"Las personas autorrealizadas tienen un profundo sentimiento de identificación, simpatía y afecto por los seres humanos en general. Sienten afinidad y conexión, como si todas las personas fueran miembros de una sola familia" —Abraham Maslow
Después de algunos años de intensa búsqueda, después de cientos de libros leídos y también por lo vivido, me he convencido de que para los seres humanos el crecimiento es un imperativo.
Crecer, desarrollar nuestras capacidades, es lo que nos permite afrontar la vida con la seguridad de que contamos con las herramientas para gestionar aquellos desafíos que se nos presentan. La sensación de seguridad es otra necesidad humana, y esta surge de la competencia. Si considero que cuento con los recursos para afrontar las pruebas que la vida me lanza, me siento seguro. Si me siento incompetente, la vida me abruma. El interesante libro Encuentro con la sombra es una recopilación de ensayos acerca de la necesidad y de la utilidad del esfuerzo por alcanzar el pleno desarrollo de nuestra personalidad. Una condición necesaria para el desarrollo es la honestidad hacia nosotros mismos. El crecimiento espiritual requiere que tomemos conciencia de nuestra propia necesidad de crecer, y si no lo hacemos así, no tendremos más alternativa que intentar ocultar toda evidencia de nuestra imperfección.
Crecer implica expandir nuestras fortalezas, pero también, menguar nuestras debilidades. Por ello, la evaluación honesta de nosotros mismos debe estar presente en todo momento.
Ahora bien, esta evaluación tiene que ir acompañada de compasión incondicional. No es el látigo el que nos transforma, es el amor y la ternura. Sólo podremos llegar a convertirnos en portadores de la luz cuando seamos capaces de abrazar compasivamente el lado oscuro de la realidad.
¿Y cuál es la recompensa que nos ofrece el crecimiento? Una vida más auténtica y satisfactoria. Una vida vivida bajo nuestros propios términos y conforme a quienes somos realmente.
Por definición, una vida auténtica es diferente a la vida de la mayoría. Como señalaba Jolande Jacobi en The Way to Individuation : Hay muchas personas que no viven su propia vida y que lo desoyen todo para «adaptarse», para no llevar nunca la contraria y cumplir exactamente lo que las opiniones, las normas, las reglas y los convencionalismos del entorno consideran «adecuado». Esas personas son esclavas del «qué dirán», de «lo que hacen los demás», etcétera. Este es precisamente el caso cuando intentamos vivir como personas normales y nos casamos, tenemos hijos, aprendemos una profesión, etcétera, normas que son especialmente letales para aquellos cuyas pautas internas se desvían mucho de la norma, como los artistas, los genios y los místicos, por ejemplo. Cuanto más tratamos de seguir nuestro propio camino más nos molesta la rigidez de las normas y los valores colectivos.
Negarnos a seguir nuestra senda, creará un vacío en nuestra vida que intentaremos llenar con actividades poco productivas que pueden terminar destruyendo nuestros más preciados dones.
Cuando sentimos una aspiración elevada y la desterramos a la sombra nos condenamos a la búsqueda de gratificaciones sustitutivas instantáneas o nos entregamos a actividades hedonistas tales como el abuso de alcohol o drogas.
Eso sí, vivir de manera única no es factible para los espíritus más tímidos, pues la autenticidad significa alejarse de las formas convencionales de vida, y eso expone a los individuos originales a las críticas de quienes no entienden sus preferencias.
Para alcanzar la plenitud debemos liberarnos de la opresión del pensamiento colectivo y del entorno que nos rodea, y estar dispuestos a parecer inútiles o imbéciles.
Es bastante frecuente encontrar en las personas que han alcanzado un grado superior de desarrollo, cierta altanería hacia aquellos individuos más convencionales.
Se debe estar atento para evitar que esto ocurra, pues la verdadera sabiduría implica humildad y el deseo de servir. Si usted es una persona con talento —afirmó Carl Jung—, eso no quiere decir que ha ganado algo. Significa que usted tiene algo que dar.
La cuestión entonces es cultivar nuestros dones sin caer en la arrogancia, evitar convertirnos en pedantes ‘Don Perfectos’:
Como dijo Chuang Tzu: Sólo el hombre excelente puede trascender los límites de lo humano sin retirarse, no obstante, del mundo; vivir de acuerdo a la humanidad y, sin embargo, no sufrir por ello. El hombre perfecto no aprende nada de las enseñanzas del mundo y conserva su propia independencia.
Encuentro con la sombra una interesantísima lectura que nos ayudará a descubrirnos a nosotros mismos y a emprender el camino del desarrollo pleno.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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