«Las ideas pueden cambiar tu vida. A veces, todo lo que necesitas es abrir la puerta y permitir que entre una sola buena idea más»
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Las ideas que moran en nuestro cerebro hacen parte del sistema operativo bajo el cual funcionamos. Actuamos y sentimos, en gran medida, de acuerdo con las ideas que albergamos. Las ideas son pequeñas piezas de información que se propagan de mente en mente como se propagan los virus. Por ello, no somos nosotros los que tenemos ideas. Son las ideas las que nos tienen a nosotros. Ellas se infiltran en nuestra cabeza y luego determinan nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. La gran mayoría, la inmensa mayoría de ideas que habitan en nuestro cerebro no han sido puestas ahí por nosotros de manera deliberada. Se nos han colado. Nos las han transmitido nuestros padres, nuestros vecinos, los compañeros de clase y los colegas de la oficina. Nuestras parejas. La televisión, el cine y las redes sociales también son poderosos difusores. Somos seres permeables y vulnerables a la viralidad infecciosa de las ideas. La eficacia con la cual las ideas se transmiten de un cerebro a otro es responsable del asombroso progreso de los seres humanos. El hombre no tiene que inventar la rueda ni la escritura en cada generación. Una vez producido el avance se pasa la idea a los que vienen en seguida, y estos pueden seguir avanzando a partir de lo que sus predecesores han creado. El progreso de nuestra especie ha sido y lo seguirá siendo, acumulativo. Ahora bien, el problema es que muchas de las ideas que se nos cuelan no son muy convenientes, no nos conducen hacia una vida más inspirada y satisfactoria. Basta con mirar a nuestro alrededor para comprobar que esto es cierto. Algunas ideas, tóxicas y embusteras, limitan nuestro potencial. Nos dicen: «no tienes el talento suficiente», «eres muy joven», «eres muy viejo», «¿quién te crees tu para intentar una cosa así?»… Nos dejamos amargar el día (incluso, ¡hasta la vida entera!) por cosas insignificantes, mientras ignoramos grandes bendiciones que ya hay en nuestra vida.
Por fortuna, no estamos del todo desvalidos ante la plaga de ideas dañinas que nos asedian.
Podemos, de manera intencionada, plantar en nuestro jardín mental hermosas especies que florezcan y llenen de belleza y esperanza nuestra vidas. Hasta hace poco tiempo, tener acceso a las ideas más brillantes que ha producido la humanidad era privilegio de pocos. Por eso la frase, «el conocimiento es poder». Quien tenía acceso a las mejores ideas podía dominar. Hoy no es así, la información está al alcance de la mano. Lo que falta, tristemente, es la voluntad de aprender. Preferimos el entretenimiento. Aunque no es la única, la lectura sigue siendo para mi la mejor manera de actualizar y mejorar mi sistema operativo. De plantar buenas semillas en mi jardín mental. Es a través de los libros como intento llenar mi mente con los más hermosos conceptos que han parido los cerebros más sabios de la humanidad. Quiero que en mi jardín interior florezcan las más nobles nociones: amor, compasión, amabilidad, generosidad, coraje, disciplina, integridad, humildad... Debemos, entonces, ser como devotos jardineros, que con tenacidad y firmeza arrancan la mala hierba; y con paciencia y ternura, nutren lo que es hermoso. La calidad de nuestra vida está determinada en gran parte por la calidad de las ideas que alberga nuestra mente. Esa es la razón por la cual hace ya varios años deje de empezar mi día con noticias. Los directores de noticias saben que lo que captura nuestra atención es lo negativo. «Las buenas noticias no son noticias», es el mantra que se repite en las salas de redacción. Hoy, empiezo mi día con las lecturas más inspiradas que pueda encontrar. Me gusta compartir mi desayuno con los más virtuosos, con las almas más nobles que han habitado nuestro amado planeta. Marco Aurelio, Séneca, Montaigne, Spinoza (ay, Spinoza, que bello fuiste), Sócrates, Buda, me suelen acompañar en las mañanas y dejo que sus luces me guíen durante el día. Son ellos, y no los telediarios, los que nutren mi corazón. Y, chico, funciona. Las hermosas ideas de los sabios me dejan en un estado inspirado para intentar amar más y mejor durante el día. Para esforzarme por ser de utilidad y crear impacto positivo en el mundo. Para propagar las ideas que pueden hacer que nos queramos más y que cuidemos mejor este planeta. Así que, mis queridos amigos, si queremos que nuestra vida avance por sendas llenas de luz y de belleza, dediquémonos a sembrar lo que es hermoso y deshagámonos de lo que afea.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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