"Solo quien ha aprendido mucho puede comprender su ignorancia" --Louis L'Amour
Louis L’Amour vivió una vida fascinante y fue también un personaje fascinante.
La popular estrella de cine norteamericano, John Wayne, dijo de él que era «el hombre más interesante del mundo». Al momento de su muerte en 1988, L’Amour era considerado uno de los escritores más populares del planeta. Fue también uno de los más fecundos; dejó como legado 89 novelas, 14 colecciones de cuentos cortos y dos libros de ensayo. Gracias a la popularidad de sus libros, L’Amour adquirió gran riqueza y vivió sus últimos años de manera cómoda, pero sus inicios fueron bastante duros. Cuando estuvo en edad de empezar a ganarse la vida, Estados Unidos estaba atravesando una devastadora crisis económica, La Gran Depresión del 29. Los empleos eran escasos y ganar el dinero necesario para una subsistencia precaria era una labor colosal. Las duras condiciones de vida de la época obligaron a L’Amour a aceptar todo tipo de trabajos; fue minero, boxeador, agricultor, marinero, entre otras muchas cosas. Esta gran variedad de experiencias, en especial el hecho de haber recorrido medio mundo como marinero, permitió que el prolífico autor adquiriera una gran educación. Claro que, como él mismo señala en su estupendo libro Education of a Wandering Man (La educación de un vagabundo), el grueso de su formación se lo debe a su infinita hambre de libros. Conocí muchas veces lo que es un estómago hambriento, pero también he conocido un hambre peor: la necesidad de saber y aprender.
Con el mismo espíritu de Erasmo de Róterdam, que cinco siglos antes había declarado: «Cuando tengo un poco de dinero, compro libros; y si me queda algo, compro comida y ropa», L’Amour prefería saciar su hambre de conocimiento en perjuicio del hambre física.
Por un tiempo, durante este período, viví de un sándwich al día para poder ahorrar dinero y comprar tres libros de los que había leído reseñas. Eran Matrimonio y moral por Bertrand Russell, Libertad bajo los soviéticos por Roger Baldwin y Hombres y máquinas por Stuart Chase.
Muchos creen que una gran educación se puede obtener solo asistiendo a instituciones prestigiosas, pero no es así, hoy más que nunca cualquiera con deseos de aprender puede hacerlo. Así lo pensaba L’Amour:
La idea de la educación ha estado tan ligada a las escuelas, universidades y profesores que muchos suponen que no hay otra manera, pero la educación está disponible para cualquiera que tenga al alcance una biblioteca, una oficina de correos o incluso un puesto de periódicos.
Hoy muchas personas sufren a causa de la ansiedad y la depresión, se les hace difícil hallarle sentido a la vida. Esto es algo que a mi me sorprende, porque todo lo necesario para vivir una vida significativa y feliz ya se encuentra escrito, solo basta con prestar atención a los grandes maestros de la humanidad.
No obstante, la mayoría sigue creyendo que para vivir no hace falta aprender nada, consideran que ya lo saben todo: ¿Por qué las personas son tan obtusas y creen que tienen todas las respuestas?
Ok, perfecto, educarnos nos ayuda a evitar errores evitables, y también nos ayuda a aprender a vivir, porque de lo que se trata la vida es de vivirla bien.
La educación debe proporcionar las herramientas para ensanchar y profundizar la vida, para apreciar mejor todo lo que uno ve o experimenta. Debe preparar a una persona para que viva bien la vida, para comprender lo que le está sucediendo a él, porque para vivir bien, uno debe vivir siendo consciente.
A pesar de la gran riqueza que nos brindan los libros, a pesar de que nos dan la oportunidad de vivir una vida extraordinaria y significativa, la triste realidad es que muchas personas no leen.
«Es que no tengo tiempo», es la excusa que con mayor frecuencia escuchamos decir a las personas que no leen. A menudo escucho a personas decir que no tienen tiempo para leer. Eso es una absoluta tontería. En el año en que llevé un registro de ese tipo, leí veinticinco libros mientras esperaba a otras personas: en oficinas, solicitando trabajo, esperando en la sala del dentista, esperando a mis amigos en un restaurante y en muchos lugares así. Leo en los autobuses, en trenes y en los aviones. Si uno realmente quiere aprender, uno tiene que decidir qué es importante. ¿Pasar una tarde en la ciudad? ¿Asistir a un juego de béisbol? ¿O aprender algo que te puede acompañar toda la vida?
Para concluir, unas últimas palabras del gran L’Amour en las que nos invita a priorizar el ser antes que el tener:
Finalmente, todos somos vagabundos en busca de conocimiento. La mayoría de nosotros tenemos el sueño de convertirnos en algo mejor de lo que somos, algo más grande, más rico, de alguna manera más importante para el mundo y para nosotros mismos. Con demasiada frecuencia, el camino tomado es el camino equivocado, ponemos demasiado énfasis en lo que queremos tener, en lugar de en lo que queremos llegar a ser.
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2 Comentarios
21/1/2018 10:48:22 am
Muy inspirador, no encuentro blog que plasme mejor mi forma de entender la vida que el tuyo. Espero que durante muchos años me sigan acompañando tus lecturas. Un abrazo
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Pablo Arango
21/1/2018 06:02:31 pm
Me alegro José que lo encuentres inspirador, esa es la misión de este blog, eso es lo que me anima a escribir. Por mi parte, tengo intenciones de que permanezca durante mucho tiempo, así que espero tenerte por aquí mucho tiempo más. Gracias por tu tiempo y tu atención.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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