«El ser humano se eleva en la vida hasta el nivel de la imagen que tiene de si mismo»
Versión en vídeo AQUÍ Versión en audio AQUÍ Todos los seres humanos experimentamos, de cuando en cuando, inseguridad en nosotros mismos. Claro, hay algunos que sufrimos estos episodios con mayor frecuencia, incluso para otros esta es una condición crónica. Y también existen aquellos afortunados que se enfrentan a ella muy rara vez. Pero todos, todos la sufrimos. Esta falta de confianza es lo que ha dado origen a un fenómeno psicológico conocido como el Síndrome del Impostor. Según algunas estimaciones, siete de cada diez personas lo han padecido alguna vez en su vida. El síndrome del impostor consiste en sentir que uno no es tan bueno, tan competente como otras personas creen. Nos sentimos entonces como si estuviéramos engañando al resto del mundo. Como si fuéramos un fraude. Muchos estudiantes brillantes, aunque que acceden por sus méritos académicos a las universidades más prestigiosas del mundo; no se creen al mismo nivel de los demás. Al ver lo inteligentes que son sus compañeros, se sienten como unos impostores. Actores, músicos, científicos, presidentes de multinacionales, entre otros muchos, también padecen este síndrome, cuyo origen se encuentra en la falta de confianza. Así que la inseguridad es un fenómeno universal. Ni siquiera los más exitosos se escapan de ella. El problema entonces no es padecerla. La cuestión es como la enfrentamos para que no nos impida avanzar hacia nuestras más ambiciosas metas. Cuando yo he sentido esa falta de confianza (lo cual es bastante frecuente) utilizo dos trucos que siempre me dan resultado. El primero y más efectivo es actuar. Nada perjudica más a la falta de confianza que la acción. Cuando empiezas en el gimnasio, por ejemplo, y comparas tu pobre forma física y tus brazos carentes de tono y definición con los de los otros, llenos de músculos y vitalidad, es probable que sientas que no perteneces a ese lugar. Pero si continuas yendo, si persistes, empezarás a notar tu progreso y terminarás sintiendo que ese también es tu medio. El gimnasio te pertenece y tu perteneces a él. Esta es la forma como los estudiantes brillantes terminan curándose del mal, en la medida en que avanzan y superan las pruebas académicas, empiezan a sentir que si pertenecen a ese lugar, que son tan capaces como el resto. Entonces, si lo que quieres es escribir, pero no te sientes como un escritor; escribe. Cuanto más lo hagas, mejor. Si oyes una voz dentro de ti —aconsejó el pintor Vincent Van Gogh— que dice que 'no puedes pintar', entonces, por cualquier medio, pinta, y esa voz quedará silenciada.
La otra parte de la receta es usar la imaginación.
Los seres humanos nos elevamos hasta el nivel de la imagen que tenemos de nosotros mismos. Si nos consideramos competentes, capaces de grandes cosas; por grandes cosas lucharemos. Pero si recelamos de nuestro potencial para alcanzar la gran victoria, jamás nos elevaremos hasta donde nos es posible volar. La limitación impuesta por la imagen que tenemos de nosotros mismos se convierte en forzosa realidad. Por fortuna, utilizando nuestra imaginación podemos alterar esa imagen y crear una más empoderada que no se achique ante los desafíos. Resulta que sí nos imaginamos, de manera clara, siendo o haciendo algo que deseamos, nuestra mente asume eso como una realidad y los mensajes de inseguridad terminarán desapareciendo. Nuestra mente, más concretamente nuestro subconsciente, cuando creamos imágenes mentales vívidas, no puede distinguir entre la realidad y la imaginación; y considera lo imaginado como real. Esa es la razón por la cual el cine existe. Aunque de manera racional sabemos que todo lo que aparece en la pantalla es fingido, nuestro subconsciente no distingue la diferencia y por ello genera emociones en nosotros emociones reales. Entonces, si lo que quieres es perder peso, puedes dedicar de 10 a 20 minutos al día a imaginarte a ti mismo viviendo tu vida como si ya hubieras alcanzado tu peso deseado. Imagina como lucirás, como te relacionas con otras personas; imagina, muy especialmente, como te sentirías. Debes pensar también, como sería tu día a día bajo esas nuevas condiciones. Que actividades realizarías, lo que comerías y que deporte practicarías. De esta manera, tu subconsciente empezará a creer que esa es tu realidad y, con el tiempo, lo será. Te conviertes —afirmó Oprah Winfrey— en lo que crees que eres, no en lo que piensas o lo que quieres.
Pero para que esto ocurra debes vincular emoción con imaginación, es a través de las emociones como nuestro cerebro es convencido. Si esa imagen que creas viene acompañada de una emoción positiva, nuestro cerebro la acepta.
No olvidemos que el comportamiento de los seres humanos es guiado por el placer y el dolor. Buscamos lo que nos es grato y nos alejamos de lo que nos aflige. Así que mediante la visualización podemos fomentar los cambios que queremos realizar en nosotros mismos. Si queremos ser más amables, debemos imaginarnos siendo amables. Si queremos ser más productivos, debemos pintar una imagen de productividad y eficiencia. Si queremos mejorar nuestras relaciones con nuestra pareja, imaginémonos comportándonos de manera amorosa. Las acciones y la imaginación, forman una dupla invencible que nos permitirá eliminar la falta de confianza en nuestra capacidad de alcanzar metas importantes y vivir la vida que hemos soñado. Versión audio¿Te gustó? Recibe gratis artículos con ideas y consejos sobre cómo superarte y ser tu mejor tú. Suscríbete AQUÍ
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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