"Nuestras dudas son traidoras, y nos hacen perder lo bueno que a menudo podriamos ganar por temer intentarlo" —William Shakespeare
A veces es fácil. A veces nos levantamos llenos de optimismo y entusiasmo y nos sentimos imparables.
En esas ocasiones, tal es nuestra certeza que no nos cuestionamos si nuestros sueños se harán realidad. Nos preguntamos, «¿cuando?». Porque no puede ser de otra manera. Vemos todo lo que nos esforzamos, el tiempo que dedicamos, lo mucho que hemos aprendido. Sabemos también que nuestro propósito es noble: queremos contribuir, ayudar. Ser parte de la solución. Entonces, emprendemos nuestros quehaceres diarios, jubilosos; incluso hasta nos descubrimos silbando una alegre canción. Y sonreímos otra vez. Otras veces no es así de fácil. Por alguna rendija de lo que hasta ese momento parecía una indestructible mentalidad ganadora, se cuela la duda. Entra como si fuera una especie de niebla negra y pesada que va oscureciendo todo a su paso. Donde antes había un camino amplio y luminoso, en el que tan felices marchábamos cantando, ahora hay solo penumbra. Miramos con desesperación a un lado y otro en busca de alguna luz, alguna señal que nos indique por dónde seguir. Pero no hay nada, solo está la maldita niebla espesa. Y en medio de esa oscuridad, se escuchan atronadoras, con su eco infinito, las voces del miedo y la desconfianza: «jamás lo vas a lograr», «¿quién te dijo a ti que serías capaz?», «¡déjalo ya y dedícate a algo más fácil, algo que esté a tu alcance!». ¿Y qué podemos hacer en días como esos? Bajar la cabeza y trabajar. O como nos aconsejó el fabuloso Neil Gaiman: hacer buen arte. Vivir es a veces difícil. Las cosas van mal, en la vida y en el amor, y en los negocios, y en la amistad, y en la salud; y en todas las otras formas en que la vida puede ir mal. Y cuando las cosas se ponen difíciles, esto es lo que debe hacer.
Y eso hice, miré al teclado y escribí. Y funcionó. Esta vez. Quizá la próxima no funcione y deba probar lo contrario: desconectar, hacer otras cosas que también disfruto y reanudar al siguiente día.
Porque con los días malos si que no hay duda, no es cuestión de si vendrán, la única pregunta que cabe es, ¿cuando?
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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