Versión Vídeo, AQUÍ Versión Audio, AQUÍ Cada que llega el fin del año, se hace más fuerte en nosotros el deseo de enmendarnos. Miramos con esperanza el nuevo ciclo que comienza; decididos a por fin realizar esos cambios que tanto deseamos hacer. Volvernos más madrugadores o puntuales, dejar de ver tanta televisión o dedicar menos tiempo a las redes sociales. Recuperar nuestra salud y vitalidad abrazando un estilo de vida sano. Ser más pacientes con nuestros hijos. Más atentos con nuestra pareja. No faltan cosas en las que mejorar. Nuestro jardín se puede embellecer todavía más. La información acerca de como llevar a cabo con éxito la transformación, abunda . Todo Pedro y todo Juan publica su receta particular de transformación exitosa. Y, dada la enorme tasa de fracaso y abandono que existe en los propósitos de nuevo año, recibir una buena asesoría parece indispensable. Así que aquí voy yo también, dispuesto a contribuir con mi granito de arena a la avalancha de publicaciones con consejos sobre como convertirnos este año en nuestra mejor versión. Aunque más que una receta paso a paso de como transformarnos, mi contribución es acerca de la mentalidad con la que debemos afrontar el reto de mejorar. Dos atributos resultan indispensables: confianza y humildad. Empecemos por el segundo. El ser humano es una especie acostumbrada a imponer su voluntad, hemos dominado los campos, los mares y el aire. Incluso nos atrevemos más allá de los límites de nuestro planeta. Considerando los diversos campos en donde hemos podido establecer nuestro dominio, parecería entonces que gobernar sobre nosotros mismos es asunto menor. Pero no es así. Cualquiera que haya intentado cambiarse así mismo sabe que esa no es empresa fácil. No podemos tiranizarnos a nosotros mismos. Conozco muy pocos casos en los que alguien haya decidido alterar algo de su comportamiento y lo consiguió a la primera. La mayoría de nosotros vamos progresando de tropiezo en tropiezo. Avanzamos dos pasos, retrocedemos uno. Nos levantamos, caemos de nuevo, y volvemos a levantarnos. Y así hasta que el cambio por fin se asienta, se hace parte de nuestra naturaleza y es entonces cuando podemos declararnos victoriosos. Así es que el cambiarnos lo debemos enfrentar con humildad, no con arrogancia. Debemos prepararnos para una lucha feroz en la cual vamos a perder numerosas batallas, pero si persistimos terminaremos ganando la guerra. Yo se que quizá este no es el consejo que desearías oír. Preferirías encontrar una receta a prueba de balas. Pero la experiencia me ha enseñado que conocer la verdad sobre lo que vamos a afrontar, nos da mayores oportunidade de éxito. Si pensamos que vamos a enfrentar una tarea fácil, cuando se produzcan los contratiempos nos vamos a frustrar, nos sentiremos impotentes, y es muy probable que abandonemos. Pero si sabemos que es algo difícil, estaremos preparados, será más probable que nos levantemos después de alguna caída, y que continuemos persistiendo hasta que encontremos la victoria. Cambiar no es fácil, pero es posible. Por ello también debemos confiar en nuestra capacidad para hacerlo. Aunque son muchos los que fracasan, hay otros que triunfan. Que algunos puedan lograrlo, es prueba de que nosotros también podemos hacerlo. No hay ninguna razón para pensar menos de nosotros. Así que con confianza y humildad es como podremos hacer que el próximo año sea un tiempo de progreso y victoria. Esos son mis más sinceros deseos para ti, que el nuevo año que comienza esté lleno de amor, logros y satisfacciones. Felices fiestas. ¿Te gustó? Recibe gratis artículos con ideas y consejos sobre cómo superarte y ser tu mejor tú. Suscríbete AQUÍ
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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