"Antes de decirle a tu vida lo que intentas hacer con ella, escucha lo que ella piensa hacer contigo" —Parker Palmer
La analogía es perfecta. La nave con la cual me conducía por la vida era una enclenque.
Cuando la crisis asomó, me sacudió como una gran tormenta sacude a la raquítica barca. Años de complacencia, de aplicar la ley del mínimo esfuerzo y de búsqueda constante de gratificación instantánea, me habían dejado mal preparado para navegar con éxito por la que ha sido una de las grandes crisis de los últimos tiempos. De pronto me encontré como el náufrago que despierta en la playa de una isla desierta: aturdido y sin saber por donde empezar o hacia donde dirigirse. Aunque una cosa sí sabía: mis competencias estaban desactualizadas, así que debía adquirir habilidades y conocimientos que me permitieran empezar de nuevo. El problema era que no tenía ni idea de que competencias aprender. No sabía que rumbo profesional debía seguir. La idea era que fuera algo que me permitiera, lo más pronto posible, encontrar en trabajo. Entre mis opciones estaban mejorar mis conocimientos en cuestiones tributarias, marketing, riesgos financieros… Hasta que me decidí por la estrategia empresarial. Así que me dedique con fervor a estudiar como crear y liderar empresas exitosas. Lo cual me llevó incluso a cursar una maestría en administración de negocios. La necesidad de aprender nuevas competencias me hizo redescubrir el placer de aprender. Me encantaban las clases y me encantaba todo lo que estaba aprendiendo. Era tal mi fascinación que, en el aula, casi en estado de éxtasis, pensaba una y otra vez: «Si me ganara la lotería, me dedicaría solo a estudiar». En mis ensoñaciones, me veía estudiando en diferentes países, aprendiendo así, no sólo las asignaturas del plan de estudio, sino también el idioma y la cultura de lugar. Este amor por la vida académica y el conocimiento seguro que sorprendería a la mayoría de mis antiguos profesores y compañeros de clase: tanto en el colegio como en la universidad fui un estudiante mas bien vago. Un tiempo después entendí que no bastaba solo con aprender de negocios, si quería edificar mi nuevo proyecto sobre bases sólidas, también debía crecer como persona. Así que empecé a estudiar cuales son los factores que conducen a la excelencia personal. Y me gustó aún más. Ayudar a crear empresas exitosas me parecía fascinante, pero descubrí que me interesaba aún más contribuir para que las personas vivieran vidas como la que también deseaba para mi: una vida en la cual abunde la alegría, la satisfacción y que esté colmada de realizaciones. Ahora siento que el rumbo que le he dado a mi vida es el acertado, existe total armonía con lo que soy, con lo que me gusta y con aquello en lo que creo, con mis valores. Pero durante muchos años no fue así, estuve perdido. Hoy en día, mirando las cosas con la claridad que brinda hacerlo en retrospectiva, me doy cuenta que no era necesario que la duración de la incertidumbre fuera tan prolongada. Todo lo que tenía que hacer era prestar atención a lo que mi vida en todo momento me estaba intentando decir. Nuestra vida habla, nos deja señales para que avancemos hacia fuentes donde podemos encontrar más auténtica, más grande y más duradera satisfacción. Todos tenemos gustos, habilidades, intereses y valores distintos, y solo cuando honramos nuestra singularidad, cuando nos aceptamos tal como somos, con luces y sombras, y escuchamos lo que nuestro corazón dice, es cuando podemos vivir la vida que en realidad deseamos vivir. Antes de preguntarnos «¿qué debo hacer con mi vida?», debemos preguntarnos algo más simple y esencial: «¿quién soy yo?, ¿cuál es mi naturaleza?». Nuestra vocación, la forma como podemos servir al mundo y ganarnos el pan, no tiene origen externo, es interno, está definida por quienes somos y por el tipo de vida que hemos nacido para vivir. Nuestro más hondo llamado —afirmó Parker Palmer— es a crecer dentro de nuestra auténtica individualidad… Cuando así obramos, no solo encontraremos la alegría que todo ser humano busca; también encontraremos la manera de auténtico servicio al mundo. La verdadera vocación une yo y servicio. Frederick Buechner acierta cuando define vocación como «el lugar donde tu profunda alegría se una con la profunda necesidad del mundo».
Si estás pensando en darle un nuevo rumbo a tu vida, primero debes escuchar lo que tu corazón quiere decirte, dedicar un tiempo a conocerte un poco más.
Nuestra vida siempre está intentando decirnos cosas, la pregunta es, ¿estás escuchando?
¿Te gustó? Puedes suscribirte AQUÍ y recibir gratis artículos con ideas y consejos sobre cómo superarte y ser tu mejor tu.
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Tu privacidad está a salvo, tu correo no será compartido con nadie
pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
Archivos
Agosto 2022
|