"No se preocupe por la impresión que de usted tienen otras personas. Están cegados y engañados por las apariencias. Permanezca fiel a su propósito. Esto por sí solo fortalecerá su voluntad y dará a su vida coherencia" —Epicteto
Nuestra vida debería ser el fiel reflejo de nuestros valores, creencia y pasiones.
Debería ser como un lienzo donde vamos plasmando aquello que es importante para nosotros. Los grandes artistas tienen un estilo particular que los identifica. De la misma manera, alguien que observe los trazos que dejan nuestras obras, debería ser capaz de identificarnos. Para que nuestra vida exprese con claridad quienes somos debe tener coherencia y consistencia. Una vida con coherencia es donde existe afinidad entre: quienes somos, en qué creemos y lo que hacemos. En una vida así, nuestras acciones son el testimonio de nuestra pura esencia. Dado que la buena salud y la buena nutrición son para mi un aspecto importante; trabajar para una de las multinacionales que producen bebidas azucaradas (aún ganando un gran salario), sería una contradicción. Estaría actuando en contra de lo que creo. Sin embargo, alcanzar un grado de coherencia estable no siempre es sencillo. Existen factores que generan confusión y que pueden causar que perdamos el rumbo. Una de las cosas que mayor desconcierto genera cuando tomamos decisiones acerca de nuestra vida es el dinero. En la sociedad actual creemos que el tamaño de la cuenta bancaria es lo que hace a una persona exitosa y feliz. Y ante el altar de la riqueza estamos dispuestos a hacer enormes sacrificios. Por favor no me mal interpretes. No tengo nada en contra de la prosperidad económica, yo también la deseo para mi. El dinero es importante, sí, pero no debe ser el único factor a tener en cuenta. Es posible vivir una vida austera y que sin embargo sea feliz y llena de significado. Una vida de la cual nos sintamos satisfechos no necesariamente tiene porque ser una vida llena de riquezas. Si actuamos de forma auténtica, conforme a quiénes somos, y de acuerdo a nuestros valores, con seguridad que estaremos avanzando por la senda que conduce a la buena vida. Ahora bien, para saber de verdad quienes somos y en las cosas que creemos, debemos rodearnos de silencio y dejar que nuestra auténtica voz emerja. Nuestra verdadera esencia es como un duendecillo tímido, ante las prisas y la algarabía de nuestra agitada vida, prefiere esconderse. Pero cuando nos apartamos a un silencioso rincón, y prestamos atención, podemos escuchar con nitidez su revelador mensaje. No es casualidad que todas las principales religiones y filosofías del mundo hagan tan entusiasta elogio del silencio. Es ahí cuando podemos escuchar con claridad. Así que el camino hacia una gran vida comienza por callar: callar para escuchar; escuchar para saber y saber para actuar.
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pablo a. arangoLector. Escritor. Coach. Emprendedor. Puedes apoyar a Las Notas del Aprendiz entrando a Amazon a través de este enlace
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