"Nada puede evitar que el hombre con la actitud mental correcta logre su objetivo, nada en la tierra puede ayudar al hombre con la actitud mental equivocada" —Thomas Jefferson
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La fortaleza mental, o resiliencia como le llaman ahora, es uno de los rasgos de carácter más importantes que podemos cultivar. La vida puede ser a veces complicada. Tarde o temprano llamará a nuestra puerta el infortunio. Y sin el brío suficiente para afrontar los momentos difíciles, podemos terminar siendo apabullados. En algún momento un familiar muy cercano va enfermar de gravedad. En algún momento tendremos que afrontar la muerte de un ser querido. O tal vez podemos perderlo todo. Algún paso en falso o una gran crisis puede llevarse aquello que con tanto trabajo construimos. Para cuando esos inexorables momentos se presenten, conviene haber cultivado una disposición de ánimo que nos permita enfrentarlos con fortaleza y aplomo. Y remontar. La fortaleza no es algo que necesitamos solo en los momentos más dramáticos de nuestra vida. También hace parte de las vidas más victoriosas. Nadie jamás ha cosechado un gran triunfo sin haber enfrentado gran adversidad. Las grandes proezas son fruto de grandes batallas. Por ello, los más altos honores no están al alcance de los espíritus tímidos. Pero es una realidad que nuestro tiempo, de grandes avances tecnológicos y gran eficiencia, no es un suelo propicio para que florezcan almas aguerridas. Casi todo lo que hoy llamamos progreso (con la notable excepción de la medicina) significa mayor comodidad. La vida es ahora menos ardua de lo que era unas pocas generaciones atrás. No es que me queje de los avances tecnológicos, simplemente advierto que tienen un precio. La comodidad tiende a incubar mansedumbre. El efecto que una vida demasiado cómoda tiene sobre las personas, era de sobra conocido por los pueblos más fieros de la antigüedad. Cuando el ejército persa comandado por Ciro el Grande (que provenía de las broncas montañas Zagros, lo que es hoy Irán) conquistó las tierras más bajas de los medos, sus consejeros pensaron que iba a abandonar sus áridas y rocosas tierras para instalarse en los dulces y fértiles valles del Imperio Medo. Ciro se negó. Su justificación fue tajante, «las tierras blandas hacen a las personas blandas». Seguro que el gran Ciro miraría con suspicacia nuestros elevadores, aires acondicionados, escaleras eléctricas, los mandos a distancia y nuestros cómodos sofás. Repito, no me quejo, pero a esa comodidad, si no le hacemos algo de contrapeso, nos puede dar grandes dolores de cabeza. Por fortuna, la resiliencia es algo que podemos adquirir o fortalecer. El general George S. Patton, que tenía un carácter nada propicio para la ardua vida militar, adquirió una gran fortaleza que le permitió ser considerado el mejor militar de la era moderna. (Vía The Art of Manliness) Aunque ha sido considerado como el mejor general de combate de los tiempos modernos, George S. Patton no se sentía como un líder por naturaleza.
«Vale, vale… te creo. La fortaleza mental es esencial y por fortuna se puede desarrollar. Pero ¿cómo?» Me alegra que hayas preguntado.
Antes de contarte mi receta, debo confesarte que este importante rasgo no ha sido una de mis cualidades características. El lote que se me asignó de este valioso recurso fue escaso. Así que para mi ha sido imperioso durante los últimos años tratar de multiplicar mi dote inicial. Bueno, sin más rodeos aquí van mis técnicas. Eliminar la queja. Una de las consecuencias de la eficiencia y comodidad de estos tiempos que corren, es que perdemos la paciencia con facilidad. Nos hemos acostumbrado a obtener todo de manera inmediata. Cuando esto no ocurre, nos quejamos con amargura. Si hace frío, nos quejamos. Si es calor, también. El tráfico… ay, que agobio. Si hay cola en el banco o en el supermercado, ponemos mala cara. Nos quejamos cuando la realidad es distinta de la que imaginábamos. Esperábamos algo y ocurrió otra cosa. Pero la realidad es indiferente a nuestros anhelos. Es como es y, además, siempre se impone. La incapacidad para afrontar los hechos tal como son es característico de una mente frágil. Las mentes fuertes aceptan la realidad como se presenta. No es que se resignen. Toman nota de lo que está ocurriendo y emprenden las acciones pertinentes. Sin lloriqueos. Desde hace un tiempo excluí las quejas de mi vida. La consecuencia es que he desarrollado mayor paciencia para lidiar con los contratiempos. Abandonar algunas comodidades. Cualquier victoria de la cual nos sintamos orgullosos proviene de superar incomodidades. Un cuerpo vigoroso surge de la incomodidad de cuidar la dieta y hacer ejercicio. Siempre que aprendemos algo nuevo, al principio nos sentimos torpes, medio perdidos. Eso es muy incómodo. Pero si queremos adquirir una nueva competencia debemos sobreponernos a esa incomodidad y continuar practicando. Nada que valga la pena viene libre de incomodidades. Preguntemos a cualquier nuevo padre que tal está durmiendo. Crear incomodidades de manera artificial es una manera de acostumbrarnos a convivir con las dificultades. Usar siempre las escaleras, nada de gafas para el sol, saltarme comidas, usar poco abrigo en invierno, son algunas de las maneras que utilizo para incrementar mi fortaleza mental. Crear desafíos personales. La dopamina es una hormona que nos hace sentir bien. Nuestro cerebro nos premia con dopamina cada que cumplimos con un objetivo. Por eso alcanzar una meta se siente tan bien. Y como cualquier adicto, cuando experimentamos los dulces efectos de la marchosa hormona, queremos sentirlos otra vez. La dopamina crea cambios en nuestro cerebro, lo hace más ambicioso y dispuesto a afrontar nuevos retos y mayores riesgos. Cuando ganamos queremos volver a ganar, pero que la victoria sea un poco más grande. Ponernos pequeños desafío y cumplirlos nos ayuda a ser capaces de ir afrontando cada vez desafíos mayores. Los triunfos modestos allanan el camino hacia las grandes victorias. Bono extra. Otra de las cosas que hago que me han ayudado a ir adquiriendo una mentalidad más fuerte es leer historias de personas que ha superado grandes adversidades. Y ahora tu, ¿tienes algún secreto que pueda ayudarnos a desarrollar una verdadera mentalidad estoica?
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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