"Los errores son una prueba de que lo estás intentando" —Desconocido
Cómo avanzaríamos de rápido en la vida si cada que aprendemos una nueva competencia o cada que emprendemos una nueva iniciativa de cambio (cambiar no es más que aprender un nuevo comportamiento y, claro, desaprender el anterior), lo hiciéramos con la actitud de los bebés que están aprendiendo a caminar.
¿Te acuerdas cómo lo hacen? Cuando se caen, simplemente se levantan y lo intentan otra vez. Nada de drama. Noy hay auto reproches. No se dicen así mismos «caminar no se me da bien, jamás voy a aprender». No miran abochornados hacia los lados para comprobar que nadie los haya visto caer. Incluso parece que se divierten. Caen. Rien. Se levantan. Lo intentan una vez más. Vuelven a caer. Otra risa. Y vuelta a empezar. Los adultos no lo hacemos así. En cada caída sentimos como es aguijoneado nuestro ego. A nuestro amor propio no le gusta sentirse torpe, incapaz, inseguro, vulnerable. Cosas que siempre van a estar presentes cuando de aprender se trata. Así que para no lastimar a nuestro delicado ego, dejamos de aprender. Dejamos de esforzarnos por mejorar. A veces, a edades tan prematuras que causa sonrojo. Nos escudamos en el «es que yo soy así». O «loro viejo no aprende a hablar». Y así, sin más, cerramos la puerta a todo crecimiento.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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Agosto 2022
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