“Cualquier tonto puede criticar, condenar y quejarse... y la mayoría de los tontos lo hacen” Dale Carnegie Hace un tiempo tuve la oportunidad de realizar un curso de liderazgo con el doctor Richard Boyatzis, profesor de Case Western Reserve University. El tema principal del curso era como el líder debe gestionar las relaciones con su equipo. Tengamos en cuenta: para que haya líder debe haber seguidores, y el éxito depende de cómo son conducidas las relaciones dentro del grupo. Un tema que tuvo especial atención en el curso fue la manera como afrontamos la crítica. Las investigaciones del profesor Boyatzis, en las que se usaron imágenes producidas a través de resonancia magnética, revelan que cuando recibimos críticas nos cerramos, en el cerebro se activan zonas que evitan que las personas estén receptivas a nuevas ideas o a la posibilidad de aprender y cambiar. Por el contrario, expresar opiniones positivas activa partes del cerebro que están relacionadas con el pensamiento creativo y el aprendizaje. El camino para mejorar el desempeño de las personas no pasa por la crítica sino por las intervenciones positivas. Todos necesitamos saber cuales son nuestras debilidades para trabajar sobre ellas, es así como mejoramos nuestro desempeño. Pero es en un clima de aprecio donde mejor asimilamos las correcciones. Esta semana empecé a leer Como ganar amigos e influir en las personas, escrito por Dale Carnegie hace casi ochenta años, cuando aún no existía toda la tecnología de la cual dispone el profesor Boyatzis. Me sorprendió en encontrar en él las mismas lecciones impartidas por el profesor de Case Western, con la diferencia que Carnegie no las aprendió usando tecnología de punta, estudió a los grandes filósofos y biografías de líderes de la estatura de Lincoln, Franklin, Rockefeller, por citar unos pocos. La opinión de Carnegie acerca de las críticas es contundente: La crítica es inútil porque pone a la otra persona a la defensiva, y por lo común hace que trate de justificarse. La crítica es peligrosa porque lastima el orgullo, tan precioso de la persona, hiere su sentido de la importancia y despierta su resentimiento. Charles M. Schwab (1862-1939) fue un magnate de la industria del acero y una de las primeras personas en Estados Unidos que percibió un salario de más de un millón de dólares. Salario de sobra justificado: bajo su dirección las empresas prosperaban y generaban tantos beneficios que su retribución era pagada con entusiasmo. Charles Schwab conocía muy bien su fórmula para alcanzar tanto éxito y está consignada en el libro: "Considero —dijo Schwab— que el mayor bien que poseo es mi capacidad para despertar entusiasmo entre los hombres, y que la forma de desarrollar lo mejor que hay en el hombre es por medio del aprecio y el aliento. Nada hay que mate tanto las ambiciones de una persona como las críticas de sus superiores. Yo jamás critico a nadie. Creo que se debe dar a una persona un incentivo para que trabaje. Por eso siempre estoy deseoso de ensalzar, pero soy remiso para encontrar defectos. Si algo me gusta, soy caluroso en mi aprobación y generoso en mis elogios." Modernos y no modernos ya lo sabían: la crítica no es el camino hacia la excelencia.
1 Comentario
RLB
3/2/2020 02:01:11 pm
Me parese bueno buzcar lo positivo de una persona y elogiarla y felicitarla como estimulo a sus comportamientos. Me gusta esta practica la de felicitar y agradecer. La critica por lo general genera perdidas xq duele pero para crecer es necesaria. No todos en un examen sacan distinguido y felicitaciones. Me parese que se deben tener las dos cosas felicitar y no criticar . corregie de buena manera no con sobervia sino con un sentido de estimulo.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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