"No es cuestión de ideas. Es cuestión de hacer que las ideas pasen" —Scott Belsky
Hasta hace poco tiempo emprender era una actividad de alto riesgo. No sólo era la elevadísima tasa de mortalidad de las nuevas empresas lo que lo hacía temblar hasta al más bravo, también eran los altos costos que implicaba lanzar cualquier iniciativa.
Alquilar o comprar un local, adquirir inventarios, contratar personal, disponer de efectivo para cubrir los primeros meses de ventas lentas… Todos estos eran costos a los cuales se enfrentaba un ‘quiero-ser-emprendedor’. Dada su abultada cantidad, y lo enemigos que somos los seres humanos del riesgo, es normal que tan pocas personas encontraran atractiva la opción de emprender. Una de las causas por las cuales muchas empresas nuevas fracasan es por la falta de experiencia de sus propietarios. Algo fácil de entender, pues como vimos atrás, con los elevados costos iniciales de cualquier iniciativa, era muy difícil que alguien que fracasara en el primer intento, pudiera usar esa experiencia adquirida, de forma dolorosa, en otra iniciativa. Después de inmolado en el altar empresarial, pocas ganas quedan de arrimarse otra vez a la candela. No obstante, cuando uno repasa la vida de emprendedores exitosos, es común encontrar que estos empezaron el aprendizaje de lo que implica conducir un negocio, mucho antes de disfrutar de éxitos a gran escala. Repartir periódicos, cortar prados, ventas de galletas, son historias comunes entre aquellos que luego fundaron empresas innovadoras y dominantes en sus mercados. Resulta que para emprender con mayores probabilidades de éxito conviene, al igual que Liam Neeson, haber “adquirido un particular conjunto de habilidades” que resultan invaluables en cualquier iniciativa de negocios. Saber vender, saber gestionar productos, contratistas, inventarios y, muy importante, ¡el flujo de caja! Son habilidades que mejoran las opciones de un emprendedor novicio. Por fortuna, gracias a internet y a la aparición de nuevos modelos de negocios, ahora es mucho más fácil aprender a emprender... emprendiendo, sin que eso signifique enfrentarse a riesgo de quiebra masiva y catastrófica. Hoy podemos empezar un negocio en internet con cero o muy baja inversión, y manejar dicho negocio como si fuera un juego de estrategia en el cual el principal objetivo es adquirir “un particular conjunto de habilidades”. Veamos un ejemplo; puedes crear una página de internet (sin necesidad de saber programar) gratis en menos de una hora. Esa página la puedes usar para vender productos que otros producen (así no hay necesidad de invertir en inventarios). Puedes hablar con algún fabricante de productos, el que sea o el que te interese, y ofrecerte a promocionar sus productos en tu página. Una vez empiecen a llegarte pedidos, se los comunicas al productor para que este se encargue de enviarlos a tu cliente. Este ejercicio te permitirá aprender, a un bajo costo, cómo ofrecer productos en internet, cómo atraer clientes a tu página, cómo negociar, etc. etc. etc. La idea es que mediante ensayo y error, aunque no viene mal leer un par (de decenas) de libros, vas aprendiendo los trucos del buen emprendedor. Con el tiempo, y con mayor confianza en tus habilidades, puedes ir atreviendote con iniciativas más grandes y más arriesgadas. Este es el camino que han recorrido numerosos emprendedores. Rob Walling, quien gestiona tres empresas de software y conduce un exitoso podcast, empezó lanzando productos que cosecharon poco o ningún éxito. No obstante, eso le permitió aprender a posicionar páginas en los buscadores (SEO). Con su nuevo conocimiento, y unos dólares extra, empezó a comprar negocios en internet con desempeño mediocre, y los revitalizaba gracias a sus habilidades de marketing. Eso le permitió obtener ingresos sustanciosos con los cuales financió inversiones en negocios mucho más grandes, como los que hoy le proveen un espléndido nivel de vida. Sophia Amoruso, fundadora de Nasty Gal, empresa de ropa valorada en 100 millones de dólares, comenzó realizando ventas en eBay de prendas de ropa usada que compraba por unos pocos dólares. Este ejercicio le permitió aprender a tomar fotos de sus productos que resultaran atractivas, también supo cómo escribir descripciones de las prendas que interesaran y alentaran a los clientes a comprar. Después de ello, Sophia se sintió con la fuerza suficiente para abandonar eBay y crear su propia tienda de ropa online, que hoy vale (muchos) millones. En ninguna otra época de la historia ha sido tan fácil crear un negocio con poca inversión. Empezar poco a poco a adquirir tu “conjunto de habilidades” es la mejor manera de volverte tan hábil en los negocios como es Liam Neeson de implacable con los criminales.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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