"Cuando nos importa, lo compartimos" Jonah Berger
Supongamos que te ocurre lo siguiente: Te estás tomando un café con un amigo. De repente, este mira para un lado, luego para el otro, baja la voz y te suelta lo siguiente: «tengo información confidencial, CON-FI-DEN-CIAL. Mañana a las 17:00, en el centro comercial donde trabajo, van a hacer una promoción sorpresa; van a vender el Iphone 6 con un 60% de descuento, si, escuchaste bien: sesenta por ciento». Luego tu amigo te advierte que no se lo cuentes a nadie porque él se enteró por uno de los 'peces gordos de la empresa', que a su vez, le hizo prometer a él que no lo contaría.
Te despides de tu amigo y sales a la calle con cara de espía (recuerda, tienes información CON-FI-DEN-CIAL), incluso estás un poco paranoico, te podrían estar siguiendo. ¿Qué es lo que harás enseguida?... ¡Por supuesto! contárselo a alguien. A tu hermano ¿como no? si se la pasa todo el día hablando del aparato ¿Al colega de pádel? Obvio, «va a alucinar cuando vea lo enchufado que soy» ¿Al vecino que te cae regulín, ese que no hace sino presumir cuando lo ves en el ascensor? Ni en sueños, que se pudra de envidia cuando le llegue en mis correos “enviado desde mi Iphone 6”. Así que el “secreto” se lo contarás a tu círculo cercano, a los elegidos. Pero la cosa no para ahí. Tu hermano, tu colega de pádel, en fin, tu círculo cercano, tienen, a su vez, su propio círculo cercano, y también le cuentan. Estos a su vez le cuentan al suyo y así sucesivamente. En un abrir y cerrar de ojos el secreto lo conocen más personas de las que han visto el Gangnam Style. ¿Cuales son las razones por las cuales somos incapaces de guardar información como esta? Principalmente dos: el valor práctico y el valor social de dicha información. Valor práctico. A todos nos gusta compartir información práctica, que sirva para resolver alguna dificultad. Esa es la razón por la cual en Internet abundan los artículos del tipo “3 trucos para lucir genial siempre” o “Cómo ligar en cualquier situación”. Ahora, imagínate el valor práctico que tiene saber que el cacharro de moda va a ser vendido a precio de ganga. Simplemente irresistible. El otro aspecto es el valor social, nos gusta compartir información que nos haga lucir bien socialmente, en este caso: ‘enchufado con los peces gordos’. Aproximadamente la mitad de lo que compartimos en las redes sociales son “Yo” cosas (¿remember selfies?). Aunque, como resulta lógico, compartimos aquellas que nos hacen lucir bien (cuando estamos en el restaurante de moda, en la disco de moda, las vacaciones en el Caribe…) y tendemos a no publicar las que nos hacen ver normalitos. Las dos características anteriores la podemos utilizar no solo para viralizar información, también lo podemos hacer con un producto, una idea, un servicio, etc. Veamos un ejemplo de cómo podríamos utilizar estos dos aspectos de la viralidad para lanzar un nuevo producto. Imaginemos que tenemos un restaurante, podríamos crear un plato especial que lo ofreceremos 'solo' a nuestros clientes más especiales (no aparecerá en el menú). ¿Qué les diremos? que ese plato no aparece en la carta y que es ofrecido a los clientes más habituales, que por favor no se lo cuente a nadie, porque es muy especial y deja muy poco margen. ¿Qué hará el cliente? Lo mismo que tu hiciste con la información del Iphone: contarlo. ¿El resultado? un hit, seguramente el plato más vendido del (no) menú. Información práctica y valor social son dos armas poderosas de viralidad, pero ¡ojo! si se enteran todos es probable que pierdan su eficacia, por eso te pido el favor que no se lo cuentes a nadie... ¿me lo prometes? ;)
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Tu privacidad está a salvo, tu correo no será compartido con nadie
pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
Archivos
Agosto 2022
|