«Un profesional es alguien que puede hacer su mejor trabajo aun cuando no tiene ganas» —Alistair Cook Ayer fue un mal día en cuanto a productividad. Cada vez que intenté sentarme y hacer algo, mi atención se rebelaba y volaba para alguna otra parte. Finalizando la tarde, cuando miré lo que estaba terminado de mi ambiciosa lista de tareas, no pude evitar el desconsuelo. Poco, muy poco, casi nada había avanzado. La causa más probable de mi incapacidad para concentrarme fue la falta de adecuado descanso. Las muchas horas de luz de los días veraniegos, invitan a irse a la cama un poco más tarde. Y si le sumamos a eso que en las últimas noches mi hija me ha estado despertando por causa de los miedos nocturnos, pues es normal que tras varios días de mal dormir me encuentre cansado e incapaz de concentrarme. Muchas veces pensé: «hoy no es mi día, mejor doy la jornada por concluida; mañana lo haré mejor». Por fortuna, cuando estaba apunto de dejar todo para el siguiente día, otra voz, más sabia, me dijo «¡no!». Darme por vencido y tomarme el resto de la tarde libre habría sentado un mal precedente. El mensaje implícito sería: «cuando las cosas se pongan difíciles, tira la toalla». Si dejamos que esa mentalidad eche raíces en nuestra vida, podemos estar seguros que nada importante vamos a conseguir. Las personas que han alcanzado grandes triunfos son los que hacen lo que tienen que hacer, aun cuando no les apetece o cuando es difícil hacerlo. No permiten que la falta de motivación, el cansancio, las ganas de divertirse los aparten de sus objetivos. Es fácil trabajar en nuestras metas cuando las condiciones son óptimas, cuando estamos motivados, llenos de energía y libres de tentaciones. Eso lo podemos hacer todos. Pero solo los superclase trabajan bajo las condiciones más adversas. Ellos tienen una voluntad mas fuerte que les permite avanzar mucho más allá del punto donde nosotros, los normalitos, nos damos por vencidos. Por fortuna, esa capacidad es totalmente entrenable. Si cultivamos el hábito de hacer un esfuerzo extra cuando ya nuestro cerebro nos dice que paremos, poco a poco veremos que seremos capaces de hacer mucho más. Resulta que a nuestro cerebro no le gusta esforzarse demasiado. Mucho antes del verdadero agotamiento, empieza a mandar mensajes del tipo: «por que no paramos ya», «es suficiente, descansemos»; o quizá dice, «hoy no me apetece, hagámoslo mañana». Y la mayoría de las veces, le hacemos caso. Aunque no pude salvar el día por completo, y no fue una jornada de la que me sienta satisfecho; al final, pude reunir la energía suficiente para dejar un par de tareas importantes terminadas y evitar que el día fuera un completo fracaso. Lo mejor de todo es que espero haber mejorado un poco mi capacidad de sobreponerme a las ganas de aplazar. Espero estar mejor preparado para cuando las condiciones se pongan difíciles otra vez. ¿Te gustó? Recibe gratis artículos con ideas y consejos sobre cómo superarte y ser tu mejor tú. Suscríbete AQUÍ
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Tu privacidad está a salvo, tu correo no será compartido con nadie
pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
Archivos
Agosto 2022
|