"Bienaventurado el que no espera nada, porque nunca será decepcionado." —Alejandro Pope
Fue mientras compartía unas copas con mis amigos cuando se nos ocurrió la brillante idea.
Uno de los chicos del grupo había terminado hacía poco la relación con su pareja y andaba un poco down por ese entonces. Algunos de los ahí presentes éramos amigos de una chica que estaba en una situación muy parecida, así que decidimos presentarlos. Lo teníamos muy claro: estaban hechos el uno para el otro. No había duda de que cuando se conocieran, surgirían cosas. Durante el resto de la tarde nos dedicamos a describir a nuestro amigo, con todo detalle, las muchas cualidades que poseía su futura cita. Es necesario aclarar en este momento que con el pasar de las horas ¡y de las copas! la lista de atributos, y la vehemencia con la que los expusimos, siguió creciendo. Preparar un encuentro entre los dos no resultó complicado, en pocos días la “futura pareja” se conoció. Después de la gran cita queríamos saber cómo había ido nuestro plan, ansiosos por escuchar que estábamos en lo cierto, que la chispa se había encendido. Pero no fue así. Cuando le preguntamos a nuestro amigo «¿qué tal la cita?», no observamos ni rastro de emoción en su respuesta, la chica le había parecido «simpática», pero su evaluación estaba muy lejos de la diosa Artemisa que le habíamos descrito. Solo un tiempo después comprendí que habíamos sido nosotros (y las copas, por supuesto) los culpables de la decepción inicial de nuestros queridos amigos. Nos habíamos excedido tanto describiendo a cada uno las cualidades del otro, que habíamos creado expectativas difíciles de cumplir para cualquiera que no fuera un semi-dios del Olimpo. Tener expectativas muy altas es una forma casi segura de hallar decepción. Mucha de la frustración que sentimos en nuestra vida se debe a eso, a un exceso de expectativas. Un ejemplo: aunque los coches de lujo presentan menos averías que los coches económicos, las personas se quejan más de los primeros. ¿Por qué?... Exacto, por las expectativas. Cuando compramos un coche de lujo esperamos que no falle nunca (algo que es casi imposible que ocurra, dada la gran cantidad de piezas que componen un automóvil), mientras que si un coche de menor valor lo hace, está dentro de “nuestras expectativas”. Lo mismo hacemos con nuestros hijos/pareja/jefe/compañeros/tráfico/vecinos, esperamos que se comporten de una manera determinada, y cuando esto no ocurre así, nos desilusionamos. Pero somos nosotros los que hemos sembrado las semillas de la desilusión, al poner expectativas irracionales sobre ellos. Cuando empecé a escribir en este blog, esperaba que cada artículo publicado fuera masivamente comentado, compartido y ‘gustado’. Si no ocurría así, sentía un poco de decepción. Estaba poniendo expectativas en algo que yo no podía controlar. No soy yo quien determino si algo se comparte o no. Lo que sí puedo controlar es mi esfuerzo; escribir con regularidad y hacerlo lo mejor que sea capaz. Hoy intento mantener controladas mis expectativas. Cuando me sorprendo anticipando lo estupendo que será algo, me recuerdo a mi mismo que ese es el camino de la decepción. Y entre tanto, ¿qué pasó con nuestra parejita? Por fortuna, ambos se recuperaron de su mutua decepción inicial, siguieron saliendo y terminaron casados. No diré que vivieron felices por siempre, no quiero cometer el mismo error.
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5 Comentarios
Eusebio
5/4/2017 11:19:33 am
Buenos días,
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Pablo Arango
5/4/2017 07:36:58 pm
Hola Eusebio. Muchas gracias por comentar, y me alegra mucho cumplir las expectativa.
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Limberg
5/4/2017 01:35:31 pm
muy buen post ¡¡
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Pablo Arango
5/4/2017 07:37:52 pm
¡¡¡Gracias!!! Limber. Un saludo
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Elaprendizcuarenton
7/4/2017 07:26:46 am
Muy buenos ejemplos Pablo, esto nos pasa a la mayoría de las personas y es un tema serio aunque parezca que no pues a veces es motivo de problemas graves, como depresiones. La frase me ha molado, ¿perdona mi ignorancia pero quien es Alejandro Pope?. Sabes que te sigo desde hace tiempo y también comparto tus artículos, lo que pasa que lo hago por whatssap pq no uso mucho las redes sociales pero a partir de ahora los buenos buenísimos y tienes muchos de esos los compartiré también en Facebook. Un abrazo amigo.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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