"La vida impone los mismos contratiempos y tragedias en el optimista como en el pesimista, pero el optimista que resiste mejor" —Martin Seligman
Aquí no estoy descubriendo nada nuevo, casi todos lo sabemos o lo sospechamos: ser optimistas es mejor que ser pesimistas.
Sin embargo, en algunas cosas los pesimistas lo hacen mejor; como por ejemplo en la realización de diagnósticos. Los optimistas tienden a ver las cosas, ¡como no!, demasiado positivas, y eso hace que al evaluar una situación sus lentes color rosa distorsionen la evaluación. Los pesimistas, por su parte, realizan diagnósticos más precisos de la realidad, evalúan con mayor acierto los potenciales peligros en una situación dada. Por ello es mejor que tu abogado sea un pesimista, él será más apto para pensar en todas las cosas que podrían salir mal y de esta manera prepararse mejor para tu defensa. ¿El piloto del avión en el que vas a viajar? ¡Mejor pesimista! ¿El director financiero de tu empresa? Pesimista también. Hecha esta salvedad, lo que las investigaciones han encontrado es que el optimismo derrota por abultado marcador los beneficios del pesimismo. Esto escribe Martin Seligman en su libro Aprenda optimismo: Las personas optimistas acaban teniendo éxito. En la escuela, en los deportes, y en el trabajo, el optimista aprovecha al máximo sus capacidades. Y nosotros ya sabemos por qué. Porque el optimista es perseverante. Frente a los contratiempos habituales, e incluso cuando los fracasos son grandes, siempre insiste. Cuando llega el momento de darle con la cabeza a la pared, sigue adelante, en particular, en esos casos cruciales en que se compite al borde de la desesperación… Los optimistas gozan de mejores relaciones… Incluso parece que viven más años y con más salud.
Por el contrario, el pesimismo tiene una gran variedad de efectos negativos. Continua Seligman:
Ahora bien, ¿qué es el pesimismo? El pesimismo es un sentimiento de impotencia ante las circunstancias. Los pesimistas consideran que poco pueden hacer por cambiar sus condiciones y que son factores externos (como por ejemplo la buena o la mala suerte) los que rigen su vida.
El pesimismo surge durante nuestra niñez y adolescencia, y son las madres quienes más influyen en ello: madre pesimista, hijo pesimista. Y lo contrario también es cierto. Este es causado por la explicación que le damos a los hechos que nos suceden. Las explicaciones que los pesimistas dan a los eventos que les ocurren tienden a ser personales, permanentes y generales. Los patrones explicativos de los optimistas, en cambio, son los opuestos; en lugar de ser personales son externos, no son permanentes sino temporales y particulares en lugar de generales. Veámoslo con un ejemplo. Digamos que durante una crisis económica nuestra empresa hace un recorte de personal y nos despiden. Los optimistas dirán: “No es mi culpa, debido a la crisis la empresa tuvo que recortar personal” (externo); “Si continúo buscando, tarde o temprano encontraré otro empleo” (temporal); “Mientras encuentro otro empleo puedo hacer otras cosas satisfactorias” (particular). Ahora veamos la explicación del pesimista: “El despido fue mi culpa” (personal); “Nunca voy a encontrar otro empleo” (permanente); “Mi vida está arruinada” (general). Póngalo todo junto —afirma el profesor Seligman— y tendrá una manera de pensar particularmente apta para derrotarse a sí mismo: darse explicaciones personales, permanentes y generales para las cosas malas que nos suceden.
Y ¿cómo podemos dejar de ver todo tan negro y empezar a ver las cosas color de rosa? La respuesta de Martin Seligman:
El sentimiento de impotencia aprendido se puede curar demostrando al sujeto que sus propios actos pueden hacer que las cosas cambien. También puede curarse enseñándole que piense de manera distinta acerca de las causas de su fracaso.
El optimismo no es una cura milagrosa para todos nuestros males, pero se vive mucho mejor siendo optimista. Pues como dijo Charlie Chaplin: "Usted nunca encontrará un arco iris si siempre está mirando hacia abajo".
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1 Comentario
"Un solo acto de bondad echa raíces en todas las direcciones, y las raíces brotarán y crecerán nuevos árboles." —Amelia Earhart
Al estudiar la moralidad humana, la psicología se ha enfocado de forma incuestionable en su aspecto negativo, en cuales son las reacciones que experimentamos cuando presenciamos actos que exhiben lo peor de la condición humana.
Asco, desagrado, rabia, repulsión son sentimientos que surgen cuando observamos a otros comportarse de forma egoísta, cruel o mezquina. Este tipo de comportamiento provoca que adoptemos actitudes defensivas, más egocéntricas y desconfiadas hacia los demás. El doctor en psicología y uno de los pensadores más influyentes del mundo según la revista Foreign Policy, Jonathan Haidt, después de advertir el gran sesgo de la psicología hacia el lado negativo de la moralidad, decidió ir en dirección contraria, estudiar que reacciones o sentimientos surgen cuando observamos a otros realizar actos puros y virtuosos. Lo que encontró —con mucha facilidad— fue que los seres humanos somos conmovidos con fuerza al observar a un extraño prestar ayuda a otro extraño. El profesor Haidt llamó a este sentimiento “exaltación”. Definí la exaltación —afirmó Haidt— como una sensación cálida y edificante que experimentan las personas cuando ven actos inesperados de bondad humana, amabilidad, coraje o compasión. Este hace que una persona quiere ayudar a los demás y convertirse en una persona mejor a sí mismo.
En una de sus investigaciones J. Haidt dividió a los participantes en dos grupos, unos vieron vídeos graciosos y los otros un documental sobre la Madre Teresa.
En comparación con los participantes que vieron el video de control, los participantes que observaron el videoclip edificante informaron que se sentían más amorosos e inspirados, que tenían un mayor impulso de querer ayudar a los demás y crear lazos con otros. Eran más propensos a convertirse en voluntarios y trabajar con una organización humanitaria después de ello.
Perfecto, ver vídeos de la Madre Teresa u otras personas siendo buenos nos impulsa a querer ser buenos nosotros también, ¿y qué pasa con la lectura, también tiene el mismo efecto edificante? ¡Por supuesto!
Un estudio de 2011 dirigido por Karl Aquino, de la Universidad de la Columbia Británica, encontró que las personas que experimentaron exaltación después de leer una historia sobre bondad fuera de lo común fueron más propensos a creer que existe el bien en el mundo. Cuanta más exaltación experimentaron, más percibieron el mundo como un lugar lleno de generosidad y bondad.
Son muchos los momentos de exaltación que he vivido junto a mi hija mientras le leo en voz alta. He tenido la suerte de dar con algunas grandes obras repletas de preciosos actos de humanidad. Incontables son las veces que he tenido que interrumpir la lectura porque mi voz, sin explicación alguna, empieza a sonar desafinada y se entrecorta, y un cálido líquido empieza a bajar desde mis ojos.
Hay dos obras con las cuales mi hija y yo hemos pasado grandes momentos y que recomiendo con entusiasmo su lectura: Mujercitas de Louisa May Alcott y Corazón de Edmundo de Amicis. Con este par de obras, grandes y chicos, tendremos grandes dosis de exaltación y, eso espero, desearemos parecernos a sus bondadosos personajes y hacer de este mundo un lugar mejor. Como dije antes, me la paso de maravilla con mi hija mientras leo este tipo de literatura, así que si conoces algunos títulos que puedas recomendarme, te estaré muy agradecido. Puedes dejar tus sugerencias en los comentarios. Gracias.
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"Conócete a tí mismo. No aceptes la admiración de tu perro como evidencia concluyente de que eres maravilloso" —Ann Landers
Conocernos a nosotros, saber que es lo que en realidad apreciamos, cuales son nuestros valores, es difícil. En todo momento, incluso sin notarlo, estamos siendo influenciados por factores externos que nos alejan de quienes somos en realidad.
Amigos, compañeros de oficina, tendencias sociales, la publicidad, entre otros muchos, suelen ejercer sobre nosotros una poderosa atracción que nos confunde y nos separa de nuestra esencia. Puede ocurrir, por ejemplo, que en tu círculo más próximo se espera de ti que te comportes de una determinada manera. Puede ocurrir, también, que a ti no te interese ser como los demás esperan. Pero por encajar, por temor a ser rechazado o decepcionar a alguien, termines siendo o haciendo lo que no te apetece. Es por ello que todos deberíamos dedicar todos los días unos minutos a reflexionar sobre nosotros mismos. Pues es muy difícil vivir una gran vida, una vida satisfactoria que exprese con nitidez quienes somos, hacia donde vamos y qué es lo que de verdad nos importa, si no llegamos a conocernos bien. “Una vida sin reflexión no merece la pena ser vivida” afirmó el sapientísimo Sócrates. Deberíamos, por ejemplo, preguntarnos si estamos viviendo como nos gustaría vivir. Si nuestro estilo de vida o nuestra rutina diaria, o nuestros proyectos actuales, reflejan nuestros más íntimos y verdaderos valores. No los valores de la sociedad, no los valores de tu pareja. Ni los de tus padres. Los tuyos. Conocernos es el camino de la autenticidad. Cuando sabemos quienes somos podemos vivir de la manera como en realidad deseamos. Ser auténtico significa que hay consistencia y congruencia entre nuestros valores, creencias y acciones. Cuando somos auténticos surge la espontaneidad sin cautela. No necesitamos aprobación. No estamos pendientes de lo que otros piensen. No actuamos de manera pretenciosa ni con falsos aires. Pero, ¿cómo podemos aprender a conocernos un poco mejor? Lo primero es advertir que no existe ningún ejercicio mágico que te revele la respuesta en un par de minutos. Conocernos es un proceso que nos tomará toda la vida. Sin embargo, hay dos actividades que resultan muy apropiadas en el proceso de auto descubrimiento: leer y escribir. Los libros, en especial las grandes obras de la literatura, son una ventana maravillosa a la naturaleza humana. Los buenos autores consiguen darnos acceso a una vasta cantidad de emociones y eventos que nos tomarían décadas experimentar nosotros mismos directamente. En ocasiones llegamos a sentir que algunos autores nos conocen mejor que nosotros mismos, pues son capaces de expresar con palabras sentimientos que nosotros no sabemos describir. “En el trabajo de los grandes autores encontramos nuestros propios pensamientos ignorados” afirmó Ralph Waldo Emerson con razón. Cuando esto ocurre, adquirimos sabiduría sobre nosotros mismos. Escribir es otra gran forma de conocernos. No es casualidad que muchos de los grandes personajes de la historia hayan sido devotos 'diaristas'. Poner en papel nuestros sentimientos y pensamientos en una gran manera de conocernos a nosotros mismos. El auto conocimiento es un factor necesario del gran liderazgo. Los grandes líderes saben quienes son y hacia a donde van. Registrar en las mañanas o al final del día eventos, sentimientos y pensamientos que hemos tenido durante la jornada nos ayuda a desarrollar un mayor entendimiento sobre nosotros mismos. Atrevernos a ser quienes realmente somos es uno de los pilares de una gran vida. Y conocernos es el primer paso.
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"Las escaleras son tu maestro; te enseñan a ser más fuerte. Ama a tu maestro y cada vez que la vida ponga unas escaleras enfrente de ti, ¡aceptarlas como un regalo!" --Mehmet Murat ildan
Durante años he intentado renunciar a los elevadores y usar solo las escaleras. Pero este hábito siempre se me ha resistido.
Cada vez que he intentado establecerlo he tenido comienzos sólidos y entusiastas. Sin embargo, a los pocos días estaba de vuelta usando los cómodos aparatos de manera habitual. La secuencia siempre ha sido la misma: chico comienza fuerte con mucha convicción, pero poco a poco chico empieza a hacer excepciones: “hoy vengo del gimnasio y estoy muy cansado”, “este paquete pesa mucho”, “aprovecho hoy que ya está aquí y no lo tengo que esperar”. En pocos días... chico ha fracasado. De nuevo. Ese es el problema con las excepciones y las indulgencias: tienden a volverse la norma casi sin darnos cuenta. Algunos estudios señalan que hasta dos copas de vino para los hombres y una para las mujeres tienen efectos positivos para la salud (¡la vida es buena! ¿A que sí?). Algunas personas que han querido beneficiarse de esta agradable terapia han terminado tomando más de lo que desearían. Al principio eran muy estrictos y solo se tomaban una copa, sin embargo algún día se permitían una segunda. Al poco tiempo dos eran la norma y en ocasiones caía una tercera y luego… ¡que viva la fiesta! Hoy, para mi complacencia querido lector, tengo el placer de anunciarte que esta vez sí, que todo parece indicar que ¡por fin! me voy a convertir en un chico que usa las escaleras. Siempre. Ahora siento que el hábito está prosperando con crecientes y robustas raíces. ¿Qué he hecho esta vez para que sea distinto? Creí que no me lo ibas a preguntar. Esta vez la regla ha sido: “No a las excepciones”. Que vengo cansado del gimnasio… pues te jodes y subes. Que voy con bolsas del supermercado… tira pa'rriba. Que la niña se durmió en el coche y ya pesa mucho… ¿no dizque vas al gimnasio? ¡Tira! Yo estoy convencido de que hasta la moderación es buena con moderación. De vez en cuando es bueno darnos un respiro y salirnos de la norma. Sin embargo, hay situaciones o comportamientos con los cuales es mejor ser más radical. Especialmente al principio, cuando las raíces del nuevo hábito aún son frágiles. Esta misma aproximación la he utilizado con otra de mis eternas batallas —los platos sucios— y ha funcionado también de maravilla. Cuando dividimos con mi mujer las tareas que le corresponden a cada uno, en mi paquete venían incluídos los dichosos platos sucios, ¡ay bendito! Mi poco afortunado método era: “los lavo todos al final del día”. Con lo cual, durante el día se iban acumulando trastos sucios que le daban a la cocina un aspecto desagradable, y por la noche la montaña resultaba intimidante. Peor aún, si en alguna ocasión cenábamos fuera y llegábamos tarde, el desorden se quedaba para el día siguiente y la cosa ya era delicada. Hoy mi norma es: “lavo después de cada comida y la cocina debe quedar limpia cada noche”. Siempre. Sin excepciones. Así la cocina permanece limpia y agradable en todo momento. Como lo dije antes, hay algunos hábitos con los cuales es bueno ser un poco flexible, y otros con los que no. Ahora bien, saber cual es cual ya es cuestión de arte. Nos vemos la próxima semana. Se bueno y pórtate bien.
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Una y otra vez, mientras leo libros de todo tipo, me encuentro con frases de Eleanor Roosevelt que citan los autores (algo similar me ocurre con William James, uno de los padres de la psicología). Así que decidí recopilar algunas de las que más me han gustado y compartirlas contigo. Espero las disfrutes.
Los jóvenes hermosos son accidentes de la naturaleza, pero las personas ancianas hermosas son obras de arte. La amistad con uno mismo es lo más importante, porque sin ella no se puede ser amigo de nadie más en el mundo. No es justo pedir a los demás lo que no está dispuesto a hacer usted mismo. Aprende de los errores de los demás. No se puede vivir el tiempo suficiente para cometerlos todos uno mismo. El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños. Con el nuevo día vienen nuevas fuerzas y nuevos pensamientos. Usted debe hacer las cosas que piensa que no puede hacer. A la larga, damos forma a nuestras vidas, y damos forma a nosotros mismos. El proceso nunca termina hasta que morimos. Y las decisiones que tomamos son, en última instancia, nuestra propia responsabilidad. Tenemos que aceptar lo que venga y lo único importante es que nos enfrentemos a ello con valor y con lo mejor que tenemos para dar. Debido a que obtenemos más alegría dando alegría a los demás, debemos dedicar mucho tiempo a pensar en la felicidad que somos capaces de dar. Lo que uno tiene que hacer por lo general se puede hacer. Usted no se preocuparía tanto de lo que otros piensan de usted si supiera lo poco que los otros piensan en usted. A menudo se pueden cambiar sus circunstancias, cambiando su actitud. Nunca confunda el conocimiento con la sabiduría. Uno le ayuda a ganarse la vida; el otro le ayuda vivir.
¿Cuál es tu preferida?
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"Las personas con metas tienen éxito porque ellas saben hacia donde se dirigen"
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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