"Si piensas que eres muy pequeño para crear impacto. Prueba irte a dormir con un mosquito"
Anita Roddick
Cuando alguien pide consejo sobre qué rumbo profesional seguir, la respuesta más común que recibe es: “sigue tu pasión”. Incluso Steve Jobs, en su ya mítico discurso de graduación en la Universidad de Stanford, señalaba en la misma dirección:
La única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces. Si no lo has encontrado aún, continúa buscando. No te conformes. Como ocurre con todas las cosas del corazón, lo sabrás cuando lo encuentres.
También las redes sociales están inundadas con frases de ese tipo: “elige un trabajo que te guste y nunca más tendrás que trabajar en tu vida” (atribuida correcta o incorrectamente a Confucio. No lo se).
Este tipo de consejo, sin ser incorrecto, puede ser mal entendido y confundir. Cuando hablamos de sigue tu pasión, tendemos a pensar en un contexto personal, en aquellas actividades que nos gusta llevar a cabo. Como si el mundo girara en torno nuestro. Hace unos días leí en la red que uno de los empleos con que muchos soñábamos era cuidar las casas de verano de los millonarios, pues durante la mayor parte del año se hace muy poca cosa. Alguien que por ejemplo le apasiona ver todo el día reality shows y tele-basura, podría conseguir un trabajo de esos y vivir a tope su pasión. Sin embargo, creo que cuando esa persona haga un balance de su vida, encontrará que su contribución al mundo fue muy pobre. Por eso, cuando hablamos de seguir tu pasión, resulta apropiado pensar en términos más amplios, en vez de pensar en actividades personales podemos pensar en causas o en términos de contribución. Todos tenemos causas que nos apasionan, esas que cuando nos las mencionan se nos ilumina el rostro y empezamos a hablar de ello sin parar. Algunos sienten una conexión especial por la educación, otros por una vida saludable, los animales, la pobreza… Una de las causas más nobles que conozco es alimentar y cuidar de tu familia. Pensar en términos de causa o de contribución nos brinda una perspectiva más amplia. Dentro de toda carrera es muy posible que haya actividades que no nos gusta hacer, pero si sabemos que son necesarias para cumplir con nuestra misión, se hace menos fatigoso el padecimiento. La realidad es que muchas personas que han tenido vidas profesionales gratificantes, no siempre amaron lo que hacían. Por lo menos, no todas las actividades. Es posible no amar lo que se hace y tener una carrera iluminada por la excelencia y, además, satisfactoria. Curtis Martin (1973) ha sido uno de los mejores corredores de football americano de la historia, tiene la cuarta mejor marca de todos los tiempos de yardas corridas. En 2012 fue elegido como miembro del Salón de la Fama de ese deporte. Durante su discurso sorprendió a todos cuando reconoció que no le gustaba el football americano, incluso, también reconoció que detestaba correr. Hoy en día, ya retirado, practica boxeo para estar en forma pues no quiere correr nunca más. ¿Cómo pudo Curtis alcanzar ese nivel de excelencia en una actividad que detestaba? Cuando llamaron a Curtis a su casa para ofrecerle un contrato profesional, el de inmediato aceptó, no obstante, apenas colgó el teléfono sus palabras fueron: “oh Dios mío, yo no quiero jugar football”. En su casa se encontraba su pastor, Leroy Joseph, quien se encargó de hacerle ver que una carrera en la NFL le permitiría llevar a cabo las cosas por las cuales sentía verdadera pasión. Curtis deseaba profundamente poder ayudar a madres solteras de escasos recursos y a niños provenientes de hogares rotos que sufrieron abusos. Cuando firmó su contrato destinó el 12% de sus ingresos a su causa (hoy destina el 20%). En su discurso continuó diciendo: “Yo sabía que la única manera que iba a tener éxito en este juego llamado football es si jugaba por un propósito más grande que el deporte en sí, porque sabía que el amor por el juego no estaba en mi corazón.” Incluso Jobs, al final de sus días, reconocía la necesidad de contribuir. En una conversación con su biógrafo, Walter Isaacson, poco antes de morir afirmó: “Tienes que crear algo nuevo en el flujo de la historia, algo que sirva a tu comunidad, ayudar a otras personas… de manera que en 20, 30, 40 años... la gente diga, esta persona no sólo tuvo una pasión, también se preocupaba por hacer algo de lo cual otras personas pudieron beneficiarse” En momentos en que el nivel desempleo es absurdo, cuando suficiente privilegio es tener uno, parece tonto pedir que además sea gratificante. Sin embargo, yo creo que tenemos más oportunidades de conseguir uno y brillar, cuando nuestro trabajo nos ilusiona, cuando servimos a una causa más grande que nosotros mismo. La próxima vez que te cuestiones por tu vocación, hazle caso a Aristóteles, hace más de 2.000 años nos señaló el camino con su sabiduría: “Donde tus talentos y las necesidades del mundo se cruzan, ahí yace tu vocación”
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5 Comentarios
27/6/2015 02:46:58 am
la realidad es que el unico propositi o motivo de nuestra existencia es venir a ayudar a otros, es todo.
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27/6/2015 02:56:17 am
o de acuerdo a aristoteles; en el mundo moderno seria; cuando identifiques una necesidad y tu puedas resolverla ahi puede estar el dinero...................
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Pablo
27/6/2015 03:03:31 am
Completamente de acuerdo Antonio. El dinero sigue la contribución. Si aportamos valor, muy probablemente seremos recompensados con generosidad.
Ya lo dijeron Einstein y Martin Luther King; "el ser humano sólo empieza a alcanzar la madurez cuando la preocupación que siente por los demás es mayor que la que siente por sí mismo".
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Pablo
17/7/2015 06:51:48 am
Que frase más cierta Estela. Estoy completamente de acuerdo, la felicidad se encuentra en servir, eso es madurez. Un saludo
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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