Bienvenida semana cuatroVersión Audio Dios y MateriaVersión Audio Causa y DestinoVersión Audio Vivir de acuerdo con la Naturaleza UniversalYa sabemos lo que querían decir los estoicos cuando declararon su recomendación de vivir de acuerdo con la naturaleza humana. Una vez que reconocemos los hechos sobre la naturaleza humana, y una vez que aceptamos la comprensión estoica de lo que es verdaderamente bueno y malo, debemos vivir de tal manera que buscamos virtuosamente los bienes indiferentes preferidos. Ahora que hemos sido introducidos a las nociones estoicas de Dios y la materia, la causa y el destino, podremos comprender qué debemos hacer para vivir de acuerdo con la naturaleza universal. Por favor lee los siguientes extractos de las Meditaciones de Marco Aurelio: Concibe sin cesar el mundo como un ser viviente único, que contiene una sola sustancia y un alma única, y cómo todo se refiere a una sola facultad de sentir, la suya, y cómo todo lo hace con un sólo impulso, y cómo todo es responsable solidariamente de todo lo que acontece, y cuál es la trama y contextura. (Meditaciones 4.40) Versión Audio "Sin embargo, ¿por qué Dios permite que el mal le suceda a los hombres buenos?" Pero en realidad no lo hace. De los hombres buenos mantiene alejado todo mal: el pecado y el crimen y los pensamientos perversos y los planes codiciosos y la lujuria ciega y la avaricia que codicia la propiedad ajena. Al buen hombre, el mismo dios lo protege y defiende; ¿alguien espera que Dios también se encargue del equipaje del buen hombre? Los buenos hombres liberan a Dios de este cuidado, porque ellos mismos desprecian lo externo. Demócrito desechó sus riquezas creyendo que eran una carga para el buen ánimo. Entonces, ¿por qué debería sorprenderse de que Dios permita que un buen hombre se aligerado de muchas cosas que el buen hombre a veces elegiría él mismo aligerar? Los buenos hombres pierden a sus hijos: ¿por qué no, si a veces abandonan su país por su propia voluntad para no volver jamás? Son asesinados: ¿por qué no, si a veces ellos mismos se quitan la vida? ¿Por qué sufren ciertos infortunios? Para enseñar a otros a soportarlos; nacieron para servir como modelos. Y continua Séneca: Pero a ustedes les he dado bienes seguros y permanentes, bienes que son mejores y mayores cuanto más se los voltea y se los escudriña por todos lados. A ti te he concedido el desprecio de los terrores y el desprecio de las pasiones. No brillas por fuera porque todos tus bienes se han vuelto hacia dentro… Todo el bien a ustedes les he otorgado: su buena fortuna no es necesitar buena fortuna. EjerciciosContinúa escribiendo en tu diario como una manera de enfocar tus pensamientos y ser más consciente de cómo experimentas las cosas y respondes a los eventos. Recuérdate tantas veces como necesites que, como lo ven los estoicos, la excelencia en un ser humano consiste en vivir virtuosamente, y que vivir así significa valorar las cosas en función de cómo benefician nuestros proyectos, y que solo el actuar bien ( = actuar virtuosamente) es realmente bueno. Recuérdate constantemente también "actuar con reserva". Si te parece apropiado, revisa las lecturas del curso y tus propias notas y entradas del diario. Revisa también tu "Glosario de términos" si has comenzado uno (consulta el Documento 3, Ejercicio 2); puedes encontrar que deseas agregar algo a tus entradas, encontrar nuevos puntos de vista o nuevas citas de los escritores antiguos que te ayuden a consolidar tu comprensión. Recuerda que "vivir con sencillez" es lo ideal para la persona sabia, y permanece atento a la necesidad de hacer cambios o incluso rechazar oportunidades si hacerlo contribuye a este ideal. Registra tus decisiones y acciones de manera precisa y completa en su Diario. Si alguna decisión es desafiante, registra que es así, porque el pensamiento que requiere la escritura puede servir para aclarar el tema en cuestión. 1. Explica qué quieren decir los estoicos con los siguientes términos:
Imagina que eres Lucilio respondiendo a la Carta de Séneca para aclarar lo que te está aconsejando. Ponte en la posición de Lucilio y continúa con su carta desde esta frase inicial: "Gracias por su consejo sobre cómo debo lidiar con la pérdida de mis esclavos..." 3. ¿Cómo se asegura el estoico de que nada los tome por sorpresa? 4. Hacia el final de la Carta 107, Séneca presenta el servicio militar como metáfora de la vida. Explica cómo funciona esta metáfora. 5. Séneca intenta defender que las dificultades y las desgracias sean beneficiosas para la persona sabia: Entre los muchos dichos magníficos de nuestro amigo Demetrio está el siguiente... que todavía resuena y resuena en mis oídos. "Nadie es más infeliz, a mi juicio", dice, "que un hombre que nunca se ha enfrentado a la adversidad". Nunca ha tenido el privilegio de probarse a sí mismo. Todo le ha llegado fácilmente según su deseo; sin embargo, el juicio de los dioses sobre él ha sido desfavorable. Se lo consideró indigno de vencer a la Fortuna, que evita a cualquier adversario cobarde, como si dijera: "¿Por qué debería enfrentarme a este tipo de oponente? Él bajará los brazos de inmediato y no necesitaré usar toda mi fuerza contra él. Un gesto amenazador lo derrotará; no puede enfrentarse a mi expresión sombría. Debo buscar a alguien más con quien igualar mi fuerza; Me avergüenza luchar contra un hombre que está listo para ser golpeado” (Séneca, Sobre la providencia 3.3). Triunfar sobre los desastres y los terrores de la vida mortal es el privilegio del gran hombre. Eres un gran hombre, pero ¿cómo puedo saberlo, si la Fortuna nunca te ha dado la oportunidad de demostrar tu destreza?... "Te considero desafortunado porque nunca has sido desafortunado. Has pasado por la vida sin adversario; ningún hombre ha podido conocer tu potencial, ni siquiera tú”. Para el autoconocimiento, el desafío es necesario; nadie puede descubrir lo que puede hacer si no lo intenta… No temáis, os suplico, las cosas que los dioses inmortales aplican a nuestras almas como aguijones; el desastre es la oportunidad de la virtud… La crueldad presiona con más fuerza a los inexpertos… Así que Dios endurece, escudriña y ejercita a los que aprueba y ama; pero aquellos a quienes parece complacer y exonerar, solo los mantiene tiernos para los desastres venideros. (Séneca, Sobre la providencia 4.1–7) ¿Cómo respondes a este análisis? ¿Elegirías una vida de absoluta tranquilidad, completamente desprovista de cualquier dificultad o decepción, si esa elección fuera suya? ¿Es la vida una prueba, como sugiere Séneca? 6. ¿Han ejercido estas lecciones sobre la noción estoica de Dios alguna diferencia en tus propias creencias? Carta 107 Lucilio no debe disgustarse por la huida de sus esclavos. En la vida tendremos infortunios, nos fatigaremos en medio de dificultades, pero podemos despreciar y prevenir los males que son inevitables. Nada debe sorprendernos, si reflexionamos asiduamente. Debemos aceptar cuanto es ley de la naturaleza (1-6). Ante los riesgos del clima, de las fieras, de los hombres, aguantemos con fortaleza. La naturaleza gobierna el mundo, sometido a continuos cambios, y a nosotros corresponde estar de acuerdo con ella y secundar a Dios, sin abandonar el curso del universo, donde se integra cuanto hemos de sufrir. Invoquemos a Júpiter en los términos de Cleantes (7-12). ¿Dónde está aquella gran prudencia tuya? ¿Dónde tú agudeza en discernir la realidad? ¿Dónde tu grandeza de alma? ¿Ahora te afecta un hecho tan insignificante? Los esclavos han considerado que tus ocupaciones ofrecían una ocasión propicia para su fuga. Si tus amigos te engañaran (conserven, en verdad, también los esclavos el nombre que por error les dimos y llámeseles así para que no tengan más ignominia), <faltaría algo> a toda tu hacienda: faltan esos infelices que consumían tu actividad y creían que eras persona insoportable a los demás. Nada de esto es insólito, nada inesperado; molestarse por estas cosas es tan ridículo como lamentarse de que lo salpiquen a uno en el baño, o lo empujen en un lugar concurrido, o lo manchen en medio del fango. En la vida la situación es la misma que en el baño, en la concurrencia, en el viaje: unos agravios te los lanzarán a la cara, otros te vendrán encima. Vivir no es cosa deliciosa. Has emprendido un largo camino: tendrás que resbalar, tropezar, caer, fatigarte y exclamar: «¡oh muerte!», es decir, mentir. En un lugar abandonarás a tu compañero, en otro lo sepultarás, en otro lo temerás: a través de semejantes contrariedades deberás recorrer esta ruta escabrosa. ¿Es que quiere morir? Disponga su ánimo frente a cualquier prueba; sepa que ha llegado donde retumba el rayo; sepa que ha llegado donde los pesares y los remordimientos vengadores han puesto su sede, y donde habitan las lívidas enfermedades y la triste senectud. En esta camaradería es necesario pasar la vida. No puedes rehuir tales infortunios, puedes despreciarlos, y los despreciarás si piensas a menudo en ellos y los presientes como venideros. Todos se aprestan con más firmeza a la prueba para la que se han preparado largo tiempo, y resisten hasta las pruebas más duras si habían meditado sobre ellas de antemano; por el contrario, el imprevisor se espanta, incluso, hasta de lo más insignificante. Debemos obrar de modo que nada nos coja de improviso; y puesto que todos los infortunios resultan más penosos por la novedad, la asidua reflexión logrará que no seas un bisoño frente a ninguna desgracia. «Los esclavos me han abandonado.» A otro lo han saqueado, a otro lo han acusado, a otro lo han asesinado, a otro lo han traicionado, a otro lo han apaleado, a otro lo han atacado con veneno o con calumnias: todo cuanto digas ha acontecido a muchos y, en lo sucesivo, <les acontecerá>. Numerosos y diversos son los dardos que se lanzan contra nosotros: unos quedan clavados en nosotros, otros vibran y nos alcanzan directamente, otros destinados para los demás llegan a rozarnos. No debemos sorprendernos de ninguna de las pruebas a las que nos somete nuestra naturaleza, de las cuales nadie debe lamentarse porque son iguales para todos. Así lo mantengo, son iguales; porque aquella desgracia que uno ha evitado, hubiera podido sufrirla. Ahora bien, la ley, no la que todos han usado, sino la promulgada para todos, es justa. Prescribamos, pues, a nuestro espíritu la ecuanimidad y sin quejas paguemos los tributos de nuestra condición mortal. El invierno trae el frío: tenemos que sufrirlo. El verano nos devuelve el calor: tenemos que soportarlo. La inclemencia del tiempo ataca la salud: tenemos que sufrir la enfermedad. Nos encontraremos con una fiera en cualquier lugar, y con el hombre, más perjudicial que todas las fieras. Algún bien nos arrebatará el agua y también el fuego. Tal estado de cosas no podemos cambiarlo: lo que sí podemos es mostrar un gran ánimo, digno de un hombre de bien, con el que resistir con fortaleza los azares de la fortuna y acomodarnos a la naturaleza. En verdad, la naturaleza modera con sus transformaciones este reino que contemplas: al cielo nuboso sucede el cielo despejado; los mares se agitan después de la bonanza; soplan los vientos sucesivamente; a la noche sigue el día; una parte del cielo se eleva, la otra se sumerge: de fenómenos contrapuestos se compone la duración eterna del universo. A esta ley debe adaptarse nuestro espíritu; a ésta debe secundar, a ésta obedecer y, considerar que cuantos sucesos acontecen han debido acontecer, sin que pretenda censurar a la naturaleza. Es una disposición excelente la de soportar lo que no puedas enmendar y acompañar sin quejas a Dios, por cuya acción todo se produce: es un mal soldado el que sigue con lamentos al general. Por lo cual, con diligencia y alegría, recibamos los mandatos divinos y no abandonemos la trayectoria de esta bellísima creación en la que está integrado todo cuanto hemos de sufrir; e invoquemos a Júpiter, cuyo gobierno dirige esta mole del universo, como lo invoca nuestro Cleantes con versos elocuentísimos, que me permito traducir a nuestra lengua siguiendo el ejemplo de Cicerón, orador muy elocuente. Si te agradan, acéptalos complacido; si te desagradan, sábete que en este punto he seguido el ejemplo de Cicerón. Condúceme, ¡oh padre, señor del encumbrado cielo!, doquiera te plazca: nada me retiene para obedecerte; aquí estoy sin vacilar. Mas suponte que me resista, te acompañaré entre lamentos y, contrariado, soportaré lo que he podido realizar complacido. Al que está resuelto los hados lo conducen, al que se resiste lo arrastran. Así debemos vivir, así debemos hablar; que el Destino nos encuentre dispuestos y diligentes. Es un gran espíritu éste que se le ha entregado; por el contrario, es un espíritu mezquino y degenerado aquel que lo combate, que reprueba el orden del mundo y prefiere corregir a los dioses antes que a sí mismo. ![]()
3 Comentarios
1/3/2022 06:46:29 pm
paso A paso voy por buen camino haciendo los deberes.
Responder
Pablo Arango
1/3/2022 08:52:59 pm
Estupendo!! A seguir así. Saludos
Responder
Manuel
7/7/2022 09:19:36 am
Estoy siguiendo tu consejo y medito a la forma oriental antes de escribir el diario por la mañana.
Responder
Dejar una respuesta. |
libros clásicosBonus 2:
Descarga gratuitamente estos libros clásicos y encuentra en ellos profundidad en los conceptos aprendidos durante el curso.
![]()
![]()
![]()
![]()
![]()
![]()
![]()
![]()
![]()
![]()
|