Cuando las personas a una edad avanzada miran hacia atrás en su vida, se arrepienten en mayor proporción (2 a 1) de lo que no hicieron que de los errores que cometieron[1]. En general, lamentamos más la inacción que la acción. Nos afligimos por haber dispuesto de oportunidades y no haberlas aprovechado. Entre los principales arrepentimientos están no haberse educado más, no haber sido más decidido y no aprovechar los momentos.
¿Qué es lo que nos frena y evita que nos decidamos a capturar las oportunidades que se nos presentan a lo largo de nuestra vida? Son principalmente dos las causas de la inmovilidad: Sesgo hacia el status quo[2]: Los investigadores denominan así al instinto que tenemos de ir con la manada, asumimos por defecto la posición de la mayoría, ahí nos sentimos seguros. Preferimos que las cosas permanezcan como están y no nos arriesgamos a salir fuera de nuestra zona cómoda. Veamos un ejemplo, muchos países tienen serios problemas con la donación de órganos debido a que es insuficiente. En Reino Unido, cuando las personas solicitan la licencia de conducción, la opción que viene marcada por defecto es la de donar, si la persona decide no hacerlo debe marcar la casilla indicándolo. Este simple truco ha hecho que en Reino Unido sólo haya un 10% de déficit en donación de órganos, mientra en los otros países, donde la opción por defecto es no donar, el déficit ronda el 100%. Miedo a fallar: Nuestro cerebro tiene una fuerte predisposición a evitar el riesgo. Salvo algunas excepciones, los humanos no somos amantes a el. En nuestra mente, riesgo lo asociamos con pérdidas, las pérdidas nos asustan, y cuando nos asustamos el cerebro envía señales que salgamos cuanto antes de esa situación. Así que preferimos no actuar. El miedo a fallar es paralizante, sin embargo, hay otra condición que lo hace aún peor: somos muy malos valorando las consecuencias de los errores, tendemos a sobrestimar el impacto que tienen en nuestra vida. Pensamos que será más doloroso de lo que en realidad es y por lo tanto, nos asustamos más de lo que deberíamos. Los psicólogos Daniel Gilbert y Timothy Wilson llaman a esto el sesgo del impacto[3]. ¿Qué podemos hacer para evitar que el miedo a tomar riesgos nos paralice? Lo primero que tenemos que saber es que así como venimos equipados de fábrica con un sistema inmunológico que lucha contra aquello que amenaza nuestro cuerpo, también tenemos un sistema inmunológico que cuida de nuestra salud mental. Lo que ocurre es que no nos damos cuenta de su existencia porque actúa principalmente por debajo de nuestro nivel de conciencia[4]. Cuando fracasamos o cometemos errores duele, y creemos que ese dolor durará mucho tiempo o por siempre. Al pensar de esa manera lo que hacemos es subestimar nuestra propia resistencia. La mayoría de nosotros lidiamos con esas situaciones mejor de lo que creemos. Enfrentarnos a situaciones dolorosas (como el fracaso) hace que el sistema inmunológico de nuestra mente se active y nos ayude a salir de esa situación. Rápidamente le damos sentido a lo que pasó y almacenamos ese episodio como una experiencia que nos prepara mejor de cara al futuro. Lo otro, y quizás más importante, es que ante situaciones de incertidumbre o riesgosas, como emprender, no somos meros espectadores. Cuando tomamos la decisión y nos lanzamos tras una oportunidad, tenemos la habilidad y el privilegio de aumentar las probabilidades de éxito. Nuestras acciones influyen de manera trascendental en el resultado final. Ejercemos una influencia decisiva en nuestro destino. Trabajo duro, perseverancia e ingenio hacen parte de una receta poderosa para sobreponernos a las dificultades que inevitables aparecen cuando intentamos hacer algo innovador. Si ante la decisión de actuar o no, recordamos que en nuestras manos está gran parte del resultado, que incluso un mal comienzo lo podemos convertir en algo positivo, podremos decidirnos con una mayor confianza. De esta manera, al final, nos haremos menos veces la pregunta ¿y si lo hubiera intentado? Notas 1 Roese, NJ. "What We Regret Most … and Why." 2005. <http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2394712/> 2 Samuelson, William, and Richard Zeckhauser. "Status quo bias in decision making." Journal of risk and uncertainty 1.1 (1988): 7-59. 3 Gilbert, Daniel T, Erin Driver-Linn, and Timothy D Wilson. "The trouble with Vronsky: Impact bias in the forecasting of future affective states." (2002). 4 Gilbert, Daniel T et al. "Immune neglect: a source of durability bias in affective forecasting." Journal of personality and social psychology 75.3 (1998): 617.
2 Comentarios
31/1/2015 12:42:13 am
Otro que me guardo para la colección :)
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Pablo
31/1/2015 02:54:48 pm
Los libros de Cialdini son estupendos, Influencia es un clásico, considerados por muchos (incluido el sabio compañero de Warren Buffet, Charlie Munguer) como uno de los libros más influyentes en la historia del management.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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