"Cada persona que conoces está peleando una batalla de la cual no sabes nada. Se amable. Siempre"
Versión en vídeo AQUÍ Versión en audio AQUÍ
La vida no es fácil. Y nunca lo será. Hasta la persona más exitosa, aquel que parece tenerlo todo: una gran carrera profesional, una imagen atractiva, un sólido matrimonio, hijos adorables y diligentes, gran cantidad de amigos. Hasta ese; lleva una cruz a cuestas. Incluso, es muy posible que si pudieras intercambiar por las tuyas, las preocupaciones de una persona “que lo tiene todo”, te resulten más llevaderas las propias y exijas con desesperación que te las devuelvan. Escapar de las dificultades, del dolor que en algún momento u otro nos va a suministrar la vida es imposible. Pero tampoco deseable. Vivir significa experimentarlo todo. Por supuesto, las cosas buenas, el amor, el triunfo, la alegría. Pero también las malas, las derrotas, los desengaños, las equivocaciones, la tristeza. Una vida no es completa si no hemos experimentado su lado luminoso y su lado más sombrío. Es más, una vida de excesiva comodidad, una en la que podemos tener de inmediato todo lo que deseemos, conduce a la infelicidad. El ser humano es un animal que necesita, para ser feliz, ser puesto a prueba, necesita desafíos que le ayuden a templar sus nervios y su carácter. Si jamás hemos tenido que afrontar algún reto serio, aún no sabemos de lo que somos capaces. Y vivir se trata de convertirnos en lo mejor que podemos ser y descubrir que somos capaces de lograr. Que grandes obstáculos somos capaces de superar. Las cosas por las que más sentimos aprecio, las que nos llenan de orgullo, son aquellas que nos han costado gran sacrificio. No hay satisfacción en la victoria cómoda. Por ello, y con mucha razón, Bruce Lee afirmó: No pidas una vida fácil, pide por la fuerza para soportar una difícil.
Ahora bien, que en la vida todos vamos a enfrentar grandes pérdidas y profundo dolor, de eso no hay duda. Así que mejor estar preparados.
Pero también es cierto que mucho de nuestro sufrimiento es auto infligido y, por ello, innecesario. Los contratiempos y los infortunios son inevitables, pero el sufrimiento que les añadimos debido a la actitud con la que los encaramos, no. La mayoría de las veces nuestra respuesta ante las dificultades es inadecuada y hace que el dolor se prolongue y agudice sin necesidad. Cuando se presenta una situación difícil tendemos a victimizarnos, a quejarnos con amargura por nuestra mala suerte, a repartir culpas. Pero lo que más destrozo causa es la actitud de derrota con la que a veces nos enfrentamos a ello. Nos sentimos víctimas del destino e impotentes ante las circunstancias. Los filósofos estoicos consideraban esta actitud un sinsentido. Dado que a todos los seres humanos les iba a tocar su porción de dificultades, ¿que sentido tiene quejarse por la que nos ha correspondido? Así lo expresó el emperador estoico Marco Aurelio: Lo propio del hombre de bien es amar y acoger con alegría todos los acometimientos que vienen a su encuentro, porque están unidos a él por el Destino.
No está en nuestras manos escoger todo lo que nos ocurra. Muchas cosas nos llegan por cuestiones de azar.
Pero si está en nuestras manos la respuesta que damos a los acontecimientos, la actitud con la que los enfrentamos. Epicteto establece un paralelo entre la vida y el juego de dados: No depende de mí que caiga uno u otro dado. De la misma manera, no depende de mí, sino del Destino, que me encuentre en determinada situación, que las circunstancias sean un obstáculo para mi acción. Debo aceptar esta situación con serenidad, consentir su llegada. Sin embargo, en el juego de dados, depende de mí jugar con solicitud, con atención, con habilidad, el dado que ha caído. Asimismo, en la vida, depende de mí utilizar también con solicitud, con atención, con habilidad, el dado que ha caído, es decir, las circunstancias de mi acción tal y como las ha querido el Destino.
No es una actitud pasiva y resignada la que recomiendan los estoicos. De lo que se trata es de no desperdiciar energía sintiendo lástima por nosotros mismos y utilizar esa energía en la superación del obstáculo.
Para los filósofos, entonces, los desafíos, los infortunios, constituían una magnífica oportunidad para ejercitar las más nobles virtudes. Y por lo tanto, para crecer. Si lo que nos llega es una situación que puede ser remediable, es una gran oportunidad de poner a prueba nuestra capacidad de sobreponernos a la adversidad. Y si es algo irremediable, como la muerte, es una oportunidad para soportar la pena con fortaleza y dignidad. Así, todo lo que llega es en nuestro beneficio: lo que no nos mata, nos hace más fuertes. Séneca ya lo había dicho: El hombre de bien tiñe los acontecimientos de su color... Ocurra lo que ocurra, lo convierte en un bien.
Si encaramos la vida con esta actitud, haremos de ella un admirable desafío. Toda ella se convierte en algo precioso, gozamos de los momentos apacibles; y las dificultades las convertimos en los escalones que conducen a nuestra grandeza.
Seremos así como el fuego vigoroso, que todo lo que se encuentra lo alimenta y lo hace más poderoso. Nada que nos ocurra será en vano, todo lo convertiremos a nuestro favor. Cada día nuestro fuego brillará con más intensidad. Versión audio
¿Te gustó? Recibe gratis artículos con ideas y consejos sobre cómo superarte y ser tu mejor tú. Suscríbete AQUÍ
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Tu privacidad está a salvo, tu correo no será compartido con nadie
pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
Archivos
Agosto 2022
|