"La acción quizá no traiga siempre felicidad; pero no hay felicidad sin acción" —Benjamin Disraeli
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Algunos de nosotros tenemos enredos molestos en nuestra vida que hemos ido aplazando su resolución. Puede ser alguna decisión difícil. O una espinosa conversación. O terminar una relación que se está haciendo tóxica. O un mal hábito que está corroyendo nuestra salud o nuestras más importantes relaciones. O quizá hemos cometido algún error en el trabajo y hemos estado intentando ocultarlo. Cuando postergamos tomar acciones para resolver esos asuntos, lo que ocurre es que incorporamos una cantidad enorme de incertidumbre a nuestra vida. La falta de acción oportuna tiende a derivar en consecuencias imprevisibles mucho más graves. Los asuntos sin resolver se pueden gangrenar. Y si no es solo una la situación de ese tipo, sino varias (como suele ocurrir); los efectos negativos se componen y forman un cóctel con potencial devastador. Lo peor de todo es no saber como va a terminar aquella barahúnda. Entonces hay demasiada incertidumbre. Demasiada inestabilidad. La vida, en esas circunstancias, se hace pesada. No importa que tanto empeño pongamos en distraernos y en mirar para otro lado. Lo inconcluso siempre se las arregla para hacernos notar su inquietante presencia. Aparece, siempre aparece. Una y otra vez. Puede ser que se manifieste al final del día, cuando intentamos en vano conciliar el sueño reparador. O a mitad de la noche. O justo después de despertar. Tanta duda afecta nuestra mente. Pasamos mucho tiempo alterados, intranquilos. Toda esa incertidumbre causa gran estrés. El estrés produce cortisol. El cortisol es una hormona que si permanece durante mucho tiempo, puede perturbar casi todos los procesos en nuestro organismo. Niveles elevados de cortisol están vinculados con todo tipo de trastornos: ansiedad, depresión, problemas digestivos, dolores de cabeza, enfermedades del corazón, insomnio, aumento de peso, deterioro de la memoria y la concentración. Por ello es mejor agrupar coraje y empezar a trabajar para resolver todos los enredos que amenazan con convertir nuestros días en un caos. Cuanta más claridad tengamos, de mayor tranquilidad disfrutaremos. Además, la presencia de asuntos sin resolver puede terminar paralizando otros aspectos de nuestra vida. Si ya contamos con demasiada incertidumbre, es muy poco probable que emprendamos otro tipo de proyectos (montar un negocio, viajar, tener hijos) que pueden transformar nuestra vida en direcciones positivas. Así que mejor empezar ya a eliminar toda esa confusión sin sentido de nuestra vida y empezar a disfrutar de noches largas y apacibles. Y de buena salud.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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