«La verdadera felicidad no llega cuando nos deshacemos de todos nuestros problemas, sino cuando cambiamos nuestra relación con ellos; cuando los vemos como una oportunidad para despertar, como fuente de posibilidades para practicar y aprender» —Richard Carlson Esta es una de las lecciones más poderosas que he aprendido en los últimos años. Quizá, la más poderosa. Y si tu la interiorizas, puede cambiar tu vida de manera radical. Lo que he llegado a comprender es que los problemas, los tropiezos y los obstáculos que enfrentamos en la vida, no son maldiciones en sí mismas. Las dificultades que experimentamos, si las encaramos con la actitud adecuada, las podemos convertir en verdaderas bendiciones. Todo lo que nos ocurre es trabajable. A todo podemos sobreponernos y construir algo bello a partir de esa experiencia. Si ya se que suena extraño (alguno dirá que ridículo), pero quédate conmigo e intentaré explicarme. Pero antes de seguir, déjame hacerte una pregunta; en tu vida ¿cuáles son las cosas de las que te sientes más orgulloso? Verás que lo que viene a tu mente son las cosas que más te ha costado alcanzar: avanzar en tu educación, obtener un ascenso, criar un hijo, aprender otro idioma, son algunos ejemplos. Cuanto más te esforzaste por conseguir algo, cuanto más difícil, más satisfecho te sientes de la victoria. Es el sacrificio realizado lo que le da significado al triunfo. En la pared de la oficina de Warren Buffett, por ejemplo, no está colgado el diploma de graduación de la universidad, como suele acostumbrarse; ese no es del que se siente más orgulloso. El diploma que está en su oficina es el que obtuvo por terminar un curso que enseñaba a hablar en publico. El extraordinario inversionista le tenía pánico pararse enfrente de un auditorio. La sola posibilidad de tener que hacerlo lo hacía que se marease e, incluso, vomitar. Sin embargo, él sabía que hablar en público era necesario si quería prosperar como profesional. Así que enfrentó y superó ese obstáculo. Lo que al comienzo parecía ser una gran barrera, un problema enorme, terminó convirtiéndose en una fortaleza. Lo contrario también es cierto: si no nos cuesta nada, no significa nada. Esa es la razón que explica porque las personas que se ganan la lotería, aunque al principio experimentan un aumento en sus niveles de felicidad, pasado poco tiempo regresan a los mismos niveles de satisfacción que tenían antes del golpe de suerte. Las victorias regaladas, la prosperidad fruto de la suerte carece de significado. El hombre, para ser feliz, necesita de retos. Necesita desafíos que lo pongan a prueba. Si todo lo obtenemos con facilidad, la vida se vuelve soporífera. Dice Daniel Kahneman, el psicólogo que ganó el Premio Nobel de Economía, que todo ser humano, para sentirse satisfecho con su vida necesita dos cosas: poder contar una buena historia acerca de ella y que el protagonista (es decir, el mismo) sea un protagonista decoroso, no un pillo que cause vergüenza. Y una historia, para que resulte apasionante, se debe tratar del triunfo sobre la adversidad. O si no fue posible la victoria, por lo menos que la derrota haya sido digna y honrosa. Con toda seguridad que Rocky, la película Sylvester Stallone, habría resultado muy aburrida si el aguerrido boxeador hubiera derribado a Apollo Creed con el primer golpe del primer asalto. La historia resultó memorable por la cantidad de obstáculos que Balboa enfrentó. De la misma manera, los obstáculos que enfrentamos en nuestra vida son lo que le da significado y nos permiten construir una buena historia. Nadie quiere ser aquel personaje que ante toda adversidad se achicaba, que se escondía, que no se atrevió a nada por miedo a fracasar y a la opinión de las otras personas. Todos anhelamos ser ese protagonista que cuando las cosas se ponen difíciles da un paso al frente y demuestra todo lo que vale. Por ello, nuestros fracasos, nuestras deficiencias, los recursos que no tenemos, son los ingredientes que harán que nuestra historia, si así lo decidimos, sea una historia extraordinaria. Que nos da (al igual que a Buffett) miedo hablar en público… bien, nos esforzamos y lo superamos. Que no contamos con los conocimientos necesarios para hacer tal o cual cosa… bien, pues aprendemos. Que no tenemos el dinero, que somos muy jóvenes, que somos muy viejos, que no tenemos tiempo… todas esas son cosas que se pueden superar, basta con mirar la historia de grandes personajes y encontraremos que muchos han logrado cosas inimaginables a pesar de tener que enfrentarse a adversidades mucho peores. Todo es trabajable. En nuestro interior se encuentran los recursos necesarios para vivir una gran vida. No una vida de comodidad y complacencia, ¡puaj! ¡guácala! Sino una vida de esfuerzo, de lucha, de levantarse después de cada tropiezo. Esa es la vida que, cuando estemos mayores y recordemos, nos hará poner una gran sonrisa en nuestra cara. ¿Te gustó? Recibe gratis artículos con ideas y consejos sobre cómo superarte y ser tu mejor tú. Suscríbete AQUÍ
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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