 20, 40, 60 u 80, que mas da. Siempre hay tiempo para hacer realidad nuestros sueños. Hace unos meses leí la historia de una señora de 80 años que se apasionó por la dinastía ptolemaica, debido a su interés empezó a investigar y a leer cuanto pudo encontrar sobre el tema. A los 90 años la diligente anciana era una gran autoridad mundial en esa dinastía, y era invitada con frecuencia a dar charlas y conferencias. La cuestión es creer que es posible, y después trabajar para que sea una realidad. Convicción y acción son la fórmula secreta del éxito. De tu éxito.
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"Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de cualquier medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, admirable, talentoso y grandioso? En realidad, ¿por qué no puedes serlo?... Tu timidez no le sirve al mundo. No hay nada iluminado en encogerse para que otras personas no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos estamos destinados a brillar, como lo hacen los niños... No está en sólo algunos de nosotros; se encuentra en todos. Y cuando permitimos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a otras personas a hacer lo mismo. A medida que nos liberamos de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente libera a otros"
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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