"Los hombres son codiciosos para hacer público el éxito de sus esfuerzos, pero mezquinamente tímidos para publicar sus fallos. Los hombres están arruinados por esta práctica imperfecta de encubrimiento de errores y fracasos" Abraham Lincoln
Esta semana unos amigos me contaron como les había ido preparando unas galletas. Era la primera vez que las hacían y las equivocaciones no faltaron: quedaron duras y deformes. Algunas se quemaron. Según sus propias palabras, “el experimento resultó un completo fracaso”.
El ‘fracaso’ de mis amigos con las galletas no es que los haya hundido en la desolación y los haya hecho miserables. Todo lo contrario, se la pasaron muy bien y se divierten contando la anécdota. Sin embargo, su 'fracaso' me dejó pensando. Jamás deberíamos llamar fracaso a aprender, en todo proceso de aprendizaje estarán presentes pequeños (o grandes) fallos. Son inevitables. Es como si llamáramos fracaso a las caídas de los niños cuando empiezan a caminar. O a sus errores a la hora de hablar. Todos, cuando estamos aprendiendo algo nuevo, andamos vacilantes y muchas veces caemos. Los niños asumen este proceso con naturalidad y no se preocupan de los inevitables “fracasos” que ocurren mientras aprenden, no sólo al caminar, lo hacen igual con todo lo demás. A medida que crecemos, nuestra relación con los errores cambia. Ya no los asumimos con la misma naturalidad y nos avergonzamos de ellos. Esa es quizás la principal razón por la cual dejamos de aprender y de evolucionar. Permitimos que nuestro ego se convierta en el muro que detiene nuestro crecimiento. Algunos experimentos señalan que bajo las condiciones y con la metodología apropiada, los adultos pueden aprender otro idioma más rápido que los niños. Sin embargo, el principal obstáculo en su aprendizaje es la vergüenza que sienten al cometer errores. La posibilidad de sentirnos ridículos nos petrifica. Lo sé por experiencia propia, a pesar usar el inglés a diario (casi todo lo que leo y veo es en ese idioma), cada vez que tengo que hablarlo siento como se me sube la sangre a la cara y empiezo a balbucear ¡como sufro! Con los niños no ocurre lo mismo, ellos no se abochornan cuando se equivocan, simplemente toman nota de su equivocación, aprenden, corrigen y siguen adelante. Ahora bien, si nuestro ego se interpone en algo tan trivial como aprender otro idioma, imaginemos el obstáculo que puede significar dentro de una empresa. Los directivos sienten escalofríos ante la posibilidad de que un proyecto que previamente respaldaron fracase y los haga parecer incompetentes. Como diría el murciélago de los cuentos de mi hija —Bat Pat— “miedo, remiedo”. Cuanto más grande la empresa, más difícil innovar. Basta que alguien en la cadena de mando burocrático no pueda tolerar el riesgo, para atajar el desarrollo de un proyecto prometedor aunque arriesgado. Personas y organizaciones debemos aprender a convivir con los errores, abrazarlos, anhelarlos, porque no hay progreso sin ellos. Edison lo sabía muy bien, decía que sus experimentos fallidos con la bombilla no eran fracasos, “simplemente descubrió 10.000 manera diferentes de como no hacer las cosas”. Sara Blakely, la exitosa emprendedora, fundadora de Spanx, cuenta que su padre todos los días, durante la cena, le preguntaba a ella y a su hermano: “¿en que han fallado hoy?” Después de oír la lista de ‘fracasos’ de sus hijos, su padre los felicitaba como si de medallas olímpicas se tratara. ¿Alguien duda de que esa comodidad ante el fracaso ha sido un factor crítico en la creación del imperio que Blakely creo? Así como el hosco invierno precede a la luminosa primavera, los errores son la antesala de la maestría y la innovación. Evitarlos, evitará también nuestra evolución.
8 Comentarios
1/5/2015 01:34:46 am
Totalmente de acuerdo, Pablo.
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Pablo
2/5/2015 05:13:26 pm
Si no estamos fallando quiere decir que tampoco estamos intentando nada nuevo.
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Pablo
2/5/2015 05:14:15 pm
Muy sabia la sabiduría popular Javy. Un abrazo
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Jordan Auristondo
2/5/2015 04:06:03 pm
Si las personas de nuestro tiempo perdieran la verguenza a sus errores y entendieran sus caidas como el principal recurso del perfeccionamiento, descubririamos una sociedad libre de restricciones, volviendo a colocar al conocimiento y la sabiduria como los principales pilares en la vida de un hombre, y por fin entederiamos la verdadera integridad y no la falsa ilusion que entrega la ignorancia.
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Pablo
2/5/2015 05:16:52 pm
Gracias a ti Jordan por tomarte el tiempo y comentar. Significa mucho para mi. Un abrazo
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Francisco
2/5/2015 06:33:29 pm
Gracias por esta parcela de la experiencia que nos regalas.
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Luis
3/5/2015 04:16:57 am
Fracaso = suceso lastimoso, inopinado y funesto (DRAE).
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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