«Puedes elegir el coraje, o puedes elegir la comodidad, pero no puedes elegir ambos» —Brené Brown
«No puedes ser valiente si solo te han sucedido cosas maravillosas» —Mary Tyler Moore
Querámoslo o no, en nuestra vida, de cuando en cuando (a veces con bastante frecuencia), tendremos que hacer frente a la decepción y al dolor.
Nadie se escapa de esta inexorable verdad. Ni siquiera aquellos que parece que todo lo tienen pueden vivir sin experimentar contrariedades y fracasos. Son innumerables los casos de personas que gozan de dinero, prestigio y éxito; y que, sin embargo, le toca atravesar períodos de profundo desasosiego. Me acuerdo de Tiger Wood, considerado el mejor golfista de todos los tiempos. Uno de los deportistas más admirados. Casado con una hermosa mujer e ingresando día tras día millones de dólares a su cuenta. Luego de que salieran a la luz pública sus infidelidades, su matrimonio terminó, las lesiones lo alejaron del deporte que tanto éxito le dió e, incluso amenazaron con impedir que volviera a caminar. Las marcas que lo patrocinaban lo abandonaron en estampida. Además de las penas del pobre Woods, son incontables los casos que confirman la inevitabilidad de las contrariedades. A pesar de ello, los seres humanos nos empeñamos en creer que es posible vivir una vida de dicha y tranquilidad sin interrupción. No es así. Siempre habrá dificultades que superar: compañeros de trabajo con los que no congeniamos, dificultades para llegar a fin de mes, enfermedades nuestras o de nuestros seres queridos, relaciones tensas con nuestros hijos o familiares cercanos... y la lista sigue y sigue. Podríamos estar tentados a pensar que si vivimos con cautela y tomamos los menores riesgos posibles, nada malo nos pasará. Déjame decirte que eso no es posible; el simple hecho de estar vivos nos hace vulnerables a la fatalidad. Para aquellos de nosotros que rondamos los 40, es casi seguro que ya habremos recibido un leñazo severo... cortesía de la vida. Y si despreciamos la seguridad y abrazamos una vida aventurera, las probabilidades de experimentar contratiempos se multiplicarán. Una vida emocionante llena de triunfos se consigue solo superando numerosas dificultades y reponiéndose a inevitables fracasos. Así que, querámoslo o no, para vivir se necesita cierta dosis de fortaleza; es imprescindible cultivar resiliencia.
Por desgracia, la sociedad actual, con su apetito por la comodidad, la conveniencia y la inmediatez, no nos proporciona el marco ideal (como sí lo hacían otras culturas) para endurecer nuestro carácter.
Ciro, el rey persa, afirmaba: «Las tierras blandas, producen hombres blandos». Por ello Ciro se negaba a abandonar sus ásperas tierras para asentarse en tierras más benévolas y fecundas. Temía que el espíritu de sus hombre se reblandeciera. La educación del joven Alejandro Magno, quien gracias a la fortaleza de su carácter años después se convertiría en el hombre más poderoso del planeta, fue bastante recia. Alejandro y sus amigos eran obligados a bañarse en ríos de aguas frías, corrían descalzos hasta que las plantas de sus pies se hicieron tan gruesas como el cuero, cabalgaban todo el día sin comida ni agua y soportaban rituales en los que les obsequiaban con latigazos y humillaciones. En las raras ocasiones en que les permitían descansar, sus entrenadores les recordaban: «Mientras duermes tranquilamente, los hijos de los persas se entrenan para vencerte en la batalla». Ay, que diferencia con nuestra sociedad actual. Hoy ya no toleramos ni el calor ni el frío, el aire acondicionado y la calefacción están siempre presentes. Si el sol brilla un poco, moderamos la incomodidad con unas glamurosas gafas de sol. Las frutas vienen sin semillas, para que podamos masticar con más tranquilidad. ¿El resultado de tanta conveniencia? Cada vez somos más frágiles y quejumbrosos. Y como quedó claro atrás, la debilidad se encuentra en el extremo opuesto de una vida satisfactoria. Así que como la sociedad conspira para hacernos más blandengues, necesitamos tomar medidas para fortalecer nuestro carácter. Los siguientes son algunos ejercicios que podemos llevar a cabo para mejorar nuestra resiliencia y desarrollar la actitud de un gran conquistador.
Superar situaciones desagradables puede resultar muy gratificante. Es muy satisfactorio descubrir que, gracias a nuestro entrenamiento en la incomodidad, podemos estar agusto en situaciones que otros no toleran. Además, esta práctica no solo nos prepara para tolerar situaciones molestas. Nos prepara también para esos días duros de verdad, cuando van a ser puestas a prueba todas nuestras fuerzas. Para cuando, por ejemplo, nos llamen a las dos de la madrugada para informarnos que un ser querido ha muerto. Porque la realidad es esta, no podemos vivir toda la vida entre algodones y pensar que cuando las cosas se pongan feas, vamos a ser capaces de rugir como un león. No, no. El coraje es algo que hay que cultivar antes de necesitarlo. Ahora tu turno. Me encantaría saber si tienes alguna otra práctica que podamos agregar a la lista anterior.
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1 Comentario
Alessandra
29/7/2024 06:28:21 pm
No nos han convertido en blandengues nos han convertido en una máquina de trabajo. Para la cual han ofrecido calefacción agua tibia etc, pero solo por y para eso.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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