"Se menos curioso acerca de la gente y más curioso sobre las ideas" —Marie Curie
Está en nuestros genes.
Ocurre lo mismo a través de diferentes culturas, diferentes países, diferentes condiciones sociales: la mayoría de las conversaciones que llevamos a cabo los seres humanos —casi dos tercios de ellas— no son más que chismorreo. ¿De qué hablan los científicos mientras se toman un café en sus ratos libres? De otros científicos. ¿De qué hablan los profesores durante el descanso? De otros profesores, de los alumnos y de la gruñona e incompetente directora del centro. ¿Los contables?... exacto. Sí, así somos: chismosos y criticones por naturaleza. Por desgracia, aunque cotillear puede resultar entretenido y, en el corto plazo, hacernos sentir bien, en muchas ocasiones viene acompañado de posterior arrepentimiento. A veces, cuando nos hemos dejado arrastrar por el momento, terminamos pensando: “uff, me he pasado un poco hoy”. Y, por supuesto, también cruzamos los dedos para que la persona que acabamos de despellejar no se entere de “nuestras críticas constructivas”. Aunque hablar de otras personas cuando no están presentes sea algo tan común en nosotros, no significa que sea una buena práctica, todo lo contrario, es bastante nociva. Criticar a alguien cuando no se encuentra presente destruye la confianza entre los grupos. Nada puede asegurar a la persona con la que tan plácidamente acabas de juzgar a otra que cuando se dé la espalda ella no será tu próxima víctima. Cuando el chisme es habitual entre un grupo de personas es normal que estemos preocupados y alertas sobre lo que se dice en nuestra ausencia de nosotros. Cuántas veces ha ocurrido que dos personas están hablando y de repente entra una tercera, si las dos personas iniciales se callan (aunque no estuvieran hablando de la tercera) el recién llegado queda con la sensación de que estaban hablando de el. Yo creo que juzgar a los demás se siente tan bien porque, dado que los seres humanos somos unas criaturas tan imperfectas, hablar de las deficiencias de otros nos hace sentir mejor sobre las nuestras. Esto es especialmente cierto en el caso de las celebridades. Si aquellos que lo tienen todo: fama, fortuna, belleza, cometen semejantes estupideces, como no vamos nosotros a fallar también. Yo vengo desde hace varios años luchando contra la costumbre de criticar a los demás cuando no están presentes. No es vacil, a veces resulta muy tentador emitir un juicio de alguien que no está. No obstante, lo que más me ha ayudado a alejarme del chismorreo es pensar en mis propias imperfecciones. ¡Qué derecho tengo a criticar a alguien cuando yo mismo tengo tantas deficiencias! Así que cada vez que me veo tentado a criticar a otra persona pienso en todas las cosas que me gustaría mejorar de mi mismo y de esta manera la tentación se desvanece. Evitar criticar a otras personas en su ausencia es una estupenda forma de aumentar la confianza que las personas sienten hacia nosotros. Si nunca criticas a alguien, las personas se sentirán a salvo contigo, sabrán que no vas a hacer comentarios negativos de ellos en cuanto te den la espalda. Disfrutar de relaciones sociales saludables es requisito indispensable si quieres avanzar y prosperar. La próxima vez que te sientas tentado a juzgar a alguien mejor calla, tu carrera te lo agradecerá.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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