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Ay, nuestra mente, tanto sufrimiento que nos causa. Nuestra mente está diseñada para ayudarnos a sobrevivir. Lo cual no es asunto menor y debemos agradecer. Sin embargo, que sea este su objetivo primordial nos causa algunos problemas serios. Dos son las razones principales. La primera, el programa de supervivencia con el que venimos equipados está muy desactualizado (¡miles de años!). La mayor parte de nuestra evolución ha ocurrido en un entorno salvaje y peligroso, no en el entorno urbano y más civilizado donde nos desenvolvemos hoy. Nuestros ancestros enfrentaban muchísimas más amenazas a su supervivencia de las que enfrentamos nosotros. Lidiar con situaciones en las cuales podían perder su vida era cosa frecuente. Hoy por fortuna no es así. El mundo, como lo demuestran las estadísticas, es cada vez más seguro y menos personas tienen que enfrentarse a situaciones de vida o muerte. A pesar de ello, seguimos siendo muy aprensivos, pues nuestro programa mental no se ha modificado para ajustarse a la nueva realidad. Seguimos teniendo la misma mente intranquila del paleolítico. La segunda razón es que una vez asegurada la supervivencia, empezamos a desear algunas cosas más; como por ejemplo, ser felices. Pero el software humano lo apuesta todo a la supervivencia; y lo de ser felices queda como un asunto (muy) secundario. Estas son las causas por las cuales nuestra mente tiene un sesgo tan marcado hacia lo negativo. Le prestamos mucha más atención a las cosas que no están funcionando, o que pueden resultar perjudiciales, que a las cosas positivas que ya tenemos en nuestra vida. En nuestras relaciones personales este sesgo resulta bastante dañino Los lazos que formamos con otras personas están muy lejos de ser perfectos. No pueden serlo dada la naturaleza imperfecta de cada uno de nosotros. Así que siempre habrá asuntos en las relaciones que no son de nuestro total agrado. Y, como la mente del ser humano tiende a prestar mucha más atención a lo negativo, las cosas positivas quedan en segundo plano, creando la impresión de que nuestras relaciones están peor de lo que en realidad son. Puede ocurrir, por ejemplo, que con nuestra pareja hubiesen dos o tres cosas que no están funcionando, pero que a su vez, hay otras muchísimas que si. Pero la mente, con su tendencia sombría, nos hace ignorar todo lo bueno y centrarnos en lo malo. ¿El resultado? Más infelicidad y fricción de la que debería haber. Bien, ahora que ya tenemos el diagnóstico, que sabemos las causas; necesitamos saber ¿qué podemos hacer? Fácil, combatir negatividad con positividad. El cerebro humano por fortuna es moldeable, la práctica y el entrenamiento lo modifican. Así que podemos recablear nuestra mente para que tenga una visión más equilibrada de la realidad. Si hacemos un recuento diario de las cosas buenas que nuestros seres queridos traen a nuestra vida, poco a poco iremos modificando la tendencia natural, y empezaremos a tener una visión (y una mente) más balanceada. Para esto basta con dedicar unos pocos minutos cada día a pensar (mejor si también lo escribimos) en las cualidades positivas o en las cosas buenas que nuestros seres queridos traen a nuestra vida. Te lo puedo garantizar (yo lo practico y he experimentado resultados maravillosos), en poco tiempo empezarás a notar como el aprecio hacia las personas de tu vida aumenta de manera significativa. Con esta práctica no solo aumentarás el afecto hacia las personas más importantes en tu vida, también ellas te estimarán más. Notarán tu cambio de actitud hacia ellas y te lo recompensarán con más afecto hacia ti. Ganamos todos. Ahora bien, de ninguna manera estoy sugiriendo que debas hacer caso omiso de las dificultades que hay en tu vida. Las cosas que no funcionan debemos solucionarlas. De lo que se trata es de no permitir que lo negativo tenga un peso desproporcionado y haga que no le demos importancia a las que sí funcionan. Y puede ocurrir también, que eso que pensamos que era un gran problema, visto con ojos más ecuánimes, no parezca ahora tan importante y estemos incluso dispuestos a tolerarlo de buen agrado. Así que ya lo sabes, cuenta las cosas buenas que tus seres queridos traen a tu vida, verás como tus relaciones mejorarán. Y no olvidemos una cosa, las relaciones son el factor más importante en la calidad de nuestra vida: no se puede ser feliz sin buenas relaciones con las personas más cercanas. Este es un pequeño esfuerzo que paga enormes beneficios. Vale la pena. Te lo aseguro. ¿Te gustó? Recibe gratis artículos con ideas y consejos sobre cómo superarte y ser tu mejor tú. Suscríbete AQUÍ
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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