"Leyendo acerca de la vida de grandes hombres, encontré que la primera victoria que ganaron fue sobre ellos mismos... en todos la auto disciplina vino primero" —Harry S. Truman
Todos queremos más: estar más en forma, ser más inteligentes, más productivos, que nos quieran más… Sin embargo, conquistar todas esas cosas requiere un gran esfuerzo. Para llegar ahí, debemos desprendernos de los hábitos que impiden nuestro progreso y adoptar unos nuevos y mejores. Significa cambiar, y cambiar es duro.
Lo difícil que resulta cambiar es la razón por la cual nos pasamos la vida buscando fórmulas mágicas, atajos, píldoras milagrosas que mitiguen algo el padecimiento de mejorar. Desearíamos ser mágicamente tele-transportados desde nuestra condición actual, hasta una mejor versión de nosotros mismos, nuestra versión más triunfadora. De esa manera no tendríamos que andar por el árido camino que es necesario recorrer para crecer. No obstante, cuando hablamos de crecimiento personal, es MÁS importante el camino que recorremos que el destino al cual llegamos. Porque es en el camino donde nos transformamos. Donde fortalecemos nuestro carácter. Es el camino el que nos cambia, no la meta. La diferencia entre perder 10 u 11 kilos no es significativa, kilo más kilo menos, que mas da. O si ahorramos 100 o 110 euros más al año, tampoco hace una gran diferencia. Lo más importante es lo que hemos hecho para llegar hasta ahí, las cosas a las que hemos renunciado, las tentaciones que hemos vencido. El verdadero premio es en lo que nos convertimos: en un ahorrador, alguien que es capaz de reinar sobre sus impulsos, no la cantidad ahorrada. En el camino es donde encontramos las dificultades que luego superamos. Es en el donde tropezamos y nos levantamos. Es en el donde, progresivamente, nos vamos haciendo más sabios, y empezamos a fallar menos, a tardar más en tropezar de nuevo y levantarnos más rápido. A la meta llegamos ya convertidos en personas distintas. Más seguros de nosotros mismos, con mayor vocación a afrontar nuevos y más exigentes retos. Dispuestos a arriesgarnos más. Conscientes de que en nuestro interior yace la fortaleza necesaria para hacer de nosotros personas distintas. Que todo lo que necesitamos para desprendernos de los lastres que nos impiden avanzar ligeros hacia nuestras metas, ya lo tenemos dentro. El progreso no es lineal. Tu no escoges cambiar y cambias de manera continua y ascendente. Cuando decides cambiar, lo que en realidad ocurre es que tropiezas una y otra vez, que te apartas de tu nueva ruta y vuelves a la antigua y más cómoda. Pero es la lucha por retomar el rumbo la que nos transforma, es esa lucha la que hace de nosotros personas distintas. Si eludimos transitar el camino hacia un nuevo Yo mediante atajos, estamos eludiendo el verdadero premio que significa cambiar. Premio que no es otro que la certidumbre de que no sólo hemos conquistado un objetivo, también conquistamos nuestra alma, fortalecimos nuestro carácter. “Quien conquista su alma es más grande que quien conquista una ciudad”, dice un viejo proverbio. Con lo anterior no quiero decir que debemos hacer las cosas innecesariamente más difíciles. No existe mérito en sufrir más de lo necesario. Lo que sostengo es que hay atajos que no deberíamos tomar. Por ejemplo, si lo que deseamos es transformar nuestro cuerpo, y en vez de ejercitarnos más y cuidar nuestra alimentación, recurrimos a la cirugía, lo que (no tan) implícitamente estamos reconociendo es que no somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos, y que debemos recurrir a ‘personal externo’ para que venga y arregle el problema por nosotros. Pocas cosas se me ocurren que minen más nuestra confianza que renunciar a controlar nuestra vida. Transformar nuestra realidad pasa por transformarnos a nosotros mismos. La sabiduría, la felicidad, los buenos hábitos, no son cosas con la cuales tropezamos. Las construimos. Paso a paso. Despacito. Y es el camino que recorremos, no el destino, lo que da significado a nuestra vida. Así que ¿píldoras mágicas? Te lo agradezco, pero no.
1 Comentario
18/8/2015 01:23:00 pm
De todas formas, no hay que olvidar lo que decía Séneca:
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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