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¿Quieres ser feliz o vivir una vida satisfactoria?

29/3/2017

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"No sé cuál será tu destino, pero una cosa sí sé: los únicos que serán realmente felices son aquellos que han buscado y encontrado cómo servir"  —Albert Schweitzer

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Todas las grandes disciplinas cuyo objeto de estudio es la naturaleza humana (la psicología, la filosofía, la literatura... ) han descubierto una misma cosa: en la vida de las personas, en su día a día, hay una gran cantidad de dolor.

No me refiero a grandes tragedias, que también las hay; hablo de pequeñas decepciones, angustias, enfados, preocupaciones, temores... que abundan dentro de nuestra cotidianidad y que hacen nuestra vida menos grata de lo que podría ser.

Tenemos deseos, antojos y anhelos que no podemos satisfacer siempre que nos plazca, entonces aparece la frustración. E incluso satisfaciéndolos, el placer que sentimos es solo temporal.

Asimismo, la vida de nadie es ideal, todas las cosas no ocurre según lo deseamos. Cuando se presentan diferencias entre nuestras expectativas y la realidad (¿y cuando no es así?) el sufrimiento aparece.

Ante la abundancia de dolor y frustración, desear mayor dicha es un deseo comprensible. Todos quisiéramos una existencia más tranquila y alegre.

Además, la felicidad nos ayuda a prosperar. Son varios los estudios realizados que han encontrado que un estado de ánimo positivo favorece que alcancemos nuestros objetivos. Ser felices trae éxito.

No obstante, en la cabeza de la mayoría encontramos la idea contraria: que necesitamos primero ser exitosos para poder ser felices.

Para mi es importante cultivar tranquilidad y alegría. Cada día dedico unos minutos a realizar actividades con las cuales busco elevarlas. Meditar, practicar gratitud, ejercicio físico, llevar un diario, hacen parte de mi rutina diaria para ser un poco más feliz.

Sin embargo, pienso que establecer como fin último de nuestra existencia pasar el mayor tiempo posible contentos, es quedarnos cortos. Luchar solamente por ser felices es un objetivo poco ambicioso.

Tal vez mi desacuerdo sea solo semántico, felicidad es un término que admite diversas interpretaciones y quizá ahí es donde reside mi discrepancia.

Si entendemos por felicidad, “el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno” o “la ausencia de inconvenientes o tropiezos”, considero que este es un objetivo inferior.

Si todo lo que deseamos es estar libre de problemas y la satisfacción de nuestros deseos y caprichos, nos estamos quedando cortos. Una vida basada en la mera búsqueda de placer es una vida demasiado centrada en uno mismo.

Pero si consideramos que felicidad es “un estado de grata satisfacción espiritual y física”, entonces estoy de acuerdo en que la felicidad es un bien deseable.

Una grata satisfacción espiritual no se logra andando de fiesta en fiesta, comiendo cuanto se nos antoje, o practicando sexo ocasional con quien se atraviese. Tampoco se logra a punta de Visa comprando cuanto cachivache nos seduce en el centro comercial.

La forma más segura de alcanzar una grata satisfacción espiritual y, por lo tanto, vivir una vida de la cual nos sintamos orgullosos, es dejar de pensar un poco en nuestras necesidades y pensar en las de los demás.

Esforzarnos por mejorar la vida de otros, por reducir su sufrimiento, es la mejor manera que conozco de vivir una vida inspirada y satisfactoria.

Buscar el bien de otros puede significar rechazar la facilidad y la comodidad, y luchar por objetivos más elevados.

Ni Gandhi, ni la Madre Teresa, ni Martin Luther King vivieron vidas cómodas colmadas de placer. Pero estoy seguro que alcanzaron gran satisfacción espiritual.

Una vida así está al alcance de todos. Fuer precisamente Luther King quien dijo: «Todo mundo puede ser grande, porque todo mundo puede servir».

Mi invitación es a que pensemos en ¿cómo podemos cada uno contribuir a traer más prosperidad, felicidad, o aliviar el sufrimiento de los demás? ¿Cual es el más grande bien que podemos realizar en este planeta?

Y una vez que sepas esto… Just do it. ​
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No investigues (mucho) antes de comenzar

27/3/2017

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"Cuanto más miedo sentimos acerca de una empresa específica, más seguros podemos estar que esa empresa es importante para nosotros y para el crecimiento de nuestra alma"
​—Steven Pressfield

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El perfeccionismo y el exceso de investigación provienen del mismo lugar: del miedo.

Pensamos que si todo es perfecto, que si las condiciones son las ideales, no fallaremos.

Lo mismo ocurre con el exceso de investigación: si lo sabemos todo antes de comenzar, minimizamos las probabilidades de fracasar.

Y claro, mientras esperamos por las condiciones ideales, lo perfeccionamos todo y lo aprendemos todo, nuestro proyecto permanece aplazado de manera innecesaria.

El afán por cuidar cada detalle y el deseo de conocer más, son atributos deseables. Las organizaciones y las personas que se esfuerzan por mejorar, aunque sea un poco cada día, tienen muchas probabilidades de prosperar.

Así mismo, conocer de forma exhaustiva tu oficio/industria/arte es requisito indispensable si deseas progresar y destacar.

Pero mejorar y aprender son cosas que debemos ir realizando mientras hacemos. Debemos empezar antes de estar completamente listos.

Mas, ay, esto es más fácil decirlo que hacerlo. Desde hace algún tiempo vengo trabajando para que Las Notas del Aprendiz sea una plataforma que cree un mayor impacto. Quiero poder servir mejor a quien por aquí se pase.

Pero el miedo a fracasar me empuja a querer saberlo todo antes de dar luz al proyecto. Por ello, cuando este fin de semana leí el siguiente pasaje en el imprescindible libro de Steven Pressfield, Do the work, me sentí tan identificado (y un poco abochornado):

Comience antes de estar listo.

No se prepare. Empiece.

Recuerde, nuestro enemigo no es falta de preparación; no es la dificultad del proyecto o las condiciones del mercado, ni el vacío de nuestra cuenta bancaria.

El enemigo es La Resistencia.

El enemigo es nuestro parlanchín cerebro que, si le damos aunque sea un nanosegundo, comenzará a producir excusas, coartadas, auto justificaciones y un millón de razones por las que no podemos / no debemos / no haremos lo qué sabemos que tenemos que hacer.

Comience antes de estar listo.

Cosas buenas suceden cuando empezamos antes de que estemos listos. Por un lado, mostramos 'huevos'. Nuestra sangre se calienta. El coraje engendra más coraje. Los dioses, atestiguando nuestra audacia, miran con aprobación. W. H. Murray dijo: Hasta que uno no se ha comprometido, existen dudas, hay oportunidad de arrepentirse, siempre está la ineficacia. En cuanto a todos los actos de iniciativa (y creación), hay una verdad elemental, cuya ignorancia mata innumerables ideas y espléndidos planes: que en el momento en que uno se compromete definitivamente, la Providencia también se mueve. Toda una serie de acontecimientos se producen una vez tomamos la decisión, surgen todo tipo de incidentes en nuestro favor: reuniones inesperadas y asistencia material que ningún hombre hubiera podido soñar que le fueran a ocurrir. He adquirido un profundo respeto por una de las coplas de Goethe: "Todo lo que puedas hacer o soñar, lo puedes empezar. La audacia tiene genio, poder y magia en él. Comienza ahora".

La dieta de la investigación

Antes de empezar, ¿quieres investigar? No, no. Te estoy poniendo a dieta.

Tienes permitido leer solo tres libros sobre el tema. No más.

Sin subrayar, sin resaltar, ni pensar o hablar después de los documentos. Deje que las ideas se fermenten.

Que el inconsciente haga su trabajo.

La investigación puede convertirse en Resistencia. Queremos trabajar, no prepararnos para trabajar
Do the Work es un libro que nació de uno más extenso: La guerra del arte. En palabras de Seth Godin, ambos son imprescindibles si deseas emprender, lanzar un proyecto artístico o avanzar en tu crecimiento espiritual.

Yo también pienso igual. Sin ninguna duda están dentro de los libros más importantes que he leído en mi vida.
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Es cuestión de paciencia y esfuerzo sostenido

26/3/2017

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"No crecemos plenamente y en orden cronológico. A veces crecemos en una dimensión y en otra no. Crecemos de manera desigual; parcialmente. Estamos limitados. Somos maduros en unos aspectos, infantiles en otros" —Anaïs Nin

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Agradecimiento a Jeremy Bishop por la imagen (clic sobre ella para más info.)
Muchas veces cuando levanto la vista, y miro en el horizonte aquel idílico lugar al cual me dirijo, allí donde se encuentra mi mejor yo, me doy cuenta de lo mucho que aún me falta y de lo lento que voy avanzando.

Y es en esos momentos cuando se presentan esos malévolos seres, cuyo principal objetivo es estorbar nuestro crecimiento: doña duda y su prima hermana, la seño desconfianza.

Llegan fingiendo preocupación por nosotros, quieren hacernos creer que están de nuestra parte, que solo desean ahorrarnos un desengaño y evitarnos sufrimiento. «Mejor quedate tranquilito donde estás», me dicen.

Sus voces son zalameras y en sus rostros hay un gesto que pretende ser compasivo y maternal. Pero si las miramos a los ojos, descubriremos su verdadera naturaleza: son malas, quieren detener nuestra evolución e impedir que alcancemos nuestro sueños.

La realidad es que la senda del crecimiento personal es un camino que jamás se agota. Por fortuna, nunca llegaremos a nuestro destino; siempre será posible mejorar un poco más.

Progresar es felicidad. Estancarnos es frustración.


Con cada paso que avanzamos, se amplía aún más el panorama que podemos observar, descubrimos nuevas posibilidades. Nuestra ambición despierta, queremos crecer más, llegar más lejos. Entonces, movemos la meta unos metros más allá.

Son varias las áreas de mi vida en las cuales me gustaría haber avanzado más deprisa. Me gustaría, por ejemplo, tener un mayor impacto profesional. También me gustaría saber más, adquirir con mayor velocidad conocimiento y habilidades. Tener más sujetos mis malos hábitos…

Al darme cuenta del enorme trayecto que todavía me queda es cuando empiezo a dudar: «¿seré capaz de llegar algún día?», «¿voy por el camino correcto?», «¿estaré avanzando o me habré estancado?»…

Pero luego, cuando miro hacia atrás, y observo con asombro el gran avance que he realizado, vuelve la confianza y renacen las esperanzas.

Cambiar no es cuestión exacta que obedezca fórmulas matemáticas. No hay recetas infalibles que aseguren el resultado deseado sin tropiezos ni retrocesos.

Sin embargo, constantemente nos vemos bombardeados con mensajes en sentido contrario. En periódicos, revistas, blogs, vídeos (cuyos ingresos dependen del tamaño de su audiencia, de la cantidad de veces que pinchamos en un enlace) encontramos artículos que ofrecen fórmulas “ridículamente simples” de alcanzar nuestros objetivos.

Lo mismo ocurre con los libros de auto-ayuda. Los autores, con la esperanza de vender más, promocionan sus prescripciones como infalibles, a prueba de tontos. Imposible fallar si seguimos con precisión sus recomendaciones.

Pero fallamos. Y en más de una ocasión.

Resulta que el cerebro es un sujeto testarudo al que no le emociona cambiar. Son necesarios muchos intentos para que un nuevo comportamiento se asiente de manera permanente. Por ello, aunque a veces avanzamos, también tropezamos con frecuencia, y es necesario levantarnos de nuevo y persistir.

Este es un panorama muy distinto al que nos venden los gurús de la autoayuda, nos han dicho que con su receta es imposible fallar. Entonces la culpa debe ser nuestra.

Pero no lo es. Simplemente, es difícil.

Así que no desesperes. Vuelve a intentarlo. Una vez más. Y otra. Y la siguiente. Es la única manera de conseguirlo.
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Esta es la forma fácil de ser mejor

23/3/2017

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Eres el promedio de los cinco colegas con los que más pasas tiempo. Así que escoge bien los colegas.

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Agradecimiento a Zachary Nelson por la imagen (clic sobre ella para más info.)
Las personas con las que nos rodeamos ejercen una ENORME influencia en nosotros. Si nos juntamos con los mejores, seremos como ellos.

​Puedes ver el vídeo en este enlace: Esta es la forma más fácil de ser mejor.
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Frases para tener una actitud arrolladora

22/3/2017

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Agradecido con Grace Lever por la imagen (clic sobre ella para más info.)
Busqué y reuní esta colección de grandes frases para darle un impulso a tu actitud.

​Espero las disfrutes.
La dimensión de lo que somos es lo que hacemos con lo que tenemos. —Vince Lombardi

El ascensor hacia el éxito está fuera de servicio. Vas a tener que usar las escaleras... un escalón a la vez. —Joe Girard

La calidad de vida de una persona es directamente proporcional a su compromiso con la excelencia, independientemente de su campo de actividad. —Vince Lombardi

La diferencia entre una persona de éxito y los demás no es una falta de fortaleza, ni la falta de conocimiento, sino más bien la falta de voluntad. —John D. Rockefeller

El destino no es una cuestión de azar, es una elección. —William Jennings Bryan

La cuestión no es quién me lo va permitir; la cuestión es quién me va a detener.  —Ayn Rand

Por encima de todo, se la heroína de tu vida, no la víctima. —Nora Ephron

No ruegues por una vida fácil, rezar por la fuerza para soportar una difícil. —Bruce Lee

El tejido de las cicatrices es más fuerte que el tejido normal. Ten en cuenta esa fuerza, sigue adelante. —Henry Rollins

Es tu lugar en el mundo; es tu vida. Sigue adelante y haz todo lo que puedas con él, y crea la vida que quieres vivir. —Mae Jemison

Sólo aquellos que están dispuestos a arriesgar, a ir demasiado lejos, pueden saber hasta dónde se puede ir. —T.S. Elliot

No importa de donde vienes. Lo único que importa es hacia donde vas. —Brian Tracy

Nos convertimos en lo que pensamos. —Earl Nightingale

Éxito es conseguir lo que deseas, felicidad es querer lo que tienes. —W. P. Kinsella

Tu vida mejora sólo cuando tú mejoras. —Brian Tracy

La base del éxito es desarrollar una actitud excepcional, una convicción imparable y una claridad cristalina de lo que quieres. —Mani Maran.

El destino ama a los que no tienen miedo. —James Russell Lowell

Debemos aceptar la vida por lo que en realidad es: un desafío a nuestras cualidades, sin el cual nunca podríamos saber de qué estamos hechos, o crecer hasta nuestra plena estatura. ​—Robert Louis Stevenson
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Cuida tu recurso más valioso

21/3/2017

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"Los dos guerreros más poderosos son el tiempo y la paciencia" —Leo Tolstoy

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Agradecimiento a Sabri Tuzcu por la imagen (clic sobre ella para más info.)
El uso inteligente de nuestro tiempo determina en GRAN parte la calidad de nuestra vida. Utilizar las horas con sabiduría nos acerca a nuestras metas y al tipo de persona en la cual queremos convertirnos.

El siguiente vídeo es una reflexión y también una recomendación sobre como cuidar nuestro más preciado recuro.

Puedes ver el vídeo en el siguiente enlace: ​Como cuidar nuestro recurso más valioso.
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La naturaleza, nuestro hogar, nos cura el alma

14/3/2017

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"El cielo está bajo nuestros pies, y también sobre nuestras cabezas" —Henry David Thoureau

"La naturaleza no es un lugar para visitar; es nuestro hogar" —Gary Snyder

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Ya no me acuerdo que era, pero algo tenía en la cabeza que me daba vueltas y más vueltas.

Salí entonces a correr, y por más que intentaba fijar mi atención en algo distinto, la dichosa preocupación aparecía de nuevo.

Por fortuna, la cosa cambió casi de un momento a otro.

Con el paso de los kilómetros mi ánimo se transformó. De taciturno pasé a jubiloso en un abrir y cerrar de ojos.

Varias investigaciones han encontrado que la actividad física mejora el estado de ánimo de las personas.

Sin embargo, no fue el hecho de correr lo que me ayudó a dejar atrás la preocupación: fue la montaña.

Aunque dar zancadas siempre me viene bien, cuando lo hago por el campo el subidón es diferente, es poderoso.

A través de los siglos, músicos, poetas, filósofos... han enaltecido el mágico poder que ejerce sobre nosotros la naturaleza; cuanto más estamos en ella, mejor nos sentimos.   

Incluso el gran biólogo Edward O. Wilson afirma que nuestra especie siente un amor innato por lo natural (Biofilia). Algo que recientes investigaciones científicas parecen confirmar.

Hoy cada vez es mayor el número de personas que reportan trastornos de ansiedad y depresión. Y, también, cada vez más personas viven en ciudades. Según parece, una cosa influye sobre la otra.

De acuerdo con un artículo de la Universidad de Stanford, los habitantes de las ciudades tienen un riesgo 20 por ciento más alto de sufrir de ansiedad, y un 40 por ciento más de riesgo de experimentar trastornos en su estado de ánimo en comparación con las personas de las zonas rurales.

Las investigaciones que apoyan los beneficios que sobre nuestro cuerpo y nuestra mente trae el contacto con la naturaleza, cada vez son más.

Por ejemplo, estudios llevados a cabo con modernísima tecnología, encontraron que tan solo 15 minutos en un bosque bastan para reducir el cortisol, la hormona del estrés. Y un poco más de tiempo (45 minutos) ayuda a mejorar el desempeño cognitivo de las personas. En pocas palabras; la naturaleza nos hace: más saludables, más felices y más creativos.

Ahora bien, tener contacto frecuente con la naturaleza puede ser difícil para algunos de nosotros, sin embargo, es posible, incluso en la más árida ciudad, beneficiarnos de ella.

El gran poeta y novelista alemán Hermann Hesse, casi un siglo antes de que los zombis ‘mira-pantallas’ se apoderaran de las calles, nos invitaba a prestar mayor atención a los pequeños obsequios naturales que podemos ver en cualquier lugar:
Cuando camino hacia el trabajo por la mañana, veo a muchos trabajadores que acaban de escapar, soñolientos, de la cama; corren en ambas direcciones tiritando por las calles. La mayoría de ellos caminan con rapidez y mantienen sus ojos en el pavimento o, como mucho, en la ropa y las caras de los transeúntes. ¡Cabeza arriba, queridos amigos!
Y aquí está la prescripción natural de Hesse:
Inténtalo aunque sea una vez; un árbol, o al menos un buen pedazo del cielo, se puede ver en cualquier lugar. Ni siquiera tiene que ser un cielo azul; la luz del sol, de un modo u otro, siempre se hace sentir. Acostúmbrate cada mañana a mirar por un momento el cielo, y de repente, serás consciente del aire que te rodea, del olor de la frescura de la mañana que se te regala para que lo disfrutes entre el sueño y el trabajo... [Luego] Observa si durante el resto del día permanece en ti un remanente de satisfacción y un toque de convivencia con la naturaleza. Poco a poco y sin esfuerzo, el ojo se entrena para transmitir muchas pequeñas delicias, contemplar la naturaleza y las calles de la ciudad, apreciar la inagotable diversión de la vida cotidiana. Desde ese punto, hasta adquirir un ojo artístico totalmente entrenado, queda la mitad más corta del viaje. La principal es la primera: abrir los ojos.

Y con el ver llegan la alegría y el amor y la poesía. El hombre que por primera vez recoge una pequeña flor para poder tenerla cerca mientras trabaja, ha dado un paso hacia la alegría en la vida.
¡Cabeza arriba amigo mio!, y se feliz.
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Robert L. Stevenson contra la prudencia y la pusilanimidad

9/3/2017

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"Debemos aceptar la vida por lo que en realidad es: un desafío a nuestras cualidades, sin el cual nunca podríamos saber de qué estamos hechos, o crecer hasta nuestra plena estatura"
​—Robert Louis Stevenson

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«Más vale pájaro en mano que cien volando» o «Mejor malo conocido que bueno por conocer».

Son refranes populares que invitan a la prudencia. Se han repetido tantas veces durante tantas generaciones que se les considera verdad indiscutible.

Sin embargo, si todos hubiéramos actuado siempre con tanta moderación, las más grandes hazañas de la historia jamás se habrían realizado.

El gran escritor, Robert Louis stevenson, autor de La isla del tesoro, entre otros tantos, fue un gran optimista. Su carácter intrépido y aventurero le llevaron a arriesgar todo, la vida misma, por ir en busca de su gran amor, Fanny Osbourne.

Por eso no es de extrañar que mostrara tan poca paciencia hacia los corazones tímidos. Esto escribió en sus deliciosos Ensayos:
Hay una gran corriente a favor de los proverbios prudentes y pusilánimes… Mucha de nuestra sabiduría de bolsillo está concebida para uso de la gente mediocre, con objetivo de disuadirles de ambiciosos proyectos y consolarlos de su mediocridad. Y puesto que la gente mediocre forma la masa de la humanidad, no hay duda de que así debe ser… Según estos, el muchacho que se hace a la mar es un solemne borrico. No haber olvidado nunca el paraguas en todos los años de una larga vida será para ellos una hazaña más sabia y de más altos vuelos que el marchar sonriendo al sacrificio y a la muerte; y mientras seamos un poquito cobardes e inflexibles en asuntos de dinero, habremos cumplido de maravilla nuestro deber de hombres.

[...]

El tiempo llegaría a faltarme si quisiera pasar revista a todos los grandes nombres de la historia cuyas hazañas resultan perfectamente irracionales y hasta ofensivas para la mente calculadora.

[...]

Tenemos, por ejemplo, a Juana de Arco, que dejó un humilde pero honesto género de vida bajo la mirada de sus padres, para irse a meter en andaduras guerreras en compañía de bullangueros soldados y combatir contra los enemigos de Francia. ¡Buen ejemplo para nuestras hijas! Y si no, está Colón, que puede muy bien haber descubierto a América, pero que, después de todo, fue un imprudente navegante.
Los Ensayos son un exquisitez en su totalidad, con seguridad que por estas páginas tendremos algunos fragmentos más de su sabiduría.
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Mañana siempre seremos mejores

7/3/2017

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"El ayer ya no es nuestro para recuperarlo, pero mañana nos pertenece, para ganar o perder" —Lyndon B. Johnson

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Los seres humanos tenemos una inclinación a planear de manera (muy) optimista.

La mayoría de las veces calculamos bastante por debajo, cuánto vamos a tardar en realizar una tarea.

A mi siempre me pasa: la noche anterior, o muy temprano en la mañana, escribo en la agenda las cosas que quiero realizar durante el día.

Y el 99% de las veces, cuando la jornada ha concluido, hay tareas sin hacer. Hecho que me deja siempre con un leve sabor a derrota.

No importa que haya realizado las actividades más importantes, las que considero estratégicas; si queda algún punto sin tachar, la felicidad, no es completa.

Cualquier se daría cuenta de que planeo de forma muy optimista, rayando incluso en la ingenuidad. Pero yo no. En lugar de rebajar mis expectativas, me empeño en seguir creyendo que mañana, por alguna razón misteriosa, lo haré mejor.
Mañana te prometes —afirmó James T. McCay— que serás diferente, pero mañana es casi siempre una repetición de hoy.
Y así ocurre. Al día siguiente, la realidad se vuelve a imponer.

Son dos las trampas mentales que me hacen persistir en este autoengaño: el virtuoso yo futuro y la falacia de la planificación.

Los seres humanos tenemos la tendencia a pensar que mañana seremos más virtuosos de lo que somos hoy. Mañana ahorraremos más, mañana me pondré en forma, mañana empezaré a leer; y, como no, «mañana seré más productivo», que es lo que me digo cada noche.

Ay… si de verdad mañana fuéramos la mitad de virtuosos de lo que pensamos que seremos, no habría meta, por ambiciosa que sea, que se nos resistiera.

La otra trampa en la que caigo es la ‘Falacia de la planificación’:
(Vía Wikipedia)

La falacia de planificación, propuesta por primera vez por Daniel Kahneman y Amos Tversky en 1979, es un fenómeno en el que las predicciones sobre cuánto tiempo se necesitará para completar una tarea futura, muestran un sesgo de optimismo y subestiman el tiempo necesario.
¿Y por qué ocurre? ¿Por qué subestimamos el tiempo o el dinero necesarios para finalizar un proyecto?

Resulta que la mente de los seres humanos no es muy buena calculando probabilidades que se van acumulando.

Si calculamos el tiempo que tardaremos en realizar una actividad sencilla, que involucra pocos pasos, cómo afeitarse o freír un huevo; lo haremos con precisión.

Pero entre más complejo es algo, más nos enredamos. Cuantos más pasos sean necesarios para llevar a cabo cualquier tarea o proyecto, mayor será la probabilidad de que en uno (o en varios) de esos pasos aparezca un obstáculo. Así que en cada etapa aparecen nuevos retrasos que se van sumando: uno aquí, otro allá y alguno más allá, dejándonos al final con una gran desviación.

Existe otra razón por la cual continuó planificando mis días con tanta alegría. La decepción que me causa dejar tareas sin terminar, me empuja a esforzarme cada día un poco más.

Prefiero lidiar con el mal sabor de no terminar, que caer en la complacencia: ponerme metas muy bajas y ¡cuamplirlas! ¡Que horror!

Con el paso del tiempo he notado que mis rutinas van mejorando y mi productividad aumentando.

Así que bien vale la pena un poco de optimismo y candidez, si es por una buena causa.
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Por qué aburrirse es necesario para triunfar

6/3/2017

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"Muchos de los grandes problemas que la gente tiene hoy en día, es que no pueden soportar momentos de no estimulación en su vida, así que están constantemente al acecho, buscando entretenimiento, videojuegos..." —Robert Greene

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Gracias a Quino Al por la imagen (clic sobre ella para más info.)
Hoy tenemos todos (jóvenes, adultos y mayores) una escasísima tolerancia al aburrimiento.

Y, “por fortuna”, con la tecnología a nuestro alcance parece que ya jamás tendremos que aburrirnos de nuevo.

En mi niñez soporte una buena dosis de tedio. La televisión, por ejemplo, no funcionaba como ahora (24/7), sino que se emitía durante determinadas franjas.

Así que cuando no había emisión, y no encontraba amigos con los cuales jugar, el aburrimiento estaba garantizado.

Otra de las raciones de aburrimiento que me tocaba ‘saborear’, eran los viajes al pueblo para visitar a los abuelos. El pueblo y los abuelos eran geniales, pero el trayecto hasta ahí tardaba tres horas: eso es mucho tiempo mirando por una ventana.

Para ahorrarme un poco de aburrimiento, intentaba dormir lo más que pudiera durante el viaje, pero a veces, el sueño no llegaba y no quedaba más que contemplar el paisaje... largamente (y preguntar a mis padres cada 30 segundos: «¿cuánto falta?»).

La cuestión ahora es diferente, descargamos un par de películas o un par de juegos en la tableta, se la pasamos a los niños, y asunto solucionado.

Y la televisión, por supuesto, ya no descansa.

Pero no solo son los niños, los adultos tampoco lo toleramos mejor. Hoy ya no basta con solo ver la televisión, ahora tenemos el móvil a mano, cuando lo que estemos viendo se pone un poco soso, aprovechamos para darle una ojeada a las redes sociales. Tonto el que se deja aburrir.

Sin embargo, esta virulenta fobia al tedio tiene un precio. Muchas cosas que valen la pena en la vida, como el perfeccionamiento personal, o la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos, demandan trabajo duro y repetitivo; es decir, trabajo aburrido.

La capacidad de sobrellevar el aburrimiento es requisito fundamental si queremos alcanzar la excelencia. Eso piensa el gran escritor Robert Greene:
Estos entretenimientos tienen un ritmo más rápido que el tiempo que pasamos trabajando. El trabajo entonces se experimenta como algo aburrido, lento y repetitivo. Cualquier cosa desafiante, que requiere esfuerzo, se ve de la misma manera: si no es rápida; no es divertida. Si seguimos por ese camino, nos resulta cada vez más difícil reunir la paciencia para soportar el trabajo duro que se requiere para dominar cualquier tipo de arte. Se hace más difícil pasar tiempo solo. La vida se divide entre lo que es necesario (tiempo en el trabajo) y lo que es placentero (distracciones y entretenimiento).
Poder realizar algo con maestría requiere siempre abundantes horas de tediosa práctica.

Perfeccionar un tiro de baloncesto, tocar con fluidez un instrumento, componer poemas, programar ordenadores, aprender un nuevo idioma… son cosas que demandan paciente esfuerzo.

Sigamos con Greene:
Entiende esto: el verdadero secreto, la verdadera fórmula para obtener poder en este mundo, radica en aceptar la fea realidad de que el aprendizaje requiere un proceso, y esto a su vez exige paciencia y la capacidad de soportar el trabajo duro. No es sexy ni seductor a primera vista, pero esta verdad se basa en algo real y sustancial: una sabiduría milenaria que nunca será anulada.
Durante las últimas semanas he estado leyendo mucho sobre marketing, quiero mejorar mis conocimientos en esa materia. Creo que es importante para mi proyecto. Por ello, he tenido que poner en espera libros de otros temas que me relamo por leer.

Después de embuchar varios libros seguidos de marketing, me empiezo a aburrir, y aumenta mi impaciencia por meterle el diente a los apetitosos temas aplazados.

Pero cuando mi motivación disminuye, cuando estoy a punto de cerrar el libro y dedicarme a otra cosa; pienso en lo beneficioso, en lo mucho que me puede ayudar a avanzar, mejorar mis habilidades en este tema. Entonces, como por arte de magia, se enciende de nuevo la motivación y continuo leyendo.

La clave para soportar el trabajo duro y tedioso, necesario para aprender o perfeccionar cualquier habilidad, se halla en el significado que le damos a nuestras acciones, en lo importante que es para nosotros el resultado que esperamos obtener de ese esfuerzo.

Cuando tenemos un porque, soportamos casi cualquier cosa. De nuevo, el maestro Greene:
La clave se encuentra en la magnitud de su deseo. Si realmente desea alcanzar la maestría y obtener  poder, entonces interiorizará profundamente esta idea y la grabará en su mente: no existen atajos. Desconfiara de todo lo que sea rápido y fácil. Usted será capaz de soportar los meses iniciales de trabajo aburrido y repetitivo, porque usted tiene un gran objetivo. Esto evitará que tome atajos… Al final, lo que realmente aprenderá es a controlarse a sí mismo: a su impaciencia, a su miedo al aburrimiento y al tiempo ocioso, a su necesidad de entretenimiento y distracción constante.
La próxima vez que estés a punto de tirar la toalla porque te aburres de trabajar en tu perfeccionamiento, recuerda el gran poder que obtendrás al expandir tus competencias. Eso era lo que hacía el gran Mohamed Ali:
Odié cada minuto de entrenamiento, pero no paraba de repetirme: “No renuncies, sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón”.
Feliz aburrimiento ;)
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    pablo a. arango

    Lector. Escritor. Coach. Emprendedor.
    Las Notas del Aprendiz está dedicado a ayudarte a comprender que significa vivir una gran vida y como puedes conseguirlo.
    Mi misión: Inspirar y guiar la transformación de las personas. Contribuir para que sean su mejor versión y puedan vivir con mayor felicidad y satisfacción.
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