"La diferencia entre la tecnología y la esclavitud es que los esclavos son plenamente conscientes de que no son libres" —Nassim Nicholas Taleb
Empecemos por reconocer y exaltar los grandes beneficios que ha traído a nuestras vidas: el teléfono móvil ha hecho y aún hace mucho por nosotros.
La potencia de cómputo que hoy tenemos en nuestras manos es prodigiosa. El Apolo 11, la nave que en julio de 1969 aterrizó en la luna para la primera caminata lunar, tenía menos poderío que los teléfonos inteligentes que nos acompañan. A través de esa pequeña pantalla podemos acceder a casi todo el conocimiento que la humanidad ha producido durante su ya larga historia. El teléfono móvil hace ahora las veces de nuestro entrenador personal, consola de videojuegos, guía nutricional, guía espiritual, guía matrimonial, consultor meteorológico, GPS, asistente personal… y, como si fuera poco, podemos también hacer llamadas. Y, si, a pesar de todas esas maravillas, estoy decidido a alejarme de él cada vez más. El bendito bichito ahora permanece más tiempo en un cajón, lejos de mi alcance. Nuestra ruptura no va a ser total, no es necesario llegar hasta ese extremo. Pero como dice la canción, “la distancia entre los dos es cada día más grande”. Yo estoy convencido que nuestra adicción colectiva a la pequeña pantalla mágica (y a internet en general) nos está privando de muchas cosas buenas. Por ejemplo, pensar. Alguien que se tome en serio lo de pensar (¿y quien no debería?) debería pasar mucho tiempo alejado de su teléfono. Hoy, cualquier micromomento que tenemos libre (y aun estando ocupados) lo aprovechamos para echarle una mirada al aparato. Las mediciones señalan que el usuario promedio chequea su teléfono cada 15 minutos. Unas 80 veces en el día. Esto son los usuarios promedio. Los más enganchados multiplican esa cifra varias veces. Los seres humanos no estamos diseñados para este estímulo permanente. Necesitamos tiempo libre para que el cerebro funcione de manera adecuada y pueda desplegar toda su magia. Sin espacios abiertos y tiempo de inactividad, el sistema nervioso nunca descansa, permanece en constante excitación —afirmó en una entrevista Nancy Colier, psicoterapeuta de Nueva York y autora del libro The Power of Off--. Nos hallamos conectados y cansados todo el tiempo. Incluso los ordenadores se reinician, pero nosotros no lo estamos haciendo.
Esa falta de tiempo muerto reduce la capacidad que tenemos de crear e innovar.
Las mejores ideas y soluciones más efectivas llegan cuando estamos realizando tareas que requieren poca atención, como tomar una ducha, pasear el perro, o lavar los platos. Lin-Manuel Miranda, el creador del mega exitoso musical de Broadway ‘Hamilton’, cuando le preguntaron de donde obtenía sus mejores ideas, contestó: Las buenas ideas llegan en los momentos de descanso. Vienen en la ducha. Vienen cuando usted está haciendo garabatos o jugando a los trenes con su hijo. ‘Hamilton’ me obligó a doblar el tiempo que permanezco atento a las inspiraciones que nacen de sólo vivir mi vida.
La razón para ello es que cuando permitimos que nuestra atención vague con libertad, otras partes del cerebro (a nivel subconsciente) empiezan a trabajar para nosotros brindándonos serios beneficios.
Pero si no respetamos esos espacios y siempre estamos mirando a ver que de nuevo hay en la adictiva pantalla, mantenemos atada nuestra atención e impedimos que surja la magia. Pero no solo es que seamos menos creativos e innovadores, también somos menos inteligentes. Un estudio encontró que tener el teléfono a la vista (incluso si está apagado o volteado) disminuye la capacidad para resolver pruebas matemáticas o de pensamiento abstracto. Para resistir la tentación de mirar el teléfono, utilizamos recursos mentales que dejan de ser empleados para pensar con mayor claridad. Otras de las consecuencias de esta adicción es que estamos perdiendo contacto con nuestro mundo interior. Cada vez somos menos capaces de permanecer en silencio, a solas con nuestros pensamientos. Procesar nuestras emociones y pensamientos es fundamental para desarrollar autoconciencia. Conocer lo que ocurre en nuestro interior es indispensable para cambiar y evolucionar. Para desarrollar toda nuestra humanidad. En definitiva, para ser quien deseamos ser. Pero la urgencia por contestar a los pitidos, vibraciones y timbres, impide que llevemos a cabo tan importante proceso. Otra víctima de esta manía son nuestras relaciones. Cuántas veces hemos visto a familias, parejas o compañeros de trabajo, sentados en la mesa de un restaurante y, en lugar de conversar entre ellos, cada uno está embelesado en su destellante pantalla. Es una verdadera locura que demos más importancia a las personas disponibles online que a los que tenemos en frente. Disminuímos de esta manera nuestra capacidad de conectar y simplemente estar presentes unos con otros, destruyendo la intimidad en el proceso. Diversas investigaciones han encontrado que solo el hecho de tener el teléfono a la vista durante reuniones con amigos y familiares impide que las conversaciones sean más profundas e íntimas. Continuemos con N. Colier: Es la conexión con otros seres humanos, conexiones de la vida real, no digitales, la que nos nutre y nos hacen sentir que contamos. Nuestra presencia, toda nuestra atención es lo más importante que podemos darnos unos a otros. Las comunicaciones digitales NO conducen a conexiones más profundas, a sentirnos amados y apoyados.
Por todo lo anterior (y por mucho más), lo tengo decidido. Mi teléfono y yo, a ratitos nada más.
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8 Comentarios
Pablo Arango
15/8/2017 03:04:04 pm
Gracias Víctor por tu amabilidad. Un abrazo grande.
Responder
pedro luis
15/8/2017 03:22:13 pm
Hola.
Responder
Pablo Arango
15/8/2017 08:01:41 pm
Hola Pedro.
Responder
pedro luis
15/8/2017 08:23:03 pm
Tienes razón.
Mario Mireles
16/8/2017 03:11:16 am
Definitivamente, estamos en una carrera franca de perder nuestra capacidad de ser y estar conscientes y de alguna manera hasta nos volvemos impersonales.
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Pablo Arango
16/8/2017 09:19:25 am
Gracias por tu comentario y por la amabilidad del mismo.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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